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Jaramar - Fiestas Privadas (2011)

Más sobre la música de México. Aquí revivimos un disco muy agradable, que además no encaja muy bien en el circuito comercial tradicional por su elevado eclecticismo y vuelo, y como resultado un disco muy bonito lo ponemos a disposición de mucho cabezón curioso y con ganas de experimentar nuevos sonidos y propuestas vitales, novedosas, frescas y reconfortantes, sean del estilo que sean. Aquí se reúnen historias y personajes en un viaje onírico en tracks de una especie distinta, cercanas al folk rock en formato del tipo canción pero más experimental, donde vive la poesía, el arte existencial, en un disco para sentir y soñar... y dejarse llevar. Como siempre traemos propuestas fuera de lo convencional, en este caso y en este disco no podía ser diferente...

Artista: Jaramar
Álbum: Fiestas Privadas
Año: 2011
Género: Canción ecléctica
Nacionalidad: México



Más participación de nuestros amigos mexicanos, y es ahora pinchajetas que nos presenta a la cantautora Jaramar Soto, con sus canciones melódicas tan poéticas y de muy buena producción, acompañada de buenos músicos (incluso colabora el maestro del bajo Alonso Arreola, ex-miembro de La Barranca del que hace poco presentamos un disco solista).


Esto es lo que me escribió el bueno de pinchadiscos, digo... pinchajetas, presentando el disco:

El primer proyecto discográfico como solista de Jalamar fue editado en 1993 y se llamó "Entre la Pena y el Gozo", veinte años después, regresó a los escenarios y a los estantes de las tiendas. Sobre "Fiestas Privadas", debo decir que es una propuesta de elevado arte que no encaja muy bien en el circuito comercial tradicional por su elevado eclecticismo y vuelo, la verdad, me ha resultado un disco muy bonito y agradable.

Veamos algunos comentarios de terceros para enterarnos un poco sobre la historia de esta cantante y su proyecto musical (después de todo, yo estoy igual que la mayoría de ustedes, no conozco nada de ella):
Yo dirigía el sello Grabaciones Lejos del Paraíso y recuerdo claramente haber sido cautivado al recibir aquel cassette en el que sonaban instrumentos y músicas antiguas que se entrelazaban con la voz de Jaramar. Había una propuesta y frescura en el proyecto que no dejaba lugar a dudas de que teníamos por fortuna una nueva cantante en la escena mundial y además Mexicana. En paralelismos de tiempos, Madredeus iniciaba su carrera en Portugal y Jaramar en nuestro país. Los temas de aquel cassette estaban casi listos para masterizarse y ser lanzados en CD ­– se iniciaba el adiós a los viniles.
En esos años había pocos MIXUP's, pero cuando mandamos el primer pedido a una sucursal ubicada en el sur del Distrito Federal, lo tocaron al aire y algo mágico ocurrió, se vendieron todas las copias en 2 días y empezaron los pedidos sorprendiendo a todos hasta escalar al primer lugar en ventas de la sección de World Music. Ese fue el inicio de una relación entrañable y productiva entre la discografía de Jaramar y Grabaciones Lejos del Paraíso, quien sacó sus 3 primeros discos: “Entre la Pena y el Gozo”, “Fingir que Duermo” y “Si yo Nunca Muriera”. Ya para estas fechas habían arrancado las operaciones discográficas del sello hermano Opción Sónica, bajo el cual salieron sus 3 siguientes producciones : “Lenguas”, “A Flor de Tierra” y “Nadie Creerá el Incendio”. Muchas historias, muchos conciertos y sucesos alrededor de esta vital parte de la historia de Jaramar.
Con esta reedición y a 20 años de distancia, es un gozo enorme saber que esta certera colección de canciones podrá ser valorada por las nuevas generaciones, asegurando un continuum al proyecto de vida que Jaramar, persistentemente, al paso de sus 13 producciones y con una intuición e inquietud artística incansables, ha esculpido dentro de la escena musical del mundo. Este reset es también una recarga emocional y sónica para aquel primer disco tan significativo en su carrera, que hoy a 20 años de distancia acumula muchos más gozos que penas, conduciéndonos cada vez más cerca que lejos del paraíso.
Que vengan muchos mas...
Edmundo Navas
 


