El ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie, en una charla que brindó en la Bolsa de Comercio de Córdoba, se despachó con una confesiones brutal: "si al presidente Macri lo tuvieran que votar en el exterior tendría un voto amplísimo. El gobierno del presidente Macri tiene un compromiso absoluto, muy duro para todos nosotros, algunos tienen más recursos en el bolsillo para afrontarlo, otros tienen menos y eso le da una enorme dureza al ajuste para poder llegar al objetivo que tenemos este año y que ya viene dando indicadores que vamos a poder cumplir". Pero, para su desgracia, las elecciones se realizarán aquí, y la inmensa mayoría de los votantes tiene muy en claro cómo han afectado a sus bolsillos, a su calidad de vida y a sus expectativas de futuro las políticas implementadas por el mejor equipo de los últimos 500 años. La frase dejó atónita a la audiencia, los mismos amarillos reconocen que Corporación Cambiemos ha gobernado en beneficio de los intereses extranjeros, a costas del interés general de los argentinos. No conforme con su definición, agregó: "Se han producido cambios que hacen parecida a Argentina a lo que hacen las economías en el resto del mundo". Debió aclarar que el mundo al que haría referencia no era el primero, ni siquiera el segundo. Los indicadores económicos de la gestión Macri colocaron a la Argentina a la cabeza del ranking del endeudamiento mundial, y precipitaron a la producción, el empleo y los niveles de ingresos a la retaguardia del denominado tercer mundo.
El estado terminal de la experiencia Flancito Macri como restauración neoliberal exime de mayores comentarios, por lo que deja de tener mucho sentido nuestro intento de tratar de sobrepasar el cerco informativo argentino; la realidad está sobrepasando el arsenal hipnótico con que atacan al pueblo. Pero ojo, el desbarranco del gobierno neoliberal de Corporación Cambiemos no significa mucho porque aquellos que tienen el verdadero poder nos seguirán garcando. Macri cae, el mejor equipo está en la lona, y nosotros tendremos que soportar el ajuste +ajuste +recontraajuste +altisima inflación espiralizándose +recesión. ¿Querían saber qué es una pesada herencia? Pronto lo van a conocer, pero en serio.
La economía argentina es siempre tema de debate. Mucho más en un año electoral y en un contexto de fuerte recesión donde los principales indicadores económicos (inflación, crecimiento, desigualdad, pobreza, desempleo y deuda externa), contrariamente a lo que afirmó el presidente Macri en la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso (más cercana a la literatura de ciencia ficción que al relato histórico), son todos, sin excepción, adversos.
Y como no se puede tapar el sol con la mano (pero sí uqe lo intentan!), el argumento oficial se centra y se apoya en varias afirmaciones que se nutren del sentido común instaurado por es Status Quo, muchas de las cuales no son nuevas ni tampoco son un invento argentino. Para poder explicar y dar un sentido político a la pésima situación social que exima por completo a las medidas de política económica adoptadas desde 2015, es necesario operar sobre la estructura discursiva de la realidad.
Repasemos algunas de ellas.
Una que se viene arrastrando de semestre en semestre es la "promesa de futuro": ahora estamos mal pero vamos a estar bien. Es necesario pasar por este tránsito, por este rito (neoliberal), por este camino lleno de espinas (que sólo pinchan a algunos) para encontrar la luz al final del pasillo. El argumento del sacrificio presente unido al paraíso futuro, presenta un fuerte y buscado contenido bíblico, que intenta transformar racionalidades en "actos de fe" o, lo que es lo mismo, ciudadanías en rebaños. Y, si por una de razones imprevisibles, "pasan cosas" siempre estará a mano un nuevo acto de fe para que el futuro e inevitable paraíso si no nos llega a nosotros al menos, llegue a nuestros hijos e hijas.
En términos económicos se nos dice que es necesario bajar el consumo (y por lo tanto el ingreso) presente para posibilitar el ahorro que financie a la inversión. Que es necesario ser un país serio, confiable y con seguridad jurídica que brinde un clima de negocios apto para que lleguen las inversiones. Que es necesario el equilibrio fiscal para reducir la inflación. Que es necesario que el país sea más competitivo. Traduciendo: apertura económica, libre flujo de capitales, devaluación, caída del salario real, jubilaciones, pensiones y asignaciones, flexibilización laboral, reducción del presupuesto público para educación, ciencia y salud, baja de impuestos para las clases acomodadas.
