The Velvet Underground - The Velvet Underground & Nico [45th Anniversary Deluxe Edition] (1967 - 2012)
Empezamos la semana presentando
una edicion Deluxe que aterriza en el blog cabeza gracias a
LightbulbSun. Siendo "The Velvet Underground & Nico" el primer álbum
de estudio de la banda, lanzado en 1967 con la colaboración en las
voces de la cantante alemana Nico, mítico disco y producto vanguardista
(epitomizado por los experimentos de John Cale) que fue realizado en la
factoría pop del artista Andy Warhol, productor del álbum de casi todos
los temas y diseñador de la famosa portada bananera. Así que empezamos, como lo tratamos de hacer cada semana, con un disco importante, y este es uno de esos...
Año: 1967
Género: Rock psicodélico experimental / Art rock
The Velvet Underground fue una banda de rock estadounidense, activa entre 1964 y 1973, formada en Nueva York por Lou Reed y John Cale, quienes también alcanzaron el éxito como artistas solistas.Wikipedia
Aunque experimentando poco éxito comercial juntos, la banda es a menudo citada por muchos críticos como uno de los grupos más importantes e influyentes de la década de 1960. En una entrevista en 1982, Brian Eno declaró repetidamente que mientras el primer álbum de Velvet Underground pudo haber vendido sólo 30000 copias en sus primeros años, «todos los que compraron uno de esos 30000 ejemplares comenzaron una banda».
Andy Warhol fue el mánager de The Velvet Underground y fue la banda invitada en su estudio, The Factory y de sus eventos en Exploding Plastic Inevitable. Las provocativas letras de algunas canciones de la banda dieron una perspectiva nihilista a algunos de su música.
Su álbum debut de 1967, The Velvet Underground & Nico (junto con la cantante alemana Nico), fue nombrado el decimotercero Mejor Álbum de Todos los Tiempos y el más «profético álbum de rock jamás hecho» por Rolling Stone en 2003. En 2004, Rolling Stone clasificó a la banda Nº 19 en la lista de los «100 Mejores Artistas de Todos los Tiempos». La banda entró en el Salón de la Fama del Rock en 1996, por Patti Smith.
El álbum debut de The Velvet Underground, con su icónica portada de Warhol, fue un acontecimiento clave que dió vida a una estética que continúa hasta el día de hoy, y que redefinió los límites del rock and roll, inventando la noción misma del rock alternativo, sentando las bases del grunge y todos los movimientos underground por venir.
Sin demasiado virtuosismo en la ejecución instrumental y vocal (con un Lou Reed de factura claramente dylaniana) el disco proyecta con brillantez sus aventurados y experimentales sonidos que tanto influenciaron a multitud de futuras corrientes musicales en desarrollos art rock o noise pop con bases psicodélicas.
La
temática del disco se centraba en tópicos como el uso y abuso de
drogas, la prostitución, el sadismo y masoquismo, y las desviaciones
sexuales, este trasfondo oscuro fue considerado revolucionario en su
tiempo. La música fue obra principalmente casi exclusiva del guitarrista
y cantante Lou Reed. La portada de la producción estuvo diseñada por el
propio Warhol, se trata de la imagen de un plátano pop con una
invitación a que se lo pele ("Peel slowly and see"). En diferentes
ediciones del álbum, incluida la primera, el plátano es una calcomanía
que tapa una imagen fálica ("plátano" rosado sin cáscara). La
contraportada de la primera edición contenía una proyección del show
Exploding Plastic Inevitable.
El álbum debutó en el puesto 171 entre
los álbumes más vendidos de la lista Billboard y desapareció de las
tiendas prácticamente de la noche a la mañana, fue muy poco exitoso
desde su lanzamiento, pero a la postre se convirtió en uno de los discos
más influyentes y aclamados por la crítica en la historia. En el 2003
la revista Rolling Stone lo colocó en el n.º 13 en su lista de "Los 500
mejores álbumes de todos los tiempos".8 En el 2006 un jurado compuesto
por expertos en preservación de música y sonido de los Estados Unidos la
anexó en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del
Congreso de Estados Unidos debido a su "significancia cultural o
histórica" en la vida estadounidense.
Wikipedia
Pocos
discos emblemáticos en la historia de la música popular fueron más
ignorados en el momento de su lanzamiento que el debut de la banda
neoyorquina apadrinada en sus comienzos por el famoso artista plástico
Andy Warhol.
