Sobre las Trumpadas y la falsa y loca "Democracia" de EEUU. El imperio trastabilla con su propia medicina, al tiempo que la derecha perdió el discurso hegemónico -esto representa una crisis politica dentro del bloque dominante-, sus verdades están
cuestionadas y la pandemia prendió la mecha de la explosión de una
bestial derecha violenta que se alimenta de "las grietas", del sistema económico, de las redes sociales y donde la calle son vistos como "campos de batalla" (solo les faltó quemar un afroestadounidense en pleno Capitolio), mientras los poderes dominantes apelan a las fake news y una agresión constante (los medios de
comunicación corporativos se parecen cada vez mas a propaganda partidaria) ¿qué podría salir mal?. Si lo que pasa en EEUU hubiera ocurrido en cualquier otro país del mundo (¿se imaginan Rusia, China, Venezuela?), ellos ya estarían alentando una invasión militar para deponer a las autoridades y "restablecer la democracia", entonces digo yo... hasta que se resuelva el tema... podrían poner a Juan Guaidó como Presidente "encargado". ¿No?
¿Cómo hicieron estos tipos para llegar a ser primera potencia mundial?
Aclaro que no tengo simpatía alguna por ninguno de los bandos que disputaron la presidencia. Pero las bandas de ultra derecha y el golpismo ponen en cuestión los más elementales derechos, más allá de los fuertes rasgos antidemocráticos del régimen político yanqui en sí. Las instituciones capitalistas norteamericanas son las que han llevado a esta situación inédita.
Trump -quien mantuvo un discurso incendiario y esgrimiendo sus teorías conspirativas que arrastran a sus seguidores fanáticos- le quitó legitimidad a las elecciones denunciando fraude. A partir de
ese momento puso en marcha una operación política pidiendo recuentos y
luchando por electores para revertir la derrota, también permitió que
los grupos de derecha nacionalista salieran a la calle con la consigna
de frenar el fraude. Se podría decir que la locura y estupidez de Trump se desencadenaron totalmente desde que perdió también las elecciones; aunque antes de eso ya hablábamos de un fascista en toda regla (desde el mismo día en que ganó las elecciones). Con eso en mente, no fue realmente una sorpresa cuando miles de sus seguidores protestaran violentamente en Washington desde hace días.
Debido a los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, la alcaldesa de Washington declaró un toque de queda y Virginia envió tropas de la Guardia Nacional a la capital para ayudar a controlar las protestas. El propio Donald Trump ordenó a servicios de protección federales que se desplieguen en el Capitolio (perdón... ¿El mío no viene gracias a él, o me puedo algo?) . Antes, había bociferado ante la marea de locos a la que había convocado ante la Casa Blanca: "Después de esto, vamos a bajar caminando hasta el Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas. A algunos no los vamos a animar mucho porque nunca recuperaréis vuestro país con debilidad, tenés que mostrar fuerza y ser fuertes". Sus seguidores eran un bidón de gasolina y el delirante presidente tenía los fósforos.
La Revolución de los Payasos
Estos payasos ultraliberales que tomaron las calles, antiestado, antiimpuestos, supremacistas blancos, racistas y fanáticos religiosos terminan siendo la oposición al bloque de Clinton Obama ligado a Wall Street y la banca internacional. ¿Qué podría salir mal?.
Grupos de choque como los "Proud Boys" (Muchachos orgullosos) y "Latinos
For Trump" (¿Me dijo perdiendo de algo? extranjeros que apoyan a un movimiento que, entre otras cosas, fomenta el odio a los extranjeros, la homofobia, transfobia, el movimiento
feminista y la islamofobia... Definitivamente vivimos en un mundo extraño) convocaron desde las redes sociales a marcha. Una sociedad que no parece muy dispuesta a ir a fondo con los cambios: o elige los nuevos plutócratas, o elige a los de siempre.
Los Proud Boys se
dicen libertarios de derecha que apoyan la libertad de expresión, los
derechos de armas y los roles de género tradicionales: un club de
hombres de "orgullosos chovinistas occidentales que se niegan a
disculparse por crear el mundo moderno". Algo como par que tengan en cuenta pelotudos como el periodista Laje que, deprimido por la toma del Capitolio, mandó al aire que "asistimos a la argentinización de EEUU". Tengamos en cuenta que en el gran país del norte abundan los tiroteos en escuelas, los atentados contra políticos y hasta las agresiones a clínicas donde se realizan abortos. Podríamos agregar golpes terroristas en un edificio federal en Oklahoma City en 1995 que dejó 168 muertos y cientos de heridos.
Laje🤠: ..."la Argentinización de EEUU"
— SuperYO (@panano66) January 7, 2021
Como siempre, Capusotto ya lo había visto@eldestape_radio @arilijalad @rinconet @DanteForesi @LiliLopezForesi @PeriodistaPeron @saboridopeter @romerodiario @AleRuaTwit @e_scribbler @cyngarciaradio @VHMok @AliciaCastroAR @Peter_Capusotto pic.twitter.com/6D2qASQhgf
Justamente de esas estupideces tan repetidas por los periodistas y los medios es que trata la nota que copio a continuación (claro, y también Capusotto).