Y esta es la propia Jaramar que nos habla de su carrera y sus discos:

Hace unos meses me dí cuenta de que a finales de este año se cumplirán veinte de la salida de mi primer disco como solista, es decir, del arranque de este viaje en el que yo he sido quien maneja el timón y que ya lleva una lista respetable de títulos discográficos y de muchas otras aventuras más.
“Entre la pena y el gozo” se llama aquella primera grabación en llevar mi nombre encabezando un proyecto musical. Fue el primer proyecto que yo podía sentir que me reflejaba mejor que cualquier otro de los que había formado parte hasta ese momento; al menos eso era lo que yo estaba intentando que sucediera. Para lograrlo decidí partir del universo musical que había descubierto por un golpe de suerte y del cual me había enamorado desde la “primera cantada”: aquellas canciones antiguas españolas, que a pesar de haber sido compuestas hacía siglos estaban llenas de frescura y eran profundamente bellas, y que yo llevaba años cantando de manera paralela a los que habían sido mis “proyectos principales”. Casi todas eran canciones de amor, por eso el título, ya que hablaban del amor en todos sus matices y colores. Y también abundaban las canciones de origen sefardí, es decir aquellos maravillosos cantos de los judíos españoles transmitidos por tradición oral, principalmente de madres a hijas, y que los judíos se llevaron por el mundo después de su exilio de España…… cantos que en los siglos posteriores llegaron a México y dejaron sus versos plasmados en muchas canciones de la lírica popular. Esas canciones cantadas en “ladino”, el español arcaico de los judíos sefardíes, de las que yo me había enamorado y con las que tenía yo una maravillosa y sorprendente afinidad – me gustaban y yo parecía gustarle a ellas…
“Puncha puncha, la rosa huele que el amor mucho duele, tú no naciste para mí, presto aléjate de mí
“Por amar una donzella, de aquí d’este lugar. Ah, yo la amo, yo la quero, yo salí’n su buxquida”.
Y ya son veinte años de caminar, veinte años en los que al mismo tiempo que miro al frente tratando de que cada nuevo paso me lleve a explorar un territorio distinto, no dejo de voltear atrás, especialmente al momento de iniciar cada nuevo proyecto. Miro atrás para nutrirme de la belleza y perfección de aquellos cantos que me inspiraron a arrancar el vuelo. Y cada vez que vuelvo a cantarlas, mi voz toca tierra. Es por todo esto que el descubrimiento maravilloso que fue hacer mías estas canciones y que tomó forma y color y se llamó “Entre la pena y el gozo” merece ser celebrado largamente, así que las campanas del festejo están empezando ya a sonar.
Jalamar Soto

