Artista: Don Cherry
Álbum: Mu (Fisrt Part/Second Part)
Año: 1969
Género: Free jazz, avant garde
Duración: 1:08:49
Nacionalidad: EUA
Don Cherry es una de esas presencias que pueblan el blog cabezón por todas partes y sin embargo hasta este momento no teníamos un disco producido por él como líder. Una búsqueda por los contenidos del blog arroja al menos 40 entradas en las que se le menciona; varias de ellas son música del gran Gato Barbieri, con quien Cherry colaboró prolíficamente; otras son discos orientados a la (mal) llamada “world music”, de la que Cherry es un pionero muy importante, buena parte de ellos traídos al blog por nuestro amigo El Canario; en otras es una influencia recurrente (muchos aportes del Mago Alberto y de Moe incluyen menciones a Don Cherry), especialmente entre músicos suecos (pues Cherry pasó varios años de su vida en ese país) y brasileños (como Naná Vasconcelos, con quien colaboró y los monstruos Pascoal y Gismonti, con quienes tiene tanto en común); aparece también en discos de Steve Hillage, el gran guitarrero canterburiano; recibe homenajes (como el que le hizo el grupo vocal mexicano Cuicánitl), y por supuesto, ya sea como miembro de alineaciones o como figura de influencia, está en el asombroso cuarteto de Ornette Coleman de fines de los 50 (Ornette On Tenor, por poner un ejemplo que está en el blog) con el que se hizo la vanguardia del free jazz.
Solo con el registro que vamos haciendo en el blog cabezón es posible establecer el lugar preponderante que ocupa Don Cherry en el desarrollo de la música popular de la segunda mitad del siglo XX; algo que en general los críticos aceptan. Por supuesto está entre los trompetistas que Leroi Jones (Amiri Baraka) enlista en su dream team de la vanguardia negra estadounidense de fines de los 50 y principios de los 60, cuando Cherry formaba parte del cuarteto legendario del creador del free jazz, Ornette Coleman (Leroi Jones, Black Music, p. 73); luego lo describe como poseedor de una “extraordinaria inteligencia musical” (p. 157) y como “un estilista autónomo” (p. 158), y finalmente cita algunas de sus ideas sobre la música, una de las cuales es especialmente importante si la leemos desde la escucha de Mu, el disco que reseñamos aquí. En 1963, Cherry le dijo a Jones que “Solo se necesitan dos personas para formar un grupo. Si los dos son fuertes y maduros, y tienen ‘unidad’, entonces los demás lo van a sentir y van a tocar su propio sonido...” (p. 162). Aunque se refería a la experiencia con un cuarteto o quinteto, seis años después grabaría Mu (primera y segunda partes), dos álbumes simultáneos que luego fueron reunidos en un solo CD, en duo con el baterista de Coleman, Ed Blackwell. Un duo raro, casi imposible, entre un baterista y un trompetista.
Mu es una extensa sesión de improvisación para dos músicos. Don Cherry, creador de la idea y autor-arreglista de esta notable fusión de músicas e instrumentos de procedencias extraoccidentales, se encarga de la “trompeta de bolsillo” y aporta además, por momentos, su piano —con un estilo simple pero efectivo—, su voz y flautas de la India y otras partes del mundo, campanas y percusiones. Ed Blackwell añade a su batería percusiones diversas y campanas. El resultado es una música sorprendente, no solo por la fusión que realizan estos dos genios, sino por el colorido instrumental, armónico y melódico que estalla en cada uno de los temas.
Cherry fue uno de los primeros en el universo de la música popular contemporánea en absorber tradiciones de otras latitudes, y con ello prefiguró lo que más tarde se conocería como “world music” o “world beat”. Hace algún tiempo reseñábamos como precursor del llamado world beat el álbum que produjo Brian Jones, el Rolling Stone olvidado, con los músicos de Jajouka (Marruecos) en 1971; Mu lo antecede por dos años. Naturalmente, estos trabajos que prefiguran la aparición de los músicos y las músicas extraoccidentales en el mainstream popular contemporáneo, no representan más que la etapa más reciente de la obsesión europea (y por extensión gringa) por la otredad cultural. Edward Said ha documentado con claridad y contundencia el espíritu imperialista del siglo XIX con el que se construyó el romanticismo europeo. La Europa imperialista estaba fascinada por lo que consideraba un misterio de enorme riqueza, la(s) cultura(s) oriental(es), y emprendió un largo proceso de incorporación de elementos de esas culturas al acervo propio, sin pasar por la incorporación de sus agentes vivos (y realizando al mismo tiempo un horroso despojo cultural e histórico). Mientras esclavizaba y expoliaba continentes, Europa caía rendida ante los “misterios” de Oriente despojados del contexto que los había hecho posibles. Se trataba de una apropiación injusta y ventajosa, justificada por lo que los mismos imperialistas consideraban su “misión civilizacional”. El disco de Brian Jones con los músicos marroquíes es también parte de ese espíritu: no hay fusión sino solo registro de una música que se presenta como expresando cierta “autenticidad”. Es la mirada de la antropología, ciencia imperialista como ninguna otra en los días de su surgimiento.
