Esto debería dar ánimos a quienes tengan un par de empleos poco satisfactorios mientras en secreto abrigan esperanzas de grandeza artística. Philip Glass, que nació este día, trabajó de taxista y fontanero en Nueva York durante muchos años hasta que pudo concentrarse en la música y acabó siendo uno de los artistas más influentes, imaginativos e innovadores de todos los campos de la música actual.
Se le atribuye la invención del «minimalismo» musical, aunque él siempre ha renegado del término y prefiere la expresión «música de estructuras repetitivas». Entre sus muchos colaboradores figuran la icónica estrella del pop David Bowie, el visionario músico clásico hindú Ravi Shankar, el oscarizado cineasta Martin Scorsese y el poeta Allen Ginsberg. Glass es increíblemente prolífico: además de sinfonías épicas, innovadores cuartetos para cuerdas y obras instrumentales pioneras, ha escrito más de quince óperas y cincuenta músicas de películas, entre ellas El show de Truman, Las horas y Diario de un escándalo. Su influencia se advierte en todos los géneros, desde el clásico hasta el rock, el pop, el cine y las bandas sonoras de los videojuegos.
Esta encantadora pieza, derivada de las palabras «eco» y «coro», fue compuesta en el invierno de 1994 para los violinistas Edna Michell y Yehudi Menuhin. Se basa en la chacona, un antiguo baile español del Barroco (véanse el 16 de mayo, el 27 de julio y el 28 de julio). Según el propio Glass, Echorus «se inspiró en pensamientos compasivos y quiere despertar sentimientos de serenidad y paz».
No sé ustedes, pero no hay mucha paz ni serenidad en mi vida, así que las busco donde creo que están.
Clemency Burton-Hill
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