Tal como
dijo el gran Brian Eno, cada uno que compró una de las 30 mil copias que
se vendieron, terminó formando una banda. Esta afirmación se refiere a
la influencia que tuvo este disco, y con el tiempo la ha multiplicado.
Como
parte del entorno de la Factory de Warhol, donde coincidía la
vanguardia artística de Nueva York que incluía a actrices, bailarinas,
modelos, escritores, pintores y músicos, se movían los jóvenes Lou Reed
(guitarra, voz), John Cale (viola, piano, bajo, voz), Sterling Morrison
(guitarra, bajo), Maureen Tucker (batería, percusión) y la modelo
alemana Christa Pfaffen, mejor conocida como Nico (manejada por Warhol),
quien participó como vocalista en cuatro canciones.
El
irlandés Cale ya tenía experiencia trabajando con La Monte Young, John
Cage, el movimiento Fluxus y el colectivo bautizado como Dream
Syndicate. Mientras, Reed poseía varias canciones y unos textos
inspirados en Raymond Chandler, Nelson Algren, William S. Burroughs,
Allen Ginsberg y Hubert Selby, Jr, mientras creaba su distintivo sonido
de la “guitarra ostrich”, que consistía en afinar todas las cuerdas en
la misma tonalidad para crear un efecto “drone”.
En abril de 1966,
Warhol y el ejecutivo de Columbia Records, Norman Dolph, pagaron las
primeras grabaciones en unos estudios poco fiables (Scepter Studios) en
Manhattan y les dieron libertad para grabar lo que quisieran.
La idea
de Warhol era que la Velvet formara parte del show Exploding Plastic
Inevitable que rodó por Estados Unidos y Canadá. Fueron cuatro días a un
costo que no superó los tres mil dólares (un aproximado de 22 mil $ de
2017).
John Licata y el propio Dolph se encargaron de grabar y a
pesar de la influencia de éste en Columbia, el sello rechazó la
grabación, tal como pronto hicieron también Atlantic y Elektra por
considerar inapropiadas las letras de Reed y no soportar la viola de
Cale.
En mayo, finalmente Verve (sello orientado hacia el jazz,
propiedad de MGM), gracias a Tom Wilson, aceptó distribuir el disco.
Tres de los temas fueron regrabados en dos días (“I’m Waiting for the
Man”, “Venus in Furs” y “Heroin«).
La edición del disco, sin embargo,
se retraso lo suficiente como para incluir otro tema, “Sunday Morning”,
que se grabó en noviembre de 1966. Pero aún faltaba más tiempo ya que
la impresión del arte de la carátula consistía en un dibujo de un
plátano con una especie de calcomanía que semejaba ser pelado al
jalarla.
Así lo había pensado Warhol, pero solo unos cuantos de los
primeros discos pudieron salir con la portada correcta, y ellos son
ahora un preciado objeto de colección. En sucesivas reediciones en vinil
y CD tampoco fue fácil incluir la idea original, aunque para la caja de
cinco discos, Peel Slowly and See y algunas reediciones limitadas, si
se incluyó ese diseño.
Las condiciones precarias en que se concibió y
grabó el disco nunca contribuyeron a aclarar quien en realidad lo
produjo. Cale siempre atribuyó la producción a Tom Wilson, diciendo que
Warhol en realidad no hizo nada más que poner algo de dinero y diseñar
la portada, aunque haya sido acreditado como productor en el disco.
Dolph,
que no aparece en los créditos, reconoció que Cale fue el verdadero
productor porque se encargó de la mayoría de los arreglos. Reed y
Morrison sí reconocieron que “el paraguas” de Warhol fue muy importante.
El
disco no se parecía a ningún otro del momento. Aunque 1967 era el año
de la psicodelia y casi todos los grupos se dejaron seducir por la
estética colorida, los Velvet Underground estaban en otra dimensión más
oscura.
Fue el año de Sgt Pepper de los Beatles y el debut de The
Doors (The Doors) y Pink Floyd (The Piper at the Gates of Dawn) Buena
parte de las bandas estadounidenses, incluso varias de Nueva York,
optaban por mudarse a la soleada California, una especie de tierra
prometida donde florecía la cultura de “paz, amor y música” y en la que
estaba por producirse el “Summer of Love” y el Monterey Pop Festival,
primer festival al aire libre de una serie que tuvo su pináculo con el
de Woodstock en 1969.
