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Kansas - The Absence of Presence (2020)

#Músicaparaelencierro. Y al final los Kansas presentan su nuevo LP "The Absence Of Presence". Dice el cantante Ronnie Platt: "Estamos muy contentos de poderles dar a nuestros fans un primer aperitivo de lo que se viene encima con ‘The Absence of Presence’. La gente va a sorprenderse mucho con el disco, que muestra a la banda con toda su cilindrada". Y es que estamos ante un disco con mucha vitalidad y dinamismo (y vida!), con momentos que van desde el rock progresivo, hasta el hard rock más puro (rozando el sonido metálico), hasta sonidos AOR, momentos épicos y la consabida balada, pero siempre muy rockero y muy al palo, creando un disco que cualquierfanático del clásico Kansas defendería con orgullo por ser una obra tan importante como cualquier otra de sus creaciones más clásicas y vendidas a lo largo de su larga historia ("Leftoverture", "Point of Know Return", "Two for the Show", etc.). Aquí, el nuevo y resucitado Kansas, con más vida que nunca, demostrando que están en un magnifico momento y que no van por los caminos de la música comercial, y que la vida continua, mezclando sangre fresca y veterana y creando un disco delicioso que lo tiene todo, y que rebalsa de potencia, energía y vitalidad. Y buena música! por supuesto. Dedicado a Callenep que sé que le gusta y seguirá gustando también en su nueva versión. Recién salido del horno, aquí tienen al nuevo Kansas para disfrutar a lo grande, se los aseguro!

Artista: Kansas
Álbum: The Absence of Presence
Año: 2020
Género: Heavy prog / Progresivo sinfónico
Duración: 47:25
Referencia: Discogs
Nacionalidad: EEUU

De más estaría decir muchas obviedades, pero sí quizás haya que aclarar un par de cosas: uno de los instrumentos imprescindibles en la banda (el violín) brilla magníficamente aportando melodías en todo momento. Eso es uno. Otro es que su nuevo tecladista no es nada más ni nada menos que el talentosísimo Tom Brislin, que ha destrozado las teclas en Yes, Camel, The Sea Within, Renaissance y unos cuantos grupazos más, y que está a la altura de los mejores tecladistas actuales. Otra es que la de Kansas siempre es música de primera calidad, y este "The Absence of Presence" demuestra que más que un digno recuerdo es un presente sinceramente bueno.

Quienes enloquecieran hace la friolera de 45 años gracias a It takes a woman’s love to make a man o se dejaran engatusar poco tiempo después con Dust in the wind, una de esas madres-de-todas-las-baladas, poco podrían sospechar que a estas alturas seguirían desprecintando álbumes nuevos del septeto de Topeka (Kansas, claro). Y, más asombroso aún, que la banda sigue sonando tal y como lo hacía en sus años de gloria, incluso aunque el depositario de las esencias primigenias sea, a falta de otros supervivientes, su majestuoso batería fundacional, Phil Ehart. Pero The absence of presence resulta inconfundible, y a ratos inevitablemente irresistible, pese al portazo del guitarrista original, Kerry Livgren, y la retirada de su cantante y teclista más emblemático, el ilustrísimo Steve Walsh.
No importa, porque la marca en Kansas pesa más que los operarios detrás de ella. La fórmula –que se cimenta en la complejidad del rock progresivo británico pero aporta la pirotecnia del arena rock yanqui, las guitarras de perfil rocoso y alguna ocasional balada tremendamente enfática– es irrenunciable. El resto son matices. El nuevo vocalista/teclista, Robbie Platt, que debutara en 2016 con el antecesor The prelude implicit (primer título de estos gigantes en 16 años), es ligeramente más sosegado y menos propenso a los agudos que Walsh. Y, por supuesto, el violín de David Ragsdale, fijo en la alineación desde 1991, es omnisciente y electrizante. Además de bastante más preciso, puestos a contarlo todo, que el primigenio de Robbie Steinhardt.
Juntos son capaces de revivir la magia, convocados en torno a la pegada salvaje del bracero Ehart y las incisivas guitarras hard rock de los también productores Rich Williams y Zak Rizvi. Y así, tanto Throwing mountains como Jets overhead incluyen todos los parámetros –base rítmica robusta, cambios de velocidad y dinámica, acentos enfáticos– para provocar el delirio entre los fieles y los asistentes a las salas de conciertos. Más aún si el segundo aporta una excelente coda instrumental de dos minutos, Propulsion 1, que, lejos de la anécdota, ofrece algunos de los mejores pasajes del álbum.
La balada por antonomasia es Memories down the line, emotiva y además casi premonitoria desde nuestra mirada presente, inevitablemente pandémica. Never es un tiempo medio de academia, muy bien desarrollado. Pero, por minutaje y ambición, el momento culminante lo representa la pieza inicial y titular, The absence of presence. Y, por finura, lo más inspirado llega con el epílogo, el excelente The song the river sang, que aborda vertiginosos cambios de ambientación y sabe alternar la fiereza guitarrera con un lirismo que parece prestado de los primeros Genesis. Difícilmente los jóvenes se asomarán a un disco de una complejidad evocadora de tiempos muy pasados. Pero quienes peinen alguna cana se quedarán atónitos al comprobar que Kansas, tantas décadas y mudanzas después, aún preservan la lozanía orgullosa de sus ya remotos orígenes.

