Artista: Das Kapital
Álbum: Plays Hans Eisler: Ballads & Barricades
Año: 2009
Género: Jazz, Avant Garde (fusión serialismo y tradiciones europeas)
Duración: 59:59
Nacionalidad: Alemania, Dinamarca, Francia
Estamos seguros de que Eisler no se habría molestado por la aventura bossa a la que Das Kapital lleva su “An Den Deutschen Mond” (ni por las improvisaciones noise al saxo), ni por la combinación de conga y marcha estridente en que marcan su “Ohne Kapitalisten Geht Es Besser”, ni por ninguna otra de las vías por las que estos tres iconoclastas llevan sus creaciones. A fin de cuentas, el serialista rojo, el causa de Brecht, el colega de Adorno, el espía de nadie que todos acusaron, supo de la intolerancia de los otros y de la tolerancia propia en su azarosa vida (comenzó luchando en la Primera Guerra Mundial y fue herido varias veces). Hans Eisler fue uno de esos héroes que querrían transformar el mundo incansablemente desde el arte, desde la música.
El lenguaje tonal de Eisler parece tocar e invitar a todas las culturas y tradiciones musicales europeas del siglo XX
Hasse Poulsen
Nosotros —Das Kapital— somos los niños herederos del siglo pasado. ¿Por qué Eisler? Porque encarna todas las transformaciones del siglo XX
Edward Perraud
El proceso por el que la música occidental se fue desmarcando de cánones y reglas rígidas, llevó del impresionismo —junto con el nacionalismo, últimas expresiones del romanticismo— a la deconstrucción serialista. Dice Denis Laborde:
Arnold Schönberg había mostrado el camino, después de diez años de silencio, al concluir que la música tonal se había vuelto rígida con el cromatismo wagneriano y las fortalezas brucknerianas, y había inventado el antídoto: el sistema dodecafónico que tomó del maestro austriaco Joseph Mathias Hauer (1883-1959) para perfeccionarlo. Usando como base una serie de doce tonos, la escala cromática, Schönberg se sacudió tres siglos de historia de la música. En 1923 su obra pronuncia el juicio: no más melodía, no más armonía, no más restricciones tonales. La música había sido finalmente liberada de su grillete tonal. (Denis Laborde, “Libertad para la música. La intuición y la regla”).
Ese lenguaje revolucionario, como todo lo revolucionario de las vanguardias de principios del siglo XX, sería reconocido por Adorno más tarde como el lenguaje propio de la transformación social. El serialismo era el soundtrack de la utopía. Junto con Adorno, y en paralelo con el desarrollo del teatro comprometido de Brecht, destacaría Hans Eisler, el primer aprendiz de Schönberg en aplicar las nuevas técnicas. Con ese bagaje se va a Berlín y trabaja con Brecht en plena efervescencia política de la República de Weimar, la era democrática que se vendría abajo con el ascenso de Hitler al poder en 1933. Brecht y Eisler, obviamente, trabajaban desde el extremo izquierdo de aquel espectro, y ese fue el que más sufrió a manos de los freikorps que se convertirían en SS. Y además, aunque su madre era protestante, su padre era judío.
De esa época es la épica “Solidaritatslied” (Canción de la solidaridad), una enérgica marcha que en manos de Das Kapital se vuelve locura. Pero los nazis prohibieron la música de Eisler y el teatro de Brecht: nada era más “degenerado” que eso, ni siquiera las obscenidades del ruso Kandinsky, ni las absurdas teorías de Bauhaus. Eisler dejó Alemania y por algunos años vagó de país en país; estuvo en Praga, Viena, París, Londres, Moscú, España, México, Dinamarca y los Estados Unidos, donde finalmente se asentó en 1938, primero en Nueva York y después en California, y ahí trabajó componiendo para cine. Lo más importante de su obra “seria” y no cinematográfica lo escribió durante los 40 en los Estados Unidos.
La ruta de emancipación de la música, mientras tanto, tomaría pronto otros caminos: de lo electrónico a lo concreto, de lo concreto a lo aleatorio, de lo aleatorio de vuelta a lo tonal, mientras que el serialismo quedaría como un capítulo puente. Por su parte, la estrecha colaboración de Eisler con Brecht produjo incluso una teoría de la música para cine, en la que tuvo también un papel central la sociología de la música de Adorno (hay que recordar que en los años de Weimar, Adorno también escribió música serial).
La paranoia anticomunista en los Estados Unidos puso a Eisler en el foco de las persecuciones y fue deportado bajo sospecha de espionaje para el bloque soviético en 1948, aun cuando lo defendieron personalidades —algunos también vinculados con la izquierda— como Chaplin, Stravinsky, Aron Copland y Leonard Bernstein. En el momento de partir dijo:
De esa época es la épica “Solidaritatslied” (Canción de la solidaridad), una enérgica marcha que en manos de Das Kapital se vuelve locura. Pero los nazis prohibieron la música de Eisler y el teatro de Brecht: nada era más “degenerado” que eso, ni siquiera las obscenidades del ruso Kandinsky, ni las absurdas teorías de Bauhaus. Eisler dejó Alemania y por algunos años vagó de país en país; estuvo en Praga, Viena, París, Londres, Moscú, España, México, Dinamarca y los Estados Unidos, donde finalmente se asentó en 1938, primero en Nueva York y después en California, y ahí trabajó componiendo para cine. Lo más importante de su obra “seria” y no cinematográfica lo escribió durante los 40 en los Estados Unidos.
