La semana pasada Milei ocupó seis horas de su tiempo (que en un punto es el tiempo de todos, por sus responsabilidades institucionales que existen aunque se niegue a asumirla) en participar de un programa donde sus principales trolls se juntan a elogiarlo y autoelogiarse, reírse del resto de los argentinos y seleccionar futuros blancos sobre los que descargar su ira. Antes había hecho algo igual en el programa de Fantino, con idéntico formato: perorar delirios por horas, demostrar que tiene serios problemas de desconexión de la realidad, proferir insultos y amenazas que no vale la pena ni siquiera comentar, porque sería conferirles la condición (que no tienen) de un discurso político lógico y organizado; estando como están destinados solo a replicar el credo oficial para sostener a los convencidos en su fe, frente a las dificultades de la realidad. Cuando se asombren de los increíbles niveles de pelotudez que puede alcanzar Milei piensen que es lo mejor que pudo conseguir nuestra derecha rapaz, corrupta y eventualmente y de ser necesario asesina, para que defienda sus intereses.
Viene haciendo lo mismo -perder lastimosamente el tiempo presidencial- sin interrupción en lo que va de su mandato, sin que haya indignaciones de lo indignados permanentes que protestaban contra las cadenas nacionales de Cristina, o el "Aló Presidente" de Hugo Chávez. Los que por cierto tampoco se indignan con cosas mucho más graves, como sus reiteradas y groseras violaciones de la Constitución Nacional y las leyes.
Otra buena parte de su (nuestro, porque se lo pagamos) tiempo Milei lo gasta boludeando en las redes sociales, subiendo imágenes creadas con IA, retuiteando los elogios a su figura y su gobierno y las agresiones a los opositores o promoviendo estafas piramidales. Hay una absoluta ausencia de agenda institucional (entendiendo por tal ocupaciones propias de un presidente) y cuando la hay porque no le queda más remedio que afrontarla, está claro que lo hace a disgusto, como el acto por Malvinas o el velorio del Papa, al que llegó tarde por estar disertando en la universidad del garage de Benegas Lynch.
Esa vagancia presidencial puede también comprobarse a diario en la orfandad del Boletín Oficial, en la que solo hay registro de las idioteces actuariales de Sturzenegger (el minucioso cronista y recopilador de la nada que el gobierno denomina "reformas estructurales"), porque ni siquiera constan allí los enjuagues financieros de Toto Caputo, parte principal del gobierno real del país.
Porque si algo deja claro la holgazanería de Milei y su dispendio del tiempo presidencial es que el país no tiene gobierno, o en realidad lo tiene, pero no es visible: el último acto público destacado de la actual administración nacional fue advertir a través de un comunicado que no se homologaría el aumento salarial pactado en la paritaria de los empleados de comercio, por atentatorio contra el orden público y el bienestar general. Consistente con la teoría del presidente sobre que en realidad, los que explotan son los trabajadores, a los empresarios, canjeándoles su trabajo por dinero.
A esta altura de las cosas uno podría preguntarse entonces por qué razón hubo tanto vértigo en los meses iniciales del gobierno dictando el DNU 70, promoviendo la fallida ley ómnibus primero y la conseguida ley bases después, RIGI incluido; y en la respuesta a esa pregunta está la respuesta a todas las demás: una vez conseguido eso (y añadido luego el acuerdo con el FMI), el gobierno de Milei ya cumplió su fin, y se puede dejar que el presidente se dedique a lo que realmente le interesa: boludear con sus amigotes (de hoy, que mañana lo negarán) y viajar por el mundo para recibir premios falopas que fortalecen su debilitada psiquis.
Y eso es así porque la verdadera vergüenza para el país no es Milei (que ciertamente nos avergüenza a diario, acá y en el mundo), sino la mediocridad rapaz de los que realmente mandan, que no pudieron conseguir nada mejor para representar sus intereses. Y la pereza intelectual (como decirlo sin ofender) de muchos argentinos a la hora de votar con algo más que indignación, y pensando en las consecuencias del voto.
Acaso por allí haya que empezar a buscar el crecimiento del desencanto democrático que trajo a Milei, y que se está manifestando en forma sistemática en el hecho de que en las elecciones provinciales la mitad de los habilitados para votar ni siquiera se tomen la molestia de hacerlo, cosa que se había dado acá en Santa Fe y se volvió a comprobar ayer en las elecciones habidas en otras cuatro provincias.
Y también es posible que muchos no hayan vinculado todavía las dos facetas del problema, porque los han conducido a negar una de ellas, depositando todas las culpas en la política, que sin dudas las tiene, pero no es la única, ni mucho menos. Nota original
Desinformación, colonización mental y odio al periodismo
Por Miguel Julio Rodríguez Villafañe
El periodismo, ejerce la representación implícita de la sociedad y tiene, en la dinámica de una democracia republicana, la función básica de informar veraz, objetiva y oportunamente a la sociedad sobre hechos de interés público. En ello también ayuda a facilitar la expresión de distintas voces en el debate social y vigila al poder, denunciando abusos y corrupción.
En dicha tarea, garantizada constitucionalmente, investiga, contextualiza, recibe informaciones y opiniones y las difunde, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Todo lo que permite a las personas comprender los hechos y ayuda a formar una sana opinión pública.