Otro discurso fuerte es que lo que nos pasa hoy en día es por haber "vivido por encima de nuestras posibilidades". Esto es, la conducta frugal y derrochadora que se tuvo como pueblo durante más de 12 años obligaría ahora al gobierno a revertir esa situación mediante un ajuste que no quieren pero deben hacer. Siguiendo el argumento bíblico, fuimos víctimas de un castigo o más bien de una "pesada herencia" que si bien primero se remontó a los últimos doce años, cuando estos fueron insuficientes, se extendió a los últimos setenta. Algo así como un pecado original, el pecado de intentar a través de proyectos interventores, domar al mercado salvaje. De este modo, no se pueden resolver en cuatro años los problemas de tan larga data por lo que se necesita de otro mandato.
Estamos mal, pero todavía podemos estar peor
Desde el inicio de la gestión amarilla se agita también el "fantasma Venezuela" que ocupa la primera plana de los principales diarios y canales de noticias con el doble objetivo de no ocuparse tanto de "lo que pasa acá" y, al mismo tiempo, de funcionar como "advertencia" de lo que va a pasar si no se sigue con este programa económico y este proyecto político. Ergo, la "corrupción populista" lleva así a una situación infinitamente peor de la que se vive hoy.
Por si no fuera poco que el gobierno amarillo haga -al mismo tiempo "campaña del miedo" pidiendo apoyarlo para no volver al pasado, mientras apela a herramientas de ese mismo pasado "populista" para intentar frenar la debacle electoral (paritarias, Ahora 12, precios cuidados, etc.), tampoco está claro que esa estrategia desesperada les termine dando resultados, como consecuencia de la dinámica propia del modelo económico que gestionan, y de los intereses que éste tutela; que exigen ganancias fáciles vía valorización financiera, depresión de los salarios en términos reales, y eventualmente rentas exportadoras extraordinarias vía aceleración de la devaluación del peso.
Nada indica que estemos a las puertas de una baja sensible y persistente de los altos niveles de inflación: por el contrario, en un año electoral la dolarización de inversiones y fuga de capitales tiene a acelerarse, y éste no será (no es, no lo está siendo) la excepción; a lo que hay que sumar que siguen aumentando los precios regulados directa o indirectamente por el gobierno: combustibles, servicios (en especial el gas en invierno), prepagas.
Suponer que en ese contexto, y en el de un alza de insumos esenciales como la luz, el gas, los combustibles o la prepaga que restan ingresos disponibles para el consumo o afectables para el crédito, alguien puede apostar a endeudarse para adquirir bienes durables es de un voluntarismo que no resiste un cotejo con la realidad cotidiana.
Desde la asunción del Felino Macri en 2015, se fugaron de Argentina unos U$S 133.313 millones, en concepto de todos los vericuetos financieros posibles, bicicleta, fuga, etc. Así que al dicho "Se robadon todo" les cabe la pregunta; ¿Y dónde está la plata del prestamo del FMI y todos los prestamos que tomaron?.
El cuadro descripto explica los resultados electorales catastróficos que vienen cosechando los candidatos del oficialismo amarillo en las provincias, tanto como la dinámica que está adquiriendo la estrategia de campaña de Corporación Cambiemos, exclusivamente basada en carpetazos, denuncias de corrupción de la gestión anterior y sobredimensionamiento de obras públicas puntuales, que no mueven el amperímetro.
El discurso de la corrupción como la causa de los males de la economía argentina
Uno de los relatos más difundidos y arraigada en buena parte de la población es, sin lugar a dudas, la corrupción: "estamos mal porque se robaron todo". Siguiendo este argumento, la llamada "lucha contra la corrupción y la impunidad" no sólo tendría un contenido moral sino que contribuiría a devolver a la economía al sendero de estabilidad y crecimiento.
Para desarmar el discurso de la corrupción, que desde el proyecto neoliberal amenaza no solo como llevarse puestos a algunos políticos sino principalmente a la "Política" como herramienta de transformación social, es necesario abordarla como mínimo desde una mirada instrumental y otra más conceptual.
