El caso de Santiago Maldonado se ha transformado en una patética novela de terror clase "C" en donde un Estado enloquecido se ha ensañado con familiares y cualquier persona que se atreva a cuestionar el escandaloso modus operandi del Régimen Macrista. A la certeza de que el cadáver encontrado fue "plantado" y dicho por el mismísimo diario Clarín, que el hallazgo no se debió a unos perros con la suficiente habilidad para hacer un asado bajo el agua, sino que hubo "un llamado anónimo" que brindó detalles específicos de la ubicación del macabro hallazgo. Un hecho repleto de operaciones mediáticas que tienen su origen en la Casa Rosada S.A. para ocultar una desaparición forzada y el encubrimiento oficial, y terminan en los diarios hegemónicos. Y hay otros. Y va a seguir habiendo otros operativos, montados por un periodismo de guerra (contra la verdad, la decencia y la ética en el ejercicio de la profesión), que es una pieza fundamental del régimen de oprobio que gobierna el país, tanto que ya ni se molestan en disimular o borrar las huellas de su complicidad. Pero mientras tanto, en la localidad de El Bolsón, casi al mismo tiempo que se llevaba adelante la conferencia de prensa de la familia Maldonado, la Gendarmería hacía lo que más sabe (y que bien conocen los pueblos sureños): reprimir.
El martes cerca del mediodía se difundió la noticia sobre la aparición de un cuerpo en el Río Chubut. Desde ese momento, decenas de aseveraciones circularon por los medios masivos y redes sociales. En el medio, que no se pierda lo central: Santiago Maldonado, su familia y la responsabilidad del Estado. Sobrecogía el corazón ver anoche la entereza de Sergio Maldonado en medio del dolor, cargando sobre sus hombros con el peso de 80 días de desolación y abandono, y confesando que permaneció horas a la vera de un río en un lejano paraje del sur; contemplado un cuerpo que podía ser el de su hermano Santiago, custodiándolo porque no confía en nadie: no se puede pedir imagen más cruda del tremendo desamparo de un ciudadano frente a un Estado represor, desaparecedor, negador y casi con seguridad, asesino.
Como si fuera poco todo lo que padecieron los Maldonado, tuvieron que soportar las barbaridades que dijo Elisa Carrió, esa víbora ponzoñosa que viene envenenando la política nacional desde hace más de 20 años; y que seguramente el domingo será ungida nuevamente con el voto de mas de la mitad de los porteños, para no ir nunca al Congreso. Eso son, porque eso van a votar, háganse cargo de una buena vez; ante tamaña descomposición moral no hay posibilidad alguna de alegar engaño a la buena fe del elector. Van a votar a alguien que acaba de mofarse en televisión del dolor de una familia, comparando el caso de Santiago con Walt Disney, dichos cuyos más empecinados defensores aplauden deleznablemente, funestamente, como podemos ver en los comentarios en el Facebook del blog cabezón.
Casi con toda seguridad, plantaron ese cuerpo sin vida en el río Chubut, pretendiendo que de ese modo eluden sus culpas, para desplazarlas sobre los mapuches, la RAM, el ISIS, los kurdos, el kirchnerismo o los extraterrestres, son capaces de eso y mucho más, y a la pruebas me remito: repasemos lo que vinieron diciendo y haciendo estos casi 80 días transcurridos desde el 1º de agosto, solamente sobre este caso en particular.
Sirva el contraste entre la enorme dignidad en medio del dolor de Sergio Maldonado y su familia, y la feroz crapulencia de un gobierno sub democrático y su periodismo servil para poner de relieve -una vez más- la verdadera grieta que hay en la Argentina: la que separa a las personas de bien, de los hijos de puta. Y ojalá que nunca se cierre.
El martes cerca del mediodía se difundió la noticia sobre la aparición de un cuerpo en el Río Chubut. Desde ese momento, decenas de aseveraciones circularon por los medios masivos y redes sociales. En el medio, que no se pierda lo central: Santiago Maldonado, su familia y la responsabilidad del Estado. Sobrecogía el corazón ver anoche la entereza de Sergio Maldonado en medio del dolor, cargando sobre sus hombros con el peso de 80 días de desolación y abandono, y confesando que permaneció horas a la vera de un río en un lejano paraje del sur; contemplado un cuerpo que podía ser el de su hermano Santiago, custodiándolo porque no confía en nadie: no se puede pedir imagen más cruda del tremendo desamparo de un ciudadano frente a un Estado represor, desaparecedor, negador y casi con seguridad, asesino.