Velvet Underground era parte intrínseca de
Manhattan y su libertad intelectual. Nunca participó en esos concurridos
festivales, por lo cual se convirtió en una banda de culto. Las letras
tocaban tópicos sobre drogas, prostitución, sadomasoquismo y otras
formas de sexo, aunque también temas menos controversiales.
“I’m
Waiting for the Man” trata sobre los esfuerzos de un individuo para
obtener heroína; “Venus in Furs” está inspirada en la novela
decimonónica del mismo nombre que se adentra en diversas formas de sexo y
sadomasoquismo; “Heroin” narra la experiencia de consumir dicha droga y
la sensación de sus efectos; “Run Run Run”, también narra las
vicisitudes de algunos personajes cercanos a la banda en pro de droga.
Reed nunca tuvo la intención de crear controversia, sino solamente registrar esas experiencias.
A
pesar de estos temas de temáticas ciertamente sombrías, otras
composiciones contrastan abiertamente, y que fueron producto de la
observación de muchos de los personajes que frecuentaban la Factory de
Warhol.
“Femme Fatale” fue consecuencia de observar a Edie Segwick,
una de las consentidas de Warhol. La delicada “I’ll Be Your Mirror” fue
inspirada por Nico.
Por su parte, “All Tomorrow’s Parties”,
fue escrita a pedido de Warhol para describir los encuentros en su
Factory, aunque Reed ya tenía la idea desarrollada desde 1965.
“There
She Goes Again” tiene un riff inspirado en la versión que hizo The
Rolling Stones de “Hitch Hike”, original de Marvin Gaye.
La furiosa
“The Black Angel’s Death Song” fue una de las primeras piezas de la
banda, en la cual Cale incluyó su viola disonante y también se encargó
del bajo por la negativa de Morrison a tocarlo en este tema.
El
cierre es “European Son”, la más larga pieza del álbum y que está
dedicada al escritor Delmore Schwartz, mentor de Reed, quien
fatídicamente murió en julio de 1966, tres meses después de haberse
grabado. Puede considerarse como el punto de partida para otros temas
largos compuestos luego, como los 17 minutos de “Sister Ray”.
The
Velvet Underground and Nico fue ignorado durante mucho tiempo, hasta que
diez años después, en medio de la efervescencia del punk, su
importancia comenzó a ser destacada por algunos críticos y considerada
por cada vez más bandas.
La gran mayoría de los periodistas y
locutores de radio no se interesaron cuando el disco fue editado, quizá
porque era diferente, la poca repercusión comercial o a lo mejor por la
poca receptividad que mostraron los editores de revistas, dueños de
radios y promotores en general.
Su crudeza ahuyentó a muchos, pero
paradójicamente es ese valor intrínseco lo que a la larga lo convirtió
en un título imprescindible para todo listado que se precie con los
mejores discos de rock de la historia y en un indispensable para la
discografía de cualquier melómano serio.
La banda era en ese momento,
un diamante sin pulir y reflejó un momento único que luego ya no se
repitió aunque todavía atesoraran otros clásicos del rock.
Han pasado
más de cinco décadas y el poder de esas 11 canciones, grabadas de
manera rudimentaria y sin productor reconocido, es irrefrenable.
La
historia ha puesto en su lugar a este disco realizado por cuatro jóvenes
entre 22 y 24 años, con la sensual presencia de la modelo, actriz y
cantante Nico, de 28 años.
Cada nueva audición, no importa cuantas veces lo hayamos escuchado antes, es siempre sorprendente
Otro clásico del rock que hace su presencia en el blog cabeza...
El nacimiento del "otro rock": The Velvet UndergroundLeandro Mattanó
Todos sabemos que el rock and roll nació en Estados Unidos producto de una mezcla entre el blues, el gospel, y la música country, principalmente, y que los grandes bluesman, a fines de la década del 50 y principios de los 60, cruzaron el Atlántico, y fueron vistos por unos jóvenes adolescentes (Eric Clapton, John Mayall, John Lennon, Paul McCartney, Brian Jones, Keith Richards, Pete Townshend, Jeff Beck, Jimmy Page, etc.) que luego formaron grandes grupos y protagonizaron la famosa invasión británica.
Pero si bien este movimiento era el que sobresalía, no era el único que estaba gestándose.
