Mucho se ha hablado acerca del coronavirus, la epidemia que azota globalmente el mundo en estos momentos. Y es que, aunque se intenta mantener bajo cuarentena este virus, el avance moderno no ha impedido que se propague. Pues las personas viajan entre distintos países, esparciendo el virus en todas partes.
La rápida propagación del llamado Coronavirus, que puede ser mortal en algunos casos, ha asustado a las personas en todo el mundo. La constante, y en muchas ocasiones la irresponsable cobertura de los medios, que primero siembran alarma y luego piden calma, ha aumentado la conciencia de los peligros de este brote. Esto ha llevado a una reacción exagerada en demasiadas ocasiones. ¿Cuánto tardaremos en ver ataques violentos y agresiones a "grupos de riesgo" (si es que hay alguno en particular)? ¿Tiene algún sentido esta histeria colectiva que desde los medios se quiere imponer?
Una profesora imparte clase en un aula preparada para evitar el contagio del coronavirus en Taipei (Taiwán). |
Días pasados, el vicepresidente de EEUU Mike Pence se había reunido con un grupo de ejecutivos de diversas aerolíneas para discutir la crisis, donde concluyeron que los viajes aéreos siguen siendo seguros. Sin embargo, el mismo día se informó que uno de los nuevos casos confirmados de coronavirus de entre los crecientes casos positivos en el condado de Los Ángeles era un médico que se desempeña como examinador en el aeropuerto internacional de Los Ángeles.
El representante de atención al pasajero del aeropuerto JFK de Nueva York Vladimir Clairjeune declaró: "Mis compañeros de trabajo toman decisiones imposibles todos los días porque muchos de nosotros no podemos acceder a un seguro médico asequible. Elegimos no acudir al médico ante un problema de salud porque tenemos que optar entre pagar el alquiler, ocuparnos de la familia u obtener la atención necesaria".
Anteriormente, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, emitió una directiva que exige que las aseguradoras de salud de Nueva York desistan de aplicar la cláusula de "costos compartidos" para las pruebas de coronavirus, las visitas a las guardias, la atención de urgencia y en consultorio en relación con esta enfermedad para quienes ya tienen seguro. ¿Pero qué pasa con los que no tienen seguro médico? Tengamos en cuenta que en EEUU mueren miles por falta de seguro (cerca de 45.000 personas morían en el 2009, en tiempos de Obama), y sin necesidad de ningún coronavirus, solo por pobreza. Trump disolvió el equipo de respuesta a pandemias, recortó la infraestructura de salud pública y los fondos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para ayudar a otros países con la prevención de epidemias.
Hay un testimonio de un médico italiano que se muestra sorprendido por la alarma pública que ha provocado en muchos países el Coronavirus. Dice que él vive y trabaja en uno de los países que tiene altos índices de infectados y que allí la población parece tener plena conciencia de que se trata de uno de los virus con más baja letalidad, más si lo comparamos con los que fallecen a diario por la influenza y otras enfermedades de alta letalidad. Los pueblos del hemisferio Sur se encuentran, por lo tanto, mucho más expuestos a un ataque de este virus que aquellos países premunidos de sistemas de salud pública capaces de enfrentar con mayor éxito una situación de emergencia como la que se experimenta en la actualidad.
Infodemia
Un mes después que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase al coronavirus como una emergencia de salud, la campaña ahora es por contener la desinformación que se propaga a una escala mayor que la enfermedad, la mayoría de las veces por intereses malintencionados. El jueves 27, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, reiteró que el Covid-19 no es todavía una pandemia y demandó precaución en el tratamiento de la enfermedad y de su propagación por todos los continentes, aunque con baja tasa de mortalidad. También expresó su preocupación por los países del Sur en desarrollo que carecen de la capacidad para abordar la escala masiva del contagio.
En el pasado, las personas con agendas políticas explotaban el miedo que crean los brotes graves para producir y difundir información errónea. Tal información errónea en esencia busca convertir el brote en un arma para otros fines políticos. En la era de las redes sociales, esta "armamentización" de los brotes virales con fines políticos se ha industrializado, por falta de un término mejor, por actores estatales y no estatales que explotan el potencial de las redes sociales para difundir la desinformación a gran escala y a gran velocidad. Es algo nunca antes visto, especialmente en el contexto de la salud pública.David P. Fidler - Miembro de seguridad cibernética y salud mundial
De acuerdo con los reportes oficiales de organismos internacionales, el virus que tanto nos asusta llegará más temprano que tarde. Sin embargo, el verdadero panorama de terror reside no tanto en la potencial pandemia como en la realidad apocalíptica del hambre, las carencias y los sistemas de salud ineficientes, sin recursos, manipulados por delincuentes tan poderosos como las multinacionales del sector farmacéutico.
El temor generalizado –y razonable- ante la entrada del Covid-19 nos coloca ante una situación sumamente compleja y potencialmente caótica, toda vez que nuestras naciones están sujetas a decisiones dictadas por intereses sectarios y no responden a políticas públicas elaboradas a partir de un análisis objetivo y serio de las necesidades de nuestros pueblos. Los gobiernos del continente latinoamericano, en su abrumadora mayoría, no solo son incapaces de elevarse por encima de intereses espurios, sino se han convertido en voceros y sirvientes dóciles de las corporaciones y las élites económicas actuando a espaldas de la ciudadanía y, como obvia consecuencia, condenándola a la más profunda e injusta de las miserias.
