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Opeth - Blackwater Park (2001)


Ahora vamos con todo un clásico de la edad moderna. Fue la primera vez que Opeth trabajó con un productor propiamente dicho, y no fue otro que el mismo Steven Wilson de Porcupine Tree, el cual ademas toca pianos, guitarras y canta algún tema, considerado uno de los mejores discos de la historia del heavy metal en general, un disco un tanto difícil de comenzar para el que no soporta en absoluto los guturales (pero uno de los mejores para iniciarse con tal): ritmos alocados, tranquilos, pausados y complejos, riffs, guitarras rítmicas y melódicas fantásticas, cambios y giros muy bien ejecutados, ambiente musical, letras oscuras y mucho más ofrece este increíble trabajo.

Artista: Opeth
Álbum: Blackwater Park
Año: 2001
Género: Metal extremo progresivo
Nacionalidad: Suecia


Lista de Temas:
01. The Leper Affinity
02. Bleak
03. Harvest
04. The Drapery Falls
05. Dirge for November
06. The Funeral Portrait
07. Patterns in the Ivy
08. Blackwater Park

Alineación:
- Mikael Åkerfeldt / electric & acoustic (6- & 12-string) guitars, vocals, co-producer
- Peter Lindgren / guitars
- Martin Mendez / bass
- Martin Lopez / drums
With:
Steven Wilson / lead guitar (2), piano, backing vocals (2-4,6), co-producer
Markus Lindberg / percussion






Su título fue inspirado por el nombre de una banda de rock alemán de los 70s. Por otro lado, la mano del señor Wilson se nota en algunos temas, algunas atmósferas y un sentimiento que recuerda a Porcupine Tree. También podemos vislumbrar algunas conexiones con grupos suecos como Anglagard, Anekdoten o Landberk. Coin variados cambios radicales dentro de un mismo tema, llenos de variaciones, las estructuras de los temas poseen cambios de ritmo, incluso a lo largo de las partes más duras.


Blackwater Park es el quinto álbum del grupo sueco Opeth. El álbum fue grabado en los estudios Fredman y fue producido por Steven Wilson. Es uno de los álbumes más exitosos de la banda y es considerado como uno de los mejores discos de metal progresivo de la historia.
Wikipedia

La magia de Akerfeldt y su troupe bajo el mando del genio Steven Wilson lograron lo que hoy en dia se destaca como una gema musical, armoniosamente pulida sin dejar de lado la furia que el Death Metal caracteristico de la banda podía ofrecer, mezclado con ese folclore proveniente de Suecia, y toda la veta progresiva que la banda sacaba a relucir cada vez más, dando como resultado una fantástica mezcla entre voces guturales y dulces y nostálgicas melodías, guitarras estridentes y pasajes calmados con cierta dosis de blues rock, con cambios de ritmo en prácticamente todas las canciones. Una obra de arte atemporal y majestuosa.


Blackwater Park supuso todo un terremoto en el terreno del progresivo cuyos ecos resuenan hasta hoy en día. Lo es, principalmente, porque supuso el pistoletazo de salida para un grupo que empezó a calentar motores en su anterior trabajo Still Life (1999) y que con ésta obra maestra del Death Metal progresivo se erigieron como uno de los grupos más importantes del mundo y ofreció un espejo creativo en el que se han mirado millones de músicos hoy en día. Como hemos dicho, Blackwater Park supuso una innovación por varias cosas: fue la primera colaboración con el multi instrumentista, productor, cantante, guitarrista y compositor principal de Porcupine Tree Steven Wilson, que marcaría la carrera de Opeth en sucesivos discos además de una fructífera amistad tanto personal como musical entre Mikael Akerfeldt y Steven Wilson que desembocaría en 2012 en el proyecto conjunto de Storm Corrosion.
Blackwater Park es brutal, es sensible, es mortal, vital, elegante, es brillantemente genial pero a la vez es agobiantemente oscuro. Un comienzo in crescendo que daba paso a un LP lleno de auténticas joyas, pasando por la enorme melancolía audible que derrocha desde The Leper Affinity (impresionante apertura de disco), el aroma oriental de Bleak (cuyo riff principal fue inspirado por un músico étnico libanés) o el magnetismo entre folk y progresivo de Harvest. Líricamente, el album es heredero de ésta melancolía extrema y oscuridad palpable al tratar temas como el perdón, la muerte, el amor perdido, los sueños intranquilos, combinando atmósferas agridulces con sentimientos de misantropía profunda. Un absoluto y total imprescindible.
Harvey Djent