A la par, en 1966, en Nueva York, y producto de una contrarrevolución cultural, urbana, cruda, realista, oscura y violentamente emocional, estaba naciendo algo totalmente nuevo.
Encabezada por Lou Reed y John Cale, aparecía en la escena avant-garde, una de las bandas más influyentes de la historia del rock: The Velvet Underground, si prefieren "El terciopelo subterráneo".
Tuvo una existencia efímera, pero su legado fue y es trascendental para entender "la otra mitad" de la música enrolada en la cultura rock. Es fácil decir ahora que es la banda de culto por excelencia, pero en su momento, paso desapercibida.
Cambio para siempre la forma y el modo de entender y crear la música. Era diferente a todo lo que había en la época: nada de hippies, se vestían de negro, usaban gafas negras, pelo corto, y no tenían nada que ver con el verano del amor, que explotaba en sus ojos.
Uno de sus pilares, neoyorquino hasta la médula, Lou Reed; el otro, John Cale, galés, pianista, guitarrista, sinfónico de la BBC, y graduado en música en la Universidad en Londres. Pero Nueva York lo hechizó, y ahí conoció al hoy viejo Lou.
Luego se cruzaron ambos con Sterling Morrison, y comenzaron a moverse en el ambiente universitario de Nueva York.
Y faltaba ella. Su batería. Fue el primer grupo en incorporar una mujer tocando ese instrumento: Maureen Tucker. Y el nombre de la banda, que según cuentan, viene del título de un libro de sadomasoquismo llamado "The Velvet Underground". Con Reed a la guitarra y voz, Cale al bajo, teclados y alguna guitarra, Morrison guitarras, y Tucker en la batería, nació la leyenda.
Tocaban por los antros del Greenwich Village, y en uno de esos (El Café Bizarre), en 1965, imprevistamente se les unió un bailarín con un látigo negro, que hizo una danza convulsiva delante de ellos. Era un miembro de la Factoría de Andy Warhol. A los Velvet le gustó, y ahí empezó un padrinazgo de la banda por parte de Andy Warhol, que si bien duró poco, revolucionó todo. Mirándolos esa noche, había una hermosa rubia alemana.
Las expectativas comerciales de la banda eran nulas. Y a Warhol se le ocurrió introducirlos a su factoría, para que pasaran a ser su número más importante. Poco tiempo después, se convirtió en su representante.
Les consiguió el sello (el mítico Verbe, que era de jazz, pero muy a pesar de todo los dejó grabar), y en la primavera del 66 la banda ingresó a grabar su primer álbum. Y Warhol les pidió, a cambio, que promovieran a la bella rubia alemana, que no era otra que Nico, dejándola cantar con ellos alguna canción.
¿Imagino que a esta altura sabrán cual es el disco no? Sí el de la banana. The Velvet Underground and Nico. Un disco revolucionario, inigualable, mítico, con unos sonidos que hoy parecen vulgares, pero que era la primera vez que aparecían en cualquier espectro sonoro.
La banda giraba con el "Explonding Plastic Inevitable" de Warhol, haciendo proyecciones de una película en la actuación, escenificación que luego llegó a los oídos de unos jóvenes Pink Floyd en Inglaterra.
El disco se grabó en 1966, pero se lanzó en marzo de 1967, para no hacer coincidir el lanzamiento con el "Freak Out" de los Mothers Of Invention de Zappa.
El sonido esto era lo nuevo: era experimental, tenía una fuerza desconocida, desgarradora, rock experimental, art rock. Eso tuvo el disco, fue pionero en todo, adelantado por lo menos una década a todo lo que vino después. Mucha distorsión de guitarra.
¡Y el arte de tapa! Una banana, icono del arte pop de Warhol, que se podía pelar de verdad en los primeros vinilos, con una leyenda que decía "pele despacio y vea" (antecedente inmediato del cierre de jean de Sticky Fingers de los Stones, también de Warhol Como ven, la Velvet siempre antes).
Y la temática: fue el primer disco de rock cuya lírica giró en base al sexo, drogas ("Heroin", emulando los sonidos del corazón, algo tremendo), travestismo, marginalidad urbana, ("Waiting for the man", donde una persona espera a su dealer, música de garage), perversiones y sadomasoquismo ("Venus in Furs"), paranoia ("Sunday Morning"), delirios ("Al tomorrows parties"); en fin, algo insólito e inimaginable en los años sesenta.
Nico, la rubia alemana, cantó tres temas: "Al tomorrows parties", "Femme fatale" y "Ill be your mirror".