Pero para que tengan un comentario específico sobre este disco que nos trae el pinchajetas mexicano, les dejo este comentario.
La música y la poesía nacen del silencio; el silencio es la tierra donde germinan la palabra y el sonido. Hay artistas que levantan sobre esa tierra un bosque o una selva, otros una muralla o la derrumban, pero hay otros, como Jaramar Soto, que cultivan flores, tallos de agua, ligeras manifestaciones de la belleza. Estos artistas no imponen jamás su presencia: no son robustos troncos ni tampoco una plaga irreductible, no sirven para el ornato, a pesar de su aparente fragilidad su carácter es heroico, no decorativo. Plantas esbeltas y suculentas, crecen alegres contra todo pronóstico aún en los escombros de los tiempos violentos: flores del desierto, orquídeas de lodo, las raras rosas en el mar de la vieja canción de Luis Eduardo Aute.
Jaramar pertenece a la generación que creó el rock mexicano y pintó con decibeles las últimas dos décadas del siglo XX, también a un tiempo en que los medios de comunicación masivos saturaron el aire de un plomo irrespirable de previsible cursilería y abuso sin freno del lugar común. En medio de las ensordecedoras batallas del mercado de la música, Jaramar no dejó de cantar con la alegre discreción de una fuente en la ciudad.
Como los antiguos trovadores, Jaramar entiende el vínculo entre el verso y la canción, por eso su voz ha interpretado obras antiguas de diversos romanceros españoles y americanos de los siglos XII, XIII o XV, poemas de Nezahualcóyotl y poemas nacidos de la aguda pluma barroca de Sor Juana, pero también poemas de autores modernos como Guadalupe Amor o Enriqueta Ochoa, y contemporáneos suyos como Carmen Villoro o Silvia Eugenia Castillero. Jaramar se alimenta de diversos veneros, de diversas tradiciones, que se desarrollan por caminos paralelos a la velocidad del mundo del consumo. El amor al silencio lo es también a la serenidad, a la pausa; se trata de una renuncia conciente a la cultura del hit parade a favor de una reconsideración del hecho artístico, de la música y la poesía, como un espacio de celebración tan íntimo como comunitario, donde no se excluye el carácter ritual, sagrado, profundamente espiritual, del hecho artístico.
Jaramar ha rendido culto al amor y a la muerte, a la belleza y al sueño, a través de la poesía escrita por otros, así sea anónima, lo que ha sido una invitación a conocer profundamente el oficio poético y como sucede en estos casos ha sido contagiada por esa enfermedad, la poesía, que Miguel de Cervantes califica de incurable. Es así como llegamos a su más reciente producción, Fiestas Privadas, donde todas las letras que interpreta han sido escritas por ella misma.
En Fiestas Privadas (una producción realizada con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) todas las canciones son escritas y compuestas, además de cantadas desde luego, por Jaramar. ¿Acerca de qué escribe Jaramar? Su poesía describe el ir y venir del amor, su presencia y su ausencia. Pero aunque la naturaleza del amor y el desamor a los que alude la artista está relacionada con la experiencia, parte de ella, Jaramar prefiere abordarla (la naturaleza del amor) desde las mareas del sueño. Los versos, las composiciones y los arreglos de Fiestas Privadas nos embarcan hacia un mar que nos mece, nos envuelve en sus brumas, nos encanta y nos extravía. Poética del agua, poética del sueño, dice Gastón Bachelard: Jaramar lo reafirma “y digo mar por decir sueño” y termina esta producción confesando el deseo que se insinúa a lo largo de todo el disco y yo diría de toda su obra: “Quisiera ser agua, / agua-lluvia / transparente, / translúcida, / eterna”. La voz de Jaramar nos induce a soñar despiertos, sus paisajes sonoros y su voz nos invitan a detener el paso y cerrar los ojos, es decir a emprender el viaje hacia nuestro interior. Es natural que el llamado al sueño nos conduzca por pasillos de lo irreal o de lo surreal y en los diferentes paisajes que recorre aparezca un príncipe avestruz, una sirena loca, un lagarto amenazante (artista y santo) y ratones con moño y corbata; ya sabemos que la vida es sueño, y que tan fantásticas son estas criaturas como el amor, los cuerpos de los amantes y las horas que comparten.
Los últimos versos del trabajo que hoy presentamos son una pregunta: “Acaso vive Dios / bajo las aguas?” ¿Es esta una pregunta retórica, es decir una pregunta que afirma lo que se interroga? Lo es en parte: la cantante que desea ser agua y que por lo tanto hace de su voz un homenaje a su fluir incesante, a la posibilidad de diluirse en su curso, a la luz que la atraviesa, a los tonos y melodías que nacen de la danza de esta extraordinaria molécula, se pregunta también, realmente, si esa intuición o esa fe que la lleva a considerar sagrada al agua en sus diferentes manifestaciones (río, mar, espuma, sueño) es una prueba de la presencia de Dios o la confirmación de su ausencia. Pero no es una pregunta desde la angustia de la fe sino desde la certidumbre de la belleza: somos agua, somos el agua animada, el agua que piensa y se piensa, que recuerda y nos habita.
Esto último, la certidumbre de la belleza, o la certidumbre del amor como vínculo profundo entre las cosas, me lleva a otra palabra que se me viene a la cabeza al escuchar cantar a Jaramar: reconciliación. Su voz y sus palabras, tanto como su música, me parecen una vuelta al vínculo, un regreso a la unidad que la poesía celebra cuando ejerce la facultad de re-ligar, de unir en lo disperso, incluso desde la escisión del desamor.
Eduardo Vázquez Martín


