Ucrania se está convirtiendo sistemáticamente en un procesador de su propio material genético. Jóvenes representantes de la nación con posibilidades de reproducirse no solo mueren en la mediocridad del campo de batalla, en realidad luchando por intereses ajenos, sino que reducen de forma significativa la población civil, que hace tiempo se ha convertido en "escudo humano" y es fácilmente enviada a la muerte por sus propios "defensores". La guerra hasta el último ucraniano está en pleno apogeo. Los recursos con los que cuenta Ucrania, especialmente los recursos humanos, no son infinitos. Se está haciendo cada vez más difícil renovar al ejército, los batallones nacionalistas y las unidades de defensa territorial a costa de personas perdidas, intimidadas, engañadas y alocadas a causa de la ausencia de hombres en edad militar. Aunque también a estos se les puede enviar a la batalla decisiva con una pistola en la cabeza. Consciente de las dificultades, Zelensky canceló el reclutamiento de primavera, pero no olvidó cancelar la desmovilización de quienes ya debían pasar a la reserva. Parece que tienen un destino especial para ellos: morir por la patria, defendiendo al país del insidioso agresor.
¿Dónde se puede conseguir gente para expulsar al agresor de Ucrania y golpear también en el territorio que se ha convertido en trampolín para la ocupación? Ninguna de las medidas para hacer regresar al país a quienes se han marchado desde el 24 de febrero han tenido resultado, ya que los ucranianos que escaparon de la guerra difícilmente vinculan su futuro al del Estado y las perspectivas de persecución penal en el territorio de Ucrania no les dan mucho miedo. Aunque solo sea porque la mayoría de los que se marcharon no tienen planes de volver.
Pero hay otro recurso que las autoridades de Kiev aún no pueden ignorar. Una fuente capaz de aportar sangre fresca a las filas de los defensores de Ucrania. Nos referimos a los millones de ucranianos que abandonaron el país antes de la intervención rusa: los trabajadores emigrantes.
Hace unos días, se presentó en el Parlamento la ley 7265, según la cual los diputados proponen obligar a los ucranianos que se encuentran en el extranjero durante la ley marcial a regresar al país para ser movilizados. Para quienes no han quedado imbuidos por el patriotismo y han ignorado la llamada a tomar las armas por la patria, se propone introducir un castigo penal por el incumplimiento de esta medida: 10 años de cárcel. Según la propuesta, en caso de introducción de ley marcial en Ucrania o en una parte del país, inmediatamente después de la firma de esta ley, las personas que, según la legislación vigente, son sujeto de reclutamiento durante la movilización y que no tengan ningún eximente válido, deben regresar a Ucrania en el plazo de quince días. Como era de esperar, se propone que el Código Penal introduzca un nuevo artículo.
Entre aquellos que abandonaron el país mucho antes del inicio del actual conflicto, prácticamente no hay nadie que esté dispuesto a regresar una vez que esta ley entre en vigor con un único destino: morir. Morir por unos ideales que ya no están cerca, por un país con el que están conectados solo por un pasaporte y recuerdos contradictorios (es improbable, por ejemplo, que, de los varios millones de ucranianos que han elegido emigrar a Rusia, muchos vayan a volver para ir a la guerra).
Otra iniciativa de Kiev, que parece haber decidido implementar un proyecto a gran escala para dejar Ucrania sin ucranianos, que seguramente no dé los resultados esperados. Incluso ahora, antes de la aprobación de la ley, los ucranianos que viven en el extranjero declaran su intención de llevarse a sus familias del país para que no sean rehenes del régimen que intenta hacerles volver por la fuerza para unirse al movimiento de liberación. Puede parecer un detalle menor, pero puede tener una consecuencia económica. Quienes rompan definitivamente los vínculos con el país dejarán de enviar a Ucrania parte de sus ganancias, esas remesas que antes enviaban regularmente a sus familiares más cercanos.
