#Músicaparaelencierro. Seguimos con la "chilenidad al palo", y ahora con el cuarto disco de Congreso, con una formación que fue nueva, y donde renovó su estilo, desarrollando el sonido de fusión progresiva (con elementos e influencias de jazz y música docta contemporánea) que lo caracterizó a partir de entonces. Fundacional en varios sentidos e impostergable como hito de la música popular chilena, Viaje por la cresta del mundo es una de las mayores cumbres de Congreso, una agrupación que en plena dictadura militar eludía el vendaval de la represión y la censura, y aún así era capaz de facturar músicas maestras. Congreso pasa de ser una banda de rock de raíz a un ensamble de cámara orientado a la fusión latinoamericana. De este modo obtendrá sonoridades nuevas con el bajo fretless, la protagónica marimba y todo tipo de percusiones latinas que se añadieron al instrumental anterior de aerófonos andinos, charangos, flautas, cello, guitarra eléctrica y batería. Un equipo de lujo para un disco de lujo, infaltable en el blog cabeza!
Artista: Congreso
Álbum: Viaje Por La Cresta Del Mundo
Año: 1981
Género: ----
Duración: 42:50
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Chile
Casi un año de receso después de la
partida de Francisco Sazo, Renato Vivaldi y Arturo Riesco, el grupo se
rearma a mediados de 1980. Se incorpora el gran percusionista Ricardo
Vivanco, un joven chileno-brasileño llamado Joe Vasconcellos, luego se
une Ernesto Holman en bajo fretless, un viejo amigo de "Tilo" en la
universidad; y Aníbal Correa, pianista argentino radicado en Viña del
Mar, y el grupo comienza a crear un nuevo sonido, bajo la dirección de
Tilo González, que se esquematiza en "Fusión Latinoamericana".
Hay varios, pero elijo Viaje por la cresta del mundo (1981), porque la banda se abre definitivamente y para siempre a otros géneros musicales, que en este disco actúan como dispositivo de rock progresivo y que más tarde germinará en su actual fusión. Más allá del hit "Hijo del sol luminoso", este álbum contiene composiciones de mayor desarrollo como "Nuevo intento" —¡qué hacer sin la voz y la presencia de Pancho Sazo!—, "El descarril" y especialmente "Viaje por la cresta del mundo". Se instala una sonoridad singular con el bajo fretless de Holman, el piano de Correa y la marimba de Ricardo Vivanco, cuya timbrística quedará como otro sello sonoro de Congreso. Este disco contiene también una zona de fricción en la estética del grupo, es decir un campo de tensión entre el hit de la forma canción con "Hijo del sol luminoso" e "Hijo del diluvio" y el desarrollo abierto, impresionista e intertextual de "Viaje por la cresta del mundo". Y el título es otra marca: el viaje es camino, porque Congreso sigue proponiendo este destino. Andar, buscar, que es explorar.
Rodrigo Pincheira, miembro de la Sociedad Chilena de Musicología y autor de Los elementos: voces y asedios al grupo Congreso
En 1981, el grupo lanza "Viaje por
la Cresta del Mundo", obteniendo muy buenas críticas, y logrando su
primer gran éxito con la canción "Hijo del Sol Luminoso", de Joe
Vasconcellos. Nos enfrentamos a una banda que ya encontró su estilo, aunque no eséá presente la voz del mítico Sazo, pero Vasconcellos funciona perfectamente. Las composiciones son bellas, limpias y complejas. Lo suyo no es la melodía dócil y tierna, ni tampoco la exuberancia instrumental a raja tabla, Congreso es armoniosamente complejo, amante de los contrapuntos en su glorioso camino de fusión progresiva.
El material se sostiene en piezas instrumentales de medio aliento y un carácter progresivo, como "Hijo del diluvio", que incluye aspectos de la música mapuche, además de "El descarril" y "Viaje por la cresta del mundo", con la rúbrica de Holman para la historia. Pero serán canciones como la sentida "El último vuelo del alma" o la insondable "La tierra hueca", las que maticen entonces este hallazgo. Entre ellas, "Hijo del sol luminoso", con textos de Vasconcellos sobre la América indígena, será alzada como el himno mayor de Congreso, un equivalente al "Todos juntos" de Los Jaivas.