Y por último, no viene mal una pequeña entrevista:
Hay muchos tipos de discos: los que son ruido de fondo, los que son obras de arte impenetrables, los que son acompañantes de viaje, los que son banda sonora de la vida… Éstas y otras posibilidades se abren cuando uno pulsa “play”.
También puede ser que uno llegue a la música buscando un reencuentro. Que sepa lo que va a encontrar y esté buscando el regreso, como se busca un refugio. Como se vuelve al hogar.
Así yo volví a la voz de Jaramar, así salí a buscar un sonido que recordaba: perfecto, sublime, sutil y profundo. Pero encontré la sorpresa. Caí como Alicia en un mundo distinto. En una fiesta privada.
Supongo que a otros les pasó: esperaban el repertorio antiguo, los matices sonoros y la exquisita instrumentación a la que nos tiene acostumbrados la cantante tapatía. No contábamos con que este disco, “el primero de la segunda serie”, es un nacimiento. O, más precisamente, un florecer. Jaramar nos lo explicó mejor en la entrevista que nos concedió a finales de septiembre.
La Fábrica de Mitos (FM): ¿Qué representa en tu discografía, como obra completa o como proyecto, Fiestas privadas?
Jaramar (J): Cada disco es ciertamente el resultado de todo lo que he hecho antes, así que Fiestas privadas está vinculado, especialmente con el anterior, con Diluvio. Representa una aventura totalmente diferente que inicié en Diluvio. El otro día mi productor Gerry Rosado decía que él siente que Fiestas privadas es la continuación… No la continuación, pero que no hubo ruptura, no hubo ni siquiera un descanso de ‘ah, terminé este proyecto y ahora empiezo algo totalmente distinto’, porque al terminar Diluvio yo tenía muy claro y él como productor también –lo hemos comentado- que el siguiente disco tenía que ser enteramente de canciones mías. Sí hubo un periodo de pausa porque había que promover Diluvio, tocarlo, etcétera, y luego ya me puse a trabajar en Fiestas Privadas. Y, además yo siempre trabajo como por series, en mi trabajo plástico, en la música, por series de canciones, por colecciones de canciones, y por eso cada disco, a pesar de que están vinculados en esencia, cada disco tiene su estilo, su sonido, su color muy particular, y bueno, Fiestas Privadas tiene un sello muy distinto de todos mis anteriores discos. Por una parte porque la materia prima es totalmente distinta: en Diluvio había cinco canciones mías, aquí hay quince ¡y todas son mías, todas! Entonces el lenguaje es distinto, la búsqueda sonora y musical es diferente porque mis canciones pedían cosas distintas, yo estoy en otro momento de mi vida… Todo eso se conjuga para que Fiestas Privadas abra una puerta sonora, musical, artística, en todos sentidos, nueva, pero así grande y muy nueva.
FM: Sí, precisamente ahora que mencionas eso, que tú trabajas por colecciones, yo noto en tu trabajo eso. Por ejemplo, A flor de tierra es la colección de canción latinoamericana, y entonces hay otro disco que gira en torno a la mujer o a lo femenino [Nadie creerá el incendio], hay otro que es la canción de cuna [Duerme por la noche oscura] y Diluvio es un disco como oscuro, más sanguíneo… Entonces, ¿cuál es el núcleo de Fiestas Privadas?
J: Es curioso pero, ahora que he estado en las entrevistas, a veces me sorprendo de la lectura que la gente le da a Fiestas Privadas en el contenido y en el sonido. Me han dicho que es un disco melancólico y yo sentía que era un disco luminoso; es un disco esperanzador, es un disco con una energía y una vitalidad que mis discos anteriores no tenían por lo menos de esta manera… Es mi disco más contemporáneo, es el más mío, es el que más refleja lo que soy yo, lo que es Jaramar en gustos, en digamos que “esencia filosófica”, en cuestionamientos de vida, en todo: es el que más refleja eso y tiene -decía yo y lo pusieron en el boletín- que tiene un sabor ácido, porque tiene algo que ninguno de mis discos logró tener porque (como yo no componía las canciones aunque los arreglos y todo eso sí, yo determinaba cuál era el sonido y esto) aquí es enteramente Jaramar, entonces hay un lado lúdico, sarcástico, que por ejemplo mi pintura tiene y que no se sentía nunca en mi música, mi música era más sublime o no sé, ¿verdad? (ríe) y mi pintura es más informal y libre y lúdica de alguna manera, mi escultura sobre todo…
FM: Y onírica incluso a veces, ¿no?