Y como hay muchos comentarios sobre este disco, me ahorro palabras y vamos a ellos...

Un sonido muy pesado, un cantante con dos voces distintas, (guturales y voces limpias), ritmos alocados, tranquilos, pausados y complejos, riffs, guitarras rítmicas y melódicas fantásticas, cambios y giros muy bien ejecutados, ambiente musical, letras oscuras y mucho más ofrece este increíble grupo llamado Opeth y su disco de aquel año 2001, Blackwater Park, su quinto álbum, considerado uno de los mejores discos de Metal Progresivo de la historia.
Opeth es una banda sueca que posee además influencias del jazz, blues y de guitarras acústicas de corte clásico y folk. Su líder y compositor musical es Mikael Åkerfeldt, de quien contaré mas tarde amistades, productores y músicos en común que él tiene, que favorece mucho la estela y la grandeza de sus trabajos y de su propio grupo. Pero es importante saber su nombre puesto que no solo se dedica a la composición, es su voz, sus guturales, y su enorme habilidad con su guitarra y la guitarra eléctrica que también ofrece espectaculares solos con ella. Un músico formado al completo.
Para quien le asuste o ve con malos ojos el hecho de que las voces guturales son lo que asemeja unas voces monstruosamente satánicas y hace que de todo ello produzca nada más que puro ruido, en vez de dar enriquecimiento musical, (yo pensaba en ello), les puedo asegurar que eso depende de el tipo de banda que estés escuchando y lo que estén ofreciendo a propósito, y por otro lado depende de ti solo el hecho de hasta qué punto estas abriéndote a sus estilos y sus ramas, dentro del género metal. Quiero decir, este grupo, de hecho, hace que ésta interpretación vocal sea hasta necesario y encima, no es para nada molesto a la hora de ejecutarlo, pues consigue inmiscuirse en el ambiente cuando se requiere usarlo, dependiendo también lo que en la letra se esté interpretando, que para eso usa Mikael Åkerfeldt sus dos distintas voces a consciencia.
Yo mismo evitaba cualquier banda que abusase de estos "sonidos estridentes" hasta que un amigo me propuso y recomendó escuchar este grupo y mas concretamente, este disco. Obviamente, al que no esté acostumbrado, le chocará sin lugar a dudas escuchar de primera instancia unas voces que para nada se asemeja un canto, así que es solo darle un par de oportunidades, y si no, prestar atención lo que ofrece el grupo entero musicalmente, ignorando primero esas voces guturales y desde luego que ruido JAMÁS harán. Al contrario, son un grupo muy complejo y rico, y se complementan muy bien dentro del ámbito progresivo y también psicodélico que rara vez tienen, con un lado bien oscuro que hacen de ellos todo el estilo propio que tiene esta banda.
Todo esto es especialmente influencia de su gran amigo compositor y productor de este disco Steve Wilson, líder de la banda Porcupine Tree y que también han hecho trabajos juntos, de hecho, en este disco ha colaborado y participado con algunos coros, en los teclados y en ciertos arreglos.
Puedo poner más ejemplos de por qué hay que echarle nuestras orejas a esta banda, pero lo mejor es escuchar y callar, así que aquí va el análisis de uno de sus grandes álbumes, el primero que yo escuche tras conocerles, en la que hoy día es una de mis tantas bandas favoritas:
1.- "The Lepper Affinity": Tras algo mas de 25 segundos de suspense, este tema explota y te puedo asegurar que durante toda esta composición te va a dejar en claro de lo que va a ir todo este enorme trabajo de su álbum. De buenas a primeras, un riff apoteósico, guturales, doble bombos rápidos y algunos grandes cambios de ritmo, como en el minuto 3, fantástico. ¿Ruido? ¿Dónde? Minuto 4, otro cambio de ritmo, mas relajado, melodías de guitarras pegadizas... Antes de llegar al minuto 5, guitarras acústicas solas. Ya dije que eran Progresivos, ¿verdad? De esto va, de cambios, que complementan y completan enormemente al tema. Y mira tu por donde, ¡Mikael también sabe cantar! Luego, vuelve la fiereza metalera del tema y vuelta al ruedo enfurecido y al espectáculo. Para finalizar, antes de llegar al minuto 9 nuevo parón y finaliza con un hermoso y acústico piano solo en ambiente. ¿Qué tal?
