Ambas, sindemia e infodemia, conforman un cuadro complejo que habrá que comprender para tomar decisiones acertadas. El término pandemia indica una enfermedad que afecta regiones extensas del planeta. Se han producido muchas pandemias a lo largo de la historia, algunas de las cuales con gran letalidad depararon la desaparición de una parte importante de la población existente. Así, a modo de ejemplo, podemos mencionar la peste bubónica producida por la bacteria Yersinia pestis que diezmó Europa en el siglo XIV; la viruela que dio origen a la primera vacuna descubierta por Edward Jenner en 1796; la mal llamada gripe española de 1918 que comenzó en Kansas, EE.UU., producida por una cepa del virus de la gripe H1N1; el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) producida por el VIH en la época actual; y en 2020, la pandemia producida por el coronavirus SARS-COV-2. Esto muestra que, si bien son poco frecuentes, estas megaepidemias han azotado a la humanidad desde tiempos remotos.
Por otra parte, una sindemia es la suma de dos o más epidemias o brotes de enfermedades concurrentes o secuenciales en una población con interacciones biológicas, que exacerban el pronóstico y la carga de la enfermedad. El término, que es un neologismo creado con la unión de las palabras sinergia y epidemia, fue acuñado por Merrill Singer, un médico antropólogo de la Universidad de Connecticut, a mediados de la década de 1990. Por entonces, Singer y su equipo investigaban el consumo problemático de sustancias en comunidades de bajos ingresos en EE.UU.; hallaron que muchos drogodependientes sufrían de una cantidad de otras enfermedades, como tuberculosis, enfermedades de transmisión sexual, entre otras, que los llevó a preguntarse cómo estas coexistían en el cuerpo.
El concepto de sindemia explica, entonces, que dos o más enfermedades que interactúan de manera sinérgica producen un daño mayor que la simple suma de sus efectos tomados aisladamente. En el caso de la COVID-19 esta consideración plantea la necesidad de estudiar la pandemia no como un hecho aislado sino en relación a una población con otras afecciones concurrentes dadas por la situación de vulnerabilidad social.
“Todas nuestras intervenciones se han centrado en cortar las vías de transmisión viral, para controlar la propagación del patógeno», escribió recientemente en un editorial Richard Horton, editor jefe de la prestigiosa revista científica The Lancet. “Por un lado –afirmó–, está el SARS-CoV-2 (el virus que provoca el covid-19) y, por otro, una serie de enfermedades no transmisibles. Y estos dos elementos interactúan en un contexto social y ambiental caracterizado por una profunda inequidad social”.
A su vez, una publicación realizada por 40 expertos en la revista The Lancet acuñó el término de “sindemia global” para referirse a tres pandemias que afectan a la mayoría de las personas en todos los continentes: obesidad, malnutrición y cambio climático. Las dos primeras son impulsadas por un sistema alimentario poco saludable e incluso insalubre, que tiene consecuencias tanto en el primer mundo (obesidad) como en el tercer mundo (malnutrición). El cambio climático, en tanto, si bien está más ligado al sistema económico, tiene un importante efecto en la seguridad alimentaria que potenciaría a las otras pandemias.
Dado todo esto, la infección por SARS-CoV-2 puede justificadamente ser llamada sindemia antes que pandemia. “La investigación sobre sindemias explora cómo múltiples enfermedades se agrupan en poblaciones; los factores sociales, políticos, económicos y ecológicos impulsan esos grupos de enfermedades y crean vulnerabilidades; y las condiciones de salud agrupadas interactúan a través de vías biológicas, psicológicas y/o sociales. Las intervenciones en sindemias se dirigen a patrones subyacentes de causalidad multidireccional para lograr resultados más saludables”, ha escrito recientemente el propio Merrill Singer, en un artículo cuyo título no deja el menor lugar a dudas: «Compañeros mortales. COVID-19 y diabetes en México». En el caso de la COVID-19, agregó: “vemos cómo interactúa con una variedad de condiciones preexistentes (diabetes, cáncer, problemas cardíacos y muchos otros factores), y vemos un índice desproporcionado de resultados adversos en comunidades empobrecidas, de bajos ingresos y pertenecientes a minorías étnicas”.
Además, y simultáneamente con la sindemia, se produjo una avalancha de información que circula por los medios informativos de radio y TV y por las redes sociales, referida a la existencia y el diagnóstico de la COVID. Esta sobreoferta de información es lo que se ha denominado infodemia y proviene de los términos “información” y “epidemia”, aludiendo a que es una cantidad de información que supera largamente la esperada en tiempos normales. El problema se agrava porque esta información muchas veces es falsa o proviene de fuentes poco confiables.
El investigador alemán Gunther Eysenbach, residente en Canadá, utilizó inicialmente el término infodemiología para referirse a la medición y el pronóstico de la calidad de la información que circula en la Internet sobre salud. Esto implica medir la oferta de información que aparece en los buscadores. Por otra parte, Eysenbach halló una correlación entre las búsquedas realizadas en Google con la aparición de casos de gripe. Es decir que relacionó los datos de demanda de información y los datos de incidencia de esta enfermedad, y mostró que fijándose en estas búsquedas se pueden predecir antes y mejor los acontecimientos de salud pública que con los tradicionales métodos de vigilancia epidemiológica, como los informes de médicos centinela.
El problema se agrava porque al exceso de información se suma la existencia de noticias falsas con información inexacta y carente de sustento científico. Este hecho, como indica un comunicado del Centro de Investigación en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI, CONICET-UNC) “confunde a la población y atenta contra el cumplimiento de las medidas que han demostrado, tanto en nuestro país como en el mundo, evitar la saturación del sistema de salud y las muertes que ello podría ocasionar”.
En síntesis, la enfermedad producida por la COVID-19, lejos de ser un cuadro gripal poco importante, se debe considerar como una sindemia, de mayor gravedad que una pandemia, y complicada por la existencia de una infodemia con gran cantidad de noticias falsas. Todos estos elementos deberán ser considerados para mejorar nuestra intervención desde los organismos de la Salud Pública.
Marta Fernández Iriarte y Jorge Pompei
Marta Alicia Fernández Iriarte es odontóloga, especialista en Odontología Legal, diplomada en Salud Pública, máster en Administración de Servicios de Salud, por la Universidad de Buenos Aires. Docente de la cátedra de Odontología Legal, Facultad de Odontología, UBA; y de las cátedras de Atención Primaria de la Salud I y II, Facultad de Medicina, Universidad Católica Argentina (UCA).
Jorge Pompei es médico especialista en Medicina Preventiva y Social, en Salud Pública y en Medicina Legal; máster en Administración de Sistemas y Servicios de Salud. Evaluador de la Comisión de Maestrías, profesor adjunto del Departamento de Salud Pública UBA, subdirector de la Carrera de Especialistas en Salud Pública Facultad de Medicina UBA y profesor de Salud Pública y de Educación para la Salud, Universidad Católica Argentina (UCA). Jefe del Departamento Técnico del Hospital General de Agudos Cosme Argerich GCBA.
Se formaron como comunicadores especializados en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM) de la Asociación Médica Argentina (AMA).
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