Feliz cumpleaños para el compositor conocido como «Cisne de Catania». El apodo de Bellini refleja las gráciles y sinuosas curvas de sus melodías, «los meandros (como llegó a decir Verdi) y esas larguísimas melodías que nadie había creado hasta entonces».
Se dice que Bellini cantaba ya arias de ópera a los dieciocho meses. Empezó a estudiar teoría musical a los dos años y piano a los tres. Uno de los grandes maestros del bel canto italiano (con Rossini y Donizetti: véanse el 29 de febrero y el 12 de mayo), hizo mucho en una vida trágicamente breve. El aria «Casta diva», de la ópera Norma, de 1831, no es solo un ejemplo clásico del bel canto, sino una exquisita muestra de la tremenda capacidad de Bellini para ensamblar texto y largas líneas melódicas con un poderoso efecto dramático.
El aria se canta en el Acto I, poco después de aparecer en escena el personaje que da nombre a la obra. Suma sacerdotisa de los druidas de la Galia, está enamorada del procónsul romano Polión, jefe de las fuerzas de ocupación que reprimen a los suyos. Han tenido dos hijos, pero Polión se ha enamorado de Adalgisa, una compañera de sacerdocio de Norma, situación que esta no tarda en descubrir. El pueblo, mientras tanto, quiere que Norma encabece la rebelión. «La ocasión no está madura para la venganza», dice ella, prediciendo que Roma perecerá algún día. Entonces canta este himno inmortal a la luna:
A noi volgi il bel sembiante vuelve a nosotros tu bello rostro
senza nube e senza vel… sin nubes ni velos…
Norma ruega a la diosa que imponga en la tierra la paz que ha creado en el cielo. Es un momento electrizante.
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