Desde la primera perspectiva, pensar que el problema de corrupción es la raíz de todos los males es una falacia de composición que tiene la intención de ocultar (y preservar) las estructuras de poder y las políticas públicas afines a las mismas. Para desmoronarla basta con hacer el simple ejercicio mental de suponer que no existiera la "corrupción" (en el sentido restringido que circula en los principales medios masivos de comunicación y que el gobierno utiliza de latiguillo) y ver qué cambiaría al día siguiente en referencia a los problemas sociales y económicos profundos de larga data (desigual distribución del ingreso, restricción externa, fuga de capitales, abultada deuda externa, estructura productiva desequilibrada, matriz agroexportadora, pobreza estructural, desigual distribución de la tierra, por sólo nombrar algunas).
Lo dicho, lejos está de pretender ser una defensa de lo que el gobierno, buena parte del poder judicial y los medios de comunicación afines llaman corrupción al estilo "roban pero hacen". Por el contrario, repudiamos esa corrupción (que debe probarse y juzgarse para cada caso en particular) y, al mismo tiempo, la desvinculamos de los problemas económicos estructurales que, como veremos, tienen relación profunda con otro concepto de corrupción que nos interesa destacar y presentar como alternativo.
El proyecto neoliberal y sus actores vernáculos se corrompen, más allá de las mentiras y falsas promesas de campaña, más allá de sus negociados. Se corrompen estructuralmente, por creerse sede del poder, por separarse de los intereses populares, porque más allá de sus discursos, sus políticas benefician a unos pocos y perjudican a muchos: eso es corrupción estructural. Se corrompen en tanto expresión política de la actual fase contractiva y de retracción de renta agraria del proceso de acumulación de capital en Argentina (y en buena parte de la región).
La corrupción aparece como la forma de los males que afligen actualmente a la economía argentina y en particular, a la gran mayoría de la clase trabajadora que es la más castigada por la política económica cambiemita. La disputa, una vez más, está y estará, en el campo de lucha de los significados.
Default ideológico
Pero y finalmente, el solo hecho de que el gobierno esté planteando volver a generar un "kirchnerismo temporal" de fomento al consumo con perspectiva electoral marca también el absoluto default ideológico de Durán Barba (y de la ideología del neoliberalismo en estado puro), quien hasta acá nos venía vendiendo el buzón de que la gente ya no votaba más con el bolsillo, sino en base a sentimientos y emociones.
El Felino Macri no sólo nos ha sometido a uno de los mayores endeudamientos externos de la historia, sino que además es el más caro y el que más riesgo produce. La economía se ve sometida por el mismo a la mayor fuga de capitales, que en poco tiempo ha alcanzado a casi 70 mil millones de dólares. No hay economía que soporte esa doble presión y en poco tiempo sabemos cómo termina
Pero la culpa es del otro. Siempre.
El estado terminal de la experiencia Flancito Macri como restauración neoliberal exime de mayores comentarios, por lo que deja de tener mucho sentido nuestro intento de tratar de sobrepasar el cerco informativo argentino; la realidad está sobrepasando el arsenal hipnótico con que atacan al pueblo. Pero ojo, el desbarranco del gobierno neoliberal de Corporación Cambiemos no significa mucho porque aquellos que tienen el verdadero poder nos seguirán garcando. Macri cae, el mejor equipo está en la lona, y nosotros tendremos que soportar el ajuste +ajuste +recontraajuste +altisima inflación espiralizándose +recesión. ¿Querían saber qué es una pesada herencia? Pronto lo van a conocer, pero en serio.
La economía argentina es siempre tema de debate. Mucho más en un año electoral y en un contexto de fuerte recesión donde los principales indicadores económicos (inflación, crecimiento, desigualdad, pobreza, desempleo y deuda externa), contrariamente a lo que afirmó el presidente Macri en la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso (más cercana a la literatura de ciencia ficción que al relato histórico), son todos, sin excepción, adversos.
Y como no se puede tapar el sol con la mano (pero sí uqe lo intentan!), el argumento oficial se centra y se apoya en varias afirmaciones que se nutren del sentido común instaurado por es Status Quo, muchas de las cuales no son nuevas ni tampoco son un invento argentino. Para poder explicar y dar un sentido político a la pésima situación social que exima por completo a las medidas de política económica adoptadas desde 2015, es necesario operar sobre la estructura discursiva de la realidad.