Fernando Neira

Kansas. La gran mayoría del público asocia este nombre a una canción: “Dust in the wind”. Evidentemente, la obra de esta banda nacida en 1970 tiene grandes trabajos en los que la evolución musical, incorporar elementos como el violín eléctrico en el Rock Progresivo o grandes partes sinfónicas orquestales, fusionados con el Folk americano, entre otros detalles, les hace ser una de las bandas legendarias más valoradas por el amante del Rock. Si la obra de Kansas la comparásemos con una obra literaria, este disco, “The absence of presence” sería el nuevo volumen en esa enciclopedia llamada KANSAS. Dicho esto, os invito a acomodaos en el sillón de lectura favorito, bajo la brisa del ventilador del techo, con alguna bebida espirituosa en la que el hielo sea un compañero adecuado y os ajustéis las gafas de lectura para abrir y leer con los oídos el volumen número 16 de esta parte de nuestra biblioteca sonora.
“The absence of presence” nos introduce en esas primeras líneas literarias de la mano de los ecos de un piano, bajo la melancolía del volín rasgado por David Ragsdale. Un tema que nos retrotrae a los Kansas más clásicos y fidelignos.
“Throwing mountains” nos ataca con un riff dinámico de Rich Williams y Zak Rizvi en el que nuevamente, la lectura sonora que nos evoca es un compendio de sensaciones pasadas y basadas en anteriores libros (discos) en los que el pie de página invisible nos puede hacer visualizar esas portadas a las que nos traslada. Ronnie Platt se encarga de darnos esas pistas.
“Jets overhead” continua contándonos con coherencia esta nueva novela de este veterano sexteto, en el que Billy Greer, también tiene su cota de protagonismo tanto al bajo como a los coros y en el que el solo de volin y los arreglos basados en estas cuerdas, junto a las seis de acero, alcanzan un climax esplendoroso.
Despues de los jets, nos vamos algo más lejos de las nubes con “Propulsion 1” y una intro más progresiva de la mano de Greer y las baquetas de Phil Ehart. Con recursos instrumentales que demuestran que los años son experiencia.
“Memories down the line” relaja el trabajo, bajo las premisas de una balada que bien se hubiera compuesto para trabajos de mediados de los años 80 y en la que la guitarra de Steve Morse hubiera encajado a la perfección.
“Circus of illusion”, continúa con una carga armónica rica y envuelta en un primer acto en el delay de la guitarra que aparece y desaparace, ante la presencia de un pre estribillo que rasga por momentos el A.O.R. de tomos musicales como “Power”.
“Animals son the roof” se desliza bajo el trabajo de los teclados (siempre presentes y con una gran combinación de sonidos dentro de los parámetros de Kansas) del benjamín de la banda, Tom Brislin y la contundencia de la base rítmica.
“Never”, vuelve a llenar unas páginas para la reflexión calmada mientras degustamos esa bebida que nos acompaña en este cómodo viaje por la imaginación literaria y sinestésica que sugiere esta grata canción.
“The song of the river sang” finaliza este disco con toda una lección de virtuosismo y dinámica armónica, pulsando nuestra zona más etérea, hasta que el final inesperado, nos devuelve a la realidad.
Una vez que cerramos este libro musical, (cuya portada un tanto sencilla en el concepto, no emula arte digital, sino el analógico y abierto a la interpretación, como en toda obra en la que se trata de ocultar un mensaje trascendental…) llegamos a la conclusión de que no es una obra menor, siendo un disco que a los fieles seguidores de la banda, no les va a defraudar. Como antes escribía haciendo esa analogía, en la enciclopedia Kansas, se ha escrito un nuevo volumen que da continuidad a la saga. A partir de este caluroso 17 de julio, le tenéis disponible a través del sello especializado en Prog Rock Inside Out Music.
82%          


