La pobreza no solo afecta a los desocupados sino también a quienes trabajan, lo cual parece una extraña paradoja. Esto ocurre cuando no existe una correlación justa entre los salarios y el costo de vida. Las corporaciones tienen grandes ganancias en parte debido a los bajos salarios que pagan, contratando trabajadores de medio tiempo y sin beneficios, como seguro de salud, vacaciones pagadas y más. Es decir que la llegada de una empresa a una ciudad o a un país no es garantía de mejor calidad de vida. De acuerdo al reporte "Unfulfilled Promises, Amazon Fulfillment centers do not generate broad-based employment growth", publicado por el Economic Policy Institute (EPI) en 2018, "los gobiernos locales ofrecen reducciones y excepciones de impuestos, obras de infraestructura para atraer los centros de distribución de Amazon pero no obtienen una ganancia real en relación a la inversión realizada". El mismo reporte asegura de que la llegada de Amazon no contribuye a la creación de empleos adicionales en la zona.
“Work hard – Have fun – Make history” es el lema de Amazon, una empresa de ventas por internet que oculta, tras la abstracción y la asepsia del comercio virtual, una de las muchas zonas de oscuridad que se ciernen sobre tecnologías que todos hemos abrazado con tanto entusiasmo como optimismo acrítico. Sobre la gente que trabaja para Amazon y otras muchas empresas similares no hay fotografías, tampoco es posible acceder a más información que la que las mismas generan, sus trabajadores tienen prohibido hablar de su trabajo, nadie debe saber qué ocurre al interior de sus almacenes. Una opacidad que contrasta vivamente con el carácter transparente que parece presidir la actividad que despliegan estas empresas en la red.
A pesar de que estas prácticas son contrarias al derecho laboral europeo, ningún gobierno duda en subvencionarlas generosamente con dinero público para que se instalen aquí, aunque no paguen impuestos y declaren sus beneficios en paraísos fiscales. La escusa de la creación de empleo soslaya estos pormenores, al igual que ocurre con el cierre de librerías y supermercados culturales contra los que estas multinacionales se aplican con técnicas de competencia desleal que hacen imposible la continuidad de estos negocios, destruyendo casi veinte veces más empleo del que crean. ¿Qué cómo es posible esto? Pues como siempre, presionando sobre lo más vulnerable, los trabajadores. Las condiciones laborales de estas empresas virtuales rozan la ilegalidad. El contrato de trabajo solo es firmado tras pasar quince días a prueba, con tres ausencias el trabajador es despedido, en ocho horas de duro trabajo físico el trabajador tiene dos lapsos de veinte minutos de descanso para reponer fuerzas y comer algo, aunque la sala de descanso está tan lejos que este tiempo se reduce a cinco o seis minutos por sesión, muchos no aguantan los ritmos de trabajo y los desvanecimientos son frecuentes, a pesar de esto, la enfermería permanece cerrada durante la noche para ahorrar gastos. En los dominios de Amazon, Jean Baptiste Malet, nos cuenta su experiencia de infiltrado, sus dolores de espalda, de cuello, su falta de apetito, el agarrotamiento de manos y piernas a causa de la monotonía del trabajo, el embotamiento intelectual: “Ayer cuando me acosté, y antes de dormirme, me volvía loco, tenía la impresión de que mis manos seguían haciendo paquetes… Estaba destrozado después de una noche de trabajo, pero no podía dormir, me encontraba crispado, estaba nervioso y, sin quererlo, seguía haciendo paquetes en mi imaginación… me he vuelto loco… si pudiera, abandonaría… pero, bueno… Amazon es lo único que hay. Hacía cuatro meses que estaba buscando curro… me siento reducido a no ser otra cosa que alguien que trabaja de noche en Amazon”.
La gestión de la productividad del trabajador está completamente informatizada, cada superior jerárquico sabe en tiempo real qué artículo está empaquetando un trabajador o cual es el producto que otro trabajador está recogiendo de las estanterías, en qué zona se encuentra, en qué pasillo y a qué ritmo está trabajando esa noche. Varias veces durante el turno de trabajo los capataces informan al trabajador de su productividad, la curva de productividad tiene que ir siempre en ascenso, si no se alcanzan las cuotas fijadas estás en la calle. Después del turno de trabajo, los trabajadores son sometidos a controles con los que impedir que roben mercancía, aunque los cacheos son ilegales según la legislación laboral europea. Los chivatos dentro de Amazon están muy bien visto, son los preferidos para promocionar dentro del escalafón de la empresa, al igual que los ex militares. Existe la figura de Empleado del mes, que consigue un bono de veinte euros a descontar de sus comprar en Amazon. A cambio de la lealtad de sus trabajadores, Amazon paga la comida de Navidad, organiza un festivo Family Day y por Pascua regala una figurita de chocolate a cada empleado, por algo su logo es una sonrisa. Los directivos insisten en que trabajar en Amazon es simpa (simpático), aunque durante el tiempo de trabajo esté prohibido hablar con los compañeros de turno, si quieres reírte debes hacerlo antes de incorporarte a tu puesto del trabajo. Si en una mano Amazon tiene el palo en la otra muestra la dádiva, y para ello, intenta constreñir la vida social de sus trabajadores a la misma empresa, organizando actividades gratuitas para su entretenimiento y el de su familia, cine, fiestas, etcétera, con las que trata de que también la empresa ocupe el tiempo libre de sus trabajadores. Como los salarios no permiten muchas alegrías a los trabajadores de Amazon, ésta se convierte en su principal referente de socialización, de consumo, por lo que quejarse a la empresa o contravenir sus directrices se torna entonces en un ataque a la misma comunidad y una arriesgada operación que pudiera significar la expulsión de ella, por todo ello los sindicatos son vistos, incluso entre los propios trabajadores, con cierta desconfianza.
