Cuando Milton Friedman daba cuenta de la contundencia de las crisis para alterar paradigmas de pensamiento, estaba lejos de imaginar que su brillante percepción también sería aplicable para desmoronar todo lo dicho a partir de su propia cosmovisión económica y social que está en las bases del neoliberalismo planetario. Ahora, cuando uno de los más importantes pensadores de la actualidad expone que la solución a la pandemia es el comunismo, al mismo tiempo que el primer ministro del Reino Unido contrae el Covid-19, es inevitable repensar cada una de nuestras creencias y valores en términos de despedida a un mundo que ya no volverá, cosas que creíamos inalterables son barridas, después del descalabro civilizatorio causado por la propagación de un puto virus de una simple gripe que derrota día a día a las potencias de las superarmas y nanotecnología. La pandemia del coronavirus es ya la mayor crisis que ha vivido el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, y lleva a estos intentos desesperados de mitigación mediante el aislamiento de la población, los estados de excepción, el parate de las actividades productivas y culturales y el cambio brusco de hábitos personales y colectivos. La economía se ha paralizado y el modelo de globalización que primaba hasta ahora ha quedado en entredicho. El paradigma de pensamiento neoliberal ha sido abolido, tras la crisis de la pandemia está claro que en clave neoliberal ya no se puede pensar más. Todo por un virus con un contagio acelerado, aunque de mortandad baja. Todo por una gripe de mierda.
Nos vendieron estabilidad, nos aplicaron austericidio, nos mata el coronavirus.
Las políticas de atención de la salud en los Estados Unidos colocan esto de relieve de una manera distintiva. Los países del capitalismo más desarrollado que han aplicado con mayor dureza las políticas neoliberales incluyen los EEUU, España (durante los Gobiernos Zapatero y, de una manera incluso más acentuada, durante los Gobiernos Rajoy e Italia (muy en particular durante la presencia en el Gobierno de la ultraderecha de la Liga Norte con su líder, Matteo Salvini).
En medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto un puto virus de gripe que pone todo patas para arriba.
Friedman tenía razón y la mega crisis sanitaria, económica y social inducida por el Coronavirus ha sido el punto de quiebre para dar por iniciado un proceso inexorable que el filósofo Thomas Kuhn definiera como "crisis de paradigma". Hay que ver si los sectores sociales más avanzados y progresistas están a la altura para aprovechar el momento y generar herramientas que encaminen el rumbo caótico actual hacia la construcción de otro sistema, dejando a un lado el control social capitalista que tratará de instalar el Statu Quo después de la crisis.
La pandemia obligó a los Estado nacionales a tomar fuertemente el centro de la escena. El gasto público, el cierre de fronteras, la regulación de precios y actividades comerciales, el control de la movilidad de las personas, están en el orden del día. Incluso algunos presidentes liberales –como Macron en Francia- se animan a mostrarle los dientes al mercado, señalando la necesidad de que los servicios públicos esenciales vuelva a estar desmercantilizados. Es cierto que el presidente francés solo dice esto en vísperas de las elecciones y en la realidad hace otra cosa. Pero más allá del componente demagógico que pudo haber tenido la declaración, ésta responde a un giro en la opinión pública que parece estar gestándose en Europa: es necesario el retorno del Estado.
También es sorprende cómo el compromiso ideológico de algunos presidentes ultra neoliberales fueron más allá de toda racionalidad, como Trump y Johnson, que fieles a su ideario, optaron por una actitud darwinista que se puede resumir como: "salvemos a la economía y dejemos que la gente se salve sola, así los sobrevivientes estaremos mejor". En América Latina, Piñera, Duque y Bolsonaro reaccionaron con un talante similar. Hasta hace poco era parte de la normalidad escuchar barbaridades como ésta... imaginen que estas políticas fueron la antesala a la pandemia...
La pandemia del coronavirus ha golpeado a la línea de flotación del sistema económico y también del político. A nivel económico, el problema consiste en que se ha dejado de producir y de consumir más allá de lo imprescindible: las medidas de prevención y confinamiento provocan que el mercado se pare.
