Artista: Cosa Brava
Álbum: Ragged Atlas
Año: 2010
Género: R.I.O. / Avant Prog
Duración: 62:11
Nacionalidad: EEUU
Año: 2010
Género: R.I.O. / Avant Prog
Duración: 62:11
Nacionalidad: EEUU
Lista de Temas:
1. Snake Eating Its Tail
2. Round Dance
3. Pour Albert
4. R. D. Burman
5. Falling Up (for Amanda)
6. Out on the Town with Rusty, 1967
7. Lucky Thirteen
8. Blimey, Einstein
9. The New World
10. Tall Story
11. For Tom Zé
12. A Song About Love
13. Market Day
1. Snake Eating Its Tail
2. Round Dance
3. Pour Albert
4. R. D. Burman
5. Falling Up (for Amanda)
6. Out on the Town with Rusty, 1967
7. Lucky Thirteen
8. Blimey, Einstein
9. The New World
10. Tall Story
11. For Tom Zé
12. A Song About Love
13. Market Day
Alineación:
- Fred Frith / Guitarras, bajo, teclados, voz.
- Zeena Parkins / Teclados, acordión, percusión adicional, voz.
- Carla Kihlstedt / Violín, voz.
- Matthias Bossi / Percusión, voz.
- The Norman Conquest / Manipulación de sonido (efectos y mezclas)
- Fred Frith / Guitarras, bajo, teclados, voz.
- Zeena Parkins / Teclados, acordión, percusión adicional, voz.
- Carla Kihlstedt / Violín, voz.
- Matthias Bossi / Percusión, voz.
- The Norman Conquest / Manipulación de sonido (efectos y mezclas)
Otro aportazo de Alberto, un verdadero discazo! Y como todo lo relacionado con el R.I.O. en general y con éste artista en particular (me refiero al líder de Cosa Brava: Fred Frith de Henry Cow), profundamente político. Bello, poético y vanguardiasta...
El escaso impacto que tuvo este estilo no desmerece la importancia de la propuesta de estas bandas, única en su momento. Profundizando más en la historia de cada uno de los grupos que inició esta propuesta veremos la radicalidad de las propuestas musicales de estas bandas, destacando Henry Cow (y su continuación, Art Bears), quienes, partiendo del Sonido Canterbury, construyeron canciones sorprendentes basadas en el atonalismo, el jazz rock, la improvisación y el sonido ambiental, incorporando textos de índole marxista (sobre todo en su segunda etapa), algo que también hicieron los Stormy Six, reivindicados por la izquierda política italiana. No deja de ser curiosa la presencia en estas bandas de Fred Frith (hermano de Simon Frith) y de Franco Fabbri, lo que es un buen indicador del bagaje teórico que incorporaban estos grupos.
Buscando esa dinámica grupal que en algún momento se perdiera tanto en Henry Cow como en Naked City, el guitarrista decide formar un proyecto junto con algunos grandes y experimentales músicos como Zeena Parkins (encargada de los teclados y el acordeón), Carla Kihlstedt tocando violín y Matthias Bossi en la batería (ambos conocidos por formar parte de Sleepytime Gorilla Museum... a todo esto... ¿han escuchado a Sleepytime Gorilla Museum?... un día de estos lo traigo para sorpresa de sus oídos) y un tipo que fuera estudiante de Frith apodado con el título pomposo y pelotudo de "The Norman Conquest" en manipulación sonora, esto es, ruiditos que tiran hacia el lado "noise", pero puesto de una manera que extrañanamente me causó una muy buena impresión.
Si uno echa un vistazo a la carrera de Fred Frith, una de las conclusiones a la que puede llegar ante sus intenciones de publicar un disco de rock (en palabras del guitarrista), es que la propuesta sea como mínimo diferente a lo que uno puede llegar a entender por un disco de “rock” al uso, si es que el término tiene algún sentido a día de hoy. Y es que estamos ante un músico con una carrera poliédrica como la de pocos. A lo largo de ella Frith ha pasado por el rock, la libre improvisación, la clásica contemporánea o el jazz más vanguardista.Tomajazz
Ragged Atlas, el estreno del quinteto de formación atípica Cosa Brava, se sirve en forma de trece temas. La India, Europa (del Este y del Oeste), o América (del Norte y del Sur) prestan distintos elementos folklóricos a partir de los cuales Fred Frith establece la columna vertebral de sus composiciones. Allí hay incluso espacio para alguna letra totalmente insustancial (“Falling Up (for Amanda)”), que no logra desmerecer preciosidades como la balada “Lucky Thirteen”, los aromas brasileños de “For Tom Zé”, las miradas hacia el este de “Round Dance” y “R.D.Burman”, o los ecos zappianos de “Pour Albert”.
Tras publicar también en Intakt The Big Picture y Still Urban con la formación suiza de música contemporánea Arte Quartett, Frith salva su giro “rockero” con buenas dosis de guitarra, buenas composiciones y un grupo a su altura.
