Buenos días desde La Barra Beatles. Hoy precisamente voy a recordar una bellísima canción compuesta por el Padre del Rock Argentino, Litto Nebbia, aunque personalmente creo que esa paternidad está compartida entre varios y desde ciudades distintas. Conocí el tema “Sereno como aquellas mañanas” en el álbum de Silvina Garré “Creerás en milagros”, publicado en 1984. Tenía ese cassette de la excelente cantante rosarina, hincha de Rosario Central, y les aseguro que lo escuchaba bastante, tiene ese modo rosarino de frasear que recuerda tanto al tango. Una ciudad que tiene tango por las calles y en los barrios, en muchas costumbres de la gente, seguramente que lo saben.
Por Jorge Garacotche
Garré es una de las grandes voces de rock local y llegó a Buenos Aires de la mano de Juan Carlos Baglietto, como tantos músicos de allá, luego bautizados “La trova rosarina”. “Sereno…” yo pensaba que estaba compuesto por Litto especialmente para Silvina, pero me averiguó un amigo y resultó que no, pero sin duda fue uno de sus primeros éxitos. Posteriormente, en el álbum “En Brasil aquí y ahora”, hay una gran versión del propio Nebbia junto a un seleccionado de musicazos. Al escuchar la versión de Silvina me pegó mucho la letra, la melodía hermosa, bien Nebbia, pero la letra esconde algunas imágenes tan poéticas como sabias, algo que noté en varias composiciones del rosarino. “Sereno como la lluvia que acudió sin preguntar, alguna noche me verás cruzar frente a tu ventanal, tu imaginación puede más que yo, puede hacerte ver un dibujo de ayer”. Linda imagen melancólica sobre esos amores que uno no puede terminar de clausurar, bah, como si fuera sencillo cerrar semejante asunto. Es uno de esos temas en donde uno es un crack para aconsejar, para analizar dando consejos, pero incompetente para proceder.
“Sereno como la vida te hace noble al esperar…”, no es nada sencillo ser noble, y mucho menos cuando estamos atravesados por la espera. Desde la biblioteca de mi casa cuenta fríamente un viejo diccionario: “Permanecer en un sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo”. Cómo se nota que el que lo anotó no estaba enamorado, ni dolido, porque ni se imagina en qué estado uno permanece, ni aclara qué sucede en la cabeza de quien espera, a veces es tan difícil esperar tranquilo, no sé si alguna vez me pasó. “Sereno, como los hijos que están bien aún sin hablar, así tendría que ser el amor, si yo no entiendo mal, o tu dolor te puede enloquecer de dolor y humillación”. Esta es la frase que más me gusta de la canción, cuántas veces uno se pregunta cómo tendría que ser el amor, cómo se hace para congeniar con otra persona la idea que uno tiene, o la confusión que enceguece, mientras se da manija repitiendo a cada rato que no debe abandonar el barco.
Sobre el final, Silvina transforma el clima en una luz acongojada con su dulce voz; luego, desde un piano que pide permiso, Litto le recuerda desde atrás: “Sereno, como aquellas mañanas, cuando las horas no importaban, y mientras tú te levantabas, yo, adormecida, pensaba…”. ¿Hay un momento mejor que aquellos en donde las horas no importan?. Hace muchos años, cuando estaba en una plaza con mi hija Malena, ella subía y bajaba del tobogán, cambiaba una hamaca por otra, corría sin destino, intentaba con toda la fuerza balancearse sola, mientras yo iba detrás de toda la alegría que desparramaba dejando a las horas vagar. Detuve la marcha agitada y recordé esta letra, este final que se va repitiendo tratando de que uno recuerde todas esas imágenes que nunca debe olvidar.
Cuando era un adolescente y a la vuelta de mi casa besé a una mujer por primera vez, lo único que pedía era que las horas ya no importen. Abrí los ojos, porque me decían que había que cerrarlos al besar, y al comprobar que los de ella también estaban cerrados, soñé por unos segundos que ella deseaba que las horas no importaran.
Por supuesto que hay que darse una vuelta por la exquisita versión de Silvina Garré, pero ojo, que la que grabó Litto en Brasil es excelente; basta con leer los músicos que intervienen, monstruos de la talla de Lalo de los Santos, Hugo Fattoruso, Oscar Feldman, Norberto Minichilo, César Franov, entre otros. Muchas veces me pasa que ante los hechos o lo imaginario se me viene a la cabeza alguna letra de rock argentino, se ve que la producción es vasta pero, y esto lo afirmo, tiene tanto que ver con nuestra idiosincrasia, identifica tanto cada una de nuestras sensaciones que se ha quedado guardado dentro nuestro pero sale de inmediato cuando el alma lo convoca. Lo hablé con mucha gente y también les sucede, es el gran poder de las canciones, de siempre estar cerca nuestro, como si todas fueran por la vida con nosotros y, llegado el momento, habrá una que pida la palabra y nos esclarezca, o, al menos, nos lleve a pensar que no estamos solos.
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