Strauss tenía ochenta y cuatro años y estaba en las postrimerías de su vida cuando compuso esta canción, tal día como hoy del año 1948. Fue una de sus «últimas canciones», todas las cuales conjugaban el tema de la muerte.
Sin embargo, más que enfurecerse contra la extinción de la luz, como habría podido ser el caso, las canciones irradian un espíritu de resignación serena cuyas líneas melódicas ascienden hacia el cielo en una especie de reconciliación.
Íntimas y personales, me parece conmovedor que Strauss escribiera estas canciones últimas para soprano solo: recordemos su larga y feliz vida conyugal con la cantante Pauline da Ahna. Estas obras contienen además notables pasajes escritos para trompa, lo cual podría ser un gesto de reconocimiento, deliberado o no, de la significativa influencia que su padre Franz (véase el 12 de julio) tuvo en su vida.
Como suele ocurrir con las despedidas musicales, cuesta imaginar nada más bello que esto:
Stirn, vergiss du alles Denken, cabeza, olvida todo pensamiento,
alle meine Sinne nun ahora todos mis sentidos
wollen sich in Schlummer senken. se sumergirán en el sueño.
Und die Seele unbewacht, Y el alma no observada
will in freien Flügen schweben, flotará con alas libres
um im Zauberkreis der Nacht y en el círculo mágico de la noche
tief und tausendfach zu leben. vivirá mil veces más profundamente.
Clemency Burton-Hill
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