J: ¡Sí! Y entonces, Fiestas Privadas sí tiene eso, las historias son… y los personajes… están muy vinculados con los que yo pinto, entonces sí hay un sabor que creo que más bien es una combinación de sabores mucho más rica, una paleta de colores y sabores rica.
FM: Quizá para la gente que está leyendo tu disco ahora es un poco difícil porque habías venido haciendo música antigua, música de un repertorio, digamos, distante a nosotros. Es notorio que para ti es una trayectoria muy clara de ir investigando a de repente hacer algo completamente tuyo pero, ¿qué queda de lo que conociste antes en esto que compones ahora?
J: Mira, en realidad yo nunca he investigado. Y nunca he tenido un afán de rescate. Mucha gente me dice: ‘es que tú rescatas, tú haces como esta divulgación de la cultura…’ Ése nunca fue mi afán. Yo… Te voy a contar un poco como la historia: cuando yo empecé a cantar ya profesionalmente, hace mucho años, fue con un grupo de Canto Nuevo -era la época de la nueva canción mexicana- que se llamó “Escalón”. El compositor era el guitarrista del grupo y el principal arreglista; era un trío, dos hermanos y yo, y era una cuestión como mucho de tener un sello personal, pero era un lenguaje del que era el compositor. Entonces yo buscaba mi voz y todo esto, pero yo sentía que eso no era realmente lo que yo debería de cantar, y justo por aquella época yo descubrí la música antigua por accidente. No porque yo estuviera investigando ni nada, sino porque un día me propusieron para una obra de teatro montar un repertorio de música antigua y yo lo hice ¡y me enamoré!, dije: ‘esto tiene mucho más que ver conmigo que lo que estoy cantando con el grupo, que me gusta y todo pero tengo que buscarlo y a veces siento que está medio forzado, etcétera; esto me fluye naturalmente, es como si esta fuera mi música, ¡qué chistoso!, si yo nunca la conocí antes y es de otros siglos, pero es bella, es muy sencilla…’ Y además yo la abordaba sin conocimiento previo ni nada, de la forma menos académica que te puedas imaginar y muy poco metódicamente, entonces eso creo que fue una virtud en mí, porque lo seguí haciendo de esa manera: no me puse a investigar cómo se tenía que cantar ni nada… Luego entré a formar parte –precisamente porque me descubrieron que yo andaba cantando estas cosas- de un grupo de música antigua, de música medieval y renacentista, primero como invitada, y nos hicimos amigos, y luego ya me invitaron a ser la cantante del grupo. Aprendí mucho con “Ars Antiqua” en los diez años y pico que estuve allí; estaba yo al servicio del repertorio del grupo pero había la apertura para que yo cantara como yo quisiera las canciones. A pesar de ser un grupo dedicado a la música antigua, tenía una frma de abordarla simple y creativa, y eso me gustaba porque había los puristas que decían que yo no cantaba la música antigua como se debía, ¿no? Pero era música popular y yo siempre decía: ‘nadie sabe, nadie sabe, ¿cómo van a saber cómo se cantaba esto?’ Todo el mundo está especulando y a mí no me gustan esos grupos herméticos de ‘nosotros tenemos la verdad’, entonces yo lo hacía de una manera intuitiva y muy poco… respetuosa. Y por esa época empecé con mi proyecto, ya dije ‘esa música me encanta, pero con Ars Antiqua estoy en función de lo que el grupo necesita poner, está totalmente acústico, etcétera… Yo quiero hacer otras cosas con esta música, yo quiero meter sintetizadores y combinar instrumentos que no son para esto, armonizar distinto, modificar las melodías, incluso las estructuras de las canciones, ¡hacerlas más mías! Y escoger exactamente lo que yo quiero cantar, ¿no? No cantar nada por obligación’. Entonces invité al cuate que había sido el compositor del grupo “Escalón” aquel y al director de “Ars Antiqua”, que eran los dos músicos en los que yo más confiaba, y empecé mi proyecto, que era mi proyecto, Entre la pena y el gozo, que salió en 93. Entonces aquí yo era la jefa y la que decía ‘quiero combinar esto y esto’ y ellos aportaban muchísimo, pero un poco el repertorio yo lo escogía y yo decía cómo quería que sonara. Y así fue que fui construyendo mis discos porque ciertamente eran canciones antiguas, de otras épocas, pero eran las que yo podía curiosamente sentir que eran más mías y que me reflejaban, y que eran muy bellas y yo disfrutaba mi voz haciéndolas y esto… Pero yo no me quedo en un lugar, no me siento cómoda quedándome demasiado tiempo en ese espacio. Entonces, el tercer disco es de poesía [Si yo nunca muriera, poesía náhuatl], que era otra de mis pasiones; el cuarto