O cuando la pandemia hace visible la decadencia de la manifestación del pensamiento (y ni hablar del sentimiento). El panorama resulta desolador en plena pandemia, y amenaza con llevarse por delante a buena parte de la sensatez de la humanidad, que ya se mostraba escasa desde hasta bastante tiempo. Mientras pareciera que Clarín y el macrismo lideran la campaña bioterrorista para difundir el coronavirus, irrumple esta nueva horda nazi en el corazón de tanto incoherente acompañado por una pléyade que engloba a los anticuarentenas, a los antivacunas, a los que sostienen que la tierra es plana y el virus no existe, y ya no se trata de signos políticos sino simplemente de una mezcla de crueldad y estupidez, todo al grito de "libertad o muerte" en una revuelta extraviada. La desintegración social se hace masiva y en cada individuo, la desestructuración de la conciencia perturba la razón y no permite ver lo obvio: hay una verdadera grieta que no es entre partidarios políticos o ideologías, la grieta es entre gente de bien e hijos de puta, entre el pueblo y las grandes corporaciones, entre humanistas y antihumanistas. Lo importante es saber eso, y saber de qué lado se pone uno mismo.
El ser humano podría parecer una especie privilegiada, favorecida por la evolución tras años de errores adaptativos y que aparenta haber adquirido el máximo perfeccionamiento al que pueda aspirar un ser vivo. Pero...
Mateo Diaz Boetti: Ustedes son unos esclavos, les cabe el collar.
Cabeza de Moog: Y lo digo en la nota: "quien por sentido común no sigue su estúpida lógica lo ponen automáticamente en la vereda de enfrente de su supuesta grieta." Claro claro, nosotros llevamos collar, somos esclavos, somos comunistas, somos oficialistas ¿qué más? ¿O como digo en la nota, no estarás entrando en el juego de aquellos que no quieren que se exprese una nueva "normalidad"? El mundo cambia (más allá de la pandemia) y hay cierto sector (en el que quizás te incluyas) que le está haciendo el juego a los poderosos para que todo siga como está. ¿quién será el esclavo y quien el que tiene el collar?
Ojo, y yo no hablo de una cuarentena eterna, los que habland de ello también están están alejados de las necesidades de la gente, de la guita que necesita juntr día a día el laburante para comer y llevar a su casa ¿vale más morir de hambre o de coronavirus?. Yo hablo de la estupidez en todas sus formas, de gente que quema barbijos, negacionistas y mete ideología pro capitalista en un momento donde lo que debe primar es la supervivencia y el bienestar de todos. ¿Es tan difícil ampliar las medidas de prevención por un lado y cuidar de los comercios y los trabajos por otro?. Eso es una cosa, pero la nota no habla de eso, habla del negacionismo y del fanatismo que pide "libertad o muerte" ¿qué libertad? la libertad de tu esclavitus todos los días?. Es complicado meter el sentido común cuando el ambiente está enrarecido y el fanatismo impide escuchar voces que no se paran en ningún dogma. La pandemia está siendo tomada como un negocio por los hijos de puta de siempre, y la gran mayoría le está haciendo el juego, y sobretodo los negacionistas.
Sacado del Face del blog cabezón
"Ninguna cantidad de evidencia persuadirá a un idiota"
Mark Twain
“Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.”
Albert Einstein
De San Martín a O’Higgins: "Confinado en mi hacienda en Mendoza, y sin más relaciones que con algunos vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar a la desconfiada administración de Buenos Aires: ella me cercó de espías, mi correspondencia era abierta con grosería, los papeles ministeriales hablaban de un plan para formar un gobierno militar bajo la dirección de un soldado afortunado, etc. etc. etc. En fin, yo vi claramente que era imposible vivir tranquilo en mi Patria hasta que la exaltación de las pasiones no se calmase, y esta incertidumbre fue la que me decidió pasar a Europa".
