#Músicaparaelencierro. Un disco que tiene los momentos más hermosos creados desde hace mucho tiempo, este genial "Fireworker" se ha convertido para muchos en el mejor disco de sus más de 20 años de trayectoria de la gran banda noruega Gazpacho. Como es habitual también en ellos, han elegido un formato de álbum conceptual, esta vez versando sobre la idea de que la humanidad siempre ha sido controlada por una criatura infalible y omnisciente decidida a propagarse a toda costa (¿quizás sean los macristas, terraplanistas, fachos y globoludos de todo tinte y color?). Gira en torno a ideas ya tratadas como el aislamiento existencial en discos como "Night" o "Missa Atropos", el fatalismo de "Tick Tock" y "Soyuz" o las reflexiones teológicas y científicas de "Demon" y "Molok". Como sea, nunca dejan de proporcionar exámenes impresionantes de la condición humana, pero siempre hornamentado con la mejor música, emotiva, atmosférica, desafiante, experimental y extremadamente melódica y caótica al mismo tiempo, este es uno de los mejores discos del 2020 y un encuentro ineludible con la buena música. ¿Alguien dijo que el prog es frío? es poque no escuchó nunca a Gazpacho.
Artista: Gazpacho
Álbum: Fireworker
Año: 2020
Género: Crossover prog
Duración: 50:23
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Noruega
Abro el post con el cierre de la última reseña que copio aquí, para que sepan de qué va esto: "Fireworker es una experiencia que realmente cambia la vida, por lo que sería aconsejable apagar todas las luces, despejar su mente lo mejor que pueda y prepararse para conocer al Fireworker". ¿Les quedó claro?
La banda noruega riza aún más su propuesta y nos ofrece una nueva propuesta dentro del ya de por si amplio catálogo: cinco canciones en 50 minutos, y ya desde el comienzo abre con una majestuosa suite de casi 20 minutos y cierra con otra de más de 15. Si bien es cierto que ya habían compuesto canciones muy largas, nunca habían incluido dos en un solo disco. Fireworker esta pensado como un disco conceptual compuesto por una sola pieza de 50 minutos pero dividida en cinco para facilitar el trabajo al oyente.
Gazpacho son una banda enorme y con este nuevo disco nos demuestran lo que valen. Y vamos con alguos comentarios al respecto:
Desde las montañosas tierras del norte europeo, más concretamente en Noruega, llega el nuevo disco de Gazpacho, los genios del rock ambiental y atmosférico con el que parecen estar componiendo una obra de arte cada vez que se meten al estudio. Cinco nuevos cortes en cincuenta minutos, solo que las canciones de los extremos superan los quince. Su tranquilidad siempre les a proporcionado un toque muy personal en cuanto a instrumentación, pocas bandas cuentan tanto con, aparentemente, tan poco.
Sin duda es una música para escuchar y deleitarse con el uso de auriculares, con altavoces se disfruta, pero con los primeros se siente más profunda. Los teclados y violín le aportan un mayor trasfondo a la voz, que resulta ser su elemento más completo. La base rítmica se centra en un ritmo prácticamente plano de batería y bajo siguiendo al bombo, todo ello con una guitarra que alterna bastante el sonido, centrando la armonía en la voz y teclados.
El primer corte, “Space Cowboy”, de casi veinte minutos contiene todo lo descrito en el párrafo anterior, a pesar de ser un tema largo, no se hace pesado ya que la variación técnica les permite enfocarse en registros distintos en cada pausa. En realidad, se trata de cinco secciones con títulos independientes que juntas crean esa larga canción. Como su nombre indica, también se pueden notar líneas de teclado a lo rock espacial, sobre todo de la rama de los 70-80. Después le siguen tres pistas cortas, “Hourglass”, que puede resultar la favorita de mucho público debido a su ambiente evocador de piano al que se le suma una buena sección de estribillo coreado que recuerda a Porcupine Tree.
En el caso de la homónima, será la que mejor defina el trabajo y aparición de la batería, permitiendo que sobresalga más y aporte mayor repertorio que en el resto de temas. “Antique”, por su parte, centra sus esfuerzos en mostrar una faceta más oscura de su vocalista, obteniendo como resultado un corte mucho más sólido que los largos, todo está más comprimido, lo cual le aporta mayor fuerza y ataque sonoro.
Finalmente, los quince minutos y algo de “Sapiens”, que se divide en dos partes, saca el lado más agresivo de la banda, llegando la guitarra a mostrar sus garras con una distorsión fuerte y garajera. En la segunda sección se centran más en un rock ambiental muy en la línea de los islandeses Low Roar, con el claro parecido de la voz y los teclados.
