En la batalla por la conciencia, los pueblos van perdiendo por goleada. Luego del Mayo Francés, el cineasta francés Guy Debord, una de las personalidades más destacadas de la rebelión anarquista, publicó un lúcido trabajo titulado "La sociedad del espectáculo", donde complementaba las tesis de Herbert Marcuse (el reemplazo de la dura realidad por la fantasía distractiva del placer, donde la estupidez devenida por el "placer bobo" es directamente proporcional a la rudeza del la realidad) y exponía cómo el Sistema acosaría y asimilaría a la larga las conquistas sociales y culturales, empleando especialmente los mass media, y masivamente la televisión. El 2017 fue el año en que la "música latina" rompió las listas de éxitos en todo el mundo, apoteosis de un momento donde el sistema ha licuado el cerebro y las creencias de las mayorías, una música que se erige como símbolo de la dominación. A continuación, un análisis de un fenómeno que se predicho desde hace muchos años, pero nunca es tan duro como verlo en la realidad de todos los días.
En el Sistema que vivimos, la realidad es suplantada sistemáticamente por la imagen, de modo que esa realidad es sustituida por la apariencia: habitamos una sociedad cuya falsificación nos domina (a quien se deja, desde luego). Por ello, la acumulación y omnipresencia de la apariencia acaba por convertir la sociedad en la sociedad del espectáculo, de la mera apariencia.
Con más 5.000 millones (y cada vez más) de reproducciones en YouTube, "Despacito" se convirtió en el vídeo más visto de todos los tiempos. Con asombrosos números, tanto el "Despacito" de los "artistas" puertorriqueños Luis Fonsi y Daddy Yankee, como "Mi Gente" del colombiano J. Balvin y el francés Willy Williams, alcanzó el primer puesto en las canciones más transmitidas de Spotify en todo el mundo.
Para poner esto en perspectiva, el año pasado fue la tercera vez que las canciones en español alcanzan el puesto número 1 en el Top 100 Chart de Billboard en la historia de Estados Unidos, después de "La Bamba" de 1987 por Los Lobos y "La Macarena" de Los Del Rio en 1996.
Afirmaba Debord, hablando del proceso que culminó en nuestra actual civilización del espectáculo basura donde la música latina es uno de sus principales ejes, y lo hizo allá por 1967:
Ello, llevado a la realidad actual, da un marco a la explosión del consumo de música en esta era digital que lanza a la popularidad el ritmo del reggaetón. Hay un hiper consumo de reggaeton por parte de los latinoamericanos: los latinos son streamers, youtubers, spotifyers. los niños de hoy en día son una generación empobrecida que nunca tuvo que comprar música una vez en su vida porque el sistema se la mete en su cabeza. Pero no solamente se limita a un consumo entre los latinos ya que se internacionalizó, y se está expandiendo a través de artistas y nacionalidades.
Es verdaderamente importante y dramático comprender que hemos sido llevados a la confusión, la angustia, el miedo y su consecuente distracción y estupidización a drede, lentamente y por diseño, y que mientras nos quitan el piso bajo los pies, mientras naturalizamos lo que ocurre porque lo vemos y escuchamos a diario e ignoramos lo que realmente sucede a nuestras espaldas, estamos colaborando en la construcción de un mundo de pesadilla en el que ninguno de nosotros querrá vivir.
Aunque en la radio suene esa movediza canción "Despacito" o Maluma esté cantando "Felices los 4".
El reggaetón y la trampa de “lo latino” al servicio del imperialismo
Recuerden, si nos mantenemos alerta, con una mirada siempre crítica de la realidad, en nuestra mente no pueden entrar. Aún en medio de este infierno de "música latina".
"Si el conocimiento y su derivada que es la cultura no conducen a la rebelión, entonces no son nada".Friedrich Nietzsche
En el Sistema que vivimos, la realidad es suplantada sistemáticamente por la imagen, de modo que esa realidad es sustituida por la apariencia: habitamos una sociedad cuya falsificación nos domina (a quien se deja, desde luego). Por ello, la acumulación y omnipresencia de la apariencia acaba por convertir la sociedad en la sociedad del espectáculo, de la mera apariencia.
Con más 5.000 millones (y cada vez más) de reproducciones en YouTube, "Despacito" se convirtió en el vídeo más visto de todos los tiempos. Con asombrosos números, tanto el "Despacito" de los "artistas" puertorriqueños Luis Fonsi y Daddy Yankee, como "Mi Gente" del colombiano J. Balvin y el francés Willy Williams, alcanzó el primer puesto en las canciones más transmitidas de Spotify en todo el mundo.
