Empezamos la semana a lo grande (otra vez) y como un homenaje y réquiem a uno de los más grandes. Ahora presentamos el disco póstumo del Vampiro Klaus Schulze, el legendario tecladista, percusionista, compositor y figura fundamental de la música electrónica y de la llamada Escuela de Berlín, el principal innovador de la música electrónica junto a Edgar Froese, ex miembro de Tangerine Dream, Ash Ra Tempel, Cosmic Jokers y Go. El reconocido músico falleció el 26 de abril de 2022 a los 74 años de edad, dejando una obra gigante e influyente. Y este disco, además, tiene su historia, porque poco tiempo atrás de su muerte había anunciado el lanzamiento de este nuevo disco solista, siendo que hacía poco había trabajado con Hans Zimmer en la banda de sonido de "Dune", el film de Denis Villeneuve inspirado en el libro de Frank Herbert, y esa colaboración hizo que volviera la fiebre del desierto, ya que este proyecto en realidad comenzó en 1979, y algunos de los temas datan de esa fecha. Un disco de música pura y esencial, despojada, intimista, ambiental, un "Dune" de Frank Herbert entrelazada dentro de la mitología egipcia atemporal, que se podría relacionar con el "Black Star" de David Bowie, no por el estilo, sino porque ambos sabían que era su último trabajo. Según Progarchives, esta tormenta electrónica de arena es uno de los mejores discos del Vampiro a lo largo de su dilatada carrera, junto con "Timewind" y "Mirage", así que tenía que estar en el blog cabeza. Una sonora belleza funeraria que sobrecoge, para que el Vampiro Schulze pase a la eternidad.
Artista: Klaus Schulze
Álbum: Deus Arrakis
Año: 2022
Género: Electrónica, ambient
Duración: 77:23
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Alemania
Este es el último álbum que saldrá del Vampiro alemán, grabado justo antes de que estirara las patas. Aunque pensándolo bien, debe tener tantas grabaciones y registros que quizás éste sea uno de los tantos discos póstumos que saldrá al mercado, vaya uno a saber. Y esto contaba antes de morir, cuando estaba craneando este disco, que tiene toda su historia y está muy emparentada con el "Dune" de Frank Herbert y la versión cinematográfica de Denis Villeneuve:
"Por un lado, este álbum se creó tan espontáneamente como todos mis trabajos anteriores, pero, por otro lado, tiene una historia especial: cuando produje mi undécimo álbum “Dune” en 1979, ya conocía la trilogía literaria de Frank Herbert, como otras personas conocían “El Señor de los Anillos” antes de las películas. Estaba totalmente fascinado por esta historia monumental del planeta desértico y leí los libros una y otra vez. Le pedí a Arthur (Brown) y Wolfgang (Tiepold) que vinieran a mi estudio y comencé a crear mi propio musical “Dune”. Y con el tema 'Frank Herbert' de mi anterior álbum “X” quería mostrar respeto al gran autor. Después de las siguientes versiones cinematográficas -no muy satisfactorias en mi opinión- el tema “Dune” ya no estaba en mi enfoque y fue olvidado durante mucho tiempo.
Pero de repente, unos 40 años después, me enteré de los planes con respecto a una nueva versión de “Dune” de Denis Villeneuve, que de forma totalmente inesperada me llamó la atención. Empecé a leer los libros de nuevo e incluso volví a ver la película de David Lynch. En realidad, actualmente leo mucho, ya que ahora tengo tiempo para hacerlo. Después de un tiempo, también comencé a hacer música nuevamente, pero realmente ya no pensaba en “Dune”. Meses después sonó el teléfono y Lisa (Gerrard) -Dead Can Dance- me conectó con su amigo Hans Zimmer. Tuvo esta idea para una cooperación... ¡exactamente para ese mismo remake de “Dune” de Denis Villeneuve! Nos llevamos bien desde el principio, al igual que yo, Hans también es un gran admirador de “Dune”, y el resultado terminó siendo la película 'Dune'.
Es verdaderamente increíble cómo a veces los círculos se abren, se cruzan y luego se vuelven a cerrar al final. Sin embargo, me atraparon nuevamente los desiertos de “Dune” y necesitaba más “spice”. Emocionado, regresé a mi estudio y encontré una grabación de violonchelo de Wolfgang Tiepold. A partir de ahí me sentí completamente liberado y solo toqué y toqué… al final de ese segundo viaje privado de “Dune” me di cuenta: “Deus Arrakis” se convirtió en otro saludo a Frank Herbert y a ese gran regalo de la vida en general."
