Vivimos tiempos confusos. El gobierno democrático al cual se votó para cuidar los intereses de su pueblo, sostiene un decreto que perjudica al pueblo argentino. El Presidente dicta un norma que permite la continuación de las políticas del Consenso de Washington de los años del menemato: la economía librada a las fuerzas del mercado (recortando, según ellos, el hinchado papel del Estado y dejar para el mismo la sola provisión de servicios públicos básicos), enajenando el patrimonio nacional, dejando en manos privadas nuestros mayores recursos destinados al comercio externo...
Exportación de minerales, granos, productos industriales, via puertos, marina mercante, dragado, balizamiento, peajes, etc. que tambien se deja en mano privadas, que pronto acrecentarán el negocio vía el contrabando de nuestra producción.
Queda entonces un Estado bobo, incapaz de tomar cualquier medida, cercenado, desguazado, mientras el pueblo vive dramáticamente en medio de pobreza, inundaciones, desocupación y pandemia.
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