Como era de esperar, el disco no lo compró ni escuchó casi nadie. Sólo unos pocos lo compraron, y aquí viene la famosa frase atribuida, nada más ni nada menos, que a Brian Eno: "No vendieron muchos discos, pero todo el que lo compró terminó formando una banda".
Luego vino "White light white heat", su segundo disco, ya sin Nico, más inaccesible todavía que el anterior, muy duro y saturado, con sonidos crudos, ruidosos, con un tema de 17 minutos ("Sister Ray") que es toda una descarga de sonidos.
Comenzaron las tensiones internas debido al poco reconocimiento de su obra porque Reed quería un sonido más accesible y Cale más experimental. Tucker y Morrison se pusieron del lado de Reed, y Cale se fue de la banda, y fue sustituido por Doog Yule. Las ambiciones vanguardistas de la banda se fueron con Cale. Y Lou Reed tomó el control absoluto del grupo.
Luego, dos discos más: uno, con el nombre solo de la banda, un álbum más calmo, intimista, y hasta con algunas baladas como "Candy says", "Pale blue eyes" y luego "Loaded", el tercer disco. El ultimo "Squezze", que no merece tenerse en cuenta ya que no estaban ni Cale y Reed.
El legado de la banda fue abrir un camino nuevo dentro de la música, un troncal más, que se llenó de bandas en los 20 años siguientes.
La influencia de TVU fue mucho mayor a lo que logró la misma cuando estaba en acción; en los ochenta, no había músico que no la reivindicara. Hasta algunos señalaron que su influencia fue igual a la de los Beatles.
Sentó las bases de infinidad de vertientes nuevas de rock, y de su cultura: el look de ropa negra y anteojos oscuros que se convirtió en el uniforme del post punk viene de la Velvet; las guitarras abrasivas de Television, Talking Heads, Patti Smith, vienen de la Velvet; la unión vanguardista de la ciudad de Nueva York, con la musca rock, viene de la Velvet; los looks estéticos de Duran Duran, Depeche Mode, y tantos otros grupos, viene de la Velvet; los juegos de luces y proyecciones en el rock, vienen de la Velvet; grupos como REM., Pixies, el rock oscuro de grupos como The Cure y Jesus an Mary Chain, le deben una gran reverencia a la Velvet.
La enumeración es infinita: sentaron las bases de movimientos como el glam rock, el punk y la new wave; los New York Dolls, The Ramones, The Heartbrakers, Blondie, Sonic Youth y cientos de grupos mas, quizás hubieran existido igual, pero no habrían sido lo que fueron, si 10 años antes, unos desconocidos no les hubieran abierto el camino por el cual debían transitar.
The Velvet Underground, o lo que es lo mismo: el nacimiento del otro rock. Si la conocés, disfrutala. Sino la conocés, descubrila.
He aquí otra versión de la misma película, digo... del mismo disco:
La banda se había formado en 1964, cuando Reed trabajaba para el sello Pickwick facturando como chorizos canciones que remedaran a los éxitos radiales. Como necesitaban músicos para las grabaciones, allí cayó Cale, un galés con nutrido background en la música vanguardista, quien se sorprendió cuando el guitarrista le mostró los temas que mantenía lejos de los oídos de los dueños de Pickwick: en lugar de pedirle a su chica que tomara su mano o narrar viajes entre fragmentos de colores, Reed le ponía banda sonora a un pico de heroína y a una sesión de sadomasoquismo.
Si Cale, que tocaba el bajo y la viola eléctrica, venía del lado culto de la música, Reed, que había estudiado letras en la Universidad de Syracuse lo hacía del de la literatura. Sin embargo, uno y otro tenían también mucha calle. Lo que en la Nueva York de 1967 implicaba convivir entre -y con- dealers, putas, travestis, racismo, estafadores, peep shows y una suerte de farándula decadente. Y mientras el resto elegía mirar para otro lado, la dupla comenzó a combinar esas temáticas con un rock que abrevaba en lo experimental y arriesgaba, quizá, más de lo debido. Morrison, viejo compañero de estudios de Reed, aportó su guitarra más “convencional” al combo. Tucker -que reemplazó a Angus McLise, el batero original- terminó de redondear el sonido único de la banda con su modo primitivo de tocar la batería.