"Ragged Atlas" fue grabado en 2008 pero no fue lanzado sinó hasta el 2010. Dada la naturaleza del grupo y de sus integrantes el álbum es seriamente experimental, la combinación de intrumentos es impecable y la ejecución es brillante, y aun así la agresividad del rock se hace saber al oyente durante todo el trabajo.
Pero éste es un posteo donde el comentario principal le pertenece a Alberto, así que no sigo y dejo paso a este tipo que últimamente nos ha llenado de aportes de todo tipo. He aquí el comentario principal que hacemos de este disco:
El compositor y multinstrumentista Fred Frith (Henry Cow), es un revolucionario moderno, poseedor de una mente inquieta, y muy lúcida.Alberto
En el año 2010 presentó este trabajo denominado "Ragged Atlas" con su grupo Cosa Brava, y que recibió críticas variadas, mientras algunos consideraron este disco como el mejor editado ese año, otros consideraron que era hasta una obra de muy mal gusto. Esa brecha tan extrapolarizada es digna de investigar, ver de qué se trata. Algo debe tener para causar impresiones tan opuestas, el tema es que Frith es un marcador de tendencias, un referente para muchísimos músicos, en particular a los vinculados al jazz-experimental, y así como lo fue Frank Zappa en su momento (muy cuestionado), Frith te propone el vuelo experimental, disonante, misterioso, atmosférico, y sin dudas navegar en aguas tan exquisitas y elitistas, te crea un aura muy especial, casi selecta, y por supuesto en contraposición se va creando, la crítica, el rechazo, la contradicción, y la poca objetividad cuando se escuchan este tipo de obras musicales.
Fred Frith es básicamente un "artista completo",su deambular por el Teatro y La Danza no hace más que completar su círculo de arte, cultivado por mas de 30 años, y lleva su música a un estrato elevado donde sólo se necesita tener un oído afinado y evolucionado para comprender esta propuesta tan integral.
Uno podría pensar que Fred Frith, Chris Cutler y John Greaves en Henry Cow llegaron a un punto elevadísimo, inalcansable en materia musical, pero el mismo Frith se encarga de desmitificar ese pensamiento, y da una vuelta de rosca con Cosa Brava y vuelve a sorprender, juntándose con muy buenos músicos, y coqueteando siempre con la improvisación.
El disco es realmente excelente (para mí) y los condimentos de este alimento espiritual son esos constantes ir y venir de arreglos de cuerdas, de voces, de percusión, de voces susurrantes y estructuras ambient, mezcladas con esa pizca experimental y casi rockera.
Mucho vuelo, arreglos bien diferenciados entre tema y tema hacen de "Ragged Atlas" una obra digna de ser escuchada muchísimas veces. Los músicos son todos académicos y Frith se encarga de letra y música, ademas de cantar tocar guitarra y bajo, se hace cargo de los arreglos y creo que hasta cocinó para los muchachos entre sesión y sesión y les hizo "provechito" en la espalda. Una bestia este señor.
Como referente aca en Argentina podriamos mencionar el proyecto de Abel Gilbert y su Factor Burzaco, compositor y arreglador que como anécdota conocí personalmente hace muy poco, y también a Carolina Restuccia, gracias a Moe!!.
El perfil de Fred Frith es cambiante, de una naturaleza de avanzada, y provoca estados de ánimo muy difíciles de explicar. Si venís del progresivo y estás coqueteando con las nuevas vertientes musicales seguramente te va a gustar. Si escuchaste mucho a Henry Cow, Skeleton Crew, o venís de ese palo seguramente este disco ya lo conocés y vas a disfrutarlo con mejor sonido. Corta reseña para un trabajo muy pero muy interesante. Si lo bueno es breve es dos veces bueno.
Desde ya, aclaremos que este será un disco que amarás u odiarás, sin términos medios, y como muchas veces pasa con este tipo de música y este estilo en particular, incluso, pueden darse cuenta de ello leyendo algunos comentarios y reviews del disco, donde parece que dos comentaristas están hablando de dos álbums diametralmente distintos, por ejemplo, lean los dos comentarios siguientes:
Hace dos años, el multi-instrumentista y compositor británico Fred Firth, ex-miembro de Henry Cow, Skeleton Crew y otros tantos grupos de avant garde, alt-rock y RIO , anunció estar trabajando en un proyecto, al que bautizó Cosa Brava, con las igualmente virtuosas multi-instrumentistas Carla Kihlstedt y Zeena Parkis. Mentiría si dijera que me interesé en este álbum por los integrantes del grupo o su trayectoria pues, excepto Firth, no tenía ni la menor idea de quienes eran ni de si un trabajo conjunto entre estos personajes era algo bueno o malo. Me topé con Ragged Atlas, el primer álbum de este grupo, por error y decidí escucharlo porque el nombre del grupo me llamó la atención. Me alegro mucho de haberlo hecho.Cuervo
La historia es más o menos así: El experimentado compositor Fred Firth, rockero, pero dedicado a las obras clásicas, de jazz y música para cine desde hace ya un buen tiempo; sentía nostalgia por la forma en la que se da la música al tocar en un grupo, cuando se escribe “alejándose de examinar ‘las partes’ y se empiezan a formular las cosas con un oído colectivo.” Entonces decide buscar a varios músicos con quienes ya había trabajado antes, incluyendo a uno de sus alumnos, el más joven de la banda, The Norman Conquest. Así nace Cosa Brava. Luego de presentarse en sociedad en marzo de 2008 en Oakland, California, dan una gira por Europa, Canadá y Estados Unidos recibiendo muy buenas críticas. Finalmente empiezan a grabar en San Diego y en marzo del presente año lanzan Ragged Atlas.