Argumentación de la miseria ("La invención de una epidemia")
Hay un texto interesante del filósofo italiano Giorgio Agamben sobre el conoravirus y los estados de pánico colectivo que, según el pensador, generan los Estados para luego satisfacer el deseo de seguridad y control social impuesto por el estado. Como una ficción instrumental para controlar a la población, y llega a presentarlo de tal modo que da la impresión de que el virus no existiera (aclaro que el texto de Agamben se titula "La invención de una epidemia", y no la invención de un virus).
Agamben, básicamente, ofrece al lector una serie de estadísticas según las cuales la cantidad de contagiados en Italia resulta insuficiente para reclamar el título catástrofe de epidemia, a la par, confirma gracias a los informes recabados que la acción del coronavirus, en la gran mayoría de los casos, “provoca síntomas leves/moderados” (salvo en pacientes con problemas respiratorios y personas de la tercera edad). Ante la contundencia de los datos (los datos nunca hablan por sí solos) el filósofo italiano se pregunta: "¿Por qué los medios de comunicación y las autoridades se esfuerzan por difundir un clima de pánico, provocando un verdadero estado de excepción, con graves limitaciones de los movimientos y una suspensión del funcionamiento normal de las condiciones de vida y de trabajo en regiones enteras?".
Si bien se puede criticar al texto porque al no tratarse de una gripe normal, no existe una vacuna eficaz. También, porque aporta números (todas las estadísticas son intencionadas) que se pueden contrastar con otras que indican una tasa de mortalidad ostensiblemente superior a la de una gripe normal. Agamben tampoco se da cuenta de que la excepción se convierte, en realidad, en la regla en un mundo en el que las interconexiones técnicas de todas las especies (movimientos, traslados de todo tipo, exposición o difusión de sustancias, etc.) alcanzan una intensidad hasta ahora desconocida.
En todo caso, es el devenir del capitalismo...
Agamben nos advierte que se puede inventar una epidemia como pretexto cuando se ha agotado el terrorismo como causa para tomar medidas excepcionales. No tenemos dudas de que la invención de pretextos y causas para implementar medidas excepcionales y atropellar los derechos de personas y países es un recurso muy extendido en nuestra sociedad neoliberal.
Sin dudas que los medios de comunicación comercian con el pánico. Lo hacen y lo hicieron siempre irresponsablemente. Pero las autoridades, una vez inventado el virus y la epidemia, están obligadas a tomar medidas. Las medidas que han tomado no sé si son desproporcionadas, pero la responsabilidad de administrar la salud los pone en un aprieto acerca de cómo intervenir cuando se quiere frenar la irradiación del virus. Quizá se pueda leer en el texto de GA cierta sospecha hacia la función del Estado como gobierno en nuestras sociedades. Pero no siempre el Estado está para reprimirnos, aislarnos y controlarnos. (...) Veo un ataque a Italia cuando se ataca a este gobierno M5S/PD que, con sus problemas y defectos, está intentando continuar un camino que ponga algún freno a los chacales que quieren hacer que la derecha vuelva a dirigir los destinos de los italianos.Lidia Ferrari
El psicoanalista y escritor Jorge Alemán publicó un comentario a la posición de Agamben sobre el Coronavirus en la revista digital La Letra Ñ, titulado "Agamben, el coronavirus y el capricho teórico". Pero más allá de las críticas, lo cierto es que el virus se reproduce en un sistema social que a muchos les conviene. El virus y su problema (real o inventado) está instaurado en un sistema perverso que no duda en aplicar la manipulación y una utilización perversa de la información para sacar tajada. Es el coronavirus como excusa.
Un argumento quizás más adecuado es lo que viene repitiendo el ecólogo de enfermedades, Peter Daszak, que que luego de haber estudiado cómo surgen virus que de pronto son problemas de salud pública en el mundo está convencido de que se está errando en la forma de encarar riesgos como el que hoy plantea el coronavirus. Pero claro, es más pragmático (y más doloroso y caro, además) curar que prevenir. Al fin de cuentas, quizás todo dependa de una encrucijada filosófica.
Su propuesta de servicios preventivos parece ir en contra de todo un sistema y una mentalidad mercantilista donde nuestra salud y nuestra vida no es lo más importante, ni mucho menos. Si quieren investigar más sobre sus propuestas, aquí tienen una nota titulada "Lo que no se ha dicho de la epidemia de coronavirus".
Pandemias cotidianas
Si algo que se extrae de esta amenaza sanitaria, es queda en evidencia la falta de humanidad de quienes están supuestos a gobernar dentro de un marco de ética y valores, que nunca pusieron atención a las necesidades de sus pueblos, a veces llamados "alienígenas", otras, "cabecitas negras" y de tantas otras formas que representan una forma de pensar y sentir, mucho más peligrosa que cualquier virus y que es una pandemia cotidiana que produce miles de muertes invisibles.
Y sabemos que nuestros países carecen de recursos para enfrentar una amenaza sanitaria. Pero olvidamos que la amenaza sanitaria ya existe desde hace demasiado tiempo.
Las medidas eficaces para la prevención han sido suficientemente difundidas y, si bien la humanidad ha sufrido embates similares en otras épocas, contamos con que ahora se puedan dar respuestas tempranas sin llegar a caer en histerias ni temores excesivos. La solidaridad y la empatía deben ser la prioridad en este momento. Antes de haber rastreado con precisión el origen de los patógenos, la culpa, el pánico y el racismo no contribuyen para nada en la convivencia y la paz social.
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