es Lenguas, donde ya canté en lenguas que nadie iba a entender y no me importó… (ríe). Sí, porque al principio yo decía ‘no, en español, aunque sea antiguo o sefardita, pero que por lo menos capten algo de lo que estoy cantando’, y luego dije ‘no importa, ya estas alturas creo que aunque cante en provenzal o en galaico-portugués no importa, si me gustan las canciones y siento que son bellas, va’. Luego viene A flor de tierra, y luego el de las mujeres, el disco de los niños, en fin… Hasta Diluvio. En Diluvio empezó una aventura que era bien importante: fue mi primer disco con Intolerancia, con Gerry Rosado de productor y con una búsqueda creativa y libre, y un compromiso y una responsabilidad muy distintos. Por primera vez me tocó un productor excepcional que estaba abierto a la experimentación y sobre todo que me respetaba profundamente como artista. No era “¿cómo ven si grabamos una canción mía?” y que me voltearan a ver como “¿y a ti quién te dijo que eres compositora?” No aquí, era: “va, lo que tú propongas y por supuesto”, y era un gran respeto por mi trabajo, y entonces eso me dio valor. Entonces, aquello también era mío, eran las canciones que yo encontraba que me podían reflejar, pero ahora sin duda alguna hay una gran distancia porque éstas son realmente yo. Esto soy yo.
FM: Leí por ahí que tú decías que fiestas privadas, ayer lo comentabas en la rueda que…
J: ¿Estuviste en la rueda?
FM: No, la iba siguiendo por Twitter…
J: (ríe) Ah, órale.
FM: …que tú comentaste que Fiestas Privadas hablaba un poco de los rituales cotidianos. Entonces quisiera preguntarte, en tu proceso creativo quizá sí influye lo que has escuchado, los artistas, otras grandes obras pero, ¿cómo influyen las cosas cotidianas en este proceso de ir intuyendo lo que quieres decir? ¿Cuáles son los rituales que están en tu proceso creativo?
J: Influyen todo el tiempo. Mira, yo soy alguien muy solitaria. Vivo, en Guadalajara, en una zona apartada de la ciudad, vivo en las afueras de la ciudad. La casa donde vivo es donde ensayo, donde pinto, está mi cuarto de ensayo, está mi estudio de pintura, está mi jardín. Y soy hija única, entonces crecí de una manera como solitaria, estoy bien conmigo, es con quien paso la mayor parte del tiempo, me cuesta trabajo salir de ese mundo… Entonces decía yo que yo soy muy dada como a los rituales, a hacer cosas como de cierta manera. Entonces de alguna manera siempre -eso lo aprendí yo creo que de mis padres, especialmente de mi padre, porque era muy así- fui creándome un mundo personal donde me pudiera yo reconocer. En las ciudades en las que he vivido ya sola y todo tenía que tener como ciertos objetos, ciertas cosas, sentir que era mi mundo y que aunque ese mundo se fuera modificando, con colores distintos a veces, gente distinta, era mi mundo, era el lugar a donde yo podía llegar de ese exterior que a veces sentía yo atemorizante y sentir que me podía reconocer a mí misma y sentir que era mi espacio. Y donde haces tus cosas, te preparas el té y lees, de cierta manera, y donde están tus libros, y donde quieres que vaya la gente que más quieres y a donde quieres siempre poder regresar. Es como tu ancla, donde puedes tener ahí un espacio, y ése es el espacio donde construimos Fiestas Privadas, el que refleja, que está reflejado en las canciones. Y por eso era la cuestión de “¿y cómo se va a llamar el disco?”; me tardé mucho en decidirlo, pero alguien fue quien me dijo “es que Fiestas Privadas, ¡es lo más lógico!”. Tenía una lista y lo consultaba con algunas personas muy muy cercanas, pero finalmente me di cuenta de que claro, tenía que reflejar todas las canciones… Son mis fiestas privadas, mis rituales cotidianos.
El disco tiene, es cierto, una atmósfera de intimidad. Hay una exploración muy evidente de las sonoridades modernas, pero la madurez que se percibe en la voz no podía ser otra sino la que se ha venido decantando a través de los repertorios que han cruzado siglos y culturas. Las letras de las canciones están dotadas de un imaginario muy personal y de un colorido particular. Está la sensualidad dibujada en un solo trazo, y la intensidad de la vida en sensaciones aparentemente simples, pero profundísimas. Fiestas Privadas comienza como un susurro y va creciendo, se va clavando, se ancla… La voz de Jaramar nos recibe como el hogar que se reencuentra, pero el sonido del disco nos sorprende y nos conmueve como un viaje a lo desconocido.
Nora De la Cruz

