Parece que nadie sabe cuándo ni por qué escribió Shostakóvich estas viñetas de salón de estilo austriaco para dos violines y piano. Por su encanto y sencillez diríamos que son poco características de sus inicios, lo cual desconcierta a algunos críticos.
¿Estaba Shostakóvich, un compositor de talento musical agudísimo y víctima de los horrores de la represión artística del régimen soviético, haciendo alguna clase de comentario satírico? ¿Son piezas políticas? ¿Cómo debemos interpretarlas?
Mi opinión es la siguiente: pulsen el play y relájense. No pasa nada porque entre sus muchas obras maestras políticamente desgarradoras, convulsivas y épicas escribiera también pequeñas piezas de cámara, flotantes, expresivas, conmovedoras y libres de toda ideología y carga política: el mundo no se va a acabar por eso. Todos necesitamos a veces unos minutos de música así en nuestra vida. Figuran entre los primeros dúos que toqué de pequeña y los quiero con toda mi alma desde entonces.
De todos modos, todo volverá a la normalidad el mes que viene, cuando oigamos la Décima Sinfonía del maestro. Y quien avisa no es traidor…
Clemency Burton-Hill
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