La reacción pánica de los mercados financieros a la epidemia es además la expresión de aquel pánico que ya es inherente a ellos. Las convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la pequeña gota que ha colmado el vaso. Lo que se refleja en el pánico del mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor.
Digámoslo claro y sencillamente: el capitalismo es parte de la epidemia y no de su solución. Frente al Coronavirus, nos ofrece las peores respuestas. Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, que incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino, mientras habla de un nuevo comunismo.
Que no nos gane el miedo
A pesar de todo el riesgo, que no se debe minimizar, lo cierto es que más de uno dice que el pánico que ha desatado la pandemia de coronavirus es desproporcionado. Ni siquiera la gripe española, que fue mucho más letal, tuvo efectos tan devastadores sobre la economía. ¿A qué se debe en realidad esto? ¿Por qué el mundo reacciona con un pánico tan desmesurado a un virus?
Sin negar la trascendencia de combatir el coronavirus, el simple conteo de los casos de otras enfermedades que, año tras año, se cobran millones de víctimas en el seno de nuestros pueblos sin que nadie atine a evaluar que semejante realidad merece especial atención. Qué curioso: las voces que aturden han llevado a que los escasos medios que recuerdan las gripes, la neumonía, el dengue, la tuberculosis, sean sospechados de no precaverse ante el coronavirus.
Si se piensa con lucidez, no hay razón para contraponer una enfermedad con otra. En todo caso, puede observarse como un éxito presente que la Argentina, ante la necesidad de afrontar esta epidemia, contará con ocho nuevos hospitales. Si a estos se les suma una mejor inversión en atención primaria, un fortalecimiento en el sistema hospitalario existente y el fomento de la fabricación local de medicamentos, es posible anticipar un eficaz combate contra el coronavirus… y todo lo demás, también.
En estos días tremendos de soledad y miedo, fomentados por los grandes medios de forma histérica pero calculada, ocultan la inmensa solidaridad entre los de abajo. Seguramente porque le temen, porque allí anida otro mundo, el de la solidaridad ue nunca creyó en el sálvese quien pueda neoliberal, erl único puede dar forma a ese gigantesco paraguas multicolor que salve la vida en el planeta.
Ante esta situación es importante rescatar los hechos y sucesos tan manipulados y transmitir la verdad, que emerge, desenmascarando los rostros de la miseria humana y en contraposición, los más hermosos ejemplos de solidaridad y resistencia que parecen multiplicarse por el mundo.
El capitalismo tiene sus límites
Eel virus demuestra que la comunidad humana es igualmente precaria. El estado de alerta oficial, atinado en general, tiene un talón de Aquiles que sólo han señalado algunos medios alternativos: si se pretende sostener el aparato productivo, especialmente el vinculado a la alimentación, la salud y los productos de la canasta básica, atemperar los servicios de transporte implica un error propio de quienes suponen que "ahora, todo se resuelve por computadora". Para fabricar las cosas hay que trasladarse a los establecimientos que las fabrican. No existen replicadores ni teletransportación. Las vendas y los barbijos, la ropa y los muebles, la yerba y las bebidas. Los medicamentos. Por supuesto la producción de legumbres y hortalizas.
La explotación capitalista aún encuentra formas de reproducirse y fortalecer sus poderes al interior de las zonas de pandemia. Una pandemia mucho más letal y antigua como el hombre.
Un escenario que podemos imaginar ya mismo es la producción y comercialización de una vacuna efectiva contra el Covid-19. Claramente ansiosa por sumar los puntos políticos que asegurarán su reelección, Trump ya trató de comprar (al contado) derechos exclusivos para los Estados Unidos de una vacuna de una compañía alemana, CureVac, financiada por el gobierno alemán. El Ministro de Salud alemán, que no podía estar contento por esto, confirmó a la prensa alemana que la oferta había sido presentada.
Un político alemán, Karl Lauterbach, señaló: "La venta exclusiva de una vacuna a los Estados Unidos debe ser evitada por todos los medios. El capitalismo tiene sus límites".
