Descubrir ahora a Dylan no parece gran cosa, convengamos. Si hay un artista popular vivo que recibió en persona las legitimaciones más altas y los reconocimientos más amplios, ese es Dylan. Poco podemos agregar al respecto desde este modesto blog. Pero el estreno en Netflix de Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese nos invita a pensar que a esta historia le faltaba lo mejor. La gira que entre 1975 y 1977 emprendió Dylan por pueblitos de los Estados Unidos, con una numerosa banda nueva, sin hacerse anunciar más que con un par de días de anticipación, fue, como dice el propio artista, un fracaso comercial. Dylan habría sido altamente rentable en su prodigioso regreso a las fuentes de haber tocado en grandes estadios. La idea de lanzarse en una caravana de artistas ambulantes y tocar en salones de mil localidades no podía ser económicamente provechosa, por más que Dylan estuviera viviendo su segunda -o tercera- edad de oro.
Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese tiene una diferencia crucial con Renaldo y Clara: el pulso cinematográfico infalible de Scorsese, un auténtico especialista en hacer de Dylan materia del cine. En 2005 No direction home se constituyó en un monumento cinematográfico y musical que exponía las raíces de Dylan en la música popular norteamericana, sus inicios folk, su fulminante despegue, que se precipitaba con el vértigo narrativo que caracteriza al cineasta de Casino hacia un final electrizante, con el músico en la cresta de la ola, hasta el abrupto corte de 1966, con el presunto accidente de moto que impuso un black out en su carrera. En The Last Waltz (1978) Scorsese ya había filmado a un Dylan esquivo en la despedida de The Band. En Rolling Thunder Revue... Scorsese lo retoma casi diez años después de No Direction Home y un poco antes de que un nuevo giro desconcertante, la conversión del artista a una forma extrema del cristianismo de los últimos días, lo volviera a hacer chocar con su público.
Aunque Scorsese conduce astutamente el climax narrativo hacia estas dos canciones furiosas, en los 142 minutos de Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese hay mucho más que solo eso. Los dúos con Joan Báez en su reencuentro en escena, diez años después de su ruptura amorosa en 1964, se completan con la perspectiva actual de ambos hacia esa relación. Pero también vemos a Dylan asistir fascinado a la performance poética de una jovencísima Patti Smith, a partir de la cual él infiere el concepto de la gira de artistas trashumantes; la entusiasta presencia de Allen Ginsberg y la visita de ambos a la tumba de Kerouac; la fascinación que Dylan tenía en aquel momento por la violinista Scarlet Rivera, en cuya compañía va delineando canciones tan hermosas como «Isis» o «One more cup of coffe», con su misterioso aire gitano; la sorpresiva aparición de Joni Mitchell estrenando entre amigos, todavía insegura, «Coyote», el tema de Hejira que pronto se convertiría en clásico. En cada uno de esos momentos de brillo de sus colegas, descubrimos a un Dylan tan pendiente de sus semejantes como nunca más se vio.
Por Oscar Cuervo. Para "La Otra"
La Rolling Thunder Revue se llevó a cabo en el período que va entre dos de los mejores discos de su carrera: Blood on the tracks y Desire. Dylan, a esa altura de los 70, ingresa en su período clásico: recoge y sintetiza en ese impulso de artista trashumante, acompañado de algunos colegas que vienen y van, todas las facetas que antes había cultivado: el folk acústico, la canción de protesta, el rescate de la música popular americana, la furia rockera, el salmo profético, el desgarro íntimo: todo junto, eso que a sus seguidores en los años previos tanto les había costado aceptar como una unidad.
En la Rolling Thunder Review, Dylan mostraba que su trayectoria solo aparentemente zigagueante se fundaba en una unidad inexpugnable.
Ese fracaso comercial contenía su victoria artística definitiva. Dylan habla hoy, en el documental de Scorsese, con su cara conmovedoramente arrugada, sus ojos azules todavía vivaces y una tranquilidad enigmática, tal vez sarcástica, de aquello que pasó hace tanto tiempo que él ni había nacido. Y refiere aquel "fracaso" con la impasibilidad del que ya no tiene que dar explicaciones. Sabe que al final de todas las controversias con que zarandeó a sus fans, él tenía razón.
Ahora que el extraordinario desempeño en vivo del Dylan de aquellos años, el más expansivo y carismático, el más inspirado y entusiasta que tuvo jamás, puede verse en un documental de Netflix realizado por Scorsese, termina de ubicarse la pieza que faltaba en los rompecabezas. Ahora ya no sería necesaria una ficción como I'm not there, en la que todos los Dylans fueran encarnados por diversos actores -o actrices-. En la Rolling Thunder Review de aquellos años están todos los Dylans juntos y todos protagonizados por él en persona, mejor que en todas sus imágenes.
