Las cosas por su nombre. En tiempos de posverdad tecnologizada, donde el nivel social de alienación de la realidad llega a puntos máximos en la historia de la Humanidad, la batalla del lenguaje, la batalla por nombrar al mundo, por acercar las palabras a la verdad, deviene una batalla esencial si se pretenden ganar batallas en lo social, económico y político. Llamar a las cosas por su nombre: darles nombres a seres y objetos es esencial para su existencia, para identificarlos, para construir representaciones de los mismos. Por algo nos dan nombres cuando nacemos, desde épocas muy antiguas los individuos fuimos nombrados, por algo el cedro es cedro, el sauce sauce y el quebracho quebracho, no sólo árboles. Albert Camus condensó esta idea "mal nombrar un objeto es aumentar la desdicha de este mundo". Pero poco a poco palabras claves se fueron disociando de lo que pretenden designar, la democracia se distanció de pueblo, el "libre mercado" fue cada vez menos libre (en realidad, no lo fue nunca), los "nuevos libertarios" son fachos disfrazados y claman a los cuatro vientos el nuevo orden de la libertad (y ya que estamos recordamos el último disco de Los Natas), la democracia junto con las instituciones, la justicia, los medios y el estado de derecho son una farsa al servicio del 1% de la población, y el "capitalismo" nos "descapitaliza" de manera creciente, destruye nuestro capital social, nuestro capital medioambiental, nuestra propia Tierra.
Si en un sistema hegemonizado por la derecha ésta domina las definiciones, entonces es "dictadura" lo que ellos digan que lo es, y es "democracia" lo que les conviene. Distintos dispositivos de dominación abarcan una trama extensa, y tienen una importante potencia de captura idiotizante sobre la población. Potencia que podría hacer posible que la misma vote a su propio verdugo como Presidente del país, vamos que ha pasado muchas veces y en muchos lugares ¿o cómo podrían haber sido elegidos personajes como Trump, Macri o Bolsonaro, por citar solo a algunos cercanos y conocidos?.
Los poderosos, ese despiadado 1%, esa pandemia de hijos de puta, han hecho un trabajo largo y constante: formaron economistas, militares, jueces y comunicadores y ahora cosechan lo que sembraron: el neoevangelismo de la autoayuda en el marco neoliberal, o a veces lo llaman también "meritocracia": ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose, pero no se olvida de pedir "mano dura", recitando los credos de la neoBiblia del Nuevo Liberalismo.
Pero a la luz del pensamiento crítico son muy previsibles, tocando la misma sinfonía al unísono... su repentina sensibilidad por los derechos humanos cuando les conviene a los insensibles intereses, la búsqueda de la libertad por quienes aman el fascismo moderno (Sheldon Wolin, uno de los politólogos más reconocidos de los Estados Unidos, en "Democracia S.A." habla respecto a la estafa que es la democracia en su propio país, totalmente vacía, al punto que la llama "Totalitarismo Invertido"), o si no vayan a preguntarle a George Floyd que opina de los derechos humanos en Estados Unidos.
La apelación a la "libertad" es grotesca, más por parte de los que apoyaron cuanta dictadura o yugo neoliberal hubo y hay en nuestra región, o sus hijos y larvas pretendiendo algo mucho peor por venir. Esos son los neolibertarios de la derecha fascista, en un sistema político que es una farsa oligárquica al servicio del 1% de la población, a eso lo llaman "democracia", esa misma "democracia" que usan desde los EEUU como vara para el injerencismo global, siempre que no sean "demócratas" como Somoza, Franco, Pinochet, Videla o la monarquía saudita. Pero en el noticiero los malos son solo los talibán.
Si ahora vamos a ser los cruzados de los derechos humanos, empecemos a hablar en serio, y no según el recorte que nos prepara el Departamento de Estado, ese imperialismo "humanitario". El "humanitarismo" que en Argentina armó la payasada que inventaron del asesinato a Nisman mientras ocultan aún la verdad del atentado a la AMIA. Grotesco que todavía sigan vendiendo el mismo buzón. Un lazo diabólico une a los terroristas de toda laya y a las democracias occidentales.
Mucho se habla de los malos en boga, ya sean terroristas del ISIS, dictaduras venezolanas o las actuales estrellas diabólicas talibanes, pero al parecer nadie está muy preocupado por los presos sin juicio ni abogados de Guantánamo, por los asesinatos impunes de ciudadanos afro americanos en las calles norteamericanas, por lo que se descubrió en Canadá en relación a la experimentación con niños indígenas, o el racismo en la Unión Europea, y la denegación de derechos a los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo, o los derechos humanos en la Cisjordania ocupada por Israel, y también por los derechos humanos de los uigures en China, y las ejecuciones parapoliciales en las favelas brasileras o el gatillo fácil a los pibes de los barrios argentinos. O hasta la deuda asesina que hace poco tomó el macrismo en nombre del pueblo, 150 mil millones a corto plazo con intereses usurarios, un desastre aún si la guita no hubiera desaparecido. Pero de nada de eso se habla en los noticieros, lo formadores de opinión tienen otras cosas más importantes por las que desgarrarse las vestiduras.
Y cuando los chilenos salieron a la calle porque se cagan de hambre desde hace 30 años, la policía democrática, dirigida por los ministros democráticos, con el control de los jueces democráticos, le sacaron los ojos a la gente con esos balines de goma, democráticos ellos también. Pero en Colombia la democracia funciona mucho mejor, según un cálculo conservador por día matan 20 dirigentes sociales, políticos, simples vecinos que se quejan. Bombardean poblaciones, secuestran y matan a la gente por la calle. Gobiernos democráticos con las herramientas de la democracia. ¿Y del resto? ¿Qué me dicen de Brasil esa gran democracia occidental? Le dieron un golpe de estado muy democrático a la presidente, y después proscribieron a un candidato que podía darles problemas. 2 golpes de estado por el precio de uno, uno más democrático que el otro. Hablemos de Perú, una democracia moderna donde siempre hacen votar al mismo, distinto moñito, lo echan al año y vuelven a poner al mismo. Ahora tienen uno distinto y ya están pensando en el golpe de estado. Democrático, por supuesto. Ya tienen la experiencia de los golpes en Honduras o Paraguay, y de eso no hace mucho. Y también en Bolivia, que con la excusa de un fraude implantaron el mayor fraude posible, con ayudita de un tal Macri que brindó armas para tal fin.
Y como queremos las cosas por su nombre, dejamos bien claro que nuestras democracias son solo formales, democracias de cartón, y las democracias reales aún ni las conocemos, hasta ahora nunca ha existido, en la Historia de Humanidad, algo semejante como el gobierno del pueblo. Estará bueno poder ver algún día como ha de ser eso...
Esta nota es del 2018, y repite muchos elementos que he comentado antes.
— Marce (@Marci_acade82) August 22, 2021
Pero no me deja de asombrar que sea la misma BBC que no pueda de mencionar este fenómeno cada vez más creciente.https://t.co/gUx2ZOboZx
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