Dentro de la prolífica discografía de la eximia banda nacional Congreso, “Viaje por la Cresta del Mundo”, ocupa un lugar especial como bisagra, pues es, a mi juicio, la obra con la que el grupo de Quilpué, reestructura su sonido de una forma drástica, y comienza a darle forma a un estilo de fusión latinoamericana más complejo, con más presencia de influencias de jazz, rock progresivo y música docta contemporánea, y con un virtuosismo instrumental de mayor peso y protagonismo.
Haciendo un poco de historia, a fines de los 70, y luego de editar su placa más desconocida –“Misa de los Andes”, 1978- tras esa obra cumbre de la primera etapa que es el disco café de 1977, Congreso sufre la partida de tres integrantes clave en su formación: el bajista Fernando Hurtado, el percusionista Arturo Riesco y el vocalista y letrista Francisco Sazo, quizás la más sensible de las tres pérdidas, debido a un periplo a Bélgica por un lustro, para doctorarse en Filosofía.
El núcleo de los tres hermanos González –Sergio, Patricio y Fernando- más el flautista Hugo Pirovic, entra en un breve receso que dura hasta 1980, cuando el baterista y principal compositor, Tilo, tomando las riendas del grupo convoca a nuevos integrantes, todos de exquisita formación académica, para llenar los puestos vacantes. Un antiguo compañero suyo de universidad y andanzas de investigación de autores doctos contemporáneos, y excelso ejecutante de bajo fretless, Ernesto Holman, empuñaría las cuatro cuerdas; dos jóvenes estudiantes de conservatorio aportarían nuevos ingredientes: Ricardo Vivanco introduciría las sonoridades de la marimba al grupo, mientras que Aníbal Correa añadiría el exquisito timbre y rango del piano.
Mientras tanto, para el puesto de vocalista, finalmente es convocado un joven chileno-brasileño con grandes inquietudes musicales y multi-instrumentista, recién llegado de Italia –es hijo de diplomático-: es entonces cuando Joe Vasconcellos, comienza a escribir su historia en la música popular chilena.
El primer trabajo que este remozado Congreso entrega, a fines de 1981, es este “Viaje por la Cresta del Mundo”: un disco de impecable factura, compuesto por 8 cortes que, en su conjunto, duran poco más de 40 minutos, con una producción de sonido espectacular, un bellísimo trabajo de arte y una inspirada composición y ejecución.
Los compases de ‘Hijo de Sol Luminoso’, dan inicio al periplo. Un tema donde destacan los arreglos para zampoña y trutrucas que hacen Pirovic y Vasconcellos, el delicado arpegio de guitarra acústica de Fernando González, el charango de Patricio y la voz del propio Joe, cantando una letra americanista y de profunda significación, que causó impacto en ese momento, transformándose desde ahí en lo que ha llegado a ser hasta hoy: un himno y clásico de nuestro cancionero. Es quizás este el tema donde se mantiene, en cierta medida, la fusión latinoamericana más andina y folclórica, que se presentó con más fuerza en los trabajos anteriores de la banda.
Desde esa premisa, es con ‘Nuevo Intento’ donde comienzan a mostrarse los primeros rasgos de la reestructuración sonora de Congreso: un corte con gran despliegue instrumental, una introducción que lleva a otros lugares, gracias a los accesorios percusivos de Vasconcellos, y en la cual entran in crescendo los demás instrumentos, en arreglos intrincados donde destacan el piano –hay un quiebre que recuerda al ‘Cuarteto del Fin de los Tiempos’ de Olivier Messiaen-, las flautas, entra con fuerza el bajo fretless y luego, todo se corona con una vocalización solemne y severa.
‘El Descarril’, es un instrumental en la que el grupo, se mete de lleno en una fusión de tinte más jazz, donde el peso lo carga la sección rítmica batería-bajo-piano (este último tocando el motivo central junto al violoncello y luego, la flauta), mientras la guitarra eléctrica y la marimba doblan desde el inicio una melodía que va sirviendo como colchón sonoro para las variaciones de los demás músicos. De antología en este corte el trabajo de Holman en el bajo, Tilo en la batería y, por sobre todo, Vivanco en la marimba y “Pericote” Correa, develando una interpretación magistral en el piano.
