El séptimo disco de los Redonditos, editado en julio de 1996. Por aquellos años y luego de una ardua grabación en varios estudios ubicados en Brasil, Argentina y Estados Unidos dieron con una de sus más brillantes creaciones: quizás sea el disco que mejor condensa esa combinación que surgía entre la compleja lírica del Indio Solari y las delicias guitarreras de Skay Beinlinson. Inclusive ya no volvería a ser lo que hasta ese momento se podía considerar como una clásica banda de rock and roll. El disco transcurre en un clima tenso, a veces oscuro, como un mensaje de desesperación que mucho tenía que ver con aquellos difíciles años de la época menemista. Una urgente salida a los jóvenes desangelados de los barrios urbanos de todo el país, esas tribus de las esquinas de barrio que no esperaban que el sistema les regale ni siquiera una mueca. Así nació Luzbelito: pagano, medio siniestro y marginal... y también muy pero muy actual. Uno de los pocos espacios en donde la juventud podía re...