En definitiva, es un disco muy apetecible. Después de veinte años de trayectoria discográfica el sexteto noruego sigue en forma, demostrando que con una música tranquila también se puede llegar a la gente. Buena producción y sonido final.
Nota: 8/10.
Pausado, repleto de belleza, coros, sorpresas, cambios, lírica y musicalemente excelsos. Melódico y explosivo al mismo tiempo, experimental con muy buen gusto, este es un banquete de lujo para los oídos, desde el principio al final del trabajo.
Los noruegos Gazpacho llevan 20 intensos años de carrera en los que se han hecho un nombre entre la vanguardia del art-rock atmosférico mundial.
El sexteto regresa con 'Fireworker' su nuevo larga duración que llega dos años después de impresionante 'Soyuz' de 2018. Estamos ante una obra hipnóticamente introspectiva en dividida en cinco capítulos. Ya que son cinco extensas piezas las que componen esta nueva obra, comenzando con "Space Cowboy", que abre el disco con casi veinte minutos de duración; una suite que está desde ya entre sus mejores composiciones. Desde el primer movimiento desgarrador y delicado, la parte central caótica, hasta su penúltima fase sinfónica y una salida estruendosa.
"Hourglass" es una elegante balada de piano, con cuidadas melodías y suaves toques orquestales. Se antoja seductora, regodeándose en su hermosura. Luego llega el primer sencillo y título del LP "Fireworker", con bastante gancho y emotividad. La que sigue se titula, "Antique" y es un corte de más de 6 minutos, misterioso y atmosférico. Hacen gala de su buen gusto y unos teclados que suenan gloriosos. El final lega con "Sapien", un corte de más de 15 minutos de duración. Otra pieza muy seria que tiene un hilo melódico central, por el que transita suavemente. Da una paz enorme, los 15 minutos se pasan volando.
Conceptualmente, el álbum sigue la tradición de la banda de combinar grandes dilemas filosóficos, estimular inclinaciones literarias y agitar inquietudes personales. En cierto modo, actúa como la culminación de los temas y técnicas que ha decorado colecciones anteriores. 'Fireworker' se presenta como el paraguas general bajo el cual se encuentran todos sus predecesores.
En resumen 'Fireworker' es una grata experiencia para los sentidos, un viaje evocador por un mundo sonoro fascinante.
Fue el último y virósico diciembre cuando presentaron este disco en formato streaming con una actuación de 70 minutos con el "Fireworker" en su integridad en su espacio de ensayo, en St. Croix, lugar histórico al sur de Oslo. No sé si se podrá contemplar todavía pero habrá servido a sus muchos seguidores para amenizar la falta de sus poderosos y detallistas conciertos hasta que puedan volver a salir a la carrera.
Como diría mi abuelo, esto es jamón del medio, si te lo perdés, jodete!
La escena del rock progresivo tiene
un traslape grande con la del “art rock” (A Perfecto Circle, TPT,
algunos álbumes de Porcupine Tree, Sigur Ros, Soup, etc). A veces se
confunden por lo bien ornamentalizados y profundos que pueden ser tanto
el prog-rock como el art rock; capaz y capaz de sonidos, conceptos y
emociones circulan cada etapa de sus álbumes cuando son bien tratados
esos géneros.
Sin embargo, hay bandas que sin
pensarse dos veces están en ambas categorías y se jactan de ello. En
otras palabras, toman conscientemente elementos del rock progresivo y lo
inundan de toda la estética del art rock. Entre ellas se encuentra sin
duda alguna Gazpacho. Ya con 10 álbumes de estudio y una trayectoria de
décadas, los noruegos regresan con Fireworker. Una entrega sumamente
ecléctica y abismal, su producción está fuera de serie. El concepto,
además, es cultural y psicológico. En palabras del tecladista Thomas
Andersen: “Hay una parte instintiva de ti, la cual vive adentro de tu
mente, separa de tu conciencia. Yo la llamo el trabajador del fuego
(`Fireworker´), o lagartija (`Lizard´) o el vaquero espacial (`Space
Cowboy´)”.
Empieza entonces la aventura con una
pieza… ¡de 19 minutos! Claro, los fans de Gazpacho sabrán de antemano
que esto es de esperarse con ellos. Sus canciones o piezas que en
conjunto tan largos movimientos son algo común en casi todas sus
entregas. Space cowboy nos sumerge desde el inicio a una cueva goteando.
El piano se vuelve el guía melódico, las capas de sonido empiezan a
aparecer, algunas de ellas nos acompañarán por el resto de la entrega.