Respuesta de O’Higgins: "No admiro tanto el tesón con que la facción, la ambición y la demagogia nos persiguen sin cesar, como la inaudita ingratitud de casi todos aquellos que, además de sacarlos del afrentoso yugo español, deben a nuestros sacrificios y a nuestros extraordinarios esfuerzos una existencia y una dicha de que gozan… ¡Qué detestable y espantosa ferocidad!. Ejerzan enhorabuena su rabia inquisitorial en nuestras correspondencias privadas, que ellos no encontrarán otra materia más que la misma firmeza y honradez, que no han podido contradecir, de nuestra vida pública".
Pacho O'Donnell y Sergio Martínez Baezade - "O’Higgins y San Martín; Sus cartas: Un Mandato de Fraternidad"
Así como alguna vez se intentó un “peronismo sin Perón”, se advierte en la Argentina de hoy un ensayo análogo: el de un bolsonarismo sin Bolsonaro o, en todo caso, con uno propio. Aquello, se sabe, demostró los límites de las segundas marcas, pero esto último busca un derrotero diferente, que consiste en replicar el modelo ultraderechista brasileño en una sociedad que en los últimos años ha estado sometida a tendencias similares. Varios referentes, de Patricia Bullrich a Sergio Berni, pasando por Miguel Ángel Pichetto y hasta Mauricio Macri –siempre, claro, en su estilo de dandy despreocupado–, han lanzado en los últimos meses innumerables señales hacia un electorado que, presienten, existe y los espera. ¿Tendrán razón?
La lista no se agota en aquellos. También la integran grupos evangélicos y antiaborto que intentan darse una organización y hasta una breve constelación de intratables economistas libertarios que proponen convertir la ley de la selva en sentido común. Todos ellos, más algún otro, llenan algunos de los casilleros de la derecha hardcore regional, aunque no todos. ¿Quién será el Jair Bolsonaro argentino? ¿Hay acaso condiciones para que surja?
En principio, elementos sobran. Arado por un progresismo que no sale de la edad del pavo y que, por caso, se resiste a trabajar la seguridad desde una perspectiva que asegure tanto el debido proceso como el derecho a vivir en paz, el campo puede ser fértil para la aparición de ese curioso populismo de derecha que habla en nombre de los pobres mientras aplica una doctrina confeccionada a medida por los sastres más caros.
La mano dura; el estiramiento del concepto de defensa propia hasta dar la vuelta a la esquina; la defensa acrítica de las fuerzas de seguridad y el lenguaje marcial; la promoción de la posesión de armas; las diatribas contra el garantismo que no son más que un desconocimiento de la Constitución Nacional; un republicanismo de teatro, como el que se verá, en buena medida, este lunes en las calles de Buenos Aires y otras ciudades; una posición anticientífica ante la pandemia; el rechazo a un comunismo tan vigente como la monarquía de derecho divino; la xenofobia y hasta conspiranoias guerrilleras vinculadas a pueblos originarios son los martillos que esa ultraderecha guarda en su caja de herramientas. Que nadie se ofenda: algunos referentes hacen eje en algunas de esas ideas, otros en otras. Lo que falta por ahora es totalización y, sobre todo, comprobar cuántos están dispuestos, del otro lado del mostrador, a bancar la parada en las urnas.
Además de la pandemia de hijos de puta, a la humanidad le sobran imbéciles y estúpidos en estas críticas circunstancias históricas. La pandemia hizo y aún hará estragos mayores si no registramos que estas personas (malvadas unas, idiotas otras) están agravando la situación con sus inoportunas decisiones e influencias.
Todo tiene un común denominador, una misma raíz. Una sociedad del capital, que estimula el egoísmo, el consumismo y el individualismo, ese culto del tener en detrimento del ser que pulveriza las solidaridades básicas, sumado a una estupidez creciente. La pandemia como discurso político y pedagogía de la tragedia, pone el marco para una serie de acontecimientos ocurridos en los últimos días nos llevan a reflexionar acerca del alto grado de anomia violenta vigente en la sociedad, además de ciertos rasgos claramente fascistas.