2.- "Bleak": Una intro suave y luego el riff espectacular principal del tema, con toques muy orientales sobretodo y baterías con ritmicas algo apausadas, asemejándose al doom metal, todo este fragmento es en gutural para expresar con mayor resentimiento y desgarro lo que la letra expresa. El estribillo empieza algo mas tarde de los dos minutos y medio, y enseguida los primeros cambios de guitarras rítmicas impresionantes, y la aparición de los vocales de Steve Wilson y voces limpias, un estribillo muy pegadizo y agradable de escuchar con su juego de palabras incluido. Desde el minuto 4 y medio empiezan los cambios tan dignos de escuchar. En el min 5 un solo de guitarra con distorsión suave y guitarras acústicas, introduce unas voces suaves de Mikael Åkerfeldt hasta que vuelve a romper hasta el estribillo hasta explotar en un pequeño fragmento en un Death Metal Melódico y gutural.
3.- "Harvest": Si te gustan los temas mas acústicos, con batería marcando el ritmo pero medio tranquilos, melódicos, bonitos y originales, o con algunos toques ritmicos de guitarra sencillos, ESTE es tu tema del grupo. Con este tema, Opeth me convenció de darle una oportunidad de echarle una buena ojeada y poner mis dos orejas en ellos y así repasar el resto de sus trabajos. Son completísimos. Guitarras acústicas, voces de Mikael Åkerfeldt en coros a octavas, un estribillo escrupuloso y un solo a los 3 minutos y medio de guitarras eléctricas con distorsión muy suave y vuelta al canto. Nada de guturales, aquí progresivo y casi ni eso. Un tema precioso ambiental y acústico de los grandes.
4.- "The Drapery Falls": En mi opinión, uno de los mejores temas del álbum. Muy ambiental, de película, de final de créditos, de nuevo Mikael Åkerfeldt utiliza sus dos voces espléndidamente. El estribillo siniestro del principio, un pequeño parón antes del minuto dos para dar paso a unas guitarras acústicas y de fondo, a lo Pink Floyd, una guitarra eléctrica ligada dando la melodía que rellena espléndidamente con la letra paranoica de nuestro compositor y dejarnos llevar mirando la tapa de este disco. ¿Los puntos fuertes? Minuto 4, vuelta a lo pesado y el solo de guitarra. El minuto 5 para la entrada gutural de Mikael Åkerfeldt, la cúspide impactante durante el final del minuto 5 y principio del 6, y el relax acústico de nuevo, como recuperando la cordura (cómo les gusta pasar de lo 'heavy' al acústico y encima quedar bien) entre el minuto 7 y 8, hasta acabar de nuevo con nuestro estribillo siniestro y principal del inicio. Espectacular.
5.- "Dirge for November": Casi dos minutos de guitarra acústica y voz relajantes, con toques de guitarra eléctrica a distorsión muy suave... precioso, hasta que explota al mejor estilo de lo que viene siendo el álbum mas cañero en Death Metal Progresivo de Opeth. Un cambio un tanto brusco, pero logrado y necesario tras esa pausa. Luego a los 3 minutos las guitarras eléctricas bailan en un estribillo muy melódico y rítmicas hasta que todo se vuelve terrorífico en cuanto entran sus guturales. Pero gusto da escucharlo, hace que a ti te den ganas de romper todo convertido en el mismísimo diablo, ideal para esos malos días que puedas tener. Todo se alarga con furia hasta llegar casi al minuto 5:45, otra pausa. Ambiente de guitarras eléctricas de nuevo, un teclado de fondo que rellena el hueco de silencio faltante, haciéndote ver como dentro de una cueva de hielo..., y así, señores, termina dicha composición, a guitarras solas.