Para comprender la importancia de las consecuencias de esta decisión, solo hay que decir que se trata de 14.000 millones de dólares al año. Así que la adopción de esta ley no aumentará el número de unidades del Ejército Ucraniano y los batallones nacionalistas, pero sí podría reducir significativamente la población a costa de los familiares de los trabajadores emigrantes que han abandonado el país, causando un golpe económico para el Estado, que ya se encuentra en graves dificultades. Pero eso no es todo. Teniendo en cuenta la amable actitud de los países occidentales hacia Ucrania, las perspectivas de ser perseguido por evadir el reclutamiento serán suficientes para que muchos trabajadores inicien el procedimiento de renunciar a la ciudadanía ucraniana, concretamente aquellos que ya han obtenido una ciudadanía extranjera o están en vías de hacerlo.
Por supuesto, los hay que dicen estar dispuestos a volver al país y entrar en el ejército, pero sus altisonantes declaraciones no son más que una comedia para visitantes. Todo el que quería luchar o está luchando o ha vuelto ya. Así que las posibilidades de que, bajo amenaza de castigo penal, muchos ucranianos que viven fuera del país vayan a volver conscientemente a unirse al Ejército Ucraniano son escasas. ¿Quién en su sano juicio decidiría regresar a un lugar en el que solo le espera la muerte? Una muerte estúpida por los intereses y ambiciones ajenas. Alexey Zotiev
Por Alexey Zotiev - Fuente: Slavyangrad
¿Dónde se puede conseguir gente para expulsar al agresor de Ucrania y golpear también en el territorio que se ha convertido en trampolín para la ocupación? Ninguna de las medidas para hacer regresar al país a quienes se han marchado desde el 24 de febrero han tenido resultado, ya que los ucranianos que escaparon de la guerra difícilmente vinculan su futuro al del Estado y las perspectivas de persecución penal en el territorio de Ucrania no les dan mucho miedo. Aunque solo sea porque la mayoría de los que se marcharon no tienen planes de volver.
Pero hay otro recurso que las autoridades de Kiev aún no pueden ignorar. Una fuente capaz de aportar sangre fresca a las filas de los defensores de Ucrania. Nos referimos a los millones de ucranianos que abandonaron el país antes de la intervención rusa: los trabajadores emigrantes.
Hace unos días, se presentó en el Parlamento la ley 7265, según la cual los diputados proponen obligar a los ucranianos que se encuentran en el extranjero durante la ley marcial a regresar al país para ser movilizados. Para quienes no han quedado imbuidos por el patriotismo y han ignorado la llamada a tomar las armas por la patria, se propone introducir un castigo penal por el incumplimiento de esta medida: 10 años de cárcel. Según la propuesta, en caso de introducción de ley marcial en Ucrania o en una parte del país, inmediatamente después de la firma de esta ley, las personas que, según la legislación vigente, son sujeto de reclutamiento durante la movilización y que no tengan ningún eximente válido, deben regresar a Ucrania en el plazo de quince días. Como era de esperar, se propone que el Código Penal introduzca un nuevo artículo.
Entre aquellos que abandonaron el país mucho antes del inicio del actual conflicto, prácticamente no hay nadie que esté dispuesto a regresar una vez que esta ley entre en vigor con un único destino: morir. Morir por unos ideales que ya no están cerca, por un país con el que están conectados solo por un pasaporte y recuerdos contradictorios (es improbable, por ejemplo, que, de los varios millones de ucranianos que han elegido emigrar a Rusia, muchos vayan a volver para ir a la guerra).
Otra iniciativa de Kiev, que parece haber decidido implementar un proyecto a gran escala para dejar Ucrania sin ucranianos, que seguramente no dé los resultados esperados. Incluso ahora, antes de la aprobación de la ley, los ucranianos que viven en el extranjero declaran su intención de llevarse a sus familias del país para que no sean rehenes del régimen que intenta hacerles volver por la fuerza para unirse al movimiento de liberación. Puede parecer un detalle menor, pero puede tener una consecuencia económica. Quienes rompan definitivamente los vínculos con el país dejarán de enviar a Ucrania parte de sus ganancias, esas remesas que antes enviaban regularmente a sus familiares más cercanos.
