Esta historia no ha terminado. Ya todos lo saben porque el sábado fue cadena nacional: Charly cumplió 70 y una ráfaga de amor atravesó la Argentina como pocas veces pasa. Esto es un signo de algo: ¿se trata del más importante argentino vivo? Si el mundo no está solo hecho de bienes tangibles, si el cuerpo de un músico no tiene los límites que mensura la biología sino los traspasa hasta dotar de sentido la sensibilidad de varias generaciones que no se ponen de acuerdo en casi nada más, es probable que a este país que tiene aproximadamente dos siglos más o menos, Charly lo haya habitado, afectado, y puesto música y letra a digamos un 33% de su historia. Las canciones se emitieron desde su parlante pero están en el aire y en nuestros sueños y pesadillas.
Oscar Cuervo
“La idea es tan buena que se destruye a sí misma”, escribió Charly García en Líneas Paralelas (Planeta, 2013), ese libro en el que condensó y coronó el recital histórico que daría en el Teatro Colón. Esa sentencia breve y potente bien podría ser un resumen extremo de la carrera del músico que cumple 70 años y hace ya cinco décadas que forma parte del inconsciente colectivo argentino. Sin embargo, más allá de las adoraciones, su obra es como la libertad: siempre está.
Equilibrando entre la densidad teórica y un análisis más descontracturado, Madoery pone en estadísticas el genio de García. Como quien realiza el plano de una máquina para poder entender su funcionamiento, este libro abre las puertas a conocer el esqueleto del talento.
A lo largo de sus páginas, y equilibrando entre la densidad teórica y un análisis más descontracturado, Madoery pone en estadísticas el genio de García. Como quien realiza el plano de una máquina para poder entender su funcionamiento, este libro abre las puertas a conocer el esqueleto del talento. Pero siempre hay algo más, algo que se escapa, como escribió Tamara Kamenszain en El libro de los divanes: “Siempre hay otra línea de lectura, siempre hay otra”.
De esta manera, el lector puede encontrar en Charly y la máquina de hacer música que “tensiones que se equilibran, armonía y rock, diversidad estilística son algunos de los conceptos que recorren este libro. La música de Charly es esto y muchas cosas más que no permiten la descripción con palabras (…) No desaparece lo misterioso, solo aparece aquello que merece ser reconocido”. Introducirse a este libro es develar el trasfondo de la creación para que vuelva a cerrarse ante nuestras narices.
Y ahí fuimos: la obra de Charly es fácilmente periodizable: en 1972 sale Vida, su primer disco (el año que viene estaremos celebrando -otra vez- su medio siglo). Desde entonces hasta 1982 integra tres bandas eternas: Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán. Si ahí terminara, Charly habría pasado a la historia de la música. Pero desde el 82 hasta el 92 aprox. hace su carrera solista que se inicia con una seguidilla de perfección extraterrestre: Yendo de la cama al living, Clics Modernos y Piano Bar, tres al hilo. Hazaña sobrehumana solo equiparable a, digamos, Rubber Soul, Revolver y Sgt. Pepper. Obviamente si por alguna contingencia Charly solo hubiera grabado estos tres discos, la gloria la tenía ganada. Entonces ahí empieza otro tipo de dificultad: ¿cómo sobrevivir cuando uno tocó el cielorraso? ¿Golpeando la cabeza contra el techo? Charly es el sobreviviente. Pensemos en los Beatles. Llegan a la perfección en siete, ocho años. Y después tienen que luchar el resto de su vida con haber sido un beatle. A Charly le pasa distinto: su obra solista no es un intento de superar a sus bandas juveniles: en el primer surco del primer disco ya las superó. Después de esa santísima trinidad pongamoslé que estira el efecto hasta el 92. Ahí empieza el tercer período, el choque de la cabeza contra el techo, el rompedero de cráneos, la mutación, lo que se suele nombrar como el período Say No More (aunque el disco propiamente dicho lo saca en 1996). Esta tercera etapa se sabe que empieza cuando Charly parece perder el comando de su vida, de sus discos y sus shows. Si la iniciamos en 1992, no se sabe bien dónde termina. Quizás cuando Palito se hace cargo de su sobrevivencia en 2008. Esa es la decisión que toma Roque Di Pietro para escribir el segundo tomo del libro difícilmente superable, Esta noche toca Charly. De ahí en adelante viene la cuarta etapa de un Charly sosegado e instituido. Si alguna vez escribió una canción llamada "Instituciones", la ceremonia colectiva de este sábado muestra que hoy él mismo es una institución. La sociedad argentina, después de años de hostigarlo, lo acepta como su Músico de la Nación.
Oscar Cuevo“Me incliné a seguir mis reglas: Minimalismo, Neoclasismo, Poliritmia. Y donde se pueda, una pátina de ambigüedad”, señala García en el epílogo del ya citado Líneas paralelas. Esos conceptos, sumados al surgimiento de la era “Say no more”, van a dar lugar a la parte más eléctrica, ecléctica y recursiva del músico del bigote bicolor. En Esta noche toca Charly (Tomo 2), Roque Di Pietro continúa su complejo y bello trabajo de registrar todas las presentaciones en vivo, que había comenzado con el primer tomo publicado en 2017, el cual abarcaba hasta el año 1993.
Señala el propio Di Pietro al comienzo del libro: “El tomo 1 de Esta noche toca Charly se centró en la carrera del artista sobre los escenarios. Se puede decir lo mismo de este segundo volumen, aunque aquí, además, se profundizó el carácter biográfico de la investigación. No hubo alternativa: los episodios extra musicales que atravesaron e impactaron en la carrera de Charly García (…) en estos años fueron múltiples”. García, muchos años después, diría que estaba inmerso en “el síndrome The Wall”, en donde era difícil comunicarse consigo mismo.
Partiendo, entonces, desde la etapa “Say No More”, que según Di Pietro fue “la posibilidad de ser libre de verdad”, nos encontramos con un García discutiendo su propia figura, mientras que las nuevas bandas de la escena del rock nacional discutían su mito. Centradas sobre todo en la figura de los por entonces jóvenes Babasónicos, el parricidio propio de todo movimiento musical estaba cobrando forma contra García. La respuesta del creador de Sui Generis y Serú Giran fue volverse impredecible e inaccesible, sacrificándose a sí mismo, tal y como se puede ver en sus presentaciones en vivo de fin de siglo.
Estos dos libros de Gourmet Musical ayudan a seguir pensando a García desde su obra, en donde la composición tiene un rol central y su ejecución en vivo completa la esencia de todo ícono popular. Abarcando su carrera hasta su reaparición pública en 2009 y sus recitales en vivo que culminaron con el show en el Teatro Colón en 2013, ambos trabajos parten de enfoques diferentes pero llegan a una misma conclusión: hay algo de Charly García que puede ser registrado y explicado, pero hay un trasfondo que lo excede a sí mismo y que no se puede poner en palabras. Por eso es parte de la religión.
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