La ruta de emancipación de la música, mientras tanto, tomaría pronto otros caminos: de lo electrónico a lo concreto, de lo concreto a lo aleatorio, de lo aleatorio de vuelta a lo tonal, mientras que el serialismo quedaría como un capítulo puente. Por su parte, la estrecha colaboración de Eisler con Brecht produjo incluso una teoría de la música para cine, en la que tuvo también un papel central la sociología de la música de Adorno (hay que recordar que en los años de Weimar, Adorno también escribió música serial).
La paranoia anticomunista en los Estados Unidos puso a Eisler en el foco de las persecuciones y fue deportado bajo sospecha de espionaje para el bloque soviético en 1948, aun cuando lo defendieron personalidades —algunos también vinculados con la izquierda— como Chaplin, Stravinsky, Aron Copland y Leonard Bernstein. En el momento de partir dijo:
Dejo este país no sin amargura e ira. Pude entender cuando en 1933 los bandidos de Hitler pusieron precio a mi cabeza y me obligaron a partir. Eran el mal de aquel periodo; me enorgullecía ser expulsado por ellos. Pero me rompe el corazón ser expulsado de este hermoso país de este modo tan ridículo.Se estableció en la República Democrática Alemana, la Alemania comunista, y escribió su himno, pero subsecuentes trabajos encontrarían el rechazo de los censores, muy al estilo de lo que vivieron Shostakovich y otros compositores rusos en la URSS de Stalin. Eisler no querría acomodarse a la censura como Shostakovich; asediado por la depresión, optaría por ir apagando poco a poco su genial creatividad. Murió en 1962, extrañando al amigo Brecht (que había fallecido en 1956), como si el apagarse de su luz representara el apagarse de la luz de esperanza del comunismo petrificado en dictadura.
Hay que agradecer la elección de Das Kapital: traernos de vuelta a Eisler. El álbum, de 2009, precede por varios años a los que ya hemos conocido (Kind of Red de 2015 y Vive la France de 2019), y es el álbum en el que el trío se consolida (hay otro CD de obra de Eisler, Conflicts & Conclusions, de 2011 pero no lo hemos podido encontrar; esperamos pronto dar con él porque incluye una versión del himno de la RDA, esa pieza que representó a un país que hoy no existe).
Destaca en este conjunto de versiones de Eisler la dulzura levemente asonante de “An Den Kleinen Radioapparat”, o un tema como para película de fantasía: “Das Wunderland”, con viraje al pop incluido al final (pero muy al estilo Das Kapital, siempre excéntrico, un pop que se autodestruye en improvisación). “Landschaft Des Exil” desata la improvisación sobre tiempo de vals y también lo descompone, pero esta vez en un diálogo armónico entre guitarra y saxofón en el que el segundo actúa como bajo, no por la tesitura sino por ritmo: es como si fuera un walking base. Y por supuesto, la ya mencionada “Solidaritatslied”.
Otro gran disco de jazz de vanguardia, de jazz comprometido, y mecanismo para conocer el trabajo de uno de esos compositores únicos de las vanguardias del siglo XX, uno de los remolques de una lucha por liberar la música.
Lista de temas:
1. An Den Deutschen Mond
2. Ohne Kapitalisten Geht Es Besser
3. Vom Sprengen Des Gartens
4. Die Moorsoldaten
5. Auf Der Flucht
6. An Den Kleinen Radioapparat
7. Lied Von Der Moldau
8. Das Wunderland
9. Hotelzimmer 1942
10. Landcshaft Des Exils
11. Elegie 1939
12. Solidaritätslied
13. Mutter Beimlein
14. Einheitsfrontlied
15. Marie Weine Nicht
Destaca en este conjunto de versiones de Eisler la dulzura levemente asonante de “An Den Kleinen Radioapparat”, o un tema como para película de fantasía: “Das Wunderland”, con viraje al pop incluido al final (pero muy al estilo Das Kapital, siempre excéntrico, un pop que se autodestruye en improvisación). “Landschaft Des Exil” desata la improvisación sobre tiempo de vals y también lo descompone, pero esta vez en un diálogo armónico entre guitarra y saxofón en el que el segundo actúa como bajo, no por la tesitura sino por ritmo: es como si fuera un walking base. Y por supuesto, la ya mencionada “Solidaritatslied”.
Otro gran disco de jazz de vanguardia, de jazz comprometido, y mecanismo para conocer el trabajo de uno de esos compositores únicos de las vanguardias del siglo XX, uno de los remolques de una lucha por liberar la música.
Lista de temas:
1. An Den Deutschen Mond
2. Ohne Kapitalisten Geht Es Besser
3. Vom Sprengen Des Gartens
4. Die Moorsoldaten
5. Auf Der Flucht
6. An Den Kleinen Radioapparat
7. Lied Von Der Moldau
8. Das Wunderland
9. Hotelzimmer 1942
10. Landcshaft Des Exils
11. Elegie 1939
12. Solidaritätslied
13. Mutter Beimlein
14. Einheitsfrontlied
15. Marie Weine Nicht
Alineación:
Hanns Eisler / compositor
Edward Perraud / batería
Hasse Poulsen / guitarra
Daniel Erdmann / sax tenor
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