Argentina es el primer país en el mundo entero en preaprobar el trigo transgénico HB4. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en conjunto con la empresa de biotecnología agrícola Bioceres, llevaron a cabo una modificación genética en la semilla de trigo otorgándole un superpoder perfecto para el campo: la resistencia a la sequía. Sin embargo, el trigo HB4 es un caballo de troya. Porque acarrea un aliado superpeligroso: el herbicida glufosinato de amonio, que detiene la fotosíntesis de las malezas. En laboratorios lo hicieron resistente a ese químico. Sobrevive a él pero a nuestras pastas, a nuestro pan y a todo lo que se elabore con el nuevo trigo llegarán los residuos de este tóxico.
Por Redacción Bocado
Un producto peligroso. La evidencia de la neurotoxicidad y de la genotoxicidad del glufosinato llevó a los miembros de la Unión Europea (UE) a prohibir su comercialización a fines del 2013.
Pocos días atrás, la empresa Havanna, conocida regionalmente por sus emblemáticos alfajores con dulce de leche, acordó con Bioceres empezar a elaborar algunos productos con el novedoso trigo transgénico HB4. Y la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), organización que pelea contra el uso de transgénicos y agrotóxicos, comenzó inmediatamente una campaña en contra del nuevo ingrediente mediante el hashtag #ChauHavanna.
En un tuit publicado el 17 de mayo, la UTT compartió que el uso del trigo transgénico “aumenta el uso de agroquímicos más tóxicos que el glifosato”, significa un “mayor riesgo a la contaminación genética a otros trigos” y “consolida el poder de concentración del agronegocio”.
Debido a toda la repercusión que generó el tema, Havanna comunicó este fin de semana que deshacía su alianza con Bioceres. Voceros de Havanna hablaron por medio del portal CarbonoNews: “No vamos a opinar de la campaña. Sin embargo y centrados en nuestros clientes y consumidores, como hacemos siempre, les hemos dicho que, en primer lugar, al día de hoy todos los productos desarrollados en Havanna no han tenido ningún tipo de intervención por Bioceres. En segundo lugar, el acuerdo es absolutamente embrionario al tal punto que ni siquiera se ha producido ni una primera reunión entre los equipos de desarrolladores para analizar hacer algo en conjunto. Y, en tercer lugar, y lo más importante, es que cada vez que Havanna lanza un producto al mercado primero es testeado por sus clientes y consumidores y luego se informa por todos los medios toda la información adicional que requiera el producto.”
Para comprender la oposición a la alianza Havanna-Bioceres (o alfajor-trigo transgénico), que logró un triunfo innegable, Bocado dialoga con Fernando Frank, Ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional de la Pampa y coautor del Atlas del Agronegocio transgénico en el Cono Sur.
– ¿Cómo se vuelve Argentina el primer país del mundo en aprobar el trigo transgénico?
La aprobación de trigos transgénicos se viene intentando desde hace más de 20 años en varios países del mundo pero no se dio por el rechazo masivo de los y las consumidores/as. Argentina fue uno de los primeros países del mundo en aprobar semillas transgénicas. El primer caso fue la soja RR, en 1996. Desde 1998, se aprobaron muchos eventos también para maíz. Hoy es uno de los pocos países del mundo que los cultiva masivamente. A la vez se trata de un país donde se producen grandes cantidades de granos y harinas de trigo.
Nuestro país permitió la consolidación jurídica y económica de un sector de los agronegocios, que hoy intenta dar saltos muy peligrosos en su construcción histórica de poder. En concreto, la preaprobación del trigo HB4 en Argentina se da por el poder de lobby de la empresa Bioceres, por el poder de un puñado de funcionarios afines a los agronegocios como Basterra, Solá, Scioli y Salvarezza, y por el rol clave de periodistas como Delattorre en Página12 y Huergo en Clarín.
Pueden hacerlo de manera inconsulta, impune y secreta porque cuentan con una legislación intencionadamente laxa: la CONABIA es controlada por las mismas empresas reguladas, y en ningún momento se prevé participación ciudadana, ni del Congreso Nacional.
– ¿Por qué debe preocuparnos la instalación de trigo transgénico en Argentina? ¿Y cómo se pone en perspectiva eso mismo, pero en cuanto a Latinoamérica entera?
Los impactos negativos de los monocultivos transgénicos son muchos, y los sistematizamos en el Atlas del Agronegocio transgénico en el Cono Sur.
En particular con el trigo HB4 de Bioceres vemos como un problema grave el riesgo de que crezca la exposición a agrotóxicos, sobre todo el herbicida llamado glufosinato de amonio. También es grave el peligro de contaminación genética por el paso, intencional o no, de genes desde el trigo HB4 a trigos no transgénicos, y por el intercambio, legal o ilegal, de granos para semilla. Esto es sistemáticamente negado por Bioceres, pero está reconocido como riesgo incluso por la CONABIA en su informe sobre el trigo, publicado en 2016.
Con respecto a Latinoamérica por una parte están los riesgos asociados al consumo alimentario, en los países que hoy consumen harinas y panificados exportados desde Argentina. Además, como sucedió con la soja RR, está el riesgo de entrada, legal o ilegal, de semillas transgénicas a los países que cultivan trigo, y que serían contaminados con los transgenes del trigo HB4.
– ¿Con qué argumentos se resistió el resto del mundo?