Joe Angel L.

Un disco bien de viernes, para que disfruten en el fin de semana, y además bien bueno que está...


 
 



El Rock Progresivo es uno de los géneros más infravalorados de la historia. Casi siempre alejado de las modas imperantes y, por supuesto, de las canciones de éxito instantáneo, nunca ha gozado de difusión en los medios. Sin embargo, sus seguidores son los más fieles del mundo; una aldea de irreductibles galos que resiste todavía y, como siempre, al invasor, y que son perfectamente capaces de recorrer medio mundo para ver a sus bandas favoritas tocar en directo.
Pues amigos, estamos de enhorabuena; Kansas, una de las bandas más importantes del género, está apunto de publicar nuevo disco y creo que lo vamos a disfrutar de lo lindo. Estos auténticos veteranos de la música más exquisita están de vuelta, pasados ya cuatro años de la publicación de su anterior trabajo, The Prelude Implicit.
Dos miembros originales permanecen en la banda después de más de 40 años dando guerra: el batería Phil Ehart y el guitarrista del parche en el ojo, Rich Williams. El bajo continua a cargo del ilustre Billy Greer (Streets, Seventh Key). Ese rasgo tan distintivo del “sonido Kansas”, que es el violín, corre a cargo del veterano David Ragsdale. Los más nuevos en esta nueva reencarnación de la banda, y seguramente en gran medida los responsables del nuevo impulso de la misma tras la salida de Steve Walsh, son el vocalista Ronnie Platt y el guitarrista Zak Rizvi. Debuta en este trabajo el prestigioso teclista Tom Brislin (Yes, Meat Loaf o, más recientemente, la superbanda progresiva The Sea Within).
Las canciones:
Bastan unos segundos del tema homónimo, The Absence Of Presence, para darse cuenta que estamos ante un disco que suena a lo que uno espera de Kansas; teclados a punta pala, violines, pasajes hipnóticos, coros angelicales…. pero también guitarras muy muy presentes y un sonido de batería poderoso. Además, estos abueletes no se cortan un pelo; este primer tema es el más largo y progresivo de todo el disco. La canción está repleta de cambios de ritmo y variaciones, solos de todos los instrumentos posibles y una letra que, supongo, escrita hace unos meses y chocantemente premonitoria de los tiempos que nos está tocando vivir.
Throwing Mountains suena realmente poderosa en muchos momentos. Es curioso como estos veteranos han sabido entender que endureciendo un poco su música, quizás puedan hacer llegar su exquisito sonido a nuevas generaciones de rockeros y rockeras acostumbrados a escuchar música mucho más extrema.
Jets Overhead es otro temazo como la copa de un pino, y mi favorito de momento. Tiene gancho, cierto aire comercial y me parece una elección perfecta si quieres convencer a algún despistado de que este disco merece toda la atención del mundo.
Propulsion I es una sorprendente e intensa pieza instrumental en la que podremos escuchar a Phil Ehart, que debe rondar los 70 años, aporrear su instrumento con pericia y la energía de un treintañero ¡Increíble el estado de forma que demuestra Ehart durante todo el disco!