Nos dice pinchajetas que también estaría chido que compartieras el link de iTunes donde pueden escuchar y comprar el disco.... Y claro, si estaría chido ¿cómo no lo vamos a poner?

 
 
Lista de Temas:
1. La noche empapada
2. La visita (Dormir de día)
3. Algo con un tema (Canción de amor)
4. Echar el ancla (listado de tareas imposibles)
5. Lirios en tu piel
6. Manzanas de sal
7. Fiestas Privadas
8. Dibujo
9. Sirena sin mar
10. La Cuchara
11. Tu cuerpo
12. Bosque
13. Lucas El Lagarto
14. La felicidad es un pastel
15. Espuma

Alineación:
- Jaramar / voz y composición
- Eli Prado / guitarras y piano
- Rodrigo Castro / trompeta, banjo y tres cubano
- Carlos Sánchez Vilches / contrabajo, tuba. bajo y guitarra
- Darío Rojas / batería
- Gerry Rosado / guitarra, piano, teclados, producción, etc.
Invitados:
Helena San / coros
Luciano Sánchez / batería
Daniel Zlotnik / saxofones y clarinetes
Alonso Arreola / bajo eléctrico




Comentarios

  1. Ójala y alguien pudiera compartir el disco "Escalón" de 1984, del grupo también llamado Escalón, del que Jaramar formó parte.