El mundo estaba en otra, pero dentro de la Factory los ojos se abrieron cuando Paul Morrissey, mano derecha de Warhol, avisó que había encontrado a la banda ideal para un evento del artista plástico y cineasta. Poco después de conocerse las partes, allí estaban todos formando parte de “Andy Warhol’s Up-tight”, un espectáculo en el que VU tocaba mientras se proyectaban sobre los músicos dos películas al mismo tiempo, y Gerard Malanga, otro habitué de la Factory, bailaba haciendo rechinar un látigo contra el suelo.
El detalle para nada menor era que entonces ya estaba sobre el escenario Nico, la gélida belleza germana que Warhol le había impuesto a la banda. Para Morrissey, Reed no tenía presencia de frontman -bueno, en algo podía equivocarse, ¿no?- y esa rubia actriz vestida de blanco, en contraste con el “uniforme” negro del cuarteto, aportaba una imagen poderosa. La dama podía cantar, aunque le costara bastante, y ya había grabado un single, así que la adición podía funcionar.
Shows a los que no iba nadie, un viaje a California donde se estableció la pelea entre Reed y Frank Zappa, el cantante enamorado de Nico, Cale enamorado de Nico, noches de descontrol: la historia continuó hasta desembocar en The Velvet Underground & Nico, el disco que el domingo cumplirá 50 años. Ese mismo que, tanto por su temática poco apta para la radio como por problemas con su contratapa y el poco interés del sello para promocionarlo, pasó sin pena ni gloria en el momento de su lanzamiento.
Sin embargo, a menudo se lo cita como el disco debut más influyente de la historia del rock (para quien escribe, a la frase hay que sacarle la palabra “debut”). Brian Eno dijo en una entrevista que sólo 30 mil personas habían comprado ese álbum, pero que todas habían formado su propia banda. David Bowie, Iggy Pop, The Strokes, Sonic Youth, Patti Smith, Don Cornelio y la Zona, Nirvana, los Ramones, Television, El Mató a un Policía Motorizado, Kraftwerk, Pixies, Talking Heads, Jesus & Mary Chain, Jonathan Richman, Nick Cave, los Ratones Paranoicos, Belle & Sebastian y Joy Division están entre quienes se formaron bajo ese influjo, que venía escondido tras una banana que se pelaba en la tapa de un vinilo.
Warhol luego repetiría la idea con más suceso en la tapa de Sticky Fingers, de los Stones, pero con un cierre en el jean y el logo de la lengua cuando se abría. Pero la banana de The Velvet Underground & Nico se convirtió exactamente en lo que el artista del peluquín canoso quería sobre su producción: un icono pop que en muchos casos ni siquiera se asocia con el disco ni la banda. De todos modos, Warhol fue crucial para que el álbum pudiera existir, porque sin su aura VU no le habría interesado a ningún ejecutivo discográfico de la época. Eso sí, el cargo de “productor” que figura en la contratapa no tiene mucho que ver con lo que tradicionalmente implica esa figura: sólo se limitó a verificar que el grupo pudiera grabar como se le cantara.
The Velvet Underground & Nico le pone sonidos a un descontrolado infierno urbano, sí, pero es un universo más amplio del que habitualmente se tiene en cuenta al repasar su influencia: la particular mirada de Reed abarca una miríada de relaciones humanas, desde un amor adulto hasta la transa de drogas. Esa poesía con sabor a cemento, noche y basura acumulada en la vereda generó una obra única cuando se cruzó con el vanguardismo sonoro de Cale, las guitarras ubicuas de Morrison, la percusión machacante de Tucker y la voz cavernosa de Nico.
Lo paradójico es que el disco arranca en la mañana del domingo (“Sunday Morning”), cuando las perversiones de la noche anterior necesitan de una pausa para recobrar bríos; cierta dulzura melancólica se trasunta en la voz de Reed, mientras el sol se filtra por las rendijas. Entonces, si el presente es ese nuevo amanecer, ¿por qué no pensar a todo lo que sigue como poderosos flashbacks, de esos en los que el pasado reciente se confunde con el que no lo es tanto? Porque enseguida el ritmo trepidante de “I’m Waiting for my Man” pone al cantante en Harlem con 25 dólares en la mano, esperando para comprar heroína, mientras la banda sigue los dictados de Tucker.
