Música y poesía a menudo van de la mano, ¿verdad?, y a mí me fascina el modo en que los compositores clásicos abordan y ponen música a un texto.
Hay muchos ejemplos, obras de John Donne, Friedrich Schiller, Goethe, Paul Verlaine, Wilfred Owen, Shakespeare y uno de mis poetas favoritos, Rainer Maria Rilke, de quien dijo uno de sus traductores que «las rosas trepan por su vida como si fuese su espaldera».
Cuando supe que un compositor actual, el estadounidense Morten Lauridsen, también era admirador de Rilke, me entraron ganas de oír cómo había vivificado con música los luminosos versos del poeta alemán.
Lauridsen dice que se sintió muy conmovido por los versos de este poema del ciclo Las rosas, en particular cuando habla, parafraseando a Rilke, del «estado de dar amor y no recibirlo a cambio».
Dulce sin ser empalagoso, el tratamiento intimista y vibrante de los versos en manos de Lauridsen no hace sino aumentar la amable fuerza de los mismos, como suele suceder en las mejores combinaciones de música y poesía.
Clemency Burton-Hill
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