Si la pandemia avanza, la desigualdad social y económica se asegurará de que el virus discrimine. El virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros humanos seguramente lo haremos, formados y animados como estamos por los poderes entrelazados del individualismo, el racismo, la xenofobia, y el capitalismo. Es màs que probable que veamos en poco tiempo un escenario doloroso en el cual las criaturas humanas hagan valer sus derechos a vivir a expensas de los otros, entre las vidas que pueden ser dignas de duelo y las que no, es decir, aquellos que deberían ser protegidas de la muerte a cualquier costo y aquellos cuyas vidas no son consideradas valiosas de salvaguardar de la enfermedad y la muerte.
Para algunas, para algunos, no es tan fácil quedarse en casa por ninguna cuarentena. La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano. En los barrios constantemente se fortalece el cooperativismo como base, ya que de su economía surgen todos los otros Derechos Humanos básicos, porque primero necesitamos comer y trabajar.
Existen muchos trabajadores que si no salen a trabajar, no comen. Me preocupa saber cómo harán para limitar y contener el dolor de todas estas víctimas. Para frenar la paranoia social hay que acelerar el cuidado real. La solución es colectiva, no individual.
De verdad, el gran mérito en la lucha contra el coronavirus es de esa gran cantidad de médicos, enfermeras y voluntarios que en todo el país cumplen intensa y discretamente con las tareas asistenciales. Colaborando con la atención a los infectados y la distribución de medicamentos y víveres para las poblaciones más pobres y vulnerables, especialmente si se trata de los niños y de la vejez desvalida. Meritorio ha sido el aporte también de profesores que han resuelto jornadas voluntarias para atender a los estudiantes que requieren de sus diarias viandas o del cuidado necesario para que sus padres puedan seguir trabajando.
Los obreros de la fabrica recuperada Rimaflow, en Milán, ofrecen sus servicios a quienes lo necesiten para cuidar niños, comprar alimentos y llevarlos a las casas de quienes lo pidan, aportando sus teléfonos y disponiéndose a cualquier consulta legal y sindical. Ellos libraron el siguiente comunicado:
Conocemos un solo camino: es la organización y la solidaridad. Después del Coronavirus ¿queremos que el mundo de mañana sea igual al de ayer?
La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano. ¿Queremos volver a un mundo en el que, desde hace mucho, mucho tiempo una minoría impone a todos los demás, por la tiranía económica, un modelo de sociedad injusto, violento y corrupto?.
La epidemia es despiadada y mata principalmente a los viejos, el mundo del pasado, y toca poco a los niños, el mundo del futuro. ¿Es esto un mensaje, una advertencia? ¿Es un presagio de que el mundo cambiará y que no volveremos a la normalidad que se ha perdido? Ya no se podrá volver para atrás, ni incluso a algo parecido a un nuevo comunismo de Žižek, porque algo nuevo poco tendrá que ver con el pasado, no por la pandemia, sino porque el sistema de creencias de los pueblos está cambiando aceleradamente.
Y entonces que modelo tomar si no existe... lo que se me ocurre fue el sistema solidario experimentado hace poco en las revueltas en Chile... pero ya ese es otro tema y otro cantar... solo eso da para otra nota.
Estemos atentos, después de la tormenta no volvamos a este mundo de sufrimiento, y aclaremos qué clase de mundo queremos, en qué condiciones queremos vivir y qué condiciones hacerlo.
Contamos con personas de buena voluntad, competentes, altruistas, ingeniosas, inspiradas, capaces de dar una lección al sistema y nueva dirección a nuestro mundo. Ellos son muchos. Pero también es otro tema y otro cantar.
PD: Žižek me cae muy bien...
Nos vendieron estabilidad, nos aplicaron austericidio, nos mata el coronavirus.
Las políticas de atención de la salud en los Estados Unidos colocan esto de relieve de una manera distintiva. Los países del capitalismo más desarrollado que han aplicado con mayor dureza las políticas neoliberales incluyen los EEUU, España (durante los Gobiernos Zapatero y, de una manera incluso más acentuada, durante los Gobiernos Rajoy e Italia (muy en particular durante la presencia en el Gobierno de la ultraderecha de la Liga Norte con su líder, Matteo Salvini).
En medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto un puto virus de gripe que pone todo patas para arriba.
"Solo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable".Milton Friedman
Friedman tenía razón y la mega crisis sanitaria, económica y social inducida por el Coronavirus ha sido el punto de quiebre para dar por iniciado un proceso inexorable que el filósofo Thomas Kuhn definiera como "crisis de paradigma". Hay que ver si los sectores sociales más avanzados y progresistas están a la altura para aprovechar el momento y generar herramientas que encaminen el rumbo caótico actual hacia la construcción de otro sistema, dejando a un lado el control social capitalista que tratará de instalar el Statu Quo después de la crisis.
La pandemia obligó a los Estado nacionales a tomar fuertemente el centro de la escena. El gasto público, el cierre de fronteras, la regulación de precios y actividades comerciales, el control de la movilidad de las personas, están en el orden del día. Incluso algunos presidentes liberales –como Macron en Francia- se animan a mostrarle los dientes al mercado, señalando la necesidad de que los servicios públicos esenciales vuelva a estar desmercantilizados. Es cierto que el presidente francés solo dice esto en vísperas de las elecciones y en la realidad hace otra cosa. Pero más allá del componente demagógico que pudo haber tenido la declaración, ésta responde a un giro en la opinión pública que parece estar gestándose en Europa: es necesario el retorno del Estado.
También es sorprende cómo el compromiso ideológico de algunos presidentes ultra neoliberales fueron más allá de toda racionalidad, como Trump y Johnson, que fieles a su ideario, optaron por una actitud darwinista que se puede resumir como: "salvemos a la economía y dejemos que la gente se salve sola, así los sobrevivientes estaremos mejor". En América Latina, Piñera, Duque y Bolsonaro reaccionaron con un talante similar. Hasta hace poco era parte de la normalidad escuchar barbaridades como ésta... imaginen que estas políticas fueron la antesala a la pandemia...
La pandemia del coronavirus ha golpeado a la línea de flotación del sistema económico y también del político. A nivel económico, el problema consiste en que se ha dejado de producir y de consumir más allá de lo imprescindible: las medidas de prevención y confinamiento provocan que el mercado se pare.
La reacción pánica de los mercados financieros a la epidemia es además la expresión de aquel pánico que ya es inherente a ellos. Las convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la pequeña gota que ha colmado el vaso. Lo que se refleja en el pánico del mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor.
Digámoslo claro y sencillamente: el capitalismo es parte de la epidemia y no de su solución. Frente al Coronavirus, nos ofrece las peores respuestas. Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, que incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino, mientras habla de un nuevo comunismo.
El filósofo, sociólogo y agitador cultural Slavoj Zizek lo tiene claro: la respuesta al Covid-19 es el comunismo. Así lo detalla en su nuevo ensayo-exprés ¡Pandemia! El Covid-19 sacude al mundo: en este libro, recién lanzado, apunta que este virus ha puesto en evidencia que ya vivíamos con otro virus dentro, metido en los huesos, normalizado en todas nuestras estructuras vitales. El capitalismo. Señala que, mientras miles de personas mueren en todo el mundo a causa de esta infección, lo que sigue quitando el sueño a los grandes empresarios y estadistas es cómo afectará esta situación a la economía (ya saben: conceptos como "recesión" o "falta del crecimiento del PIB").Nota original
Siente el filósofo que esta confusión se basa en que la economía se sustenta en el consumo y en la obsesión por lo material. Pide que, aprovechando esta crisis, nos libremos de la "tiranía del mercado". Que reinventemos nuestro propio mundo. Recuerda que vivimos en un momento en el que "el mayor acto de amor es mantenerse alejado del objeto de su afecto". En un momento en el que los gobiernos demuestran que de repente pueden generar miles de millones, a pesar de haber sido "conocidos por sus despiadados recortes en el gasto público". En un momento en el que "el papel higiénico se convierte en una mercancía tan preciosa como los diamantes".
