El terror de estado está volviendo: "Hay que volver a la época en que cuando la policía daba la voz de alto había que entregarse" dice el jefe de estado, habilitando todos los asesinatos que a la cana se le canten. La derecha hace política con la muerte, siempre.
Cuando los últimos periodistas opositores desaparecían de la TV, cuando desaparecen nuestras garantías constitucionales, cuando el caso Maldonado se encaminaba hacia la hipótesis del "accidente" que pudiera eximir de culpa a la gendarmería y al gobierno, se produjo la desaparición del submarino ARA San Juan con 44 tripulantes y una nueva conmoción pública sacudió a la Argentina. Tal vez se le suma el hecho de que la categoría de "desaparecidos" tiene una carga traumática en nuestro país. En realidad, no podemos extenderla a cualquier tipo de desaparición ya que es asociada a un delito particular: la desaparición forzada de personas por parte de las fuerzas estatales. Sin embargo, el impacto que causó la aplicación masiva de esta metodología durante la dictadura hace que en muchos casos hablemos de, por ejemplo, “desaparecidos sociales”, cuando queremos poner énfasis en el concepto de víctimas de políticas de Estado. Si es así, no está de más decir que se puede llamar "desaparecidos", en ese sentido fuerte al que aludimos, a los marinos del ARA San Juan, porque se comenzó a hundir con la pérdida de un proyecto de país, con el abandono de toda estrategia nacional.
Hoy la peste amarilla, al propiciar la desaparición de la nación, nos une a todos los que tenemos un sentir humanista y patriótico en torno a recuperar las viejas banderas de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. Muy alejados de los dichos de esos carapintadas que sostienen burradas como que los argentinos de sangre mapuche no son verdaderos argentinos, ya comenzamos a unirnos entre todos los que sentimos igual, sea cual sea su bandera, básicamente porque estamos hermanados ante el horror, en el amor a la patria y en el repudio a políticas claramente antinacionales, de sumisión absoluta a los poderes financieros planetarios por parte de una oligarquía trasnacionalizada que tiene sus dineros malhabidos en dólares y en guaridas fiscales del extranjero. Porque no queremos que la nación siga el derrotero del ARA San Juan, porque no queremos más desaparecidos y porque nos queremos vivos.
En una masiva marcha contra la reforma laboral, previsional y tributaria PRO del Felino Macri, con miles de personas copando las calles y movilizandose contra el ajuste amarillo.
Estos miles son una parte de muchos otros que el régimen quiere dejar afuera. Con ver los medios de comunicación, preocupados por el suicidio de una modelo o por el no acontecimiento del no hallazgo del submarino extraviado, uno podía advertir cuáles son los sectores sociales que el actual régimen quiere excluir.
No precisamente a los kirchneristas, no necesariamente a los mapuches, aunque el régimen sea capaz de exterminar a los mapuches y proscribir al kirchnerismo, lo que tiene que dejar afuera el Felino Macri es el pueblo que ayer fue a la Plaza.
Los dejará afuera aunque estén en la Plaza, en el ARA San Juan, en territorios Mapuches, con los
¡Es maravilloso la sensación de seguridad que da pensar que un sicópata de uniforme te puede pegar un tiro por mapuche, por zurdo, por pelado o por tener una pantarta contra el ajuste o protestar por no tener trabajo! Porque en la Argentina Amarilla los derechos son de Benetton, Lewis y otros chupasangre socios del Felino, los demás, somos desaparecidos.
Cuando los últimos periodistas opositores desaparecían de la TV, cuando desaparecen nuestras garantías constitucionales, cuando el caso Maldonado se encaminaba hacia la hipótesis del "accidente" que pudiera eximir de culpa a la gendarmería y al gobierno, se produjo la desaparición del submarino ARA San Juan con 44 tripulantes y una nueva conmoción pública sacudió a la Argentina. Tal vez se le suma el hecho de que la categoría de "desaparecidos" tiene una carga traumática en nuestro país. En realidad, no podemos extenderla a cualquier tipo de desaparición ya que es asociada a un delito particular: la desaparición forzada de personas por parte de las fuerzas estatales. Sin embargo, el impacto que causó la aplicación masiva de esta metodología durante la dictadura hace que en muchos casos hablemos de, por ejemplo, “desaparecidos sociales”, cuando queremos poner énfasis en el concepto de víctimas de políticas de Estado. Si es así, no está de más decir que se puede llamar "desaparecidos", en ese sentido fuerte al que aludimos, a los marinos del ARA San Juan, porque se comenzó a hundir con la pérdida de un proyecto de país, con el abandono de toda estrategia nacional.
Hoy la peste amarilla, al propiciar la desaparición de la nación, nos une a todos los que tenemos un sentir humanista y patriótico en torno a recuperar las viejas banderas de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. Muy alejados de los dichos de esos carapintadas que sostienen burradas como que los argentinos de sangre mapuche no son verdaderos argentinos, ya comenzamos a unirnos entre todos los que sentimos igual, sea cual sea su bandera, básicamente porque estamos hermanados ante el horror, en el amor a la patria y en el repudio a políticas claramente antinacionales, de sumisión absoluta a los poderes financieros planetarios por parte de una oligarquía trasnacionalizada que tiene sus dineros malhabidos en dólares y en guaridas fiscales del extranjero. Porque no queremos que la nación siga el derrotero del ARA San Juan, porque no queremos más desaparecidos y porque nos queremos vivos.
En una masiva marcha contra la reforma laboral, previsional y tributaria PRO del Felino Macri, con miles de personas copando las calles y movilizandose contra el ajuste amarillo.
Estos miles son una parte de muchos otros que el régimen quiere dejar afuera. Con ver los medios de comunicación, preocupados por el suicidio de una modelo o por el no acontecimiento del no hallazgo del submarino extraviado, uno podía advertir cuáles son los sectores sociales que el actual régimen quiere excluir.
No precisamente a los kirchneristas, no necesariamente a los mapuches, aunque el régimen sea capaz de exterminar a los mapuches y proscribir al kirchnerismo, lo que tiene que dejar afuera el Felino Macri es el pueblo que ayer fue a la Plaza.
Los dejará afuera aunque estén en la Plaza, en el ARA San Juan, en territorios Mapuches, con los
¡Es maravilloso la sensación de seguridad que da pensar que un sicópata de uniforme te puede pegar un tiro por mapuche, por zurdo, por pelado o por tener una pantarta contra el ajuste o protestar por no tener trabajo! Porque en la Argentina Amarilla los derechos son de Benetton, Lewis y otros chupasangre socios del Felino, los demás, somos desaparecidos.
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