Snake Eating Its Tail, la canción con la que abre el disco, es una excelente manera de empezar: una cortante melodía al unísono marcada con percusión que da paso a Round Dance, mucho más lenta, sin que la transición de una a otra sea demasiado notoria. Más adelante nos encontramos con Falling up (for Amanda), una de mis favoritas de este álbum, que gracias a los coros y la magistral mezcla de The Noman Conquest (que también hace en vivo, por cierto) tiene una atmósfera muy especial. The New World tampoco tiene desperdicio y, a pesar de tener un claro sonido celta, evita sonar demasiado new age con total éxito. Market Day, otra canción de atmósferas extrañas pero sumamente gratas, hace que el final del disco no sea algo cortante sino la conclusión de un álbum muy agradable y bien pensado de principio a fin. Recomendado para un domingo por la noche.
No sabría cómo clasificar a esta excelente banda pues a ratos parece que tocan jazz, luego suenan más como rock progresivo, luego como música clásica contemporánea, folk, música celta y, finalmente, como una maravillosa mezcla de todas las anteriores que resulta muy difícil describir con algo más específico que Rock In Oppositon. Por fortuna, quedarse en intentar ubicarlos dentro de un género específico es una discusión inútil que podemos omitir para dar paso a lo que realmente importa: la música.
Ese fue uno, el disco le gustó mucho, y aquí esta el otro...
El que aspira a lo grande ha de saber limitar sus deseos, quien al contrario todo lo quiere no ambiciona en realidad nada y nada consigue (Georg W. Friedrich Hegel)Sergio Piccirilli
El afamado compositor, multi-instrumentista e improvisador británico Fred Frith a lo largo de su extensa trayectoria ha ocupado un amplio rango de intereses estéticos que involucran al rock experimental, el avant-jazz y la música clásica contemporánea. Frith fue co-fundador, a fines de los sesenta, de Henry Crow (banda pionera de la corriente conocida como “rock in opposition”); en los setenta formó parte del grupo de avant-rock Art Bears y en la década siguiente integró la banda de jazz-rock experimental Skeleton Crew y fue partícipe de uno de los principales estandartes de la, por aquel entonces, incipiente escena vanguardista del downtown neoyorquino: Naked City. Desde aquellos tiempos a la fecha, Fred Frith mantuvo una consistente e inclasificable actividad discográfica que incluye obras para cuarteto de cuerdas y guitarra eléctrica como en Allegory y Fell, piezas orquestales sobre textos de Pablo Neruda como Pacifica, composiciones para piano como Seven Circles, partituras gráficas para cualquier número de ejecutantes como en Stone, Brick, Glass, Wood, Wire; un ensamble para “cien músicos, grandes edificios y audiencia móvil” (sic) como en Impur, piezas para cantante de flamenco, cello, saxofón y samples como en Landing for Choir u obras para orquesta barroca como en Episodes, entre otras ambiciosas (y aparentemente excéntricas) actividades creativas.
En Cosa Brava, el nuevo proyecto de Fred Frith, subyace el interés de regresar a un territorio que no ha frecuentado en las últimas décadas como es el de la dinámica grupal asociada al rock. Por supuesto, este retorno a las fuentes de su carrera musical no podía ser menos ambicioso que en lo indicado por su foja de servicios. Así fue que Frith convocó a un estelar equipo de músicos (Carla Kihlstedt, Zeena Parkins, Matthias Bossi, etc.) y configuró una alineación tímbrica inhabitual (violín, guitarra eléctrica, percusión, acordeón, teclados y manipulación de sonidos) para delinear una propuesta que, a través del prisma del rock, observa géneros tan disímiles entre sí como el folk europeo, la tradición celta, el funk, el prog-rock, el latin-jazz, la música de la India, la balada country y la música de cámara moderna. Demasiado ambicioso, ¿no?
La palabra ambición, en su significado más aceptado, expresa el deseo de conseguir poder, riqueza, dignidades o fama; aun así podemos colegir que el concepto tiene connotaciones ambiguas, ya que esa sana inquietud por aspirar a un mejor nivel de vida o ese razonable impulso por cambiar el propio destino puede desembocar fácilmente en el exceso desenfrenado y en el empobrecimiento de los sentimientos humanos más nobles. No obstante, la ambición permite encontrar oportunidades en donde otros sólo ven obstáculos y nos otorga el entusiasmo para explorar lo desconocido y el coraje para pensar en grande.