Para poner esto en perspectiva, el año pasado fue la tercera vez que las canciones en español alcanzan el puesto número 1 en el Top 100 Chart de Billboard en la historia de Estados Unidos, después de "La Bamba" de 1987 por Los Lobos y "La Macarena" de Los Del Rio en 1996.
Afirmaba Debord, hablando del proceso que culminó en nuestra actual civilización del espectáculo basura donde la música latina es uno de sus principales ejes, y lo hizo allá por 1967:
- Los individuos consumistas son unos mentirosos que se engañan a sí mismos, creando una miseria cultural a través de la cual ven el mundo al revés;
- El Sistema ha corrompido a Dionisos: el arte, el placer, el ocio, el amor, han sido convertidos en negocio;
- La clave del Sistema es el Mercado: él dicta y utiliza el Estado y la política para imponer su dictadura; al espectador lo convierten en masa o chusma, parodiando al panem et circenses del Imperio Romano para estupidizar a la plebe;
- Dormir 8 horas, trabajar 8 horas, ver televisión 8 horas: total, 24 horas;
- El espectáculo es convertido así en ideología efectiva y genera una falsa concepción del mundo, convirtiendo sus basuras en modelo de vida, por mímesis;
- Consumismo + conformismo son los dos ejes que transmiten los mass media al servicio de la élite del poder: triunfa lo grotesco o realidad manipulada;
- El espectáculo es humo que ciega (Josep Pla afirmaba que las religiones venden humo; de hecho fueron una especie de espectáculo);
- La Sociedad del Espectáculo es la fase superior de la dominación Capitalista y/o Liberal;
- En el Sistema, la persona es una solitario en medio de una muchedumbre formada por millones de solitarios.
- En definitiva, en el Sistema el Ser es sustituido por el Parecer y el Tener. Y así: tanto tienes, tanto vales.
Ello, llevado a la realidad actual, da un marco a la explosión del consumo de música en esta era digital que lanza a la popularidad el ritmo del reggaetón. Hay un hiper consumo de reggaeton por parte de los latinoamericanos: los latinos son streamers, youtubers, spotifyers. los niños de hoy en día son una generación empobrecida que nunca tuvo que comprar música una vez en su vida porque el sistema se la mete en su cabeza. Pero no solamente se limita a un consumo entre los latinos ya que se internacionalizó, y se está expandiendo a través de artistas y nacionalidades.
"El reggaetón es tan universalmente bailable, realmente ha ayudado a este viaje musical. Si estuviéramos hablando de baladas, los resultados no serían los mismos”."Leila Cobo, directora ejecutiva de contenido / programación latina en Billboard
Es verdaderamente importante y dramático comprender que hemos sido llevados a la confusión, la angustia, el miedo y su consecuente distracción y estupidización a drede, lentamente y por diseño, y que mientras nos quitan el piso bajo los pies, mientras naturalizamos lo que ocurre porque lo vemos y escuchamos a diario e ignoramos lo que realmente sucede a nuestras espaldas, estamos colaborando en la construcción de un mundo de pesadilla en el que ninguno de nosotros querrá vivir.
Aunque en la radio suene esa movediza canción "Despacito" o Maluma esté cantando "Felices los 4".
El reggaetón y la trampa de “lo latino” al servicio del imperialismo
Para poder entender de qué se trata la batalla cultural en todos sus aspectos, es necesario poner atención a todas las armas que el enemigo utiliza en pos de arrasar con nosotros, los pueblos. En este caso, comprender cuál es la funcionalidad de la “música de moda” en su esencia, nos dará una idea más amplia acerca de cómo nos colonizan el sentido común y la capacidad de discernimiento hasta en la sopa. Vamos a lo concreto, empezando por historizar muy brevemente la cuestión.
La cosificación femenina es una marca registrada del reggaetón: presentar mujeres con poca ropa y en posición subalterna al varón adinerado es una práctica común entre prácticamente todas las superestrellas de este género musical.
El reggaetón surge en Panamá a finales de los años 70, producto del encuentro de jamaiquinos y africanos que mezclaron el reggae con ritmos de tambores ancestrales, dándole un énfasis a las bases suaves del ritmo hecho bandera por Bob Marley. Pero se hace popular cuando en 1988 llega a Puerto Rico y de la mano de El General (un cantante que se vestía como un General y lo parecía, de hecho) se convierte en un éxito que luego se expande por todo el caribe, primero, y por lo largo y ancho de Latinoamérica luego. Todo esto, además, sucede en un contexto de dictaduras enardecidas y esparcidas por la región y su posterior caída, con la cual llega una suerte de “destape” social: una liberación repentina de los individuos reprimidos y, como consecuencia casi natural, un frenesí por recuperar el tiempo perdido y ahogar las penas del desastre militar.