6.- "The Funeral Potrait": ¿Quieren un buen conjunto de riff metaleros? Este tema empieza de esta forma. Guturales al minuto, y a los pocos segundos, a mover la cabeza. Minuto 2, otro conjunto de cambios que mantienen vivo al ritmo la estela de un tema apoteósico. Nueva pausa, y casi llegando al minuto 4, de nuevo cambian al acústico por un instante, con ritmos extraños, pero no os fiéis, es un puente para la siguiente explosión y un solo de guitarra hasta el minuto 5:30, y vuelta a nuestro riff principal. Atención desde el minuto 6:20, los constantes giros siguen siendo espectaculares, y ahora aparecen unos coros en limpio en repetición para luego cerrar en 'off' con un último conjunto de rítmicas oscuras algo delirantes.
7.- "Patterns In The Ivy": Un instrumental cortito de 2 minutos de guitarra acústica y piano precioso y recomendable para escuchar, demostrando una vez mas que son capaces de hacer mas variedad musical, que no se apegan a una sola cosa y pueden besar con ternura nuestros tímpanos si quieren.
8.- "Blackwater Park": La guinda del pastel. Otro de los mejores temas que originalmente cerraba dicho álbum. En un ritmo constante y a velocidad normal y con presencia, nos encontramos con el riff principal y continua con un cambio espectacular al minuto diez, que se repite unas cuantas veces, sumando uno mas con acústica y vuelta a la explosión y ese "Uoh!" en medio gutural de Mikael Åkerfeldt marcando con ganas el ritmo que lleva, imaginando a todos moviendo y agitando la cabeza y otros nuestras melenas, que se vuelven asesinas en cuanto entra el gutural. Enseguida hay una pausa y ahora unas nuevas melodías en repetición, de guitarras en ambiente que nos viene acostumbrando durante todo el álbum. Es espectacular lo bien que combinan mas tarde con las acústicas y esos coros extraños. Así hasta entrado el minuto 5, vuelta a empezar y la endemoniada obra va tomando forma con los guturales de Mikael, entre dobles bombos del siguiente fragmento de guitarras ritmicas subiendo el ritmo. Justo antes del min 7 mi riff preferido del tema y un pequeño solo oriental que comienza espectacular pero a mi gusto se queda corto. Poco a poco los fragmentos van subiendo de ritmo, las guturales mas endemoniadas, pero sin hacer ruido en ningun momento, pues ayudan y siguen con las guitarras rítmicas melodicas y acústicas, todo muy bien mezclado y conseguido, cada uno cumple su rol perfectamente. El minuto 10 siguen subiendo el ritmo, parecen querer explotar a fondo y el doble bombo, ademas de la longitud del tema. Los guturales de Mikael Åkerfeldt al ritmo de las rítmicas endemoniadas. Sorpresa, minuto 11:19, todo se apaga repentina y quedan solo unas acústicas que cierran el tema.
9.- "Still Day Beneath the Sun": Este tema entra en la versión remasterizada del álbum, que no habían entrado en el lanzamiento original. Es un tema tranquilo, a acústico, y a voces limpias de Mikael Åkerfeldt, y un estribillo hermoso que recomiendo escuchar y mucho.
10.- "Patterns in the Ivy II": Otro de los temas 'Bonus Track' que entró en la versión remasterizada. Parece una nueva parte del anterior "Patterns in the Ivy", pero en otro tono y melodía, pero con voces y unas guitarras eléctricas suaves que adornan elegantemente. Todo en acústico también, un cierre muy tranquilo y ambiental que deja con ganas de escuchar mas este estilo de ellos, que te dejan llevar. Y evidentemente, ya han sacado trabajos con esta estética y estilo musical tan correctamente ejecutados.
Y esto es todo, espero que les haya gustado este enorme grupo, pronto recomendaré más y seguiré también hablando más cosas de este grupo, u opinando sobre el nuevo álbum que ellos han sacado este año llamado "Pale Communion", por ejemplo. También, cómo no, repasaremos el grupo de su gran amigo Steve Wilson, Porcupine Tree, pues también tiene unos trabajos muy interesantes y espectaculares para investigar y disfrutar, dentro del género Progresivo.
Puntuación: 9,5
Yair E. Merip