En ocasiones, nuestra ambición se consagra y nos lleva a concretar grandes proyectos. A veces, no. Un claro ejemplo (de uno de estos dos casos) es mi ambiciosa intención por llevar al cine un guión en el que estuve trabajando durante los últimos años. Me permito comentárselo no sólo porque puede resultar un caso testigo sino también porque estoy buscando un productor. Mi película se funda en los principios del Dogma 95 de Lars Von Trier, o sea que se rodará en exteriores con cámara en mano y sin decorados ni luz artificial. Eso sí… con muchos efectos especiales, autos que vuelan por los aires y en 3D. El filme romperá con todos los convencionalismos del género pero no le puedo decir de qué genero se trata porque aún no lo sé. La primera escena muestra a Jackie Chan recitando el monólogo de Hamlet (eso me garantiza al público intelectual y gente que sólo busca pasar el rato mientras intenta digerir un balde de pop-corn). De todas maneras, no importa si esa escena resulta incomprensible ya que no guarda ninguna relación con el resto de la película.
Más adelante, es decir justo después de la invasión alienígena y antes de que se hunda el barco (porque en mi película hay un barco inhundible que se hunde) llega la escena cumbre que cambiará el rumbo de la trama… No puedo brindar mayores detalles para que no se pierda el misterio y además porque aún no la escribí. También hay una parte (no importa cuál, una) que al menos por ahora, omitiré mencionar. Aunque le puedo asegurar que será clave para la comprensión de la historia. Además pensé en incorporar algún fragmento inspirado en Stalker de Tarkovsky pero que en lugar de describir el viaje de tres hombres a un lugar post-apocalíptico se ubica en el lejano oeste y nos habla de un vaquero bueno de bigotes, un vaquero malo con bigotes pero más espesos para que puedan diferenciarse entre sí y un anciano sheriff que (como suele ocurrir) es asesinado por el vaquero malo un día antes de jubilarse. Luego el vaquero bueno mata al que no lo es (o sea al otro) y se va solo… Y se va solo porque me olvidé de incluir a una chica en el guión. Por supuesto, se va en un auto veloz junto a su perro. En estos momentos estoy pergeñando cómo hacer para que el perro de mi película hable (los animales que hablan siempre traen mucho público). Lo que sí tengo decidido es incluir una escena de sexo (que siempre suma) pero para no perder a la audiencia infantil haré que la protagonicen dos ositos de peluche. Ahora mismo estoy trabajando en la manera de agregar (sin que parezca muy forzado) algo sobre la guerra en Irak, una rebelión de robots (que resulta derrotada merced a la valiente acción de un Presidente de color) y algo sobre Wall Street en donde un inescrupuloso Michael Douglas termina en la cárcel merced a la valiente acción de un Presidente de color (puede ser otro, siempre que sea del mismo color). En todo caso eso no impedirá que en la escena final Charlotte y Romualdo Esculapio se besen apasionadamente. Un cierre que, por cierto, admite diferentes lecturas ya que la pareja no aparece ni es mencionada en ningún momento anterior a ése. Además mi ambicioso proyecto fílmico, más allá de algunos detalles que aún debo pulir para asegurar la ilación de la trama, deberá contar con una banda sonora que pueda ilustrar todas las épocas, humores, momentos e intensidades dramáticas que abarca la historia. Tendría que ser algo parecido a... similar a...
Ragged Atlas, el nuevo álbum de Cosa Brava, abre con Snake Eating its Tail. Un abrumador unísono fija un ángulo sonoro sobre el que se traza una bisectriz entre el jazz, el rock y la psicodelia a la manera de la otrora vigente escena de Canterbury. Me gustaría decir mucho más sobre esta pieza pero la verdad es que no ocurre ninguna otra cosa además de las mencionadas. Round Dance dibuja el imaginario curso evolutivo que hubiese seguido la música renacentista al relacionarse con una plástica asociada al nuevo milenio. Todo enmarcado en figuras de contraste entre lo acústico y lo eléctrico, en donde se confrontan las sólidas intervenciones del violín de Carla Kihlstedt y el acordeón de Zeena Parkins en contraposición a interactivas y poco felices inserciones percusivas, pasando por un complaciente pasaje en guitarra y el sugestivo diseño sónico a cargo de The Norman Conquest. Un breve preludio emparentado a la música ambiental deriva en la insustancial Pour Albert. Aquí Frith canta (es un decir) una letra cuya simbología aún no logro decodificar: “Tomamos una coca y nos reímos el lunes pasado por la tarde… Me gustó verte, me gustó verte otra vez, me gustó verte otra vez”. Cualquier novedad le aviso. R.D. Burman es un pastiche entre folk europeo y música de la India con un interludio contra natura de tono camarístico, todo reforzado con la exótica sonoridad de un instrumento tradicional de origen sueco como el nyckelharpa (a cargo deKihlstedt) y el efervescente solo de Anantha Krishnan en tabla. Falling Up (for Amanda) es una mirada al minimalismo desde el formato canción. En lo que parece ser una descripción del álbum, Frith canta/relata un estribillo que dice: “Un paso adelante, un paso atrás, un paso lateral. Cayendo, sin preocupaciones”. Mientras que Out on the Town with Rusty 1967 es un tema que Frith mantuvo añejado desde la época en que hacia rock in opposition y, según parece, el añejamiento en la música no tiene el mismo efecto que en los vinos.