Que no nos gane el miedo
A pesar de todo el riesgo, que no se debe minimizar, lo cierto es que más de uno dice que el pánico que ha desatado la pandemia de coronavirus es desproporcionado. Ni siquiera la gripe española, que fue mucho más letal, tuvo efectos tan devastadores sobre la economía. ¿A qué se debe en realidad esto? ¿Por qué el mundo reacciona con un pánico tan desmesurado a un virus?
Sin negar la trascendencia de combatir el coronavirus, el simple conteo de los casos de otras enfermedades que, año tras año, se cobran millones de víctimas en el seno de nuestros pueblos sin que nadie atine a evaluar que semejante realidad merece especial atención. Qué curioso: las voces que aturden han llevado a que los escasos medios que recuerdan las gripes, la neumonía, el dengue, la tuberculosis, sean sospechados de no precaverse ante el coronavirus.
Si se piensa con lucidez, no hay razón para contraponer una enfermedad con otra. En todo caso, puede observarse como un éxito presente que la Argentina, ante la necesidad de afrontar esta epidemia, contará con ocho nuevos hospitales. Si a estos se les suma una mejor inversión en atención primaria, un fortalecimiento en el sistema hospitalario existente y el fomento de la fabricación local de medicamentos, es posible anticipar un eficaz combate contra el coronavirus… y todo lo demás, también.
En estos días tremendos de soledad y miedo, fomentados por los grandes medios de forma histérica pero calculada, ocultan la inmensa solidaridad entre los de abajo. Seguramente porque le temen, porque allí anida otro mundo, el de la solidaridad ue nunca creyó en el sálvese quien pueda neoliberal, erl único puede dar forma a ese gigantesco paraguas multicolor que salve la vida en el planeta.
Ante esta situación es importante rescatar los hechos y sucesos tan manipulados y transmitir la verdad, que emerge, desenmascarando los rostros de la miseria humana y en contraposición, los más hermosos ejemplos de solidaridad y resistencia que parecen multiplicarse por el mundo.
El capitalismo tiene sus límites
Eel virus demuestra que la comunidad humana es igualmente precaria. El estado de alerta oficial, atinado en general, tiene un talón de Aquiles que sólo han señalado algunos medios alternativos: si se pretende sostener el aparato productivo, especialmente el vinculado a la alimentación, la salud y los productos de la canasta básica, atemperar los servicios de transporte implica un error propio de quienes suponen que "ahora, todo se resuelve por computadora". Para fabricar las cosas hay que trasladarse a los establecimientos que las fabrican. No existen replicadores ni teletransportación. Las vendas y los barbijos, la ropa y los muebles, la yerba y las bebidas. Los medicamentos. Por supuesto la producción de legumbres y hortalizas.
La explotación capitalista aún encuentra formas de reproducirse y fortalecer sus poderes al interior de las zonas de pandemia. Una pandemia mucho más letal y antigua como el hombre.
Un escenario que podemos imaginar ya mismo es la producción y comercialización de una vacuna efectiva contra el Covid-19. Claramente ansiosa por sumar los puntos políticos que asegurarán su reelección, Trump ya trató de comprar (al contado) derechos exclusivos para los Estados Unidos de una vacuna de una compañía alemana, CureVac, financiada por el gobierno alemán. El Ministro de Salud alemán, que no podía estar contento por esto, confirmó a la prensa alemana que la oferta había sido presentada.
Un político alemán, Karl Lauterbach, señaló: "La venta exclusiva de una vacuna a los Estados Unidos debe ser evitada por todos los medios. El capitalismo tiene sus límites".
Si la pandemia avanza, la desigualdad social y económica se asegurará de que el virus discrimine. El virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros humanos seguramente lo haremos, formados y animados como estamos por los poderes entrelazados del individualismo, el racismo, la xenofobia, y el capitalismo. Es màs que probable que veamos en poco tiempo un escenario doloroso en el cual las criaturas humanas hagan valer sus derechos a vivir a expensas de los otros, entre las vidas que pueden ser dignas de duelo y las que no, es decir, aquellos que deberían ser protegidas de la muerte a cualquier costo y aquellos cuyas vidas no son consideradas valiosas de salvaguardar de la enfermedad y la muerte.