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The Blues es una serie documental producida por Martin Scorsese en 2003, declarado "Año del Blues" en Estados Unidos, genero que influyo al jazz y al rock. Cada una de las siete películas que componen la serie ha sido dirigida por un cineasta entusiasta del género y en ellas se hace un repaso su origen y desarrollo a lo largo del siglo xx Hoy toca el turno de Nostalgia del Hogar " Feel Like Going Home 2003" Dirigida por el propio Scorsese, este primer film de la serie rinde homenaje al Delta blues, a los orígenes del género, recorriendo el Estado de Misisipi de la mano del músico Corey Harris, para continuar después viajando por el continente africano en busca de las raíces del Blues. Feel like going home habla de músicos que se criaron alrededor de los algodonales, sin dinero ni comida, allí surgieron unos músicos que aliviaban las vidas de la gente como John Lee Hooker, Willie King, Son House o Robert Johnson. Músicos que se adaptaban a los tiempos, como O

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Big Tech, el dominio de la economía del siglo XXI: Las plataformas pueden sancionar personas o beneficiarlas, ayudar a ganar elecciones a quien les simpatice o pague por sus servicios. La idea hoy es reducir a cero la incertidumbre. Para estas corporaciones de la sociedad de la información, los consumidores ya no representan ningún misterio. Ellas saben qué sienten, qué necesitan, qué les gusta, qué no les gusta, cómo distribuyen su tiempo, cuáles son sus deseos, sus paranoias, sus excesos y cuáles sus debilidades, etc. Estas corporaciones tienen la posibilidad de desarrollar una especie de mapa cognitivo, afectivo, fisiológico e intelectual de todos y cada uno de sus consumidores reales y potenciales. Entonces, el desafío ya no consiste tanto en producir algo sino que el consumidor sea parte, esté dentro de la empresa, y para ello se necesita de información. La tecnología puede ser un sirviente provechoso o un amo peligroso. Big Tech, el dominio de la economía del sigl

Cuando la Quieren Enterrar, la Memoria se Planta

El pueblo armado con pañuelos blancos aplastó el intento de impunidad . Alrededor de medio millón de personas se manifestaron en la Plaza de Mayo para rechazar categóricamente el 2x1 de la Corte a los genocidas. No fue la única, hubo al menos veinte plazas más en todo el país, todas repletas, además de manifestaciones en el exterior. Una multitud con pañuelos blancos en la cabeza pudo más que todo el mecanismo político-judicial-eclesiastico-mediático, forzando al Congreso a votar una ley para excluir la aplicación del "2x1" en las causas de lesa humanidad. Tocaron una fibra muy profunda en la historia Argentina, que traspasa generaciones. No queremos genocidas en la calle: es tan simple como eso. Tenemos que tolerar las prisiones domiciliarias a genocidas, que se mueran sin ser condenados o que sean excarcelados gracias a los jueces blancos. Cuesta muchísimo armar las causas, años. Muchos están prófugos, muchos no pudieron condenarse por falta de pruebas y otros porque tard

Los Dos - Caminos (1974)

En nuestra recorrida por el rock mexicano hoy revisamos un disco humilde pero bien logrado, sin esperar demasiado tampoco, y copio un comentario que hace referencia justamente a ello: "Es refrescante escuchar a músicos que se limitaban a hacer lo que les venía en gana, sin preocuparse de ser considerados autores geniales y con ideas nuevas. Los Dos eran Allan y Salvador, un dúo muy limitado musicalmente; no obstante, esas carencias la suplen con honestidad: mucha honestidad. Su mezcla, algo burda, de rock-folk, música tradicional latina y canto nuevo chileno, tiene momentos por demás emotivos y conmovedores. Sus letras eran muy sencillas y poco rebuscadas, en su mayoría acerca del amor". Disco raro, muy poca información se encuentra en la red, a mi parecer uno de los pocos discos hechos en México en los 70’s con un sonido muy jipi y folk. Eso lo describe bien, bien jipi y folk... Artista: Los Dos Álbum: Caminos Año: 1974 Género: Rock psicodélico / Folk rock Dura

Ideario del arte y política cabezona

Ideario del arte y política cabezona


"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.