El metal progresivo es uno de esos géneros dónde podemos escuchar la excelencia de cada músico en todas sus vertientes, prósperas oberturas para un estilo evolucionado el cual lleva mucho desarrollo tras de él. También es verdad que es un género que no solemos tocar mucho por estos parajes pero eso no quita que esa música caracterizada de tanta personalidad se convierte en un atractivo para cualquier amante de un estilo tan prestigioso.
Llamar a este disco clásico no es del todo tan cierto, hablamos de un trabajo que tiene poco más de 13 años pero si es cierto que la gesta lograda por los suecos Opeth en 2001 es uno de esos trabajos que solo los años que han pasado le han dado un valor incalculable. Hoy entra en nuestra sección “Clásicos del Género”, un gigante llamado “Blackwater Park”.
Tuvo que pasar una década para que Mikael Akerfeldt y los suyos dieron un paso evolutivo entre el puente que une éste género con otros más extremos como el death metal, este es el mayor atractivo para el quinto álbum de estudio de la banda de Gotemburgo. No sólo hablamos de uno de los mejores discos del metal progresivo de la historia, también hablamos de un álbum que entró en vanguardia por aquella época, el encanto que emanaba cada uno de los pasajes compuestos por los nórdicos daba una inyección de innovación, una bocanada de aire fresco que lo convertiría en un pionero instantáneo y la razón de ser de muchas bandas en la actualidad. Toda una influencia y una lección magistral a la música con mayúsculas.
Opeth es una de esas bandas que su éxito radica en llevar su esencia a otro nivel con cada nuevo disco. “The Leper Affinity” con esos primeros segundos ya ponen la piel de gallina. No existe una banda metalera que sea capaz de atravesar el abismo entre la belleza y la brutalidad con tanta confianza como lo hace Opeth. Los suecos se abrazan a la complejidad y el romanticismo de los años 70 cuando el estilo progresivo mostrado por la explosión que supuso la innovación de “In The Court Of The Crimson King”, se convertía en uno de los máximos exponentes para años venideros y sobre todo para bandas como Opeth. El tema en cuestión te mete en el sueño de este disco empezando por esta grandeza del metal europeo, la excusa de estas 5 mentes psicóticas fabrican su novena sinfonía con unas melodías asonantes que rezuman complejidad y belleza a la vez. Una atracción a raudales propia de la demencia de cualquiera que llega a su maravilloso desenlace con el desvanecimiento final del piano transformando esta pieza maestra en algo inolvidable.
“Bleak” o “Harvest” pueden ser ejemplos perfectos para el pliegue de pasajes acústicos con los eléctricos, furiosos blastbeats, tonos limpios y esas armonías que extienden en sus largas suites, todas ellas ricamente detalladas y llevadas a la perfección. La insultante belleza que despierta “Bleak” con la pasional voz de un Mikael entregado se extiende con la fría y hermosa “Harvest”, uno de los clímax acústicos más culminantes del trabajo terminando con la primera parte de “The Drappery Falls” que arriba en el final de este pasadizo enigmático y mágico que habita en medio de “Blackwater Park”. La segunda parte de este tema vuelve a dejar una vez más la clarividencia que tiene esa locura existencial con todo el poderío, el músculo y la fuerza bruta de Opeth poblada por una gran cantidad de sonidos fantasmales cargada de transiciones de seda suave que recorren las entrañas del álbum.
Está claro que las ideas de la banda son de lo más ambiciosas, su método de lo más vanguardista pero “Blackwater Park” no sería lo que es hoy en día de no ser por el productor Steven Wilson, quién también es el guitarrista de la banda progresiva Porcupine Tree. Las mezclas son amplias y detalladas, las texturas acústicas y eléctricas fluyen a las mil maravillas, y es el propio productor quién añade esa profundidad al conjunto de las 8 canciones que abundan por este parque sombrío que se puede visionar en cuatro dimensiones.
La música de los suecos se conecta a un nivel que pocas bandas han obtenido nunca. A ese nivel, su arte solo puede expresar un sentimiento y el único sentimiento es escucharlo. Opeth es la banda sonora perfecta que podrían aportar clásicos inmortales como Bach, Mozart o el mismo Ludwig Van si los traemos de vuelta al siglo XXI.
Los primeros acordes que suenan en los comienzos de “The Dirge Of November” parecen tocados por el mítico Stanley Jordan pero nada más lejos de la realidad, pocos segundos después la tormenta instrumental que liberan los suecos, descarga toda su furia para volver a llenarnos de riffs prodigiosos y momentos emblemáticos. Los gritos demoníacos vuelven con “The Funeral Portrait” y a su vez, la versión depositada por los nórdicos en los primeros instantes con la canción inicial del disco.
El desenlace del disco alcanza uno de los extremos más grandes de la discografía de Opeth, “Blackwater Park” y sus más de 12 minutos rozan la eminencia, una demostración de destreza fantástica dentro de sus composiciones por parte de la talentosa formación. Digamos que es la mayor razón para distinguir que Opeth se encontraba en el máximo apogeo de sus poderes.
Este disco es la definición perfecta de la esencia del metal progresivo o lo que el mismo género da como resultado, la reconstrucción de un rompecabezas. Un remolino de ideas desproporcionado elevado a la extrema potencia y personificada con la mejor belleza. Olvídense de todos los adjetivos y piropos que les he dado, nada tiene mayor encanto que la primera escucha que se le puede dar a “Blackwater Park” un extenso océano de matices y destellos propios para asombrarte y definir a una de las bandas más virtuosas que ha generado la escena del metal europeo. Un álbum que lleva su sello, hablar de Opeth es hablar de “Blackwater Park” el mejor trabajo de la discografía de los suecos, o lo que es lo mismo decir, un grande que camina sobre gigantes.
Ruben Herrera