Como si fuera poco todo lo que padecieron los Maldonado, tuvieron que soportar las barbaridades que dijo Elisa Carrió, esa víbora ponzoñosa que viene envenenando la política nacional desde hace más de 20 años; y que seguramente el domingo será ungida nuevamente con el voto de mas de la mitad de los porteños, para no ir nunca al Congreso. Eso son, porque eso van a votar, háganse cargo de una buena vez; ante tamaña descomposición moral no hay posibilidad alguna de alegar engaño a la buena fe del elector. Van a votar a alguien que acaba de mofarse en televisión del dolor de una familia, comparando el caso de Santiago con Walt Disney, dichos cuyos más empecinados defensores aplauden deleznablemente, funestamente, como podemos ver en los comentarios en el Facebook del blog cabezón.
Casi con toda seguridad, plantaron ese cuerpo sin vida en el río Chubut, pretendiendo que de ese modo eluden sus culpas, para desplazarlas sobre los mapuches, la RAM, el ISIS, los kurdos, el kirchnerismo o los extraterrestres, son capaces de eso y mucho más, y a la pruebas me remito: repasemos lo que vinieron diciendo y haciendo estos casi 80 días transcurridos desde el 1º de agosto, solamente sobre este caso en particular.
Sirva el contraste entre la enorme dignidad en medio del dolor de Sergio Maldonado y su familia, y la feroz crapulencia de un gobierno sub democrático y su periodismo servil para poner de relieve -una vez más- la verdadera grieta que hay en la Argentina: la que separa a las personas de bien, de los hijos de puta. Y ojalá que nunca se cierre.
Mientras tanto, los organismos de derechos humanos reiteraron ayer que el Estado es responsable de la desaparición forzada de Santiago y exigieron, una vez más, la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien desde el primer momento encubrió a la Gendarmería y a Pablo Noceti, el funcionario nacional que comandó la represión del 1 de agosto. Ya tendrían que haber renunciado. Hay total impunidad en la actuación de este Gobierno. No se puede tolerar que después de haber vivido la dictadura pasemos por esto. A uno le da vergüenza y dolor, sobretodo contrastando el dolor y la dignidad de una familia como los Maldonado, en medio del cinismo de los amarillos burlándose frente a su cara. Y cada vez se parecen más a los represores de la dictadura: secuestraban, mataban y luego se reían de los familiares cuando iban a pedir por el desaparecido.
Gobierno, medios y mentiras
Restarán algunos días más para esclarecer la identidad del cuerpo encontrado. Y sea cual fuere el resultado, será imposible desandar 79 días de ocultamientos, encubrimientos, mentiras y dilaciones. 79 días de dolor y de guerra desigual entre un Estado poderoso contra un pueblo originario que resiste desde hace siglos y una familia desgarrada pero sostenida por miles y miles de personas honestas, solidarias y que buscan la verdad. Seguramente, mucho tiempo más para esclarecer el caso.
Un batallón de información y noticias circularon en estos casi 80 días, con un alto grado de atomización en las últimas 48 horas. Tal vez lo importante no solo es qué decir, sino de qué manera. Así lo señaló con mucha claridad la familia de Santiago Maldonado.
El régimen amarillo, en la misma noche del hallazgo (sabiendo perfectamente lo que había pasado, y las posibles reacciones) reforzaba el dispositivo de seguridad de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, acuartelaba a las fuerzas de seguridad federales, suspendía los francos a sus efectivos y convocaba a los que estaban de licencia; mientras los medios hegemónicos extrañamente llamaban a una manifestación en Plaza de mayo, acaso soñando con que alguna reacción en las calles contra la noticia les diera la oportunidad de descargar toda la furia represiva amarilla, y llegar a las elecciones en medio de un clima de miedo, sombrío y opresivo, sin por eso dejar de hacer encuestas telefónicas sondeando la repercusión electoral del caso.
En este clima los argentinos deberemos ir a votar el domingo, y con ninguna garantía de que este gobierno respete la voluntad popular, si le fuera adversa. O peor aun: teniendo que comprobar que esta política de degradación constante de la democracia argentina que vienen llevando en forma sistemática e ininterrumpida desde hace 22 meses tiene consenso social, al menos de una buena parte de la sociedad.