Los Países Serios
El peor sistema electoral del mundo, con voto voluntario, tantos sistemas de conteo como Estados tienen, con injerencia abierta del poder político en el escrutinio, sin justicia electoral, con colegio electoral formado en forma no proporcional a los votos populares, y vulnerabilidad al fraude de todos los modos y formas.
El mismo que hace cuatro años le permitió a un lunático como Donald Trump convertirse en presidente, y que cuatro años más tarde le retorna el poder a la élite política tradicional, ésta vez con ropaje demócrata; como expresión de una sociedad que no parece muy dispuesta que digamos a ir a fondo con los cambios: o elige ousiders totales, o elige a los de siempre.
Y si Trump es bizarro e impresentable y desconoce siquiera lo que es la democracia, recordemos que hace cuatro años llegó a ser presidente en buena medida por el hartazgo de una parte de esa misma sociedad, con la oferta electoral de los partidos tradicionales.
Si bien el proceso electoral más controvertido de la historia no terminó con una guerra civil como algunos amenazaban, a dos semanas de la asunción del nuevo gobierno el Congreso no pudo certificar los resultados de la elección y proclamar al ganador, porque una turba de Homeros Simpsons (algunos de los cuáles iban armados) azuzados por el candidato perdedor lo impidieron: un Tejerazo de milicianos irregulares, de esos que desconocen las autoridades del propio país con la que se envuelven, y en nombre del cual son enviados a la guerra en otros países y continentes lejanos.
Al mismo tiempo, los indicadores de Wall Street volaban entusiasmados porque vuelven los demócratas, que al parecer son sus grandes amigos: eso de la "suba del riesgo país" por convulsiones políticas y coso, es una gilada para consumo de los sudacas, que ellos jamás aplican de fronteras para adentro. Como lo de que no hay que emitir moneda en exceso, porque genera inflación.
Si lo que pasó y pasa en Estado Unidos hubiera ocurrido en cualquier país de América Latina, los Estados Unidos, directamente por sí o a través de sus embajadas, o a través de la OEA, su Ministerio de Colonias, estarían alentando una invasión militar para deponer a las autoridades y "restablecer la democracia" en ése país. Lo mismo vale para cualquier otro país del mundo que no sean ellos y que no se alinee con sus intereses, porque tienen el metro patrón de la democracia.
La decrepitud política de la hasta ahora -y como diría Marcelo Araujo, solamente por ahora- primera potencia mundial es inocultable, e indetenible, lo cual no es lo mismo que el inminente derrumbe del capitalismo ante el avance incontenible de las masas, como soñó la izquierda argentina cuando arrancaron las protestas del "Black Lives Matter" (¿Se acuerda? fue hace tanto, como unos meses). De hecho, si en algún lugar del mundo el capitalismo se deglutió a la democracia hace décadas, es en los Estados Unidos: allí los gobiernos se eligen por los ciudadanos, pero pertenecen a las empresas.
Su primacía económica y tecnológica está cuestionada por el ascenso de China, y no son pocos los que sostiene que en breve los superará, si ya no lo ha hecho. De modo que lo que hoy sostiene el peso específico de los EEUU en el mundo y su capacidad de presionar o imponer decisiones, es su aparato militar, y los dedos que pueden detonar las armas que nos lleven a todos puestos.
No su sistema democrático, no sus logros culturales (aunque la influencia de su "poder suave" no es desdeñable), no su ejemplaridad en defensa de los derechos humanos y, como dijimos, cada vez menos su poderío económico o su grado de desarrollo tecnológico: hoy por hoy se imponen -cuando y donde pueden imponerse- por el poder latente de los fierros, y en menor medida de las finanzas, porque ése poder está también cada día más diseminado en el marco de la globalización.
Elementos a tener en cuenta la próxima vez que alguien -un dirigente político, un periodista o medio, un "intelectual"- transite las habituales zonceras autodenigratorias para convencernos de que somos un país de mierda "mal visto en el mundo" y nos contraponga el ejemplo de "los países serios", empezando por los Estado Unidos.
O cuando cualquiera (en el gobierno o la oposición) nos plantee que tenemos que tener con ellos "relaciones carnales", o hacer seguidismo bobo de sus decisiones de política exterior disfrazando intentos de manotear los recursos naturales de un país de una cruzada por la libertad y la democracia.
Que linda yunta de locos ignorantes y estúpidos que gobiernan el mundo, no? Quédese el mundo tranquilo, la propiedad de los ciudadanos estadounidenses y la defensa de los intereses imperiales yanquis está fuera de discusión.
¿Qué podría salir mal?
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