Porque entre las calamidades con que el coronavirus ha castigado a nuestras sociedades en el ámbito de lo psicológico, lo emocional o lo espiritual, se encuentra el fuerte sentimiento de incertidumbre que ha dejado marcas en nuestras identidades individuales y colectivas. Más allá de los destrozos ocasionados en la economía y los trabajos, cuyas secuelas y consecuencias se trasladan al ámbito de las vidas de las personas y familias, el miedo al futuro produce reacciones irracionales y violentas. Digamos que una parte de la sociedad ya la tenía la vívora en sus cimientos (hablo de fascistas e hijos de puta de toda laya) pero una gran parte de la sociedad está tomando estas referencias violentas como parte de sus vidas.
Incluso se han hecho comunes referencias surrealistas, lejos de toda posible lógica y análisis serio, por ejemplo, el resurgimiento del miedo al comunismo que quiere tomarlo todo (claro, necesitan un enemido y de la galera sacan un ideario ya muerto y sepultado pero que sirve a sus fines). Algunos planteos suenan directamente a fake news, pero seliarizados y viralizados de tal modo que parecen ser parte de la realidad. Lejos de toda lógica, la idiotez se despliega a pasos agigantados, y quien por sentido común no sigue su estúpida lógica lo ponen automáticamente en la vereda de enfrente de su supuesta grieta. Mientras tanto se deja de lado lo importante: la crisis actual aumenta aceleradamente los niveles de pobreza y de indigencia en todo el planeta, un selecto grupo de multimillonarios ve crecer sus riquezas de una manera impresionante. Son las 2.000 personas más ricas del planeta. Exactamente, 2.189 multimillonarios (31 más que en 2017), quienes a fines de julio de este año ya contaban con una fortuna total de 10.2 billones (10.200 mil millones) de dólares estadounidenses. Cifra equivalente a lo que poseen 4.600 millones de personas en el mundo entero. El COVID 19, para algunos (la misma elite hija de puta de siempre), es un negocio apetitoso. En el mundo, uno de cada seis niños vive en la pobreza extrema, según Unicef y Grupo Banco Mundial, pero lo que importa son los (comunistas, peronistas, cristinistas o cualquier ideología de la moda demonizadora).
La inteligencia está casi ausente en el discurso y la acciones de esos formadores de opinión que ocupan espacio en las redes y en la TV. Ya no es un valor porque exige exhibir fundamentos, discutir seriamente y atenerse a los hechos que a veces resultan un obstáculo a la hora de defender opiniones y pasiones. ¿Quién gana cuando comemos el veneno del nuevo fascismo? Porque lo que sí hizo la pandemia fue profundizar la violencia institucional hacia jóvenes, sobretodo de barrios carenciados. ¿Para cuándo la vacuna contra la violencia, el capitalismo y la estupidez?
Según el consultor Gustavo Córdoba (basado en su trabajo de mediados de setiembre, o sea, hace un mes) el 27 por ciento de argentinos dice que no existe el Covid19, que el 12 por ciento está seguro que la tierra es plana y que un 10 por ciento está convencido que la hidroxicloroquina cura el Covid. Que no nos llame la atención que haya loquitos que se juntan en el Obelisco quemando barbijos como una protesta negacionista.
Lo que parece primar aquí es, como dice Alfredo Zaiat, que la da derecha quiere evitar que se construya una "nueva normalidad" (a ver si sucede lo que pasa en Chile!).
El psicoanalista Jorge Alemán, en una entrevista radial, afirmó, a propósito, que el capitalismo rompió el punto de anclaje del lenguaje y que a ello se lo llama directamente "delirio". Si bien esto no cuadra con el diagnóstico de la locura clásica, resulta evidente que en Argentina y en el del mundo, hay sectores de la sociedad que basan sus acciones en delirios completamente alejados de la realidad: virus de laboratorio creados por el nuevo orden mundial; soluciones mágicas que pueden matarte pero que se invocan en nombre de la libertad y una suerte de derecho a la intoxicación; gobiernos que impondrían microchips en vacunas o imperios que a través de la vacunación masiva modificarían el ADN para convertirnos en piratas o cosas así.