La preciosa balada Lucky Thirteen, en la exquisita voz de Carla Kihlstedt, oficia como un oasis entre tanto gesto ampuloso. La agotadora guía turística nos lleva a la música celta en Blimey Einstein, orbita el country-folk en The New World, abreva en la música eslava con Tall Story, visita el Brasil en For Tom Ze y la música neoclásica en A Song About Love, para finalmente depositarnos en el híbrido e inconducente Market Day.
La ambición esconde a veces el miedo a no ser aceptado por los demás; pero confundir el éxito con la búsqueda de la aceptación de todos nos puede conducir al fracaso.
No sé cuál es la clave del éxito, pero la clave del fracaso es intentar agradar a todo el mundo (Bill Cosby)
Como habrán visto, un comentario y otro no tienen nada que ver y uno toma al disco como muy bueno y el otro como malo, pero en realidad esa supuesta objetividad no es tal y lo que pasa es que el mismo disco es bueno para uno y malo para otro. Y llegado a este punto... ¿entonces para qué carajo escribimos comentarios si al fin de cuentas todo depende de quién lo escucha?... yo creo que simplemente porque es lindo escribir y leer sobre que le pareció a otra persona un determinado disco, nada más.
Y entonces, les dejo estos comentarios que no sirven para nada pero quedan lindos en la entrada, pero esta vez en inglés:
Probably the most curious reaction guitarist/multi-instrumentalist Fred Frith's Cosa Brava, when it debuted at the 2008 International Festival International Musique Actuelle Victoriaville, was that it was "too melodic." Detractors of that show will likely be equally nonplussed by the group's overdue debut disc, Ragged Atlas, but it'll be their loss, as Frith's first "rock band" in far too many years may possess a decidedly lyrical bent, but is no less profound for it. Cosa Brava finds the perfect nexus between his more accessible yet still left-leaning music for dance, including 2006's outstanding The Happy End Problem (ReR Megacorp), and the more challenging structures of his 1970s work with Henry Cowell, broadly represented on its 40th Anniversary Henry Cow Box Set (ReR Megacorp, 2009).John Kelman
Collecting a group of people with whom he's collaborated increasingly over the past several years—notably violinist/vocalist Carla Kihlstedt (Tin Hat) and keyboardist Zeena Parkins (Björk, Tin Hat)—Frith has fashioned a group as capable of subtle interpretation as it is more aggressive stances. Use of electric instruments, including Frith's occasionally overdriven guitar, and some ratcheted-up energy—not to mention drummer Matthias Bossi's occasional pulsing rhythms—may make this a rock band by tenuous definition, but even potentially applicable terms like "progressive rock" only apply in the sense that this music is, indeed, forward-reaching. Broad dynamics, a blend of acoustic and electric instrumentation, fine compositional detail, and surprisingly memorable melodies make Ragged Atlas' largely continuous, 13-song suite best absorbed as a whole.
There are unmistakable high points to be found. Only Frith could write a song like "Falling Up (For Amanda)" where, amidst interlocking, minimalism-informed parts, a vocal chorus gradually reduces its time signature one beat at a time through regular and irregular meters, lingering long after the song is over. It may be mathematically precise, but it never feels considered, as The Norman Conquest's sonic manipulations gradually augment and expand the group's real-time sound. Elsewhere, the opening "Snake Eating Its Tail" acts as Ragged Atlas' fanfare; its knotty, serpentine unison melody punctuated with sharp percussive stops and starts, and a gradually expanding soundscape, courtesy both of Frith's arrangement and (once more) The Norman Conquest's aural enhancements.
But Ragged Atlas' greatest success is its ability to transcend time. Folkloric melodies abound, bolstered by the sound of Kihlstedt's violin and Parkins' accordion, and yet Frith's contrapuntal approach and shifting bar lines speak to his experience writing in a New Music environment. Instrumentals like "Round Dance" suggest how Renaissance Music might sound, had it evolved, without diversion, into the present millennium.
Despite Frith's clear leadership, and the defining presence of his angular yet eminently approachable playing—in addition to Kihlstedt, who has emerged as one of the past two decades' most intriguingly boundary-busting violinists—Cosa Brava is a group. Its overall conception may be Frith's, but its sound would be unmistakably altered were any of its members replaced. As a debut of music that transcends time and genre, Ragged Atlas stands as one of 2010's most auspicious debuts.