La primera mitad del trabajo se cierra con la intrigante ‘Undosla’ –llamado así por su riff central, ejecutado en un tempo casi de vals- , otro tema que tras un sutil comienzo, adquiere gran despliegue instrumental, que transporta a los lluviosos bosques de nuestro sur, con un colchón finísimo de piano y guitarra eléctrica. Joe Vasconcellos saca a relucir el costado más sensible de su voz, en un esfuerzo muy valioso, pero que, pese a todo, no logra llegar a las cotas de expresividad de Pancho Sazo. Aún así, ese momento cuando canta “y un temporal se desata y crece” con la posterior entrada de la banda en pleno, es de un dramatismo que conmueve.
La cara B es inaugurada por otro de los clásicos y, hoy por hoy, referente ineludible de los repertorios del grupo en vivo. ‘Hijo del Diluvio’ comienza con la percusión y la batería, en una idea que lleva a los guillatunes mapuches, que luego es apoyada por un riff muy intrincado donde nuevamente destacan el bajo, la marimba, el piano y el cello. De ahí entra el riff principal y la canción muta en una estructura un poco más tradicional, pero no por eso menos interesante. Destaca el quiebre de la mitad, donde con la base de la misma percusión de corte mapuche del inicio, los instrumentos callan y sólo quedan soplando dos tarkas disonantes, a las que se suman trutrucas. Luego entrar en otra seguidilla de cortes intrincados, desembocando en un remanso, en el que se vuelve al coro: uno de los puntos más altos del disco.
La siguiente pista es el instrumental que da el título al disco, con protagonismo de la percusión en su fase más experimental, gran variedad de climas y timbres, sobre los cuales va resaltando el delicado trabajo melódico del piano, la flauta, el violoncello y un bajo que desenfunda solos asertivos. La sensación onírica de un tránsito por los sueños se mantiene en la hermosa ‘El Último Vuelo del Alma’, dejando el terreno aplanado para el telón final. ‘La Tierra Hueca’ deja despejadas todas las dudas sobre cómo se iba a cerrar un trabajo de estas características: 10 minutos y medio de quiebres, dinámicas, dramatismo, canto coral, escalas disminuidas, remansos, percusión a toda máquina, misticismo: una suite magistral.
Quizás sea éste, el disco que inicia una etapa musicalmente brillante en la carrera de Congreso, una era que continuaría con “Ha Llegado Carta” (1982) y que luego, tras la marcha de Joe Vasconcellos y la entrada del inconfundible saxo soprano de Jaime Atenas, culminaría con el sublime “Pájaros de Arcilla” (1984). Aprovechando esta tribuna y una contingencia reciente, con la edición en vinilo de varios trabajos insignes para EMI de los 80 y 90, sugeriría al sello la reedición en tan noble formato, por último en ediciones limitadas, de todos los trabajos que hizo Congreso bajo esa etiqueta. Los melómanos de nuevas generaciones, sin duda lo agradecerán.
Congreso es una
banda oriunda de Quilpué, la cual ha estado en actividad desde el año
1969, y que sin duda ha marcado un importante hito en la música popular
chilena, desplegando su carrera y búsqueda musical en los más crudos
años de la dictadura militar en Chile. Es en este contexto donde nace: –
Viaje Por La Cresta Del Mundo (1981), álbum que evidencia la incorporación de nuevas mixturas sonoras, las cuales van de la mano con la “Fusión Progresiva” con una fuerte raíz andina.
Este es el primer trabajo discográfico
sin la icónica voz de Francisco Sazo, y en su rol asume un joven
multiinstrumentista chileno-brasileño; Joe Vasconcellos, quien sorprende
en la apertura de este álbum con un emotivo: Hijo del Sol Luminoso.
Esta canción inicial, que luego se convertiría en uno de los emblemas
de la banda, nos sitúa en las alturas y es por medio de la voz de un
amerindio que se siente parte del universo, del cosmos, de un mundo
trascendente, de ese que entiende la vida desde lo ancestral y que
cultiva al ser más espiritual, anclado a chamanes, brujos y magos.
