Escuchar música se considera como una actividad gratificante en todo el mundo, pero existe una gran variabilidad individual: desde personas que prácticamente no podrían vivir sin la música, hasta personas que no obtienen ningún placer de ella. Es que la música evoca emociones y sensaciones de placer en la mayoría de las personas, desde las obras sinfónicas hasta el heavy metal, la música de todos los géneros tiene la capacidad de tocar las cuerdas de nuestro corazón, sin embargo, a un 5 % de la población esto no les sucede. Una investigación muestra que algunas personas son más susceptibles y emocionales que otras al poder de las canciones. Publicado en Journal of Neuroscience, el estudio revela diferencias en la estructura de la materia blanca en ciertas regiones cerebrales, que determinan por qué algunos llegan a emocionarse tanto con el sonido de la música (al punto de erizarse los pelos), mientras que para otros es una experiencia menos intensa.
La inspiración para esta investigación llegó cuando un equipo de científicos de la Universidad de Barcelona (UB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (UB-IDIBELL) comenzaron a investigar una condición llamada anhedonia musical, que se refiere a la incapacidad de sentir placer al escuchar música, a pesar de poder disfrutar de otros estímulos gratificantes como la comida y el sexo.
El objetivo de la nueva investigación fue averiguar si la sensibilidad a la música se veía determinada por cómo se conectan las áreas de procesamiento perceptivo y las áreas del circuito de recompensa. El experimento se hizo con 38 voluntarios sanos utilizando la técnica de resonancia magnética por difusión, que permite reconstruir la estructura de la sustancia blanca cerebral, es decir, los haces de sustancia blanca que conectan las diversas regiones cerebrales.
Anhedonia musical específica, la condición cerebral que hace ser indiferente a la música
Los investigadores reclutaron a 38 voluntarios, alrededor de un tercio de los cuales sufrían de anhedonia musical, y utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear sus cerebros mientras escuchaban música clásica. Al mismo tiempo, a los participantes también se les pidió que indicaran cuánto disfrutaban la música en una escala del uno al cuatro.
Los autores del estudio estaban particularmente interesados en observar la materia blanca que conecta ciertas áreas de la corteza auditiva con el centro de recompensa del cerebro, para tener una idea de cómo estas regiones se comunican entre sí en las personas con anhedonia musical.
La anhedonia musical se caracteriza por una indiferencia al estímulo de la música. El reciente estudio descubrió que puede deberse a un bajo nivel de conectividad entre dos áreas particulares del cerebro.
Los resultados mostraron que las diferencias individuales en la cantidad de placer derivado de escuchar música se correlaciona con el nivel de conectividad entre una parte de la corteza auditiva, llamada corteza auditiva supratemporal, y el estriado ventral, que forma parte del circuito de recompensa del cerebro. Justamente, encontraron en las personas con anhedonia musical una actividad muy baja en una estructura llamada estriado ventral, que conecta el propio núcleo accumbens con la corteza auditiva.
Los participantes que sufrían de anhedonia musical tenían menos materia blanca conectando estas regiones cerebrales particulares, que aquellos que no tenían la condición, lo que indica que este flujo de comunicación es responsable de nuestra capacidad de disfrutar del sonido rítmico.
La estructura de la sustancia blanca del cerebro refleja la sensibilidad musical. La conectividad de la sustancia blanca, el tejido a través del cual se comunican las distintas áreas del sistema nervioso central, es clave para entender por qué nos gusta o no la música. Además, confirma que para que las personas sientan placer musical es necesario que las estructuras cerebrales relacionadas con la recompensa a los estímulos trabajen conjuntamente con las vinculadas a la percepción
Además, un grupo de 15 personas con una sensibilidad especialmente alta a la música mostraron el efecto contrario, al tener una actividad cerebral muy grande en esa misma región.
El autor del estudio, Josep Marco-Pallarés, dijo que este hallazgo explica «por qué hay una anhedonia específica para el estímulo de la música, pero no para otros estímulos como los juegos o la comida, que podrían tener otras aplicaciones para la comprensión de patologías relacionadas a ciertas adicciones, o para el tratamiento de varios trastornos psicológicos».
Si te has dado cuenta de que la música no es tu placer, podrías explicarlo con una falta de conectividad entre tu corteza auditiva supratemporal y tu estriado ventral. O tal vez exista la posibilidad de que no estás escuchando la música que realmente despertará tu sensibilidad.
Pregunta... ¿hay algún cabezón con anhedonia musical?