Antonio Orihuela. Ruido Blanco. Ed. La Vorágine, 2018
Por Antonio Orihuela
“Work hard – Have fun – Make history” es el lema de Amazon, una empresa de ventas por internet que oculta, tras la abstracción y la asepsia del comercio virtual, una de las muchas zonas de oscuridad que se ciernen sobre tecnologías que todos hemos abrazado con tanto entusiasmo como optimismo acrítico. Sobre la gente que trabaja para Amazon y otras muchas empresas similares no hay fotografías, tampoco es posible acceder a más información que la que las mismas generan, sus trabajadores tienen prohibido hablar de su trabajo, nadie debe saber qué ocurre al interior de sus almacenes. Una opacidad que contrasta vivamente con el carácter transparente que parece presidir la actividad que despliegan estas empresas en la red.
A pesar de que estas prácticas son contrarias al derecho laboral europeo, ningún gobierno duda en subvencionarlas generosamente con dinero público para que se instalen aquí, aunque no paguen impuestos y declaren sus beneficios en paraísos fiscales. La escusa de la creación de empleo soslaya estos pormenores, al igual que ocurre con el cierre de librerías y supermercados culturales contra los que estas multinacionales se aplican con técnicas de competencia desleal que hacen imposible la continuidad de estos negocios, destruyendo casi veinte veces más empleo del que crean. ¿Qué cómo es posible esto? Pues como siempre, presionando sobre lo más vulnerable, los trabajadores. Las condiciones laborales de estas empresas virtuales rozan la ilegalidad. El contrato de trabajo solo es firmado tras pasar quince días a prueba, con tres ausencias el trabajador es despedido, en ocho horas de duro trabajo físico el trabajador tiene dos lapsos de veinte minutos de descanso para reponer fuerzas y comer algo, aunque la sala de descanso está tan lejos que este tiempo se reduce a cinco o seis minutos por sesión, muchos no aguantan los ritmos de trabajo y los desvanecimientos son frecuentes, a pesar de esto, la enfermería permanece cerrada durante la noche para ahorrar gastos. En los dominios de Amazon, Jean Baptiste Malet, nos cuenta su experiencia de infiltrado, sus dolores de espalda, de cuello, su falta de apetito, el agarrotamiento de manos y piernas a causa de la monotonía del trabajo, el embotamiento intelectual: “Ayer cuando me acosté, y antes de dormirme, me volvía loco, tenía la impresión de que mis manos seguían haciendo paquetes… Estaba destrozado después de una noche de trabajo, pero no podía dormir, me encontraba crispado, estaba nervioso y, sin quererlo, seguía haciendo paquetes en mi imaginación… me he vuelto loco… si pudiera, abandonaría… pero, bueno… Amazon es lo único que hay. Hacía cuatro meses que estaba buscando curro… me siento reducido a no ser otra cosa que alguien que trabaja de noche en Amazon”.
La gestión de la productividad del trabajador está completamente informatizada, cada superior jerárquico sabe en tiempo real qué artículo está empaquetando un trabajador o cual es el producto que otro trabajador está recogiendo de las estanterías, en qué zona se encuentra, en qué pasillo y a qué ritmo está trabajando esa noche. Varias veces durante el turno de trabajo los capataces informan al trabajador de su productividad, la curva de productividad tiene que ir siempre en ascenso, si no se alcanzan las cuotas fijadas estás en la calle. Después del turno de trabajo, los trabajadores son sometidos a controles con los que impedir que roben mercancía, aunque los cacheos son ilegales según la legislación laboral europea. Los chivatos dentro de Amazon están muy bien visto, son los preferidos para promocionar dentro del escalafón de la empresa, al igual que los ex militares. Existe la figura de Empleado del mes, que consigue un bono de veinte euros a descontar de sus comprar en Amazon. A cambio de la lealtad de sus trabajadores, Amazon paga la comida de Navidad, organiza un festivo Family Day y por Pascua regala una figurita de chocolate a cada empleado, por algo su logo es una sonrisa. Los directivos insisten en que trabajar en Amazon es simpa (simpático), aunque durante el tiempo de trabajo esté prohibido hablar con los compañeros de turno, si quieres reírte debes hacerlo antes de incorporarte a tu puesto del trabajo. Si en una mano Amazon tiene el palo en la otra muestra la dádiva, y para ello, intenta constreñir la vida social de sus trabajadores a la misma empresa, organizando actividades gratuitas para su entretenimiento y el de su familia, cine, fiestas, etcétera, con las que trata de que también la empresa ocupe el tiempo libre de sus trabajadores. Como los salarios no permiten muchas alegrías a los trabajadores de Amazon, ésta se convierte en su principal referente de socialización, de consumo, por lo que quejarse a la empresa o contravenir sus directrices se torna entonces en un ataque a la misma comunidad y una arriesgada operación que pudiera significar la expulsión de ella, por todo ello los sindicatos son vistos, incluso entre los propios trabajadores, con cierta desconfianza.
Antonio Orihuela. Ruido Blanco. Ed. La Vorágine, 2018
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