Hasta acá nada extraño, ¿verdad? Bien, la cosa recién empieza y va en este sentido: cuando algo se hace masivo, el poderoso lo toma, lo transforma y lo utiliza en favor suyo y en perjuicio de los pueblos. Veamos de qué manera.
La mezcla del ritmo suave del reggae y los ritmos repetitivos e hipnóticos de los tambores africanos generan una combinación de efectos psíquicos y motores que tienden a favorecer la pérdida momentánea de la capacidad de razonar y discernir conscientemente. En criollo, cuando escuchamos reggaetón entramos en un trance durante el cual razonamos poco y nada. Si fuera sólo eso, un momento de esparcimiento como el que todos queremos y merecemos disfrutar, no habría nada que analizar. Sin embargo, acá no hay inocencia que nos valga nada.
Pasemos en limpio:
Esto no significa, por supuesto, que si escuchamos reggaetón nos convertimos en zombis al servicio de las corporaciones, pero hay que hacer foco en el panorama completo: en los años 90 la picadora de gente en que se ha convertido la industria de la música hizo inversiones descomunales en productos de bajísima o casi nula calidad artística, pero con un alto impacto y rendimiento en dispersión y enajenamiento de las masas. En Latinoamérica en general y en Argentina en particular, el neoliberalismo aparecía con fuerza en el mismo sentido: pizza con champagne y payasos para todos los gustos, a la orden para distraer al pueblo. Pero el reggaetón empezó a pisar fuerte por estos pagos recién en el nuevo milenio, tomando fuerza durante los gobiernos nacionales-populares de Néstor y Cristina. Ahí es donde toma relevancia todo esto que venimos desentrañando acá: mientras el gobierno va arreglando los desmanes del neoliberalismo, la bestia seguía haciendo su trabajo fino y el reggaetón hizo y hace de las suyas.
Romina Rocha
Con hits como “Gasolina” de Daddy Yankee podemos leer, sin hacer esfuerzo, dos cosas en conflicto en esta parte del mundo: el petróleo y Estados Unidos. No hay que analizar demasiado, y todos pudimos ver la euforia que trajo un tema de 4 minutos y poca ropa. Después, si sobrevolamos estos años de hits, en todos encontramos básicamente lo mismo: mujeres cosificadas, exorbitantes demostraciones de dinero y poder, obscenidad y mal gusto. ¿Y todo esto es inocente? Para nada, porque cuando hay un plan para arruinar la conciencia de las clases subalternas, las herramientas invisibles son las que hacen que la guerra nos agarre desarmados y desprevenidos. Nos muestran con alevosía todo lo que las mayorías populares no pueden tener (dinero, mujeres de plástico y lujos sin límites), para que el odio por lo inalcanzable aumente y se haga insoportable. El deseo y la imposibilidad de saciarlo dan siempre resultados catastróficos.
Por tanto, la invitación no es a que dejemos de bailar un rato si nos apetece o a que no nos dejemos llevar por una letra pegadiza: somos humanos y está bien disfrutar un rato. Lo importante es que no nos agarren desprevenidos, que no se nos pase por alto el hecho de que escuchar hasta el hartazgo y más allá un “Des-pa-ci-to” no es simplemente una cuestión de marketing, sino que es la forma estridentemente silenciosa de ir anulando nuestra capacidad de comprender lo que nos quieren imponer, para que olvidemos que en este baile somos nosotros los que debemos marcar el compás.
Que no nos bailen, compañeros, que a este suelo hay mucho lustre para sacarle.
Recuerden, si nos mantenemos alerta, con una mirada siempre crítica de la realidad, en nuestra mente no pueden entrar. Aún en medio de este infierno de "música latina".
Realmente es lamentable que seamos minoría, como dicen en "El Retorno del Gigante", la musica que a todos nos gustaría si nos dejaran escucharla.
ResponderEliminarPero el sistema no nos va ganando por paliza, ya que nos la rebuscamos para sobrevivir con el método "Boca en boca" y con una manito que nos dan las redes sociales.
Ademas no solo somos vejetes en esta resistencia , hay un montón de jóvenes, que para colmo de males de este maldito sistema, forman bandas y tocan "MÚSICA"!!!
Y ni hablar de los espacios como este que nos permiten disfrutar y seguir descubriendo nuevas bandas.
Resistan Cabezones!!! Música o Muerte!!!!
PD: Como dijo Nietzsche: el superhombre va a ver al hombre, como el hombre ve al mono.
ResponderEliminarAmigos Cabezones, acabo de subir este excelente articulo a mj Face. Como siempre desde Chile...muchas gracias
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