Nico hace su primera aparición para cantar “Femme Fatale”, tal vez un guiño perverso de Reed escondido en la aparente simpleza y calma pastoral de la melodía: la actriz que él no quería en el grupo termina cantando sobre una dama que va a hacer sufrir a cualquiera que la ame. Y de ahí a las brillantes, brillantes botas de cuero de “Venus in Furs”, con título y temática sacados de la obra de Leopold von Sacher-Masoch (el propio nombre del grupo tiene que ver con el sadomasoquismo), y la viola de Cale abriéndole nuevos horizontes al rock.
Más transa: “Run Run Run” vuelve a la calle en busca de heroína, esta vez en plan más descriptivo del entorno y los personajes (Margarita Passion, Seasick Sarah, Beardless Harry), a la manera de lo que más tarde Reed haría en “Walk on the Wild Side”. La cara A del vinilo cierra con “All Tomorrow’s Parties”, la favorita de Warhol, en la que Nico se erige en estatua de hielo mientras Reed divaga libremente con su guitarra sobre una base monolítica.
El lado B arranca con “Heroin”, la canción que fue descripta como el soundtrack de un pico de esa droga: los vaivenes de la melodía, siempre con la viola de Cale como elemento distintivo y la percusión en un segundo plano que estalla cuando la heroína hace efecto, acompañan el relato alucinado de un junkie que se siente “como el hijo de Jesús”. “Heroína, sé mi muerte / Heroína, es mi esposa y es mi vida”, se sobreexcita Reed mientras Cale lleva a su instrumento a un paroxismo caótico. “Gracias a Dios estoy tan bien como muerto”, dice el cantante hacia el final, que llega con la frase “Y supongo que simplemente no sé”.
“There She Goes” tiene coros que remedan (de modo muy neoyorquino) a los de los Beach Boys, en una de las canciones más “normales” del álbum, si no fuera porque describe a una dama que va a engañar al cantante con todos sus amigos y va a volar como un pájaro a la primera de cambio. La frase “deberías pegarle” habla más del Reed perturbado de esa época que del esposo amable que describe su viuda Laurie Anderson. Y la idea de esa ambigüedad se hace patente cuando Nico canta “I’ll Be Your Mirror”, una canción de amor hecha y derecha, en la que el amante se propone reflejar al otro. “En caso de que no lo sepas”, le dice.
“La idea aquí fue encadenar las palabras por cómo sonaban, sin un sentido en particular. Me encantaba el título”, escribió Reed en una nota al pie de la letra de “The Black Angel’s Death Song” incluida en su libro Between Thought and Expression. Esa suerte de cadáver exquisito compuesto a cuatro manos con Cale (y su viola, una vez más) también abre caminos posibles para la expresión rockera. Y uno de ellos es “European Son”, la canción que cierra el disco: poesía breve e inescrutable (dedicada al escritor Delmore Schwartz, mentor de Reed, que odiaba las letras de rock), y un maelstrom sonoro que prefiguraba el noise y buena parte del rock experimental que vendría en el futuro. Acoples, platillos que caen al piso, una guitarra enfebrecida, riffs que aparecen y se van: de cómo una zapada se convirtió en influencia clave en la historia de la música.
Y entonces el flashback termina, la púa queda cerca de la etiqueta azul de Verve (un sello de jazz, increíblemente), y la sensación de que acaba de ocurrir algo diferente se multiplica. Para los 30 mil que lo compraron cuando salió o para el que ahora, por esas cosas de los aniversarios, decide darle play por primera vez en su servicio de streaming. Incluso para quienes hayan procesado todo lo que vino después gracias a su influencia, The Velvet Underground & Nico continúa siendo un disco actual, moderno, con un ímpetu que muchos intentaron replicar y se quedaron en el camino. Pasó medio siglo, pero en cualquier momento va a volver a ser una mañana de domingo.
Pero hasta en la más cara escena del art rock se cuecen habas y como el diablo del consumismo mete la cola en todos lados, la banana terminó metida en el culo del arte y como ícono del tecnocapitalismo, lo que provocó la ira de los artistas... veamos el caso...