Repasemos algunas de ellas.
Una que se viene arrastrando de semestre en semestre es la "promesa de futuro": ahora estamos mal pero vamos a estar bien. Es necesario pasar por este tránsito, por este rito (neoliberal), por este camino lleno de espinas (que sólo pinchan a algunos) para encontrar la luz al final del pasillo. El argumento del sacrificio presente unido al paraíso futuro, presenta un fuerte y buscado contenido bíblico, que intenta transformar racionalidades en "actos de fe" o, lo que es lo mismo, ciudadanías en rebaños. Y, si por una de razones imprevisibles, "pasan cosas" siempre estará a mano un nuevo acto de fe para que el futuro e inevitable paraíso si no nos llega a nosotros al menos, llegue a nuestros hijos e hijas.
En términos económicos se nos dice que es necesario bajar el consumo (y por lo tanto el ingreso) presente para posibilitar el ahorro que financie a la inversión. Que es necesario ser un país serio, confiable y con seguridad jurídica que brinde un clima de negocios apto para que lleguen las inversiones. Que es necesario el equilibrio fiscal para reducir la inflación. Que es necesario que el país sea más competitivo. Traduciendo: apertura económica, libre flujo de capitales, devaluación, caída del salario real, jubilaciones, pensiones y asignaciones, flexibilización laboral, reducción del presupuesto público para educación, ciencia y salud, baja de impuestos para las clases acomodadas.
Otro discurso fuerte es que lo que nos pasa hoy en día es por haber "vivido por encima de nuestras posibilidades". Esto es, la conducta frugal y derrochadora que se tuvo como pueblo durante más de 12 años obligaría ahora al gobierno a revertir esa situación mediante un ajuste que no quieren pero deben hacer. Siguiendo el argumento bíblico, fuimos víctimas de un castigo o más bien de una "pesada herencia" que si bien primero se remontó a los últimos doce años, cuando estos fueron insuficientes, se extendió a los últimos setenta. Algo así como un pecado original, el pecado de intentar a través de proyectos interventores, domar al mercado salvaje. De este modo, no se pueden resolver en cuatro años los problemas de tan larga data por lo que se necesita de otro mandato.
Estamos mal, pero todavía podemos estar peor
Desde el inicio de la gestión amarilla se agita también el "fantasma Venezuela" que ocupa la primera plana de los principales diarios y canales de noticias con el doble objetivo de no ocuparse tanto de "lo que pasa acá" y, al mismo tiempo, de funcionar como "advertencia" de lo que va a pasar si no se sigue con este programa económico y este proyecto político. Ergo, la "corrupción populista" lleva así a una situación infinitamente peor de la que se vive hoy.
Por si no fuera poco que el gobierno amarillo haga -al mismo tiempo "campaña del miedo" pidiendo apoyarlo para no volver al pasado, mientras apela a herramientas de ese mismo pasado "populista" para intentar frenar la debacle electoral (paritarias, Ahora 12, precios cuidados, etc.), tampoco está claro que esa estrategia desesperada les termine dando resultados, como consecuencia de la dinámica propia del modelo económico que gestionan, y de los intereses que éste tutela; que exigen ganancias fáciles vía valorización financiera, depresión de los salarios en términos reales, y eventualmente rentas exportadoras extraordinarias vía aceleración de la devaluación del peso.
Nada indica que estemos a las puertas de una baja sensible y persistente de los altos niveles de inflación: por el contrario, en un año electoral la dolarización de inversiones y fuga de capitales tiene a acelerarse, y éste no será (no es, no lo está siendo) la excepción; a lo que hay que sumar que siguen aumentando los precios regulados directa o indirectamente por el gobierno: combustibles, servicios (en especial el gas en invierno), prepagas.
Suponer que en ese contexto, y en el de un alza de insumos esenciales como la luz, el gas, los combustibles o la prepaga que restan ingresos disponibles para el consumo o afectables para el crédito, alguien puede apostar a endeudarse para adquirir bienes durables es de un voluntarismo que no resiste un cotejo con la realidad cotidiana.
Desde la asunción del Felino Macri en 2015, se fugaron de Argentina unos U$S 133.313 millones, en concepto de todos los vericuetos financieros posibles, bicicleta, fuga, etc. Así que al dicho "Se robadon todo" les cabe la pregunta; ¿Y dónde está la plata del prestamo del FMI y todos los prestamos que tomaron?.