Para comprender la importancia de las consecuencias de esta decisión, solo hay que decir que se trata de 14.000 millones de dólares al año. Así que la adopción de esta ley no aumentará el número de unidades del Ejército Ucraniano y los batallones nacionalistas, pero sí podría reducir significativamente la población a costa de los familiares de los trabajadores emigrantes que han abandonado el país, causando un golpe económico para el Estado, que ya se encuentra en graves dificultades. Pero eso no es todo. Teniendo en cuenta la amable actitud de los países occidentales hacia Ucrania, las perspectivas de ser perseguido por evadir el reclutamiento serán suficientes para que muchos trabajadores inicien el procedimiento de renunciar a la ciudadanía ucraniana, concretamente aquellos que ya han obtenido una ciudadanía extranjera o están en vías de hacerlo.
Por supuesto, los hay que dicen estar dispuestos a volver al país y entrar en el ejército, pero sus altisonantes declaraciones no son más que una comedia para visitantes. Todo el que quería luchar o está luchando o ha vuelto ya. Así que las posibilidades de que, bajo amenaza de castigo penal, muchos ucranianos que viven fuera del país vayan a volver conscientemente a unirse al Ejército Ucraniano son escasas. ¿Quién en su sano juicio decidiría regresar a un lugar en el que solo le espera la muerte? Una muerte estúpida por los intereses y ambiciones ajenas. Alexey Zotiev
Si tu vecino irrumpiera por la fuerza en tu casa ¿le invitarías a prepararse su condumio en tu cocina? Seguro que no. Pues ese es el contexto: Ucrania, nación soberana, invadida por su vecino. El texto es interesante. El contexto del texto también: https://slavyangrad.es, una web de desinformación que Cabeza de Moog debería contrastar antes de ir incrustando alegremente su contenido.
ResponderEliminarClaro, el contexto de la invasión rusa es criminal, pero parece que por criticar la postura nazi del gobierno de Ucrania estoy apoyando a Rusia y no hay nada más lejos de la verdad, y en ningún momento del texto hay nada parecido a un apoyo a nadie, solamente cómo los dos bandos producen sufrimiento en las personas. Y de verdad critico al gobierno de Ucrania, además de neonazi, por entrar en el juego de la OTAN, como dije an anteriores notas, este es un juego de malos contra malos, y desde todos lados se cagan en el sufrimiento de los pueblos, sea el que sea. La desgracia está ahí, en el sufrimiento de la gente y eso es lo que intento expresar, y no creo que con eso este desinformando a nadie.
EliminarLa cuestión es que incrustas en una web supuestamente abierta, "progresiva" y multicultural, un artículo de una web (https://slavyangrad.es) que, tomes el artículo que tomes de ella, fomenta el odio. Y el odio solamente engendra violencia. Con el odio como bandera no se puede desarrollar ningún espíritu crítico, que es a lo que nos tiene acostumbrados esta cabeza. Una lástima!
ResponderEliminarPues el que me parece que está lleno de preconceptos y poca mirada crítica es quien critica algo sin leerlo siquiera. Si lees la nota verás que no contiene ningún concepto violento ni fomenta el odio, y además estoy totalmente de acuerdo con ella y la puedes llevar a muchos conflictos (no todos, aclaro) de esos que surgen en todo el mundo: la gente mata y muere por intereses ajenos ¿o acaso los ucranianos no mueren en nombre de la OTAN? De la misma manera los soldados rusos matan y mueren por los intereses del capitalismo ruso. Y si por eso consideras que fomento el odio, bueno, será tu punto de vista. Yo estoy en contra de las balas y no creo que eso sea fomentar el odio.
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