Pese a su fama mundial a lo largo de décadas, los que accedieron en forma directa a ese Dylan son un grupo menor de su amplio público: los que se enteraban que esa noche la caravana llegaba a su pueblo. Eso estaba siendo registrado por el propio Dylan para una larguísima película que en aquel momento recibió las peores críticas: Renaldo y Clara. Casi cuatro horas de un extraño artefacto, una mezcla de documental y ficción que los pocos que la vieron no entendieron ni apreciaron, y bajó rápidamente de cartel. Gran parte del metraje que ahora se puede ver en la película de Scorsese proviene de Renaldo y Clara. Y la verdad es que nunca, antes o después, se registró su perfomance en vivo desde una perspectiva tan cercana e intensa. Entonces quedaba todavía un gran Dylan por conocer.
Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese tiene una diferencia crucial con Renaldo y Clara: el pulso cinematográfico infalible de Scorsese, un auténtico especialista en hacer de Dylan materia del cine. En 2005 No direction home se constituyó en un monumento cinematográfico y musical que exponía las raíces de Dylan en la música popular norteamericana, sus inicios folk, su fulminante despegue, que se precipitaba con el vértigo narrativo que caracteriza al cineasta de Casino hacia un final electrizante, con el músico en la cresta de la ola, hasta el abrupto corte de 1966, con el presunto accidente de moto que impuso un black out en su carrera. En The Last Waltz (1978) Scorsese ya había filmado a un Dylan esquivo en la despedida de The Band. En Rolling Thunder Revue... Scorsese lo retoma casi diez años después de No Direction Home y un poco antes de que un nuevo giro desconcertante, la conversión del artista a una forma extrema del cristianismo de los últimos días, lo volviera a hacer chocar con su público.
Entre el black out del 66 y su polémica conversión religiosa, la Rolling Thunder Review se centra justo en el Dylan más clásico que haya existido, el que escupe con iracundia «The Lonesome Death of Hattie Carroll», la canción de 1964 del disco The Times They Are A-Changin que narra con pulso cinematográfico el crimen racial de una criada negra a manos de un terrateniente blanco de Maryland, por el que fue condenado a solo seis meses de prisión. La furia con que Dylan retoma la historia es registrada en impresionantes primerísimos planos. Esta canción de su fase de cantautor "de protesta" es el antecente directo de «Hurricane», un tour de force de 8 minutos y medio en el que en 1975 Dylan impone a la CBS una campaña para que sea liberado un boxeador negro que sufre cárcel por un crimen que no cometió. Hay que verlo con sus ojos azules flamígeros rugiendo con rabia
Couldn't help but make me feel ashamed to live in a land
Where justice is a game
Now all the criminals in their coats and their ties
Are free to drink martinis and watch the sun rise
While Rubin sits like Buddha in a ten-foot cell
An innocent man in a living hell
That's the story of the Hurricane
But it won't be over till they clear his name
And give him back the time he's done
Put in a prison cell, but one time he could-a been
The champion of the world.
Aunque Scorsese conduce astutamente el climax narrativo hacia estas dos canciones furiosas, en los 142 minutos de Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese hay mucho más que solo eso. Los dúos con Joan Báez en su reencuentro en escena, diez años después de su ruptura amorosa en 1964, se completan con la perspectiva actual de ambos hacia esa relación. Pero también vemos a Dylan asistir fascinado a la performance poética de una jovencísima Patti Smith, a partir de la cual él infiere el concepto de la gira de artistas trashumantes; la entusiasta presencia de Allen Ginsberg y la visita de ambos a la tumba de Kerouac; la fascinación que Dylan tenía en aquel momento por la violinista Scarlet Rivera, en cuya compañía va delineando canciones tan hermosas como «Isis» o «One more cup of coffe», con su misterioso aire gitano; la sorpresiva aparición de Joni Mitchell estrenando entre amigos, todavía insegura, «Coyote», el tema de Hejira que pronto se convertiría en clásico. En cada uno de esos momentos de brillo de sus colegas, descubrimos a un Dylan tan pendiente de sus semejantes como nunca más se vio.
Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese es la mejor introducción a Dylan para un espectador del siglo xxi. El film registra de manera vibrante uno de los momentos creativos más intensos y libres del siglo xx. Y, claro, es un testimonio inapelable del genio de Dylan.
Oscar Cuervo
Oscar Cuervo
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