El cuadro descripto explica los resultados electorales catastróficos que vienen cosechando los candidatos del oficialismo amarillo en las provincias, tanto como la dinámica que está adquiriendo la estrategia de campaña de Corporación Cambiemos, exclusivamente basada en carpetazos, denuncias de corrupción de la gestión anterior y sobredimensionamiento de obras públicas puntuales, que no mueven el amperímetro.
El discurso de la corrupción como la causa de los males de la economía argentina
Uno de los relatos más difundidos y arraigada en buena parte de la población es, sin lugar a dudas, la corrupción: "estamos mal porque se robaron todo". Siguiendo este argumento, la llamada "lucha contra la corrupción y la impunidad" no sólo tendría un contenido moral sino que contribuiría a devolver a la economía al sendero de estabilidad y crecimiento.
Para desarmar el discurso de la corrupción, que desde el proyecto neoliberal amenaza no solo como llevarse puestos a algunos políticos sino principalmente a la "Política" como herramienta de transformación social, es necesario abordarla como mínimo desde una mirada instrumental y otra más conceptual.
Desde la primera perspectiva, pensar que el problema de corrupción es la raíz de todos los males es una falacia de composición que tiene la intención de ocultar (y preservar) las estructuras de poder y las políticas públicas afines a las mismas. Para desmoronarla basta con hacer el simple ejercicio mental de suponer que no existiera la "corrupción" (en el sentido restringido que circula en los principales medios masivos de comunicación y que el gobierno utiliza de latiguillo) y ver qué cambiaría al día siguiente en referencia a los problemas sociales y económicos profundos de larga data (desigual distribución del ingreso, restricción externa, fuga de capitales, abultada deuda externa, estructura productiva desequilibrada, matriz agroexportadora, pobreza estructural, desigual distribución de la tierra, por sólo nombrar algunas).
Lo dicho, lejos está de pretender ser una defensa de lo que el gobierno, buena parte del poder judicial y los medios de comunicación afines llaman corrupción al estilo "roban pero hacen". Por el contrario, repudiamos esa corrupción (que debe probarse y juzgarse para cada caso en particular) y, al mismo tiempo, la desvinculamos de los problemas económicos estructurales que, como veremos, tienen relación profunda con otro concepto de corrupción que nos interesa destacar y presentar como alternativo.
El proyecto neoliberal y sus actores vernáculos se corrompen, más allá de las mentiras y falsas promesas de campaña, más allá de sus negociados. Se corrompen estructuralmente, por creerse sede del poder, por separarse de los intereses populares, porque más allá de sus discursos, sus políticas benefician a unos pocos y perjudican a muchos: eso es corrupción estructural. Se corrompen en tanto expresión política de la actual fase contractiva y de retracción de renta agraria del proceso de acumulación de capital en Argentina (y en buena parte de la región).
La corrupción aparece como la forma de los males que afligen actualmente a la economía argentina y en particular, a la gran mayoría de la clase trabajadora que es la más castigada por la política económica cambiemita. La disputa, una vez más, está y estará, en el campo de lucha de los significados.
Default ideológico
Pero y finalmente, el solo hecho de que el gobierno esté planteando volver a generar un "kirchnerismo temporal" de fomento al consumo con perspectiva electoral marca también el absoluto default ideológico de Durán Barba (y de la ideología del neoliberalismo en estado puro), quien hasta acá nos venía vendiendo el buzón de que la gente ya no votaba más con el bolsillo, sino en base a sentimientos y emociones.
El Felino Macri no sólo nos ha sometido a uno de los mayores endeudamientos externos de la historia, sino que además es el más caro y el que más riesgo produce. La economía se ve sometida por el mismo a la mayor fuga de capitales, que en poco tiempo ha alcanzado a casi 70 mil millones de dólares. No hay economía que soporte esa doble presión y en poco tiempo sabemos cómo termina
Pero la culpa es del otro. Siempre.
VINIERON A ESTO— En Orsai (@EnOrsai) 31 de mayo de 2019
Flexibilización Laboral: SMATA acordó con Renault bajar los salarios para no perder empleoshttps://t.co/kIZyjLYpEH pic.twitter.com/Ns4TCdvsGQ
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