Klaus Schulze
Para quien no conozca al Vampiro alemán, les cuento que su obra ha sido inmensamente influyente en innumerables artistas y estilos musicales surgidos desde los 70s y 80s, tanto en el progresivo electrónico, el ambient, el new age como, el tecno o el trance, especialmente por su trabajo en los secuenciadores. Con 50 trabajos propios, aparte de una gran cantidad de discos lanzados con el seudónimo Richard Wahnfried, y diversas colaboraciones, como la serie "The Dark Side of the Moog" (con Pete Namlook) o sus álbumes con Lisa Gerrard, de Dead Can Dance.
El disco presenta una lucha metafísica admirablemente traducida por Schulze en una obra de arte maravillosa, secuenciada, oscura y luminosamente eterna.
Ahora queda disfrutar este último disco y también su legado... Y vamos con el primer comentario del disco.
La Escuela de Berlín vive a través del copioso legado Klaus Schulze y su Deus Arrakis,
recientemente lanzado de manera póstuma. No llevamos prisa, pues es la
obra del compositor excelsa por su naturaleza esporádica genuina. Como
tal, esta es pensada para disfrutarse con el tiempo que sea necesario
hasta interiorizarla.
Al señor Schulze, la pasión por la literatura de Herbert lo
había influido —al menos en el ámbito personal del pasatiempo—, a lo
largo de su vida como una semilla germinando lenta e inconsciente dentro
de su ser. Una constante poco obvia pero evidente, teniendo como
antecedente su propio Dune de 1979.
El señor Klaus sentía la especia y
durante la etapa final de su vida tomó todo el tiempo del mundo para
trabajar sobre la cosmogonía de la que es eje. Así, a lo largo de tres
excelsas piezas, resultó una Arrakis bien lograda en su
abstracción al lenguaje universal de la música, conservando la maravilla
y la admiración por el imaginario y la creación. ¿Sería que la
providencia había dictado que esta, una obra consagrada a un misticismo
tan peculiar, sellará tan ejemplar carrera?
Tanto Osiris como Seth y Der Hauch des Lebens
se aproximan más a la música ambiental que a la electrónica. Sin
embargo, los sintetizadores, acertados en su ejecución, delatan la
constante inigualable en la carrera del alemán, quien —contrario a otras
formas de manejo de la contemplación— no se acerca al público mediante
ganchos en la rítmica o exóticos efectos directos.
Osiris, siendo la más digerible,
es la que más podría tenerse en cuenta como tradicional. Mucho de esto
debido a una estructura un tanto más detallada. Hay una larga apertura
que en cierta manera funciona como una aproximación a un lejano planeta.
Incluso podríamos decir que es cercana al mundo de los soundtracks.
En un vasto océano sonoro, lo que más
vale son los detalles y las sutilezas. La música expuesta nos embarca en
ritmos sin que apenas nos demos cuenta y luego nos deja suspendidos
nuevamente en una fina capa de sonido, acompañados por un cello que
repentinamente cobra protagonismo. Así, repleto el álbum con momentos
como este que se pueden encontrar Seth.
De un movimiento a otro, las transiciones son suaves, amables. De una pieza a otra, el panorama es radical. Seth,
de hecho, se caracteriza por ofrecer un paisaje más orientado a la
ciencia ficción de tipo psicodélico, con ruido para crear ambiente y
sumergir al público en tormentas de arena masivas y envolventes.
También es la más electrónica así como también es la que más recurre a los recursos del crescendo, aunque este tratado con una elegancia cargada de sencillez que bien sería de admirar para muchos artistas de post-rock. Claro, es de esperar el lento desarrollo que pone todas las cartas a su favor, permitiendo la irrupción de algún efecto y de variaciones mínimas.
Y antaño, en el tiempo que el vinilo era el soporte por antonomasia, tal vez solo las dos primeras canciones hubieran sido lanzadas. Pero en los tiempos que corren, la duración y las decisiones sobre lo que se incluye son más libres. Así que gana Klaus y ganamos todos con Der Hauch des Lebens, tercer y último track, que visto parece poco; pero escuchado es mucho más de lo que se puede contar sobre un estilo que depende tanto de la apreciación por parte del público.
Esta última pieza enseguida se coloca como la más ambiental y atmosférica. Pero, aunque lo dicho sobre sus antecesoras se puede decir sobre está también, esta se ha convertido en el último aliento de Klaus.
La pieza se abre paso en un ambiente más experimental. Ya está en el límite de fundirse con el mundo que inspiró su concepción. No se trata de la epicidad, ni de la exploración. Esto es contemplación pura. En caso de leer la obra, el concepto que nutrió a Klaus, puede el escucha sentarse, acomodarse y tratar de visualizar en su mente un océano de arena. Quizás, si somos demasiado exigentes, podríamos calificar como un punto bajo el final tan abrupto que posee, pero tal vez así es el aliento de vida cuando se esfuma. Dejemoslo como una suerte de final abierto.