Hay un rechazo masivo a los transgénicos centrado en los riesgos sanitarios del consumo de alimentos derivados de granos transgénicos. A la vez crece la conciencia sobre cómo impacta el consumo de derivados de transgénicos en los territorios de los países productores. Como sucede con otras actividades extractivistas como el fracking, la megaminería o las megarepresas, los grandes capitales transnacionales, a través de los agronegocios, ven en nuestros países territorios de sacrificio para producciones que consumen las clases medias y altas desde los mercados globales.
– ¿Por qué la industria utiliza un producto como el alfajor Havanna para promocionarse?
No lo sabemos. Hasta hoy, la negativa de las empresas y de los estados en etiquetar transgénicos se basó en reconocer el rechazo generalizado a los transgénicos por parte de los y las consumidores/as. Además, vimos en los últimos años cómo el capital global concentrado apostó por emprendimientos empresariales de agricultura orgánica certificada, y otras formas de “Greenwashing”. El acuerdo de Bioceres y Havanna va a contramano de estas dos tendencias, y no sabemos hoy cómo van a evaluar ellos la política publicitaria que tuvieron en estas semanas: si como un error, o como un acierto en sus cálculos de riesgos e inversiones.
Los alfajores industriales son productos ultraprocesados que tienen todos los problemas de cualquier ultraprocesado: excesos en nutrientes críticos, incorporación de aditivos riesgosos para la salud humana, entre otros. Reemplazar a los alimentos mínimamente procesados y a las preparaciones culinarias caseras por procesados y ultraprocesados nos está llevando en Argentina a un desastre sanitario sin precedentes: las enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, afecciones cardiovasculares, etc.) no paran de crecer en prevalencia y como causas de muerte. Por eso la recomendación de las guías alimentarias de rechazar a los ultraprocesados.
En mi opinión Havanna, con su presencia en 13 países, con 350 locales, y su desarrollo centrado en comestibles ultraprocesados no es una empresa seria y responsable que “dio un mal paso”, sino una empresa capitalista consecuente, que replica lo más dañino de la industria alimentaria de ultraprocesados, y por lo tanto co–responsable de la pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles. Seamos claros: de aprobarse la ley de etiquetado de advertencia que tiene media sanción, los alfajores que son vendidos como símbolo de relax, placer y pertenencia de clase, van a tener octógonos negros que advertirán que se trata de comestibles peligrosos y dañinos, y además se prohibirá a la empresa publicitarlos entre niños y niñas.
– ¿Quiénes están detrás de la campaña de boicot? ¿Qué se propone? ¿Tienen pensado extenderla a otros países?
La campaña de boicot está en crecimiento y es muy diversa. El objetivo es movilizar a la opinión pública para que el Bioceres y el gobierno nacional entiendan que este tipo de decisiones no puede ser tomadas por un puñado de empresarios y funcionarios, a puertas cerradas. Tienen que abrir los debates. Y cuando los abran escucharán que el rechazo es masivo, y que no es caprichoso, mentiroso ni miedoso como se afirma desde Bioceres sino sólido, basado en evidencias de los desastres de los monocultivos transgénicos y del consumo de ultraprocesados en Argentina y la región. Que tiene que ver con la defensa de una alimentación sana, diversa y agroecológica.
Además, esperamos que otras empresas que hoy reciben ofertas de parte de Bioceres para ser parte de sus negocios tomen nota del reclamo diverso, masivo y basado en evidencias, de un sector importante de la sociedad argentina.
¿Cómo se desarrolló la lucha contra la alianza Havanna-Bioceres por parte de quienes se oponían?
El primer objetivo, que era romper el silencio y sumar voces críticas, se cumplió e incluso superó las expectativas. Hasta este conflicto, muchas personas no habían escuchado hablar del trigo HB4 ni de Bioceres. Tampoco sabían cómo se decide la aprobación de semillas transgénicas en Argentina.
Cuando la gente escucha los riesgos que los transgénicos implican, y que además se decide a espaldas de las voces críticas y de la opinión pública, lo lógico es que se indignen y se movilicen, como lo hizo cada uno de nosotros en distintos momentos. Estamos en un momento de definiciones: si el Gobierno escucha el “NO” rotundo y diverso, tiene que recapacitar, y volver atrás la preaprobación del trigo HB4.
¿Cómo ve la posibilidad de que otras empresas hagan un convenio similar con Bioceres?
Bioceres está proponiendo, desde la página web “Generación HB4” un modelo de agricultura por contrato, similar al que Monsanto proponía con la tecnología “Intacta”: el usuario usa la tecnología y paga un canon. Además de buscar tierras para producir en estos sistemas de contrato, van a seguir buscando empresas elaboradoras como Havanna y otras, para colocar sus productos al margen de los mercados tradicionales de granos (molinos, acopiadores, exportadores, etc.), que ya se han manifestado contra el trigo HB4.
¿Qué significa la marcha atrás de Havanna para la lucha contra el HB4?
Los representantes de Havanna dijeron, textualmente “La alianza con Bioceres está en una etapa inicial de investigación para el uso. Nuestro compromiso es con los clientes, garantizando la excelencia y calidad de nuestros producto”
Todavía no dijeron que no van a seguir trabajando con Bioceres. Es importante, sin embargo, que no hayan repetido las mentiras de Bioceres sobre “sustentabilidad”, “agricultura regenerativa” y balance de carbono. Esperamos, como decíamos, que escuchen las diversas voces que se manifestaron contra el acuerdo, y no sólo a sus “focus groups”, a CEOs y funcionarios pro agronegocios. Y que formalicen el rechazo con claridad, y pasemos a hablar de otros temas.
Redacción Bocado
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