Realized at San Francisco's Tiny Telephone recording studio in mid-December 2008, Ragged Atlas is the debut album by Fred Frith and Cosa Brava, a group that had formed in Oakland some nine months earlier. By the time these tracks were made, Cosa Brava had toured through nine European countries as well as Victoriaville Quebec, Boston, and New York City. Ragged Atlas was not released until March 2010. Within the framework of the Frith discography, this album has most in common with Gravity (1990). Not so aggressive as the torque team Skeleton Crew, Cosa Brava blends modern creative experimental rock and U.K. folk forms in a mix that most anyone ought to be able to get with. Portions of Ragged Atlas bring to mind Nous Autres, an album of Frith's duets with René Lussier (1987), or even to some extent Frith's Ralph Records releases Speechless and Cheap at Half the Price, which date back to the early ‘80s. Violinist Carla Kihlstedt, a dominant presence on Ragged Atlas, is also heard playing the nyckelharpa (Swedish keyed fiddle) and bass harmonica. Accordionist Zeena Parkins (who had worked with Frith in Skeleton Crew and Keep the Dog) also handles keyboards and foley objects, a category named for legendary sound effects pioneer Jack Foley. Drummer Matthias Bossi, who like Kihlstedt hails from Sleepytime Gorilla Museum, uses the sruti or shruti box to generate drone tones, and Oklahoma native Norman Teale, professionally known as The Norman Conquest, is credited with sound manipulation. Teale, who studied with Frith at Mills College, is highly regarded for his use of unconventional signal processing. For the Ragged Atlas session, Frith himself played guitar and bass guitar. The playlist includes tributes to French multi-instrumental avant-prog rocker Albert Marcoeur; Bollywood film score composer R.D. Burman (listen for guest percussionist Anantha Krishnan); anti-gravitational choreographer Amanda Miller; Brazilian composer and multi-instrumentalist Tom Zé, and one Rusty, a musician with whom Frith performed and caroused for a short while before his untimely death in 1967. The lyrics and soft, hazy vocal on "Lucky Thirteen" are by Rebby Sharp, whose delivery is worth comparing with Christina "Licorice" McKechnie's vocal technique as heard with the Incredible String Band. The archly sinuous and dazzlingly complex repetition structure "Snake Eating Its Tail" is worthy of the title. Conversely, Frith wryly christened a much simpler composition "Blimey, Einstein," subsequently adding "Hey it ain't rocket science." Cosa Brava's second album, The Letter, would appear two years later in March 2012.arwulf
I was quite surprised upon learning that Fred Frith was about to go on tour, his brand-new, lively, "rock band" being ready to travel 'round the globe. It was at that time, about two years ago, that I noticed that I had tacitly assumed the "rock way of playing" to be a closed chapter for him, twenty years (it's twenty years, already?) after his last rock group, Keep The Dog, had been onstage. News of a more precise kind told of a quintet, bearing the name Cosa Brava (the way Americans pronounce Costa Brava? Or maybe an Hispanic translation for Brave Thing, as a friend suggested to me? Well, I don't know, and the label's website doesn't tell, either). A new album was to be expected, after the tour made performing the pieces a breeze. Later, I read, and heard, about more than a few fine concerts by this group, but here I have to confess I had my doubts, having learned that in this age of "diminishing expectations" the music that one would really like to listen to and the music that one is quite willing to settle for are two very different propositions.Beppe Colli
It's at this point, for the sake of clarity (especially, but not exclusively, for the benefit of younger readers), that I have to spend a few words about the "rock" quality of this group, when it comes to their (music) language. It's an old story, with an early 70s scenario having both audience and critics in Europe file groups such as Henry Cow, Can, and Faust under "rock", with US critics inventing definitions such as art-rock, avant-rock, and the like, for them. A cultural issue being at stake here, this obviously not being a mere problem of using a different tag. It has to be noticed that, decades later, a group such as The Eagles is today considered as being in a "particular subgroup" of the "rock music" category, not as something that stands for "rock music" as a whole: which only shows how larger the number of "accepted styles" in the USA has become.
So I was surprised, but quite cautious about the actual outcome. And this is why.
It goes without saying that arguing that Henry Cow was the only excellent thing in Fred Frith's long career would be very wrong. But I really believe it can be said that Henry Cow can be considered as one of the highest peaks of rock music, beyond any issues of "genre", time, and material success - and so, as a logical consequence, also of Fred Frith's career. But Henry Cow were a group, a collective - and a classic case of the whole being a lot bigger than the sum of its parts - where the rhythm section (their names: Chris Cutler and John Greaves) made any risky, audacious, moments flow quite successfully and seamlessly.