Los escuchas de música electrónica y lectores acérrimos están viviendo el sueño dorado, gozando lo que es un broche de oro a la carrera de un grande. No sé sabe en qué consiste, tal vez por vocación, duro trabajo o una vida entera, pero Klaus ha entregado obras sin un ápice de pretensión. Puede ser que sea la fortaleza de un hombre disfrutando de la creación en su individualidad. Y como prueba definitiva, tendremos Deus Arrakis.
Este álbum no provocará indiferencia dentro de una discografía tan extensa. Lo que ya se tiene por bien conocido será un especial regalo traído de otro mundo. No hay mucho más que pedir, ni sobra en su exposición. No rompe las reglas ni las reformula. El buen gusto por las variadas posibilidades ambientales, armónicas y sonoras, sencillamente sigue ahí, sin decaer, convirtiendo al álbum en todo un logro.
Una experiencia alegre, y también dolorosa. Un final magnífico para uno de los grandes de todos los tiempos, despidiéndose con uno de sus mejores álbumes. Un final apropiado de un artista inmenso.
Fue un maestro en su oficio, con una extensa y prolífica carrera a sus espaldas. Aquí desplegando sonidos hermosos y tranquilos, el álbum es realmente un flujo de energías.
Ya tenemos aquí el álbum póstumo de Klaus Schulze, "Deus Arrakis". Pero, es realmente lo último del más grande sintetista alemán? Llámenme mal pensado, se lo permito. Schulze tuvo una pequeña porción de ése Oscar a Hans Zimmer por su colaboración en el remake de "Dune". Una novela que ya revisitara el propio Schulze y de igual título, en 1979. En aquella ocasión estuvo como invitado Wolfgang Tiepold al cello, (además del mismísimo Arthur Brown!). Tiepold repite con su instrumento en éste "Deus Arrakis". Sospechoso. Más cuando no cabe ninguna duda de que Klaus Schulze habrá dejado cientos de horas de música inédita, grabada para la posteridad. Mediten lo que planteo y saquen sus conclusiones.
"Osiris" (18'28) contiene toda la solemnidad clásica que se puede esperar de la leyenda de la Berlín School. Respira inmensidad poética, pero también una profunda tristeza acorde con lo que se expone. El último álbum en vida del gran Schulze. De diferente textura se presenta "Seth Part 1" (16'24), como una tormenta electrónica de arena en un desolado paraje desértico. La misma sensación de pérdida irreparable vuelve a dominar la pieza. Envuelto en una belleza funeraria sonora que sobrecoge. Aligera la profunda depresión, una bonita secuenciación melódica no exenta de arreglos detallistas.Wolfgang Tiepold con su cello vuelve a sumirlo todo en su parte final, en una tristeza que sugiere inevitable final. Lo que no quita para que sea una parte bellísima, arropada por la electrónica cósmica del maestro. ¡
En su segunda parte, "Seth 2" (15'30), recupera estilo típico berlinés, con lírica secuenciación y cello "planante" y conversador. La habitual solemnidad schulziana preside sus últimos diez minutos. Es música para pedir audiencia ante Odin.
"Der Hauch Des Lebens" también consta de dos partes. En la primera (16'34), la espesa nebulosa kosmische sigue planteando un ambiente de tragedia telepática , transmitiendo un irremisible fin de todas las cosas. O que todo pertenece a ése mismo fin. Una preciosa oda a la introspección filosófica que enlaza en delicada secuenciación. Puro onirismo cíclico desarrollado con la perfección de un maestro. Que encadena con la Parte 2 (10'39), en un final majestuoso , donde toda su elegante grandilocuencia se pone al servicio de un adiós. De una despedida hacia la eternidad.
Les confesaré algo. Tengo mis serias dudas de que ésta música fuera hecha recientemente. Pero lo cierto es, que es el perfecto Réquiem para el más grande.
Y puede que ya no esté con nosotros, pero ha dejado un legado colosal. Un verdadero maestro. Y con esto cerramos el post, deseando el mejor de los viajes al Vampiro en su nuevo proyecto, que seguramente será eterno. ¡Y que a descansar vayan los muertos! Él vivirá.
¡Qué hermoso trabajo para terminar una carrera y una vida! Por aquí muchos lo extrañarán mucho...
¡Gracias por esos 50 años de música!
Pueden escuchar el último disco del Vampiro en su espacio en Bandcamp:
https://klausschulze.bandcamp.com/album/deus-arrakis
https://open.spotify.com/album/3lvF0UCTIWzPAMN62Y2koG
Lista de Temas:
1. Osiris (Parts 1-4) (18:28)
2. Seth (Parts 1-7) (31:47)
3. Der Hauch des Lebens (Parts 1-5) (27:08)
Alineación:
- Klaus Schulze / electronics, keyboards, percussion, composer & arranger, production & mixing
With:
Eva-Maria Kagermann / vocals
Wolfgang Tiepold / cello
Tom Dams / beats, loops
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