Para algunas, para algunos, no es tan fácil quedarse en casa por ninguna cuarentena. La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano. En los barrios constantemente se fortalece el cooperativismo como base, ya que de su economía surgen todos los otros Derechos Humanos básicos, porque primero necesitamos comer y trabajar.
Existen muchos trabajadores que si no salen a trabajar, no comen. Me preocupa saber cómo harán para limitar y contener el dolor de todas estas víctimas. Para frenar la paranoia social hay que acelerar el cuidado real. La solución es colectiva, no individual.
De verdad, el gran mérito en la lucha contra el coronavirus es de esa gran cantidad de médicos, enfermeras y voluntarios que en todo el país cumplen intensa y discretamente con las tareas asistenciales. Colaborando con la atención a los infectados y la distribución de medicamentos y víveres para las poblaciones más pobres y vulnerables, especialmente si se trata de los niños y de la vejez desvalida. Meritorio ha sido el aporte también de profesores que han resuelto jornadas voluntarias para atender a los estudiantes que requieren de sus diarias viandas o del cuidado necesario para que sus padres puedan seguir trabajando.
Los obreros de la fabrica recuperada Rimaflow, en Milán, ofrecen sus servicios a quienes lo necesiten para cuidar niños, comprar alimentos y llevarlos a las casas de quienes lo pidan, aportando sus teléfonos y disponiéndose a cualquier consulta legal y sindical. Ellos libraron el siguiente comunicado:
"Creemos que una reducción real de los riesgos no puede recaer en los sectores más frágiles y económicamente precarios. Para contener realmente la epidemia, ninguna persona debe verse obligada a ir a trabajar, todos deben tener acceso a un ingreso de cuarentena y la posibilidad de recibir servicios, tratamientos y necesidades básicas en el hogar".
Conocemos un solo camino: es la organización y la solidaridad. Después del Coronavirus ¿queremos que el mundo de mañana sea igual al de ayer?
La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano. ¿Queremos volver a un mundo en el que, desde hace mucho, mucho tiempo una minoría impone a todos los demás, por la tiranía económica, un modelo de sociedad injusto, violento y corrupto?.
La epidemia es despiadada y mata principalmente a los viejos, el mundo del pasado, y toca poco a los niños, el mundo del futuro. ¿Es esto un mensaje, una advertencia? ¿Es un presagio de que el mundo cambiará y que no volveremos a la normalidad que se ha perdido? Ya no se podrá volver para atrás, ni incluso a algo parecido a un nuevo comunismo de Žižek, porque algo nuevo poco tendrá que ver con el pasado, no por la pandemia, sino porque el sistema de creencias de los pueblos está cambiando aceleradamente.
Y entonces que modelo tomar si no existe... lo que se me ocurre fue el sistema solidario experimentado hace poco en las revueltas en Chile... pero ya ese es otro tema y otro cantar... solo eso da para otra nota.
Estemos atentos, después de la tormenta no volvamos a este mundo de sufrimiento, y aclaremos qué clase de mundo queremos, en qué condiciones queremos vivir y qué condiciones hacerlo.
Contamos con personas de buena voluntad, competentes, altruistas, ingeniosas, inspiradas, capaces de dar una lección al sistema y nueva dirección a nuestro mundo. Ellos son muchos. Pero también es otro tema y otro cantar.
PD: Žižek me cae muy bien...
Mientras el gobernador del Estado de New York llama a estatizar la industria de insumos médicos, el terrorismo de mediós argento impulsa implantar el Estado de Sitio. La grieta es ya interoceánica. pic.twitter.com/fTNbcJuQSU— Artemio López (@Lupo55) March 23, 2020
Otra mirada --> https://pijamasurf.com/2020/03/opinion_texto_analisis_filosofo_byung-chul_han_pandemia_coronavirus_covid-19/
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