La dulce voz andrógina de Jan-Henrik Ohme nos transporta a la melancolía
inicial del ¿Dónde estamos? ¿Qué debemos dejar, qué debemos hacer? Unos
coros empiezan aparecer para después sonar gigantes, tal si estuviesen
formados en una plaza anunciando un evento magno.
Las guitarras y cuerdas se hacen presentes ya en lo que nos
recuerda que estamos escuchando rock progresivo. El ciclo se repite
entre calmado y coros épicos. Un cambio súbito llega al mero estilo de
Gazpacho, donde las cuerdas de Mikael Krømer se hacen presentes junto
con bajos sintetizados que ponen la piel chinita. Voces en off,
recuerdos, murmuros; todo se vuelve un delicioso sueño. Cabe resaltar
que esta pequeña pieza fue el single que sacaron llamado Clockwork. Una
tercera parte se viene con guitarras mucho más pesadas, arreglos más
dramáticos para dejarnos caer en una calma baladezca en el final de una
épica pieza de prog para la posterioridad. Sin dudarlo dos veces,
cierran una vez más con los coros escalando en intensidad, una melodía
deliciosa de sintetizadores dan una textura increíble y se cierra la
primera parte del álbum. En un vinilo, esto sería todo un lado…
Descansando de las canciones de larga duración, Gazpacho nos
regala tres ráfagas de historias sobre la nomenclatura del instinto que
suprime a la voz, ¿o manda sobre ella? Hourglass empieza tranquila,
nuevamente con un piano como líder de la melodía. Los coros y el violín
son mucho más dóciles esta vez. Una buena manera de relajarnos antes de
la apuesta mucho más intrépida de Fireworker. La pieza homónima tiene
como eje ahora a la guitarra acústica con un sonido folklórico con riffs
y armonías con la eléctrica. Una batería y cuerdas al estilo de música
de cámara dan la pauta al ritmo cada vez más rico de la canción.
Jan-Henrik ahora canta un poco más libre, con una lírica que personaliza
al instinto al que le rendimos tributo.
La última de la triada de canciones cortas que une a las dos
largas es Antique. Esta recuerda más a las canciones estándar de
Gazpacho: una línea de bajo estable, un ritmo hipnótico y dinámico,
guitarras profundas y cambiantes, teclados inmersivos. Ya con la mente
en transe, llegamos al final. ¿Muy rápido? Bueno, no tanto. Porque es
otra brutal obra de larga duración, ¡ahora de 15 minutos! Sapien, ser
pensante que nos jactamos de ser; el lugar donde convive el instinto
agresivo y la/él que piensa sobre éste.
Un inicio relajado lleno de las atmósferas y pads
característicos de los noruegos nos llevan de la mano a experimentar el
ocaso del álbum. Las guitarras después toman la batuta del sonido
principal sonando más a rock que a otra cosa. Si pudiéramos tomar una
canción de Fireworker que mostrase la evolución sonora de Gazpacho hasta
hoy en día sin soltar a esencia que los distingue, Sapien sería sin
duda alguna la elección. Una odisea sonora de inicio a final, la cual,
si uno le da paciencia, puede ver lo hermosa que puede llegar a ser la
música contemporánea en el ámbito progresivo. La armonía del teclado de
Thomas Andersen nos hacen sentir el click estilo relojero de la guitarra
mientras las cuerdas acompañan majestuosamente la voz y letra de
Jan-Henrik. Y así, nos sueltan; dejándonos caer en el abismo de una
fenomenal y bien ejecutada observación musical.
Entre lo que se ha visto del 2020, Fireworker es sin duda de
las entregas más originales que han salido. Junto con Mosaic de Lesoir,
How Do We Want To Live? de Long Distance Calling, Eupnea de Pure Reason
Revolution y H+ de ALS, demuestra lo fresco e innovativo que avanza el
género que tanto nos ha regalado. Esperamos que en un año como este al
menos del lado del progresivo podamos continuar contentos.
5/5 Espectacular
Conceptualmente, el álbum sigue la tradición de la banda de combinar grandes dilemas filosóficos, estimular inclinaciones literarias y una inquietante confusión personal. En cierto modo, actúa como la culminación de los temas y técnicas que han decorado colecciones anteriores, combinando el aislamiento fatalista de Night y Missa Atropos; el drama narrativo desafortunado de Tick Tock y Soyuz; y las considerables contemplaciones teológicas / científicas de Demon y Molok. Más allá de eso, su premisa central (que la humanidad siempre ha sido controlada por una criatura infalible y omnisciente decidida a propagarse a cualquier costo) significa que Fireworker aparece como el paraguas general bajo el cual ocurren todos sus predecesores.