De las cosas que más marcan el desarrollo y la vida de una persona, probablemente las relaciones sean de las más importantes. Muchas relaciones pueden salir mal y resultar dolorosas, pero aprender de ellas nos ayuda a crecer y madurar como personas. No obstante, muchas relaciones positivas son las que terminan definiéndonos como seres humanos y, por supuesto, son en las que más cariño depositamos.
Por desgracia, no todas las relaciones buenas duran eternamente. Algunas, aunque de tan magníficas que fueron que nos dejaron los mejores momentos de nuestra vida, se terminan enfriando y el contacto se pierde. Sin embargo, de repente encuentras algo que te recuerda esa relación y revives algunos de los mejores momentos que te ha brindado. Y sonríes al recordar tanta felicidad sin llegar a pensar en ningún momento el tiempo que ha pasado desde entonces. Todos hemos tenido de ese tipo de relaciones, ya sea con personas como con cosas tangibles o, como en este caso, con música. A mí me pasa muy a menudo con Blackwater Park.
Blackwater Park, la quintaesencia del sonido Opeth
Hasta el momento, la trayectoria de Opeth consistía en una serie de pasos firmes y hacia adelante para ir desarrollando su sonido. Desde Orchid fueron buscando como favorecer la simbiosis del Metal Extremo y de la música Progresiva, ambos pilares fundamentales de su música, encontrando mejor la coexistencia entre ambos a medida que iban subiendo también la calidad de su trabajo. Así, se dejaron el listón altísimo en 1999 con Still Life, pero la ambición de este grupo mostraba que no entienden de listones, sino de seguir derribando fronteras.
El primer paso para seguir llevando lejos el nombre de Opeth dentro del Metal fue mediante el fichaje de Steven Wilson a la producción, ayudando a la banda a sacar más jugo al sonido desde el estudio, puliendo aquí y allá, dando claves y técnicas para la producción y, además, grabando algunos instrumentos y voces. A efectos prácticos era casi el quinto miembro de Opeth. No obstante, quien verdaderamente llevaba la voz cantante seguía siendo Mikael Åkerfeldt, componiendo casi la integridad de este álbum (‘Dirge for November’ y ‘Blackwater Park’ las compuso junto al guitarrista Peter Lindgren).
Sobresaliendo en sonido, evolución, técnica y composición
La formación volvía a ser la misma que firmó el exitoso y brillante Still Life, con el citado Lindgren como guitarrista, Martin Mendez, que había debutado en el anterior disco, como bajista y esa imparable máquina que es Martín López mostrando su fabulosa destreza con las baquetas. Ya sabéis que si algo funciona, lo mejor es no cambiarlo mientras aún pueda seguir dando éxito (ejem, toma nota Del Bosque). Pero el continuismo férreo estaba lejos de la cabeza de Åkerfeldt, que buscaba seguir llevando la calidad y el sonido de esta banda hasta límites al alcance de muy pocos grupos.
