en arder en preguntas.
Antonin Artaud
Impresionado por la obra de Artaud, el Flaco Spinetta decidió no solo dedicarle su próximo trabajo sino, además, basar las letras de esas canciones en las reacciones del músico al leer la obra del poeta francés. Y, a pesar de todo, a pesar de esa influencia que rezuma el disco, Spinetta no solo consigue una música con identidad propia como siempre acostumbra, sino que, como añadido, consigue crear unas líricas a la altura de muy pocos intérpretes: pura poesía, pura filosofía, todo de la mano, como un auténtico mix de sensaciones positivas que no decae en ningún momento.
Bien es cierto que, a pesar de lanzamientos anteriores, Spinetta alcanza en ‘Artaud’ una nueva concepción de letras poéticas. Cargadas de unas imágenes no solo bellas, sino misteriosas, con percepciones distintas sobre la vida, lo efímero del tiempo, la reflexión sobre lo positivo y negativo que nos hace pensar nuestra cabeza, Spinetta borda unas telas donde la música y la letra se dan la mano en todo momento.
La libertad siempre ha sido símbolo de la música del Flaco y aquí mezcla lo natural de la caída de las hojas con el concepto de la muerte; “Todas las hojas son del viento” es un tema que, además de servir como trampolín perfecto para el disco, también lo supone para adentrarse en la música del artista argentino.
Todas las hojas son del viento
Todas las hojas son del viento – Pescado Rabioso (Artaud, 1973)
ya que él las mueve
hasta en la muerte.
Viajar por la poesía maldita de Artaud de la mano de un chico argentino de 23 años de una forma tan bella y a la vez dura, es algo que solo se podría decir si ese chico es Luis Alberto Spinetta. Las razones quedan más que evidentes ante un ejército de nueve canciones con casi 40 minutos de duración en las que no te da tiempo de respirar; la primera vez que lo escuchas te parece bueno, la segunda más aún y a partir de esa segunda, las siguientes ocasiones evidencian por qué es considerado uno de los mejores álbumes de la historia del rock argentino.
Luis Alberto Spinetta canta con frialdad cuando es necesario, con dulzura si es preciso e incluso se permite el lujo de hacerse una suerte de cadáver exquisito en “Por” que ejemplifica su talento que, por entonces, ya estaba más que demostrado. Pero siempre en la búsqueda de nuevas metáforas e ideas, Spinetta se atreve a nombrarse muerto cuando pensaba en esa nena con el blues a la muerte que es “Cementerio Club” y, claro, a sumergirnos en una letra preciosa y evocadora como es “Bajan” o en, para un servidor, el punto álgido del disco con “Cantata de Puentes Amarillos”, de la cual destacar una frase sería un crimen, pues toda la letra es perfecta.
Así pues, aunque en 1973 naciera una obra cumbre en el rock progresivo como es ‘Dark Side of the Moon’ y Gilmour y compañía siguieran haciendo magia, en Argentina nacía un disco imperdible, bello, armonioso, poético y filosófico.
Spinetta rompía aquí con el patrón que todo el mundo le quería encasillar hablando de él como un músico que buscaba lo comercial; lo único cierto que hay tras escuchar de principio a fin en este disco es una búsqueda de una identidad que El Flaco siguió hasta su último trabajo. Su lenguaje culto, refinado, lleno de metáforas, hace que ‘Artaud’ se comunique con el oyente de formas distintas y, cuanto más se escucha, nuevos detalles se sacan.
« Verde y amarillo son dos colores opuestos a la muerte: verde, el color de la resurrección y amarillo, el de la descomposición » comentaba Artaud a Jean Paulhan en una carta que el Flaco se encargó de rescatar para añadirla como cita a “Cantata de Puentes Amarillos”. Sin duda, esa cita podría ser un buen ejemplo para resumir de forma mínima con qué nos topamos aquí; música, poesía, conciencia y unas canciones que hablan de lo humano en su lado más positivo y en el más pesimista. Una obra imperdible.
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