Es necesario seguir exigiendo hasta el último aliento la aparición con vida de Santiago Maldonado. Debemos seguir pidiendo el esclarecimiento de la desaparición forzada de una persona en una situación de represión de fuerzas de seguridad nacionales. Es responsabilidad de la sociedad seguir denunciando al Estado por su accionar a partir de las fuerzas represivas, así como por el encubrimiento gubernamental. Debemos tomar conciencia de lo que significa la desaparición de una persona en este marco, en democracia, la historia y los 30.000 no deben hacernos olvidar.
"Si nunca lo habías visto en tu vida. Nunca habías escuchado hablar de él. Nunca conociste a nadie que lo conociera, ni siquiera a alguien que tuviera un conocido que lo conociera. Los viste por primera vez en televisión, en los diarios, lo viste a los ojos, barbudo, con rastas, y sonriente. Lo conociste cuando ya no estaba. Lo miraste, te interpeló, dudaste, no lo conocías, pero lo odiaste.Pini Stringhini - Periodista
¿Fue enseguida que dedujiste o descubriste que era un terrorista, un usurpador, mensajero de la RAM, pariente de Vaca Narvaja, kirchnerista o zurdo (no estabas seguro si es lo mismo o no pero para el caso daba igual), que estaba escondido en Entre Ríos, después en Mendoza, después lo había llevado una pareja en un auto en el sur, después había estado en un acto en El Bolsón y después vuelto a Chile, en un 20 por ciento de posibilidades?
¿O quién te hizo creer todo eso? ¿Quién te llevó a odiar así, desde la banqueta de la cocina sentado frente al televisor, o desde el sillón recorriendo el inicio de Facebook en tu celular, a un pibe de 28 años que luchaba por una causa que consideraba justa? Equivocado, o no, para él era justa.
No sé a quién encontraron en el río Chubut, y sea quien sea, no es menos importante que otro. Habrá que esperar a mañana.
Tampoco se, y no dejo de preguntarme con impotencia y dolor, ¿quién te llevó a odiar así a la mismísima vida, quién te llevó a odiar así a un pibe, quién te hizo a odiar así a Santiago Maldonado?".
Gobierno, medios y mentiras
Restarán algunos días más para esclarecer la identidad del cuerpo encontrado. Y sea cual fuere el resultado, será imposible desandar 79 días de ocultamientos, encubrimientos, mentiras y dilaciones. 79 días de dolor y de guerra desigual entre un Estado poderoso contra un pueblo originario que resiste desde hace siglos y una familia desgarrada pero sostenida por miles y miles de personas honestas, solidarias y que buscan la verdad. Seguramente, mucho tiempo más para esclarecer el caso.
Un batallón de información y noticias circularon en estos casi 80 días, con un alto grado de atomización en las últimas 48 horas. Tal vez lo importante no solo es qué decir, sino de qué manera. Así lo señaló con mucha claridad la familia de Santiago Maldonado.
El régimen amarillo, en la misma noche del hallazgo (sabiendo perfectamente lo que había pasado, y las posibles reacciones) reforzaba el dispositivo de seguridad de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, acuartelaba a las fuerzas de seguridad federales, suspendía los francos a sus efectivos y convocaba a los que estaban de licencia; mientras los medios hegemónicos extrañamente llamaban a una manifestación en Plaza de mayo, acaso soñando con que alguna reacción en las calles contra la noticia les diera la oportunidad de descargar toda la furia represiva amarilla, y llegar a las elecciones en medio de un clima de miedo, sombrío y opresivo, sin por eso dejar de hacer encuestas telefónicas sondeando la repercusión electoral del caso.
En este clima los argentinos deberemos ir a votar el domingo, y con ninguna garantía de que este gobierno respete la voluntad popular, si le fuera adversa. O peor aun: teniendo que comprobar que esta política de degradación constante de la democracia argentina que vienen llevando en forma sistemática e ininterrumpida desde hace 22 meses tiene consenso social, al menos de una buena parte de la sociedad.
Es necesario seguir exigiendo hasta el último aliento la aparición con vida de Santiago Maldonado. Debemos seguir pidiendo el esclarecimiento de la desaparición forzada de una persona en una situación de represión de fuerzas de seguridad nacionales. Es responsabilidad de la sociedad seguir denunciando al Estado por su accionar a partir de las fuerzas represivas, así como por el encubrimiento gubernamental. Debemos tomar conciencia de lo que significa la desaparición de una persona en este marco, en democracia, la historia y los 30.000 no deben hacernos olvidar.
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