After Henry Cow, and Art Bears, Frith decided to "Live in the Heart of the Beast": good for him, 'cause this made it possible for him to get in touch with many different musicians, and also to act as an "older brother" of some sort - let's think about his work with groups such as Curlew and Orthotonics (and, here in the Old Continent, Etron Fou Leloublan). But "Living in the Heart of the Beast" also made it possible for him to be a part of what was once described as "the theory of the table-land", i.e., a place whose steep sides make the act of climbing it very difficult, but that offers to all who reach the top a great deal of legitimate opportunities.
I went on listening with great interest to 80s Frith: after Gravity, there were Massacre, Skeleton Crew, those albums with Zorn and Kaiser, Curlew, and much more, and I regarded those moments I didn't really like as a simple matter of "different taste" (a good for instance being The Technology Of Tears, an album I absolutely disliked). This attitude on my part abruptly ended with the release of The Top Of His Head, which I recall with particular distaste also due to money reasons, it being one of the first CDs I bought, at a time where CDs were quite expensive. It was at that moment that I thought that a man that thought it plausible to sell me that stuff could have tried to sell me literally anything, however lacking in quality. Which is an assertion I really have to explain at length.
Theatre and Dance are the fields where, slowly but surely, Frith decided to spend most of his time when it came to making music. These are frameworks where music is just a (minor) part, and rightly so. The music that gets produced this way, and which is eventually released on CD, is (technically speaking) a by-product, the main goal of the CD being to make this music easily accessible to those who could potentially be a source of commissions, not to be sold in great quantity to the general public. Theatre and e Dance are by definition self-referential domains, with revenues from ticket sales being just a minor part in covering expenses. This is reality. My personal opinion being that, when compared to the best part of the "rock audience", most of the "fine arts" audience is not really that discriminative or competent, with the aforementioned self-referential framework perfectly explaining why the role of the critic is quite unimportant (those who regard the (rock) press which deals with the market domain as featuring for the most part incompetent, whorish writers are invited to read stuff written by those who mostly review "cultural items" funded by politic-infested boards). This is a scenario which gives a sound structural explanation of why a lot of fine musicians fall into routine, going through the motions as soon as they fall into the dark black hole of music mostly supported by funding.
It has to be said that, besides cultivating the world of Dance and Theatre, Fred Frith never stopped collaborating with musicians of different kind, never forgetting the world of improvisation, and those "special projects" such as the recent resurrection of the Art Bears Songbook (he also has a post as Professor at the prestigious Mills College). It's all stuff that, one way or another, is funded. If I'm not mistaken, it's been more than thirty years now that Frith has only played music whose life and health doesn't get its existence from paying customers, which is something noteworthy indeed: "Living in the Heart of the Beast" without having to confront the market, ever, is not at all easy.
It goes without saying that I went on listening to Frith's music (all of it? obviously not), with much to like. Frith kindly made my life easier when he started Fred Records, which releases a lot of his stuff, some of it having been out of print, or quite hard-to-get, for a long time.
Lotsa forces were used to produce Ragged Atlas, though they are quite diverse when it comes to matters of quality. Writing lyrics and music, here Frith is obviously also featured on guitar, bass, and vocals. A member of the "scary rock" line-up called Sleepytime Gorilla Museum, violin player and singer Carla Kihlstedt is also known for her solo work in the realm we could call Academia-related, also for several albums that feature her work, some of which are to be found under Frith's name. On drums and percussion, Matthias Bossi is also a member of Sleepytime Gorilla Museum. A familiar name to many since the days of News From Babel and Skeleton Crew, keyboardist, accordionist, and singer (also harpist with Björk), Zeena Parkins has quite a few albums released under her name, also a long list of works for Dance and Theatre. A guy going under the name The Norman Conquest is featured on "sound manipulation". With the only exception of Bossi, all members are also featured in the resurrection of the Art Bears Songbook.
As soon as I placed the CD inside my CD player, I heard something so horrible, at such an impossibly high volume, that for a moment I thought I heard my hi-fi system pronouncing Greil Marcus's immortal words about Bob Dylan's Self Portrait: "What is this shit"? In truth, Snake Eating Its Tail is not for the weak of heart: a kind of "Kirghiz War Dance" with booms, howls, gunfire, ready to be featured in the soundtrack of a 3D war movie. I though about (in this particular order): Gentle Giant, Area, "nuevo metal"-era King Crimson, and Sleepytime Gorilla Museum. "What is this shit", indeed? To answer this question as best as I could, I listened to this CD for a whole week.
The album was recorded on 24 tracks analog. The guy with that funny name mentioned above dealt with "digital transfers, track rationalization, and additional recording". Mixed in Esslingen, the album was mastered in Oakland by a familiar name: Myles Boisen. The volume is deafening. In order to give readers a precise idea, I listened to the Robert Fripp track Breathless, off Exposure (this being the first CD edition from about twenty years ago): having the volume knob in the same position as before made the music sound almost as the amplifier had been turned off. There's a price to be paid, obviously: the sound of Ragged Atlas is heard in two-dimension, too static, plastic-y, the instruments sounding banal, not at all captivating (though I have to add that many instruments here already sound banal). It's nothing new, when compared to any "modern-sounding" recent CD, but here it speaks of the intention to take care of the superficial listener, at the expense of those who listen with the proper degree of attention.