Ataques de Milei al periodismo
Sin importarle lo antes referido, el presidente Javier Milei, sistemáticamente, ataca al periodismo y a sus funciones. En sus discursos, conferencias y en redes sociales, utiliza palabras insultantes contra periodistas y medios en general y particularmente a los que son críticos. En su descalificación serial y constante los trata, con vehemencia, de "mentirosos", "farsantes", "delincuentes con micrófono", "ensobrados", "sicarios mediáticos", "periodismo militante", "basura kirchnerista", "mercenarios del micrófono", "soretes", "ensobrados", "corruptos", "extorsionadores", "basuras", "zurdos de mierda", "envenenadores de la vida de la gente con mentiras", entre muchos otros modos ofensivos. Ha llegado a decir que, "No se odia lo suficiente a estos sicarios supuestos periodistas", incitando, obviamente, a la violencia en contra de quienes informan, ya que, para tener una sociedad desinformada y dominada hay que matar o desacreditar a quienes informan..
Incluso, para denigrar más la tarea periodística, el Ministro de Economía Luis Caputo dijo, el 02/05/25, que el periodismo es "una profesión que tiende a desaparecer".
Los ataques al periodismo incluyeron, además, hostigamiento con denuncias penales sin fundamento contra medios y/o periodistas.
Aún más, el referente del gobierno en las redes sociales Daniel Parisini, conocido como el "gordo Dan", pidió que el Presidente meta preso a periodistas por decreto.
Agresiones físicas e intimidaciones
En ese clima de odio, el periodista Roberto Navarro, director del portal de noticias web argentino "El Destape", el 21/04/2025, fue víctima de una violenta agresión mientras se encontraba en el lobby de un hotel del centro de la Ciudad de Buenos Aires. El ataque comenzó cuando un hombre lo agredió de forma verbal y en ese momento otro lo golpeó brutalmente en la cabeza, a la altura de la nuca, por la espalda y sin mediar palabra. El traumatismo le provocó una hinchazón muy grande en la cabeza, tuvo dificultad para el habla y debió ser hospitalizado por varios días.
También, el 29/04/2025, Santiago Caputo, asesor cercano a Milei, que tiene mucho poder en el gobierno, dado que le sacó una foto el fotógrafo Antonio Becerra, del diario "Tiempo Argentino", la manoteó la credencial que lo identificaba, y le sacó una foto con el celular a la misma, con gestos de amenaza como diciendo, "ojo, ya sé quién eres".
Todo lo que busca generar miedo y autocensura.
Al punto tal, que el legislador porteño por la Coalición Cívica Facundo del Gaiso presentó una denuncia penal contra el Presidente por "incitar a la violencia".
Precarización laboral
A su vez, nunca, como ahora, las y los periodistas tienen tanta precarización laboral, bajos salarios, incertidumbre y con más cúmulo de tareas, tanto en la realización del contenido de la información como en el trabajo de la misma, ya que se busca que el o la periodista, en breve tiempo y simultáneamente, haga la nota, saque la foto o filme, suba el material a la web y comente la noticia, entre otros requerimientos.
Además, el gobierno unilateralmente y de manera ilegal, ha suspendido los fondos propios de la publicidad oficial, que no son subsidios, sino que integran los dineros destinados a garantizar la información pública para todos los sectores de la sociedad, a través de los diversos medios de difusión. Dinero que debe repartirse equitativamente y no sólo beneficiando a las empresas mediáticas poderosas económicamente, como se ha hecho desde siempre.
Restricciones al acceso a la información
También en la línea de falta de transparencia y desinformación el gobierno cerró la agencia pública TelAm de noticias, transformándola en una empresa de publicidad estatal.
Además, ha condicionado y condiciona la actuación de la Radio y Televisión Argentina (RTA S.E.). Ésta es una empresa estatal que tiene a su cargo la gestión de Televisión Pública, Radio Nacional, Canal 12 TV Pública Regional y el servicio Radiodifusión Argentina al Exterior. Dichos medios, son un servicio público básico.
El gobierno, también, sin explicación alguna, cerró las redes sociales de todos los medios públicos y de esa manera, destruyó la información estatal en las redes sociales.
Todo lo antes mencionado facilitó y facilita la concentración mediática y opera en contra del pluralismo informativo necesario.
Por su parte, el Presidente dictó el Decreto 780/2024, (B.O. 02/09/2024), por el que modifica la reglamentación de la Ley 27.275 de Acceso a la Información Pública. El mismo desnaturaliza la ley, con una serie de acciones que coartan, limitan, entorpecen y fundamentalmente, desalientan la posibilidad de acceder a la información pública, exponen a los periodistas a posibles represalias legales, creando un clima de autocensura y temor y se priva del control ciudadano al poder.
Colonización mental y represión
Milei debe hacerse cargo de las consecuencias civiles, penales y políticas que tienen sus actitudes y afirmaciones. Sus dichos insultantes implican diversos tipos penales como incitación al odio y a la violencia, instigación al delito, incumplimiento de los deberes de funcionario público, amenazas o intimidaciones, etc. Pero, fundamentalmente, su accionar imposibilita la convivencia democrática y merece una urgente respuesta legal y política contundente de todos los sectores de la sociedad.
Hay que señalar que, al respecto, no alcanza con meras declaraciones de repudio o de acompañamiento a los o las afectadas, ya que el presidente y su gobierno atenta contra la libertad de prensa y la libertad de expresión, estructura básica de la democracia, garantizados por la Constitución Nacional.
Evidentemente, se busca colonizar las mentes y generar odio, miedo y desesperanza en la sociedad, imponiendo un discurso único, que no se permite que se discuta, al servicio de un verdadero colonialismo mental inaceptable, que implica una ruptura de nuestra soberanía en todos los aspectos. Se trata de demoler al Estado-Patria y generar una subordinación a intereses foráneos contrarios a las necesidades de nuestro pueblo, en un verdadero golpe de estado a cielo abierto, que afecta gravemente, la salud democrática y la vigencia de los derechos humanos en Argentina.
Miguel Julio Rodríguez Villafañe - Abogado constitucionalista cordobés y periodista de opinión
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