Fuente: IFLScience
Más información en castellano: Investigación y Ciencia
El objetivo de la nueva investigación fue averiguar si la sensibilidad a la música se veía determinada por cómo se conectan las áreas de procesamiento perceptivo y las áreas del circuito de recompensa. El experimento se hizo con 38 voluntarios sanos utilizando la técnica de resonancia magnética por difusión, que permite reconstruir la estructura de la sustancia blanca cerebral, es decir, los haces de sustancia blanca que conectan las diversas regiones cerebrales.
Anhedonia musical específica, la condición cerebral que hace ser indiferente a la música
Los investigadores reclutaron a 38 voluntarios, alrededor de un tercio de los cuales sufrían de anhedonia musical, y utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear sus cerebros mientras escuchaban música clásica. Al mismo tiempo, a los participantes también se les pidió que indicaran cuánto disfrutaban la música en una escala del uno al cuatro.
Los autores del estudio estaban particularmente interesados en observar la materia blanca que conecta ciertas áreas de la corteza auditiva con el centro de recompensa del cerebro, para tener una idea de cómo estas regiones se comunican entre sí en las personas con anhedonia musical.
La anhedonia musical se caracteriza por una indiferencia al estímulo de la música. El reciente estudio descubrió que puede deberse a un bajo nivel de conectividad entre dos áreas particulares del cerebro.
Los resultados mostraron que las diferencias individuales en la cantidad de placer derivado de escuchar música se correlaciona con el nivel de conectividad entre una parte de la corteza auditiva, llamada corteza auditiva supratemporal, y el estriado ventral, que forma parte del circuito de recompensa del cerebro. Justamente, encontraron en las personas con anhedonia musical una actividad muy baja en una estructura llamada estriado ventral, que conecta el propio núcleo accumbens con la corteza auditiva.
Los participantes que sufrían de anhedonia musical tenían menos materia blanca conectando estas regiones cerebrales particulares, que aquellos que no tenían la condición, lo que indica que este flujo de comunicación es responsable de nuestra capacidad de disfrutar del sonido rítmico.
La estructura de la sustancia blanca del cerebro refleja la sensibilidad musical. La conectividad de la sustancia blanca, el tejido a través del cual se comunican las distintas áreas del sistema nervioso central, es clave para entender por qué nos gusta o no la música. Además, confirma que para que las personas sientan placer musical es necesario que las estructuras cerebrales relacionadas con la recompensa a los estímulos trabajen conjuntamente con las vinculadas a la percepción
Además, un grupo de 15 personas con una sensibilidad especialmente alta a la música mostraron el efecto contrario, al tener una actividad cerebral muy grande en esa misma región.
Para responder a esta pregunta, un estudio del grupo de investigación Cognition and Brain Plasticity Unit (Universidad de Barcelona e Idibell) en colaboración con la Universidad de McGill (Montreal) demostró la existencia de una disociación entre el placer inducido por la música y aquél derivado de ganancias monetarias en una muestra de individuos sanos, sentando así el fundamento empírico para el fenómeno de la anhedonia musical específica. En concreto, demostraron que, cuando escuchaban música, la respuesta electrodérmica (es decir, la sudoración de los dedos) y el ritmo cardíaco de los individuos con anhedonia musical no se veían afectadas, a diferencia de lo que ocurría cuando ganaban dinero en una tarea de apuestas monetarias. Por lo tanto, había una respuesta fisiológica de estos individuos que corroboraba de forma objetiva su juicio personal de baja sensibilidad a la música, a pesar de que estos sujetos podían reconocer con normalidad las emociones transmitidas por la música y no tenían problemas de amusia (dificultades para procesar la música) o anhedonia general (incapacidad de sentir placer).Noelia Martínez Molina
El autor del estudio, Josep Marco-Pallarés, dijo que este hallazgo explica «por qué hay una anhedonia específica para el estímulo de la música, pero no para otros estímulos como los juegos o la comida, que podrían tener otras aplicaciones para la comprensión de patologías relacionadas a ciertas adicciones, o para el tratamiento de varios trastornos psicológicos».
Si te has dado cuenta de que la música no es tu placer, podrías explicarlo con una falta de conectividad entre tu corteza auditiva supratemporal y tu estriado ventral. O tal vez exista la posibilidad de que no estás escuchando la música que realmente despertará tu sensibilidad.
Pregunta... ¿hay algún cabezón con anhedonia musical?
Fuente: IFLScience
Más información en castellano: Investigación y Ciencia
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