El tecladista Thomas Andersen aclara: “Hay una parte instintiva de ti que vive dentro de tu mente, separada de tu conciencia. Lo llamo el “Fireworker” o el “Lizard” o el “Space Cowboy”. Es una fuerza de vida eterna e ininterrumpida que ha sobrevivido a cada generación, con una nueva versión en cada uno de nosotros. Ha evolucionado junto con nuestra conciencia y puede anularnos y controlar todas nuestras acciones “. Para lograr que hagamos lo que quiere, aclara, el “Fireworker” silenciará las partes de nuestra mente que sienten asco o remordimiento para que no podamos detenerlo. Andersen señala que la parte consciente de nuestra mente en realidad “racionalizará y legitimará” esos pensamientos y acciones para que nunca descubramos a la bestia detrás de escena. No importa cómo nos sintamos en términos de identidad, logros y valor, todos somos simplemente recipientes, o “Sapiens”, que la criatura usa hasta que ya no nos necesita. “Si juegas”, explica Andersen, “te recompensará como a un cachorro y te hará sentir fantástico; si no lo hace, lo castigará severamente “.
Al igual que Night, Fireworker es un solo “viaje” dividido en cinco capítulos, pero destinado a ser apreciado de una vez. Esta vez, sin embargo, el protagonista recurrente de Gazpacho está investigando la colmena laberíntica de su propia psique para entablar una confrontación tipo Bergman con el “Fireworker”. Este viaje incluso está representado por la portada de Wimmelbilder, que, como de costumbre, fue diseñada por el colaborador Antonio Seijas y representa “los miles de millones de neuronas que crean la cueva de la mente”.
Fireworker declara su dominio hipnótico de inmediato a través de “Space Cowboy”, una suite lateral cuyo lirismo siniestro (“El parásito / Que vive en mí / Asesinato palabras / Desde donde me detengo / Y respira / Nos estamos mordiendo la cola / El ciclo comienza “) es una de las muchas razones por las que se encuentra entre las mejores composiciones de Gazpacho. Desde su primer movimiento desgarrador delicadamente delicado y su pieza central caótica, hasta su penúltima fase sinfónica penosamente y su estruendosa salida, es una obra maestra en sí misma, que consolida cuán vivaz, evocador e imaginativo permanece Gazpacho después de todos estos años.
A partir de ahí, la secuencia sigue siendo igual de seductora, excéntrica y hermosa. En particular, “Hourglass” es una magnífica balada para piano que evoca March of Ghosts en su fusión de melodías acogedoras y suaves toques orquestales. Eso da paso a las capas de lucha y ganchos pegadizos del primer sencillo y título de la banda “Fireworker”. Oportunamente, “Antique” se hace cargo del misterio angelical y el álbum más cercano “Sapien”, hace eco del rango dinámico y el alcance épico de “Space Cowboy”, lo que resulta en un final impresionante que lo envuelve en arreglos deliciosos y realizaciones existenciales conmovedoras.
Naturalmente, la carrera de Gazpacho ha estado llena de grandes actuaciones y elogios brillantes. Además de emitir tres magníficos LP en vivo (A Night at the Loreley de 2010, London de 2011 y Night of the Demon de 2015), ¡han tocado en festivales como Be Prog! My Friend, Night of the Prog, Midsummer Prog Festival y Cruise to the Edge, donde deleitaron al público junto a hermanos excepcionales como iamthemorning, Anathema, Pain of Salvation, Caligula’s Horse, Riverside, The Neal Morse Band y Steve Hackett. Como era de esperar, sus registros se han recibido con una recepción igualmente entusiasta; por ejemplo, su declaración anterior, Soyuz de 2018, obtuvo elogios superlativos de publicaciones como PROG, Echoes and Dust y Louder than War.
Fireworker es una experiencia que realmente cambia la vida, por lo que sería aconsejable apagar todas las luces, despejar su mente lo mejor que pueda y prepararse para conocer al Fireworker.
Lista de Temas:
1. Space Cowboy (19:41)
2. Hourglass (4:15)
3. Fireworker (4:41)
4. Antique (6:24)
5. Sapien (15:22)
Alineación:
- Jan Henrik Ohme / vocals
- Thomas Alexander Andersen / keyboards
- Jon Arne Vilbo / guitars
- Mikael Krømer / violin, mandolin
- Kristian "Fido" Torp / bass
- Lars Erik Asp / drums, percussion
Excelente disco, muchas gracias
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