El disco continúa con Nuevo Intento,
el cual se entrega lentamente, articulando cuidadosamente las piezas
antes de pasar a algo más intenso, más potente, pero no solo a nivel
musical (lo cual es innegable), sino que también en su lírica: “…En el alma nuestra yo vi, la sangre de un indio sentí, la vi respirar”. Cuando nos encontramos en pleno “galope” de este viaje, podemos vislumbrar el protagónico bajo fretless de un virtuoso Ernesto Holman y como este interactúa con la voz de Vasconcellos, adicionando el certero piano del también recién llegado a la banda; Aníbal Correa y la enérgica batería de Sergio “Tilo” González. El Descarril abre con sonidos de marimba a cargo de Ricardo Vivanco,
y una batería que se va incorporando con un perfecto in crescendo, para
luego encontrarse con un versátil y protagónico bajo. Sin duda que esta
puesta musical evidencia la innegable calidad musical de Congreso, y el
suculento aporte de las nuevas incorporaciones, como las percusiones
ejecutadas por Vasconcellos que aportan complejidad y particularidades
sonoras a la obra (trutukas, percusión indígena, tarkas, zampoñas,
cueros). Undosla comienza con un sinuoso sonido, con una atmósfera que viaja y va tomando tintes más oscuros, nostálgicos: “y un temporal se desata y crece”. Hijo del Diluvio
es, sin duda, es una de las canciones más emblemáticas de este álbum,
ya que, cuenta con una sólida lírica y un potente inicio que no deja
indiferente. El despliegue musical es asombroso, acompañado de una
narración en primera persona a cargo de Joe Vasconcellos, que nos habla
sobre ese sentirse parte de la tierra, de esa identidad indígena
deslegitimada a lo largo de historia la modernidad:
“Voy cruzando valles y florestas
Cordilleras y desiertos
En busca de identidad
Únete a mi canto como el viento
Norte y el sur de la mañana
Levantando tempestad”.
Viaje Por La Cresta Mundo, sus andanzas recorren distintos paisajes, adornando el recorrido con hermosos vientos del gran Hugo Pirovic, percusiones con toques mágicos y una sólida línea de bajo. Destaca la presencia del cello de Patricio González, quien es hermano de Fernando González (guitarra) y de Sergio “Tilo” González (baterista y compositor). El Último Vuelo Del Alma, de
nostálgica melodía, pero que invita a plantearse la vida más allá del
“caos moderno”, quizás desde una vereda más espiritual:” Volver a los momentos olvidados por tanta prisa”. En este “último vuelo del alma” concebimos un sonido más cercano al Congreso de discos anteriores como; Terra Incógnita (1975). La Tierra Hueca,
es el cierre maestro para este “viaje por la cresta del mundo”, con más
de 10 minutos de intensa performance musical, donde la voz exclama al
son de un ritual ancestral y donde la dicotomía sigue siendo ver el
mundo más allá de los paradigmas racionales hegemónicos: “¡Ay! El
Norte y Sur preñado está de aves que nos guiarán; no habrá oficinas y
hospital, ni espejos rotos que mirar: habrá una luz, tú propia luz,
energía cósmica y vital”.
Viaje Por La Cresta Del Mundo, es sin duda
uno de esos vinilos o casetes que podríamos desempolvar eventualmente en
casa de nuestros padres/abuelos, ya que, su huella es indeleble al paso
del tiempo. Esta aventura musical, de alta calidad nos propone nuevas
sonoridades como; el rock progresivo, jazz fusión e incluso sonidos
experimentales, sin perder el foco en lo identitario, la importancia de
mirar hacia atrás para pensarnos desde lo ancestral, nuestra relación
con la tierra y el cosmos en el sentido más espiritual, desde la raíz.
01. Hijo Del Sol Luminoso 05:34
02. Nuevo Intento 05:27
03. El Descarril 04:48
04. Undosla 05:09
05. Hijo Del Diluvio 03:56
06. Viaje Por La Cresta Del Mundo 04:41
07. El Ultimo Vuelo Del Alma 02:44
08. La Tierra Hueca 10:27
Alineación:
- Joe Vasconcellos / voz, cueros, percusión indígena, trutruka, tarkas, zampoña.
- Hugo Pirovic / flauta traversa, dulce, melódica, tarka, voz.
- Ricardo Vivanco / marimba, percusión.
- Aníbal Correa / piano acústico.
- Ernesto Holman / bajo fretless.
- Fernando González / guitarra eléctrica.
- Patricio González / violoncelo, charango, guitarra acústica, bajo acústico.
- Sergio “Tilo” González / composición, batería, percusión.
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