When compared to his past standard, here Frith is more professional, his touch definitely more confident. But his new skills at arranging cannot hide the fact that his music vocabulary is for the most part the same as it was at the time of Gravity - and, if we talk about songs, of albums such as Cheap At Half The Price and The Country Of Blinds. Sure, nobody expected more from Muddy Waters in his old age than a sincere performance of Got My Mojo Workin'. While a surprise performance of Ruby Tuesday is the biggest surprise one could expect from Mick Jagger now. The big problem is that Ragged Atlas features timbres that for the most part are decidedly average, starting with the keyboards'; while the fact that Carla Kihlstedt's instrumental touch on the violin is miles better than Frith's old "Balkan" air makes it apparent that his melodies are a lot more conventional than they sounded at the time he performed them, his shaky technique adding a charm that sounded appropriate for them.
There's also a matter of "taste". The music is often tacky, bombastic, as if looking for an applause, with a few motifs which employ cheap means, maybe due to a lack of clarity, maybe due to a lack of trust in the audience being able to get subtleties. After the aforementioned "Kirghiz" intro, I'll mention the modulated filter in A Song About Love (at 4' 55" and 5' 58"), which sounds like off an album by Isao Tomita; the "dramatic pause" after the words "She Blew Herself Up" in Market Day; the melody played on guitar which reminded me of Concerto Grosso by New Trolls (at 2' 47" and 5' 20") in Lucky Thirteen; the vocal crescendo of "I'd Like To See You Again" in Pour Albert; the chorus part "Your Memory Is Fading Away - The Writing Is Fading Away - The Water Is Flowing Away - The Music Is Fading Away" in Blimey, Einstein, which I suppose should be tension-provoking (quite strange to see a "tiny, lonely little accordion" at the end of the piece, definitely not a subtle arranging gesture).
After Snake Eating Its Tail, Round Dance has a first theme which reminded me of Blast From The East by Jeff Beck, and a second theme, well-mannered, for violin, percussion, and accordion. Pour Albert is supposed to transmit an idea of pathos, but the track sounds forced. Open to outside influences, R. D. Burman travels Bollywood looking for a way out, but its obvious, apparent professionalism is at odds with the light atmosphere the piece is supposed to evoke; there are banal, pitch-bended keyboards, also tourist tablas at the end. There's a tearjerking theme for violin in Falling Up (For Amanda), the vocal parts reminding me of Skeleton Crew.
Maybe the track that most resembles the old Gravity, Out On The Town With Rusty, 1967 features odd meters and the old "Balkan" air we all know and love; there are keyboards and accordion, a nice arrangement, a fine guitar part here sounding fresh. Lucky Thirteen is maybe the best song here: vocals in stereo, a meditative mood, fine unison from vocals and violin, the whole suffering a lot due to that guitar melody. Blimey, Einstein I already talked about.
There's a different album hiding inside this one, maybe. The New World has less plastic and fewer effects, and the music breathes more freely; there's an acoustic guitar, and we are back to Gravity. Tall Story is good, too, with violin, guitar, keyboards, accordion, and a light, fine theme which for a moment reminded me of Lars Hollmer. For Tom Zé has a contagious atmosphere, though the end result sounds contrived. A Song About Love has another tearjerking theme for violin, the same being true for Market Day, where Kihlstedt features the wha-wha and other effects on her violin, that to me had sounded quite unconvincing during the concert by Sleepytime Gorilla Museum I attended about three years ago.
Ragged Atlas is not a rock album, but this is not due to the language spoken here. As it's required in jazz, rock music requires that an instrumentalist sounds like his/herself, regardless of his/her technical ability. "Expressing oneself", this is the first rule of the game. Classical musicians have to serve the music, which most of the time asks the musician to possess the proper amount of technical skills required to properly perform the music, the condition of anonymity here being a pre-requisite. This is even more true when it comes to "functional" music as the one that for the most part has to serve the image in a movie, or the movement in a dance. Those featured in Ragged Atlas are tracks working as the soundtrack to an invisible act that they desperately try to describe in all its details. In a word, kitsch.
Sea lo que sea, este es uno de esos discos de los cuales es al pedo escribir mucho, porque la impresión que causarán es completamente subjetiva. En todo caso, estamos hablando de música arriesgada, valiente, vanguardista, ecléctico y muy muy personal. Y no me lo preguntaron, pero personalmente me encanta.
Y no lo he escuchado, pero dicen que el que fuera su siguiente disco es aún mejor que éste. Habrá que escucharlo... y aprender a disfrutarlo.
Download: (Flac - No CUE - No Log + Scans)
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Um dos melhores albuns que eu já ouvi. Grato pelo post. Saludos desde Brasil \o
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