En el aniversario de boda de Robert y Clara Schumann (se casaron tal día como hoy del año 1840) oiremos a Schumann cantando al amor a toda potencia.
Empezó a escribir esta obra el día de San Valentín de 1849 (y la acabó en tres días); aquel mismo año afirmó: «Nunca he estado más ocupado ni más feliz con mi trabajo». Las tinieblas engullirían su deteriorada mente poco después, pero por el momento es un auténtico gozo oír a un Schumann completamente feliz.
De joven había aprendido a tocar el violonchelo y le encantaba. Aunque luego dio preferencia al piano, nunca dejó de sentir cariño por aquel instrumento: en su música de cámara, en un fabuloso concierto y en obras como esta (que también escribió para que se interpretara con trompa) encontró medios de explorar el rico y expresivo espectro del violonchelo. Aquí, las largas y sostenidas líneas del adagio ceden el paso a la burbujeante energía del allegro con un efecto realmente espléndido.
Clemency Burton-Hill
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