Por Efraín Trava
Me imagino que los únicos que lo llamaban Carlos Alberto eran sus padres, el resto del mundo lo conoce como Charly García, el controvertido personaje de los lentes y el bigotito, el extravagante músico porteño, unas veces políticamente rabioso, otras veces rabiosamente romántico y otras más sólo rabioso. En su repertorio es difícil encontrar una melodía anodina, todas llevan un toque especial, a veces se le descifra entre líneas y otras más el tiro es directo a la cabeza o, en su defecto, al corazón.
Clics Modernos fue presentado en diciembre de 1983 en el célebre estadio cubierto Luna Park. Ahí mismo donde han tenido lugar eventos tan memorables como el funeral de Carlos Gardel o la boda de Diego Armando Maradona y donde Carlos Monzón retendría el título mundial mediano noqueando a Tony Mundine; en ese marco se presentó Charly García con su banda y un joven relativamente desconocido detrás de los teclados: un tal Fito Páez.
Paradójicamente, y como suele suceder con los clásicos, Clics Modernos no entró a la historia de la música con mantequilla. Su impacto entre el público rockero argentino fue más bien negativo. Le reprochaban su ligereza, la cual se manifestaba, entre otras cosas, a través del que para algunos era un uso excesivo de los teclados. También se extrañaban las guitarras clásicas del rock setentero. Clics Modernos es ciertamente muy electrónico, digamos, es rock-pop y, si me apuran, más pop que rock. Aunque esto abre muchas posibilidades: el tenor del disco es esencialmente semilento. Tiene la virtud de la pausa que tiene Riquelme en los tres cuartos de cancha. Es paciente. El segundo track, “No soy un extraño”, ejemplifica bien lo anterior: cadencia y genialidad melódicas.
Las letras detrás y delante del ritmo pegajoso de Clics Modernos llevan una carga política importante. “Nos siguen pegando abajo”, “No me dejan salir”, “Plateado sobre plateado” y, por supuesto, la excelentemente bien ejecutada y conmovedora “Los dinosaurios”; todas tienen implicaciones políticas, en todas hay señales de dolor y de rabia hacia la detestable dictadura y sus repercusiones.
Charly García es un personaje non grato, incómodo y aguerrido. Amo y adicto de sustancias y escándalos. Vetado alguna vez en Uruguay por golpear a un fotógrafo, criticado en Colombia por rebautizarla “Cocacolombia”, acusado en Paraguay por encerrar prostitutas en el hotel. Polémico cada vez que lo entrevistaron, agresivo con personajes varios, entre ellos la inocente islandesa Björk quien se le quiso acercar y sólo obtuvo un empujón que la sentó en el suelo. Cuenta la leyenda que hasta “The Boss”, Bruce Springsteen, ha sentido los desplantes del bonaerense, que no va en tren sino en avión, cuando en un concierto en River Charly lo encaró diciéndole: “Acá el jefe soy yo”.
Charly García es un peldaño obligatorio para entender no sólo el rock nacional (como suelen llamarlo en la Argentina), sino la historia del rock latinoamericano en general. A México llegó con Clics Modernos hace ya casi veinte años y desde entonces no se ha ido. Yo mismo antes de celebrar mi primera década me emocionaba cuando en la radio esa voz limpia y para mí todavía anónima cantaba “Estoy verde, no me dejan salir”. Entonces pensaba: “Maldita sea, yo también quiero salir”.
perdon, me encanta ese disco, creci con el y todavia lo admiro, pero cada uno de los ejemplos que diste me dan con el personaje mas que con el musico. El tipo que se arruino asi mismo como una inmolacion propia de la adiccion a sustancias varias y tendencias autodestructivas. Eso solo deja una estela de impacto y personas rotas. No adhiero a esa rebeldia toxica, no me parece ejemplo. No sirve. El punk se murio en 5 años, no queda nada y era una promesa...
ResponderEliminarGarcia es un musico genial, pero esa soberbia es nefasta