29 de Septiembre
And the Bridge is Love — Y el puente es el amor
Howard Goodall (1958)
Howard Goodall es uno de los obreros más trabajadores de la música británica y lo mismo lo encontramos escribiendo musicales de éxito (Love Story, Bend it like Beckham) y teleseries (La víbora negra, Mr. Bean, El vicario de Dibley) que haciendo documentales sobre los Beatles o componiendo música orquestal y coral para las salas de conciertos.
Esta pieza fuertemente elegíaca tiene un contexto trágico: la compuso en 2008 en memoria de una joven violonchelista, hija de unos amigos de Goodall, que había fallecido en septiembre del año anterior a la edad de diecisiete años. Goodall es un camaleón musical, pero al buscar el tono liberador de esta pieza continúa una tradición de la música inglesa para cuerdas del siglo XX que abarca al Finzi del que oímos algo hace un par de días, a Edward Elgar, a Vaughan Williams, a Frank Bridge, a Michael Tippett y a Benjamin Britten.
La inspiración, sin embargo, procede de otro campo. «Y el puente es el amor» es una frase de El puente de San Luis Rey, novela del americano Thornton Wilder que obtuvo el Premio Pulitzer de 1928 y que cuenta el hundimiento de un puente de Perú, en 1714, que causó la muerte de cinco personas. Goodall dice que, desde su punto de vista, el puente es una «parábola de la lucha por encontrar sentido a la casualidad y a una tragedia inexplicable».
«Pero pronto moriremos —concluye la novela—, y todo recuerdo de aquellas cinco personas abandonarán la tierra, y también nosotros seremos amados un tiempo y luego olvidados. Pero el amor habrá sido suficiente; todos los deseos de amar volverán al amor que los engendró. Ni siquiera el recuerdo es necesario para amar. Hay una tierra de los vivos y una tierra de los muertos y el puente es el amor».
Clemency Burton-Hill
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