Como contraste a la energía que desprende el tema anterior, Memories Down The Line es una bonita balada con una letra inspiradora, que ahonda en el concepto de compartir nuestros recuerdos, conocimientos y experiencias con nuestros hijos, así como nuestros padres o abuelos hicieran antes con nosotros; llegará el momento en que no seamos más que el recuerdo en la memoria de los que nos sobrevivan.
Circus Of Illusion y Animals On The Roof son puro rock progresivo y justo lo que uno espera de una banda como esta.
Circus Of Illusion nos recordará a los Kansas más clásicos de discos como Point Of No Return o Leftoverture y, en cambio, Animals On The Roof tiene un punto más AOR con uno de los estribillos más pegadizos del disco. Juntas son un resumen perfecto de lo que este disco nos ofrece: canciones muy trabajadas instrumentalmente y a veces sorprendentes, con momentos en los que esperas que la canción va a ir hacia un sitio y va exactamente en la dirección contraria, pero también melodías pegadizas y unos coros que a mí me suenan a música celestial, que invita a cerrar los ojos y viajar mentalmente a los confines del universo.
Para el final, nos quedan un par de temas que no acaban de llegar al nivel de excelencia de los anteriores.
Never es una balada compuesta por el vocalista Ronnie Platt que, al contrario que Memories Down The Line, no acaba de hacerme tilín.
La final The Song That River Sang, está compuesta y cantada por el teclista Tom Brislin. Quizás, lo más sorprendente de la misma sea el final, cuando el tema se transforma y una serie de notas disonantes y oscuros solos ponen el punto final al disco de una forma un poco desconcertante e inquietante, y que a mí personalmente me recuerda al tema final del Scenes From A Memory de Dream Theater.
En Resumen:
The Absence Of Presence es mucho más que un retorno digno para una banda de la solera de Kansas; es un disco magnífico, con unas composiciones completamente contemporáneas y bastante más rockeras de lo que cabría esperar. Añadimos una producción sobresaliente y cristalina, que nos permite disfrutar con todo lujo de detalles de unos músicos increíbles por los que no parecen pasar los años. Además, los “jóvenes” no solo se han integrado a la perfección en la banda, si no que han tomado las riendas de la composición; casi todos los temas están firmados por el dueto Brislin/Rizvi, sin traicionar las marcas de identidad de una banda tan mítica.
El disco rezuma clase y elegancia por todos lados ¡Simplemente imprescindible!
El disco debía publicarse a finales de junio, pero retrasos en la fabricación provocados por la situación de pandemia mundial, han obligado a cambiar la fecha de lanzamiento al viernes 17 de julio.
RATE/NOTA: 8/10



Lista de Temas:
01. The Absence of Presence (8:22)
02. Throwing Mountains (6:21)
03. Jets Overhead (5:17)
04. Propulsion 1 (2:17)
05. Memories Down the Line (4:38)
06. Circus of Illusion (5:19)
07. Animals on the Roof (5:13)
08. Never (4:51)
09. The Song the River Sang (5:06)

Alineación:
- Tom Brislin / Keyboards
- Phil Ehart / Drums
- Billy Greer / Bass and Vocals
- Ronnie Platt / Vocals and Keyboard
- David Ragsdale / Violin and Guitar
- Zak Rizvi / Guitar
- Richard Williams / Lead Guitar




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