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Manual de Zonceras del Arte Despolitizado II: Zappa o el Sarcasmo como una de las Bellas Artes

¿Sexo, drogas, rock and roll? ¡Política!: habla el auténtico Frank Zappa. Y otra vez volvemos con Zappa, una mente brillante que criticó con saña toda su vida a los enemigos de la libertad, empezando por su propio país, los Estados Unidos: "Nuestra nación escogió un mal modo de vida, todo lo que elige hacer es erróneo a causa de la oportunidad económica. Tenemos tendencia a creer cuando dicen que reducir el presupuesto nos lleva a la salvación, que nos bastará con reducir el presupuesto de algo, y que todo irá bien, es falso y no nos importa nuestra calidad de vida. Los estadounidenses se diferencian del resto del mundo porque son "jodidamente estúpidos". Incluso deben ser un hazmerreír: en política exterior queremos ser poderosos, pero deben burlarse de nosotros, porque no somos nada. Culturalmente no somos nada, solo interesamos por el resultado financiero. Un país que no invierte en cultura no debe existir". Zappa es un radical con causa, incapaz de sumisión ante la estupidez, el abuso, los políticos y la ignorancia satisfecha. Aquí, otra nota para desterrar de una vez por todas esa estupidez de la no politización de la música.

Dos décadas después de su muerte, el controvertido músico "resucita" en castellano con unas memorias apasionantes que hacen pensar y que destilan inteligencia y coraje: "La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias. Frank Zappa con la colaboración de Peter Occhiogrosso". Harto de leer historias sobre su persona que poco o nada tenían que ver con la realidad, en 1989 Frank Zappa decidió, con la colaboración del escritor Peter Occhiogrosso, contar en primera persona su vida. ¿Quién mejor que él para arrojar luz sobre los hechos que jalonaban su existencia y su carrera?...

"Si tu vida acaba siendo triste y aburrida porque le hiciste caso a tu madre, a tu padre, al cura, a uno de la tele, a alguna de las personas que te dicen cómo ir por ahí, entonces te lo mereces"
Frank Zappa

La autobiografía del músico retrata a un eterno disidente que despotricaba como nadie. Occhiogrosso era y es un periodista especializado en asuntos religiosos; uno lamenta que careciera del instinto para rastrear pistas musicales. Así, se menciona una visita de Hendrix a los Zappa y no sabemos de qué hablaron. Publicado en 1989, este libro de Frank Zappa se adelantó a la avalancha de autobiografías del rock. Aunque no proporcionó realmente un modelo a imitar: se trata de una combinación personalísima de vivencias y reflexiones, y nos encontramos al mejor Zappa: mente rápida, deleite en el uso del lenguaje, el polemista implacable.

"Lo que me parece muy cínico en algunas canciones de rock and roll (especialmente hoy en día) es la manera como dicen ‘hagamos el amor’. ¿Qué especie de repipi de mierda habla así en el mundo real? Habría que decir ‘vamos a follar’, o por lo menos, ‘vamos a puntos suspensivos’, pero hay que decir ‘hagamos el amor’ para salir en la radio. Esto crea una corrupción semántica al modificar el contexto”
Frank Zappa

Zappa no tuvo problema alguno para atizar a aquellos que consideraba "atizables", desde la industria al stablishment de su país. A este respecto es especialmente destacable todo lo que cuenta sobre el PMRC y la campaña contra las "letras nocivas" en el mundo del rock, que acabaron con una bajada de pantalones de la timorata industria musical ante un grupo de presión formado por las esposas de conocidos representantes del pueblo (lo que acabó en las famosas pegatinas de "parental advisory" que hemos comentado en alguna oportunidad y con varios videos de Zappa sobre los estrados judiciales defendiendo sus principios). En septiembre de 1985 Frank Zappa comparece ante el Senado de los Estados Unidos para denunciar la falta de garantías del procedimiento que asignaba esas etiquetas y su efecto negativo sobre la industria musical y la libertad de expresión de los autores.