Lo bueno de una discografía tan buena como la de los suecos es que cualquier disco puede ser nuestro preferido. Cronopio en su momento defendía con fuerza su preferencia por Morningrise y Chico de Pexiglás calificó Still Life como su mejor disco hasta la fecha y el que tenía mejor sonido (esta última es una opinión bastante mayoritaria). Ambas elecciones tan válidas como los que profesan su amor por Damnation, por Ghosts Reveries o, como sucede en mi caso (y en el de muchos), por Blackwater Park.
Me sería fácil recurrir a argumentos como la exquisitez técnica mostrada en cada pasaje, en cada acorde que Åkerfeldt interpreta mientras el resto, más que acompañar, le complementa para fortalecerlo, o alabar ese sonido tan pulido y cuidado alcanzado gracias a la mano de Steven Wilson desde los mandos de producción. No obstante, eso sería quedarse en lo superficial en un disco que, en lo personal, tiene una dimensión única e irrepetible. Si algo hace destacar a Blackwater Park sobre el resto de trabajos de Opeth es en un aspecto que transciende lo meramente musical: la capacidad de emocionar.
No, no digo que Blackwater Park que nos saque la lágrima fácil, nada más lejos. Hablo de la habilidad para ponernos los pelos como escarpias en algunos pasajes, de dejarnos estupefactos e impresionados con algunas progresiones, de hacer estribillos o riffs capaces de quedarse atrapados en nuestra memoria. Nada pasa indiferente por nuestros oídos porque todo suena impactante, brillante y sobrado de clase, por lo que hoy pocos momentos en los que nuestra mente desconecte del disco porque este termina absorbiendo toda nuestra atención.
Sin embargo, conviene destacar estos logros vienen propiciados por estar sustentados en una base inquebrantable y fabulosa. Aquí encontramos la perfecta comunión entre música extrema, progresiva e incluso Folk (el Folk de bosques escandinavos, no el de tristes con corazón roto por una chica random), con una colección sobresaliente de canciones. ‘The Lepper Affinity’ abre poniendo la carne en el asador a base de un riff endemoniado pasando a un solo de locura para luego romper a mitad de tema a base de acústicas, simulando una especie de calma entre tempestades. Un tema que bien nos puede servir para resumir lo que podemos encontrar en la sublime ‘Bleak’, una de las mejores piezas del grupo, en ‘The Drapery Falls’ o en ‘The Funeral Portrait’. Incluso ‘Patterns in the Ivy’, que son sólo menos de dos minutos acústicos, suena de maravilla y fortalece aún más el conjunto.
Blackwater Park es un disco al que no recurro todas las veces que querría o debería, pero siempre que lo hago termino con la misma satisfacción de la primera vez, con el añadido de que cada escucha me ha ayudado a interiorizar más y más el álbum, a ir viéndole cada vez nuevos matices y a mejorar mi percepción sobre las canciones. No lo voy a negar, fue y es un álbum fundamental en mi crecimiento musical y como tal siempre tendrá un valor añadido que, no ya sólo como de los mejores discos de Opeth, sino uno de los mejores discos que he escuchado jamás. Sé que muchos veréis desmesuradas y excesivamente personales mis palabras (a pesar de que seguro habrá muchos otros en mi posición), pero uno no puede decir menos de uno de sus álbumes de referencia. Si no os gusta, tengo otros.
10
Black Gallego

