Leía el otro día que la discográfica de Roger Waters, el líder de la legendaria banda Pink Floyd, se había desvinculado del mismo por su posicionamiento claramente a favor de Palestina sin ningún tipo de equidistancia. Fue entonces cuando me dije, hay que escribir algo a propósito de esta maldita equidistancia "queda bien" tan engañosa, que tanto daño nos hace y tanto nos empuja hacia sociedades cada vez más fascistas y totalitarias. Una equidistancia que bueno sea aclarar, no se circunscribe sólo al asunto de Palestina, ya que en realidad es parte de la tendencia natural de muchos seres humanos a no querer complicarse, ni mucho menos a destacar por rebelde, reivindicativo o de alguna manera contrario o discrepante con el poder, no vaya a ser que nos cause algún problema. Es entonces cuando aparece en la psique de este ser humano, llamémosle prudente, la figura del autoengaño. Un autoengaño que pasa por adoptar una postura aparentemente intermedia, al amparo, por ejemplo, de ese dogma aristotélico que dice que "en el término medio está la virtud".
Por Eloy Cuadra
No por casualidad Aristóteles ha sido un filósofo aceptado siempre por el poder, no así otros con un discurso algo más rebelde como Epicuro o Espinosa, pero este sería otro artículo. El asunto es que en la adopción de esa postura intermedia, equidistante, moderada, se podría entender que quien la adopta no se posiciona del lado del poderoso, está en medio, dando una de cal y otra de arena, un sí pero no. Se autoengaña, en realidad está del lado del poderoso pero no lo sabe. Y lo está, no solo porque lo dijera Desmond Tutu, el africano Premio Nobel de la Paz, cuando afirmó aquello de: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.”; lo está porque así lo evidencia el resultado de lo que acontece. En el conflicto de Palestina, por ejemplo, hay colectivos que mantienen un "Ni terrorismo, Ni genocidio", de hecho circula una manifiesto por España con ese lema, y empiezan mal al poner en igualdad dos cuestiones tan diferentes como genocidio y terrorismo. Genocidio es el exterminio total de una comunidad humana, terrorismo es una reacción puntual (no diré yo que sea buena, aclaro, no me vayan a llamar terrorista por este artículo), que normalmente se plantea para revertir una situación de injusticia u opresión determinada. Si lo pensamos bien es del todo punto un dislate poner en igualdad el genocidio silencioso y el apartheid que Israel, uno de los ejércitos más poderosos y modernos del mundo, lleva aplicando sobre la población palestina durante décadas -no hablemos ya del genocidio explícito nada disimulado que están aplicando en los últimos meses sobre Gaza-, con un atentado por supuesto condenable, en el que murieron algunos cientos de personas inocentes, llevado a efecto por una facción de un pueblo desesperado y empobrecido. Dicho con otras palabras: si se usa como lema de cabecera el "Ni terrorismo, Ni genocidio" para que paren la guerra, se le está diciendo a Israel que pueden continuar con sus ataques indiscriminados y con su guerra en tanto en cuanto exista un terrorista armado en Palestina dispuesto a rebelarse, y no parece esta la mejor forma ni el mejor mensaje para encontrar la paz. Que intelectuales reconocidos otrora de izquierdas, como Miguel Ríos por ejemplo, firmen este manifiesto moderado, o que la discográfica de un mito del rock de todos los tiempos se atreva a despreciarlo por posicionarse a favor de Palestina, nos muestra muy a las claras cómo el término medio, esa moderación, la línea de la equidistancia, en Occidente cada vez se sitúa más a la derecha.
El caso de Palestina es sin duda el más flagrante y el que mejor nos muestra la falacia y los peligros de la equidistancia, pero, como digo, la equidistancia está en muchos más discursos, y hoy es casi ya un nuevo lenguaje universal.
¿Por qué sucede esto?, ¿de dónde sale tanta equidistancia políticamente correcta que no se posiciona nunca, cuando de cuestiones importantes se trata? A mi modo de ver esto se da por la falta de conciencia o referente de clase que impera hoy en nuestras sociedades. Así, a lomos del capitalismo salvaje, del individualismo imperante y de una competencia brutal, el ciudadano de a pie, sometido a una presión importante por ser aceptado, no encuentra un colectivo o grupo humano rebelde con garantías suficientes con el que asociarse, y termina afiliado a esa gran masa multitudinaria de individuos equidistantes, moderados, centrados, añorantes de un pasado nacional, cual epidemia, que no se mojan nunca en cuestiones importantes, nunca al menos del lado de los débiles, a los que abandonan a su suerte entonando un cobarde "ellos se lo han buscado".
La equidistancia, queridos lectores, es un término básicamente topográfico, de modo que si se quiere usar en política, hay que asegurarse de que los contendientes se presenten en igualdad de fuerzas, con los mismos recursos, especialmente económicos, si no es así, ser equidistantes es estar en una zona de confort, justo donde el poderoso quiere que estés. ¿Entienden ahora el daño de la equidistancia? Con todo, lo peor de la equidistancia es que no existe una línea media fija en el espectro político donde los equidistantes se sitúan, esta línea se va moviendo de izquierda a derecha, situándose cada vez más a la derecha sin que los equidistantes se percaten del movimiento.
En conclusión, para acabar que no es poco lo que llevo, creo que debemos ser conscientes de lo que nos estamos jugando hoy con la prevalencia de los equidistantes. No es viable, ni mucho menos aceptable adoptar posturas equidistantes o moderadas en un mundo que se inclina cada vez más hacia la derecha, hacia lo reaccionario, la represión, la desigualdad y la pérdida galopante de derechos, un mundo en el que los que mandan no son para nada moderados ni equidistantes, y dónde, como hemos visto, con las posturas equidistantes nos estamos situando muy cerquita del mismísimo poder establecido, consolidándolo y haciéndolo cada día más fuerte. Dicho de otra forma, estamos en un momento de la historia, en el que si no tiramos fuerte desde la izquierda real, la izquierda que solo puede serlo si es revolucionaria y contra el poder, en favor de la justicia social, de los derechos humanos, contra el imperialismo y la dictadura del capital, si no apostamos fuerte por otros valores, por otra manera de relacionarnos mucho más humana, menos beligerante, más del lado de la minorías desfavorecidas del mundo, pronto, muy pronto, la hegemonía de este capitalismo de la escasez y de la guerra será tan clara, que habremos dado entrada a los fascismos y a la barbarie, nuevamente, sin pelear, incluso queriéndolo muchos, engañados lamentablemente por la moda de los equidistantes.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.
La forma en que lo dice Enzo Traverso es 'la engañosa simetría de las contraposiciones ideológicas'. En la Argentina, la teoría(?) de los dos demonios: 'de un lado' están los perpetradores del genocidio procesista, 'del otro', las organizaciones políticas que tenían un pequeño brazo armado. La asimetría es bestial. Pero la ideológía lleva a creer (y querer: es tranquilizador pensar que el genocidio procesista 'fue una guerra', como dicen los que lo justifican) percibir una simetría (falsa)
ResponderEliminarExcelente comentario Alejandro, no conocía esa perspectiva de Enzo Traverso, muy buen comentario. Gracias!
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