Al nacer en 1959 de la mano de los Twist Masters, el rock costarricense sigue el único patrón conocido, adaptando material extranjero con pericia y con mucha atención a la fidelidad. Complementando esto, las bandas desarrollan su propio material y conforme van madurando, van creando más material propio y original. La relación entre lo que era llamado "la nueva ola" de la música popular -que las disqueras mercadeaban como "go go"- y la generación de las orquestas que la precedía era muy estrecha; al principio hasta es común que las bandas de rock le alquilen el equipo a las orquestas para hacer sus presentaciones en público.
La segunda mitad de los 60 trae las primeras rupturas con este modelo al nacer el movimiento psicodélico en el Reino Unido y en los Estados Unidos. Al llegar estas influencias a nuestras tierras, muchísimas bandas fueron alejándose del material bailable y se sumergen en las nuevas corrientes, más pesadas e introspectivas, y con un nuevo énfasis en el virtuosismo y las canciones extendidas más allá de la duración tradicional del single radiable. No obstante los repertorios siguen cargando una dosis fuerte de covers y una cantidad del material -incluso el original- es en inglés.
Al empezar los 70 el quiebre con las generaciones pioneras se vuelve definitivo, a pesar de que muchos músicos de esta década tienen su origen en la primera generación rocanrolera. Hay varios factores que impulsan a los músicos del rock costarricense a dar un paso hacia creaciones musicales más elaboradas, a pasar de "música para bailar" a "música para escuchar". Un elemento importante es el factor político, el rocanrol era considerado una música bailable y ligera, de entretenimiento y sin contenido ni compromiso social -ignorando un poco su subtexto rebelde y lo subversivo que es su forma misma-. La llegada de la Nueva Canción, con todo su contenido político y social, logra trivializar el rock en ciertos círculos, y en el contexto de una década de cambios y presión social en el hemisferio occidental, el rocanrol en efecto parece un artefacto de tiempos pasados, más inocentes y lúdicos. Al mismo tiempo aparece el rock progresivo en el plano internacional, una respuesta similar al problema de la legitimidad artística, pero en un contexto cultural distinto. El rock progresivo viene a abrir las posibilidades más allá de las planteadas por el rock original, a estirar los límites de lo posible dentro de la música popular al traer elementos de corrientes consideradas más cultas, como la música clásica y el jazz.
Debida a la naturaleza poco radiable del rock progresivo -gracias a la larga duración de sus canciones, estructura poco tradicional y contenido lírico complejo-, los espacios de difusión no aparecieron de inmediato y mas bien se tienen que desarrollar espacios nuevos para poder compartir este nuevo tipo de música. Aparte de eso, la cultura de consumo musical estaba trasformándose, pasando su atención de los sencillos de 45 RPM que dominan la era del rocanrol, a los álbumes de larga duración que dominarían la música popular durante 40 años.
El progresivo desató una pasión intensa entre muchos jóvenes y estos asumieron un compromiso serio para ayudar a su difusión. Varias iniciativas florecen en cuestión de un par de años. Se funda el colectivo Catársis -conformado por Ronald Morgan, Daniel Aguilar, Alvaro Artavia y Jorge Botonetas- en la Universidad de Costa Rica entre 1973 y 1974, que luego produce un programa semanal de una hora en Radio Universidad. Dado lo difícil que era conseguir los discos de rock progresivo al principio -muchos tenían que comprarse fuera del país-, y la naturaleza extendida del nuevo género musical, era costumbre transmitir un disco completo a través de todo el programa, en vez de apegarse al formato tradicional de transmitir diferentes canciones de distintas bandas. El colectivo se da la misión de transmitir cualquier material que encuentre de interés para su audiencia progresiva, con una claridad de visión que luego facilita un constante relevo generacional a través de las décadas. Catarsis sigue activo, con programas semanales en Radio U y Canal 15.
Al mismo tiempo, en 1974, aparece una emisora pirata llamada Desde La Montaña en el 102,3 del dial, que al parecer transmitía desde San José de la Montaña, en Barva de Heredia. Rumores ubican a Pigo Maffioli, a Tony Barquero y a Ricardo Ascanio entre sus programadores, pero siendo una empresa tan "fuera de regla" es difícil saber con precisión. La radio se mantiene viva hasta 1978, escogiendo material progresivo que no tendría fácil aceptación en la radio comercial de la época.
