Hoy nos dedicamos al rey del ragtime, el texano que, con obras como Maple Leaf Rag y The Entertainer, creó arquetipos de gran repercusión de los que procede prácticamente todo el ragtime y el swing posteriores. Joplin tuvo una invaluable influencia en la música estadounidense del siglo XX, desde el jazz hasta la música clásica, pasando por el rock.
Le ocurrió prácticamente lo mismo que a James P. Johnson, a quien conocimos hace unos meses, pues a pesar de todo su éxito popular, Joplin se esforzó para que lo tomaran en serio fuera de los géneros que lo habían hecho célebre, porque sus experiencias en el campo de la ópera, como Treemonisha, acabaron en fracaso mientras vivió.
No obstante, siempre estuvo convencido de que llegaría su momento; dos años antes de fallecer afirmó: «Apreciarán mi música cincuenta años después de mi muerte». Acertó por poco. Recuperada en 1970 gracias al pianista Joshua Rifkin para el sello clásico Nonesuch, la música de Joplin alcanzó fama mundial a causa de su inclusión en la banda sonora de El golpe (1973), película de George Roy Hill (protagonizada por Paul Newman y Robert Redford) que ganó 7 premios Óscar. Joplin recibió un Pulitzer a título póstumo y Treemonisha, para que se enteren, fue representada con gran éxito en 1972.
Hace tiempo que esperaba tener un espacio para colar los rags de Joplin, con sus sinuosas frases de dieciséis compases, sus burlonas melodías, sus manos derechas descaradamente maliciosas y sus síncopas vertiginosas. Hay tanto donde elegir que podemos guiarnos por nuestro estado de ánimo, y como julio es el mes de los gladiolos, creo que este Rag del gladiolo viene pintiparado.
Clemency Burton-Hill
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