Lo que queda claro es que va ganando cabida los que se movilizan con propuestas de neto corte golpista: se piden renuncias, se montan patíbulos. Nosotros tuvimos nuestros propios Bolsonaros, antes de que Bolsonaro existiera. Se llamaron Uriburu, Aramburu, Rojas, Onganía, Videla, Massera, Galtieri y demases; y aún hoy hay quienes los reivindican, y se lamentan de no tener a la mano un modelo 2020 para que tome el poder por asalto. ¿O vamos a creer que toda la sociedad argentina confía en la democracia como el mejor sistema político?
“Esta
es la última vez que salimos”, dice un cordobés frente a las cámara de
TN. Hace una pausa y agrega: “En la próxima salimos a derramar sangre
para terminar con estos tipos”. Las consignas de odio en todo el país
son las mismas que la oposición y los medios concentrados utilizaron en
los últimos meses: “no a la reforma judicial”, “no a la cuarentena”, que
“Cristina devuelva lo que se robo”, “ladrona, asesina, corrupta”. etc.
etc. Nada nuevo bajo el sol.
(...) Hablan de libertad y de la
República, pero sucede todo lo contrario. Una jueza federal le “ordena”
al Senado que no analice los pliegos de dos jueces -Bruglia y Bertuzzi-
que se atornillaron en un cargo que no les corresponde no respetando la
independencia de poderes. ¿Desde cuándo los jueces quieren hacer las
leyes? u opinar sobre las decisiones del Ejecutivo. Si quieren hacer
política que la hagan pero antes deberían presentarse a elecciones y que
los voten.
El periodismo de guerra no quiere que haya una convivencia democrática en la Argentina.
A tal punto se trata de un clima de época que izquierda y derecha se confunden pidiéndose prestado posturas y lógicas de pensamiento.
Repito que no creo que la grieta sea entre derecha e izquierda, creo que es entre gente de bien e hijos de puta, entre el pueblo y las grandes corporaciones, entre humanistas y antihumanistas. Lo importante es saber eso, y saber de qué lado se pone uno mismo.
21st Century Schizoid Man (Hombre Esquizoide del Siglo 21)
Pie de gato, garra de hierro
Los neurocirujanos piden más a gritos
En la puerta envenenada de la paranoia
Hombre Esquizoide del Siglo Veintiuno
Estante lleno de sangre, alambre espinado
Pira funeraria de un político
Inocentes violados con napalm
Hombre Esquizoide del Siglo Veintiuno
Semilla de la muerte, codicia de un hombre ciego
Poetas hambrientos por sangre de niños
Nada de lo que tiene realmente necesita
Hombre Esquizoide del Siglo Veintiuno
es una lastima que la humanidad tenga mas decadentes que individuos coherentes, saludos a ustedes!!
ResponderEliminarSaludos a vos!!!. Pregunta, eras la persona que tenía problemas para acceder a los discos?
EliminarAvisa en todo caso
EliminarA medida que el hombre del siglo XXI va creciendo este se está alejando de la bondad, amor y valores que en tiempos antiguos eran los pilares más fundamentales del arte, política, religión; ahora siento que estamos alejándonos unos a otros. No será que al final de esta historia como cualquier otra, nosotros seamos los mismos que acabaremos con nuestro destino.
ResponderEliminarEstos dias eh estado muy decaído rumiando en pensamientos obsesivos con la duda de a donde debo ir. Por ahí Kanye West me salvó con su música dándome cierto panorama sobre el estatu quo y que debo solo hacer lo que se me dé la gana (sin cometer sinsericidio), ahora me siento bien aceptando y dejando ir todo. Como el ave fénix destruyendo mi ego otra vez cuando sea necesario.