Los veinte o veinticinco años que van del fin de la segunda guerra mundial hasta los extraordinarios años 60 vieron el veloz y global proceso de descolonización que acabó con los viejos imperios y construyó tantos nuevos países. Pero pasado ese momento de efervescencia política y social, Occidente consiguió volver a someter la expresión de los otros mediante el mecanismo del dinero. Fueron las disqueras (sellos como Putumayo, por ejemplo), las que moldearon a los emergentes representantes de las otras culturas para que pudieran ser incorporadas al universo cultural dominante. La world music como idea viene de ahí: no deja de ser expresión de la diferencia de poder entre metrópoli y periferia el hecho de que podamos disntiguir mil formas de lo mismo con especificidad de entomólogo (barroco, clasicismo, romanticismo, nacionalismo, expresionismo, impresionismo, serialismo, etc., no son más que momentos de la misma música occidental) pero nos sea tan sencillo agrupar en un mote como “world music” (tan abarcador que resulta vacío) las expresiones de las más diversas culturas y tiempos de la humanidad.
Esa disparidad aparece en Brian Jones y Jujouka, pero no está en Mu (no está, en general, en ninguna de las experiencias de acercamiento de los jazzistas estadounidenses a la música africana; no es la aproximación de un músico “superior” (de la tradición europea) al exotismo afroasiático. Es, al contrario, una representación de la apertura y la necesidad de comunicación que hermana a dos oprimidos diferentes. Desde la lucha por los derechos civiles y contra el racismo en los Estados Unidos, Don Cherry abre su sensibilidad jazzística a lo que hacia 1968 ha empezado a recabar fuera de su propia tradición. Se trata de un músico sorprendido por el lenguaje del otro y dispuesto a hablarlo, a diferencia del productor de Putumayo que, lejos de querer comunicarse con el otro en su idioma, prefiere traducirlo, descifrarlo y presentarlo de un modo que le resulte digerible no a un público sino a un mercado. De ahí el estilo naive de los dibujos que ilustran los discos de Putumayo, una forma estandarizada y simplificada de presentar el color del otro.
En cada pista de Mu asistimos al diálogo entre dos creadores. La larga línea percusiva de Blackwell es mucho más que un extenso solo de batería. Cherry lo lleva a establecer una especie de “alfombra” sonora, percusiva y rítmica, sobre la cual extender su propia exploración melódica con la trompeta y a ampliar ese discurso con los instrumentos no occidentales, especialmente percusiones y flautas (india y de bambú). Los cambios de registro en la propia línea de la pocket trumpet se vuelven aún más profundos cuando Cherry se va al piano, cuando improvisa cantos sobre los tambores, cuando deja atrás el intenso sonido de la trompeta para acometer el mucho más ligero de las flautas.
Es un disco especial, uno de los grandes hitos de la vanguardia jazzística que fue expresión de las luchas antirracistas en los Estados Unidos y se aproximó con humildad y apertura a los discursos de la descolonización. Prefigura la fusión intercultural que después será la world music pero no incurre en sus mistificaciones sino que re-crea, es decir, vuelve a crear al haber aprendido un nuevo lenguaje. Lleno de atmósferas cambiantes y de un colorido espectacular, parece imposible que Mu sea la obra de dos músicos; uno de ellos, un visionario. Bienvenido Don Cherry, ahora como líder, al blog cabezón.
Lista de Temas:
Mu First Part
1. Brilliant Action
2. Amejelo
3. Total Vibration
4. Sun of the East
5. Terrestrial Beings
Mu Second Part
6. The Mysticism of My Sound
7. Medley: Dollar Brand / Spontaneous Composing / Exert, Man on the Moon
8. Bamboo Night
9. Teo-Teo Can
10. Smiling Faces, Going Places
11. Psycho Drama
12. Medley: Theme: Albert Heath / Theme: Dollar Brand / Babyrest, Time For..
Alineación:
- Don Cherry / Pocket trumpet, piano, flauta india, flauta de bambú, voz, campanas, percusiones
- Ed Blackwell / Batería, percusiones, campanas
Muchas Gracias :)
ResponderEliminarhola! excelente artículo. El link está caído amigos. Saludos!!
ResponderEliminarHola. Gracias por tu comentario.el link sigue vivo en la biblioteca, creo.
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