En Limón el jóven músico Luis Jákamo funda Japdeva Para La Juventud, un programa semanal transmitido los Miércoles en Radio Casino, que sería clave para difundir la música progresiva entre la juventud. Limón era un caso curioso debido a su situación como ciudad de puerto caribeño, donde muchísimos extranjeros europeos y norteamericanos dejarían discos imposibles de conseguir en la capital. Jákamo sería relevado por Macho Garrón, que luego le heredaría el programa a Jorge León, todos partes de una generación de músicos y coleccionistas -que incluía a Jaime Acón, Julián Tabash, Fofi Del Barco, Roberto Amén, Arturo Avellán y Say León- que matendrían viva la difusión informal del rock durante muchísimos años, tanto dentro como fuera de Limón.
En 1978 Alvaro Ulloa funda la radio Top 12, que si bien tenía un formato a lo Top 40 gringo de transmitir los hits de la época, se tomaba el cuidado de ofrecer espacios valiosos para difundir jazz y música progresiva -que en ese tiempo usualmente iban de la mano-. Uno de sus programas más importantes de este tipo fue Estudio 12, que contó con la participación de Ricardo Ascanio, Tony Barquero y Gato Hidalgo. Consistía en una hora diaria de progresivo en inglés, seguido por una hora de rock en español, programado entre 12md y 2pm, patrocinado por Auco Disco.
También fundado por Alvaro Ulloa, Auco Disco fue una tienda de discos importantísima en el desarrollo de la comunidad progresiva. Los discos de progresivo tenían que pedirse por encargo en todas las tiendas del país, pero en Auco Disco se importaban discos de progresivo "por oficio", lo cual aumentaba las posibilidades de descubrir algo nuevo sin estarlo buscando-algo importantísimo dentro de la nueva cultura musical que empezaba a desarrollarse-. Fuera de los espacios de las tiendas locales, muchos coleccionistas viajaban a Panamá o a Limón para conseguir discos difíciles de encontrar, dada la realidad ventajosa del comercio portuario, o le hacían encargos a quienes viajaban fuera del país. Un factor que tenía mucho peso sobre el amor a las ediciones europeas era la mala reputación que tenían las disqueras centroamericanas -como Dideca, Indica y Dicesa- con respecto al sonido de sus lanzamientos, lo cual hacía que las ediciones alemanas, holandesas e inglesas fueran consideradas más deseables.
Volviendo a las bandas locales. El rock progresivo echa raíces en los jóvenes músicos, y junto con otras influencias como el jazz y la Nueva Canción, termina transformando la dirección que seguiría el desarrollo de la música local, casi que de forma definitiva. La aparición del rock argentino de principios de los 70 sirve como catalista para juntar todas esas influencias y sugerir potenciales caminos a seguir. El exigirse material original y escribir letras en español, el tratar temáticas urbanas y sociales, o ecólogicas y poéticas, el experimentar con formatos acústicos o instrumentos de viento, o más bien incorporar pasajes con interpretaciones eléctricas más virtuosas y pesadas... todo eso va armando y enriqueciendo a un rock costarricense que cada vez se aleja más de su raíz rocanrolera y bailable, y que empieza a anhelar una identidad propia definida de forma más articulada.
Entre tanto cambio significativo, entre tanto paso atrevido hacia el frente y la consolidación de la comunidad rockera, la avalancha era imparable. Durante las siguientes décadas el progresivo se hace sentir en diferentes bandas a través de las diferentes generaciones, algunas más puristas que otras: Albatros, Florian Droids, Señorita Abril, Bruno Porter, La Clase, Himno de la Séptima Galaxia, Time's Forgotten, Introvisión, Neurótica. Los criterios con los que se juzga mucho del rock nacional a partir de ese momento se informa de los principios del progresivo local, incluyendo uso del idioma español, pericia técnica de los músicos, y contenido poético o político de sus letras.
Fo León
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