La mítica banda neoyorquina ha tomado acciones legales para intentar evitar que la banana que Andy Warhol diseñó para ilustrar la portada de su primer álbum sea usada para productos de Apple, como fundas y mochilas para iPads y iPhones. La banana en cuestión aparece en el primer álbum de The Velvet Underground, publicado en 1967 bajo el paraguas de Andy Warhol, que prácticamente impuso a la joven banda la colaboración de Christa Päffgen, alias Nico, una de las protegidas de su Factory.www.europapress.es
La portada de un álbum es quizás la manifestación más tangible del profundo, si bien algo tormentoso, amorío que existe entre las artes visuales y la música. En ese contexto, el romance del siglo lo protagonizaron Andy Warhol y The Velvet Underground, razón por la cual, con miras a introducir una serie de nuevos escritos en esta sección, se me hace inevitable re-visitar la famosa portada que el artista hizo para el disco The Velvet Underground & Nico. A pesar de que mucho se ha hablado ya de esta, la ironía presente en su historia deja entrever que en este tipo de colaboraciones existen intereses que van mucho más allá de la música...lolamallach
La portada en si es una estampa icónica del pop art warholiano: un grabado de un banano amarillo sobre un fondo blanco, el nombre de la banda en letras negras y, por supuesto, la firma del artista, a manera de imprimir credibilidad y visibilidad a una banda que realmente era desconocida. En las ediciones originales del álbum, la frase “peel slowly and see” invitaba a pelar la cáscara amarilla para revelar en su interior un banano de color rosado , imagen-acción homo-erótica característica de Warhol. A pesar de que esto aumentaba los costos de impresión, MGM, la disquera a la cual Warhol eventualmente le vendió el disco, estuvo dispuesta a desembolsar el dinero, confiando en que el nombre de Warhol incrementaría las ventas.
No obstante, The Velvet Underground era lo más cercano al art-rock que podía existir en Nueva York en esa época y precisamente fue la conexión con el arte lo que hizo que la audiencia Rock & Roll no le prestara atención a la banda. Quizás también por esa misma conexión, es sumamente difícil, bajo los estándares de hoy en día, pensar en un álbum como The Velvet Underground & Nico como un producto “comercial”. Pero ese fue su propósito inicial, el cual realmente no llegó a cumplir en su totalidad.
Para Warhol, esta siempre fue otra aventura como comerciante, pues su propósito de incursionar en el mundo de la música era crear otro producto que, bajo su nombre y “branding”, llegara a tener reconocimiento artístico y comercial. The Velvet Underground fue la banda escogida, así como muchos otros de sus protegidos, quienes eventualmente serían descartados por Warhol una vez que cumplían con su propósito.
Al igual que su arte, todo era un producto funcionando dentro de un sistema económico.
Warhol trabajaba en su studio, apropiadamente llamado The Factory, bajo las mismas normas que rigen a una línea de producción dentro de una economía capitalista. En los 60s, el artista buscó, por medio de su arte y sus experimentaciones, democratizar la imagen y romper la frontera entre la cultura visual popular, o la imagen comercial, y la alta cultura asociada con el arte. Hoy en día, esto se lee como una crítica indirecta a ese mismo sistema de consumo (aunque honestamente este argumento es bastante debatible). La poética de este comentario se hace visible a través de esta icónica portada; es común encontrar carteras, camisetas, llaveros, iPod cases y más, estampados con la famosa imagen del banano amarillo, la cual se ha comercializado al punto de ser un producto de consumo que muchos ni siquiera asocian con The Velvet Underground.
Warhol estaría encantado.
Sin embargo, es inevitable preguntar si entonces, en ese sentido, el arte y la música, ¿permanecen y se multiplican? ¿o se diluyen y se pierden? He ahí la paradoja del existencialismo pop.
Más allá de los ipads bananeros, aquí tienen todo un legado de la cultura marginal y displaciente, ícono hoy vendido al corazón de Apple porque no le alcanzaba solamente con la manzanita. Fede nos comparte un disco que no podía faltar en nuestro catálogo cabezón, por su irreverencia, por su experimentación, por su visceralidad, y sobretodo por mirar más allá y abrir nuevas puertas...
01. Sunday morning
02. I'm waiting for the man
03. Femme fatale
04. Venus in furs
05. Run run run
06. All tomorrow's parties
07. Heroin
08. There she goes again
09. I'll be our mirror
10. The Black Angel's death song
11. European son
Alineación:
- Lou Reed / voz, guitarra solista y guitarra ostrich
- John Cale / viola eléctrica, piano, celesta en "Sunday Morning", bajo, coros
- Sterling Morrison / guitarra solista y rítmica, bajo, coros
- Maureen Tucker / instrumentos de percusión
- Nico / chanteuse, voz
Download: (Flac aportados por Fede, gracias!!!!)
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