Hay muchos comentarios en inglés, pero... ¿qué sentido tiene traerlos? Los que lleguen aquí ya saben de qué va esto, vengan de donde vengan. Que lo disfruten.




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La globalización de la economía capitalista se empalma con el método fascista para privatizar la estatalidad. Una prótesis de expansión de esa amalgama está en nuestros bolsillos: el celular, que propaga ese poder oscuro. La globalización de la economía combinada con el fascismo apunta a una nueva fase de privatización: la de la estatalidad. Esto quiere decir que la fase reciente de la globalización de la economía capitalista tiene por objetivo la apertura de aun más áreas del mundo y de más dimensiones de la realidad. El acceso a aún más bienes comunes para encerrarlos en un proceso de acumulación primitiva permanente de parte de las clases ociosas y sus dispositivos de poder globales y nacionales. La privatización de la tierra, el agua, los bienes comunes naturales o minerales como el litio, los bosques tropicales, la biodiversidad inmanente a un continente tal extendido como América Latina, los conocimientos tradicionales populares o el excedente producido por la fuerza de traba

Lali, Gramsci, Milei, la ignorancia y la conspiración

Es una cosa difícil siquiera empezar a hablar sobre el posteo de Milei acerca de Lali y Gramsci. El delirio y la ignorancia son mayúsculos. Pero detrás de la estupidez hay algo peligroso: la divulgación de teorías de la conspiración de la extrema derecha por el hombre que tiene el puesto de presidente de Argentina. ¿Será que Chiquititas y Floricienta son un producto de la infiltración marxista en la industria cultural argentina? Eso parece pensar Milei. Tratando de darle aires de importancia a su pelea con Lali Espósito es que despotricó contra el "Gramsci Kultural" en Twitter. Intenta darle importancia a sus delirios, que su «pelea» no sea lo que es: una mezcla del presidente de un país hostigando a una artista desde el poder con un mandatario comportándose como panelista de un programa de chimentos de mal gusto. Por Federico Dertaube " La raíz del problema argentino no es político y/o económico, es moral y tiene como consecuencias el cinismo político y la deca

Humillación

Jorge Alemán afirma en esta nota (tan actual aunque haya sido escrita hace siglos: el 5 de octubre de 2023) que la pesadilla del avance de la ultraderecha argentina, experta en crueles humillaciones, comenzó hace tiempo y parece que las razones argumentadas que se presentan no alcanzan para despertar de este mundo distópico. Por Jorge Alemán "La historia es una pesadilla de la que estamos intentando  despertar". James Joyce Además del lógico temor frente a que las ultraderechas se queden con el gobierno, estamos asistiendo a uno de los espectáculos más humillantes de la historia argentina. La pesadilla ha comenzado hace tiempo y no parece que las razones argumentadas que se presentan sirvan para despertar de este mundo distópico.   Un clan experto en humillaciones crueles, con matices delirantes que apuntan con una ametralladora de estupideces que son pronunciadas con fruición y goce, se presenta para ocupar las más altas responsabilidades de la Nación. Es el punto

Ideario del arte y política cabezona

Ideario del arte y política cabezona


"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.