En el libro se relata que Frank Zappa persiguió un objetivo principal: que se mejorara el sistema educativo norteamericano para de esta manera evitar los excesos del poder. Un compromiso reflejado en opiniones como la que el compositor expresaba hacia actitudes como el hipismo, que veía como un movimiento conformista dedicado a la pérdida de tiempo y el consumo de drogas. Siempre se mostró contrario a las sustancias que producen una desconexión con la realidad y un desinterés por la acción política.

A continuación, una nota que se publicó en el periódico El País de España referida al libro de Zappa. Una obra que no se lee, más bien se devora con avidez. Tampoco estaría de más que las generaciones rockeras más jóvenes, que puede que incluso desconozcan a este hombre, leyeran un libro que más les va a abrir los ojos sobre la industria y aquellas razones por las que se ha producido esta crisis que ahora nos tienen de mierda hasta el cuello....



Mi certidumbre de que las generaciones que nacimos en las décadas de los cincuenta y los sesenta hemos tenido la impagable suerte de vivir el esplendor absoluto y perdurable de las nuevas músicas que inventó el siglo XX y que no hay una herencia digna de ellas probablemente sea una exageración, una opinión caprichosa, desinformada y subjetiva (todas lo son), y basada en los estragos mentales que causa la senilidad, pero es la mía. Ya sé que casi nadie compra discos, que al parecer la mayoría de los melómanos escucha en Internet al alimento de su alma sin tener que descargarlo a través del streaming y de las plataformas digitales iTunes y Spotify, y que los músicos y cantantes pasan su existencia dando conciertos porque ha decrecido hasta casi la extinción el negocio de vinilos y CD que les hizo millonarios, que es muy raro que alguien se gaste entre 15 y 20 euros por un disco, algo que puede pillar a un precio mucho más razonable o gratis. Pero bueno, son mis onanismos mentales. Imagino que al morir Beethoven, Mozart, Bach, aquellos que los disfrutaron estarían seguros de que la gran música no tendría continuidad, que después de estos señores geniales todo se reduciría a la mala copia de estos o a la nada.
Solo escucho música de gente que la ha palmado, o supera los 50 años, o que a pesar del castigo y los placeres que han impuesto a su organismo llegaron a la vejez. O sea, a los de siempre, desde que era adolescente y joven. Y tiene que haber músicos extraordinarios pertenecientes al aquí y ahora, pero no he tenido la suerte ni las ganas de descubrirlos, con la excepción de Wilco; O, de Damien Rice, y los dos primeros discos de Antony and the ­Johnsons. Pero después de haber pasado más de 30 años de mi vida escuchando y disfrutando en directo, con gustos eclécticos pero idéntica pasión, a numerosos monstruos sagrados, descubro que solo voy excepcionalmente a una sala de conciertos o a un estadio para ver y oír a los de siempre. Exagero, una vez me llevaron al recital de un grupo que al parecer es muy popular y amado, llamado Cold­play, y el aburrimiento fue feroz. O sea, en los últimos años, las únicas actuaciones que me han motivado para salir de casa han sido Bob Dylan, Van Morrison, Leonard Cohen, Bruce Springsteen, Elvis Costello, Roger Waters, Lou Reed, Wayne Shorter y Keith Jarrett. Todos chavales y a la moda.
Tengo muchos e imborrables recuerdos de actuaciones gloriosas. Hubiera dado cualquier cosa por ver en directo tocar el piano a Duke Ellington (tampoco me hubiera importado observarle dirigiendo a una orquesta) y a Bill Evans, haber sido testigo de cómo Coltrane extraía de su saxo los sentimientos más emocionantes, la belleza en grado extremo. No pudo ser. Tampoco he visto nunca a Tom Waits. Pero entre el resto de músicos que venero creo que he visto a casi todos, y a algunos múltiples veces, en ocasiones rutinarios o desganados, en otras geniales, dando al público lo mejor de sí mismos.

Había escuchado algunos discos de Frank Zappa con tanta curiosidad como admiración (en especial Hots Rats y Joe’s Garage) y había otros cuya audición me resultó complicada, demasiada mezcla de estilos, excesivo amor por su parte a la música dodecafónica que a mí me resulta frecuentemente chirriante y espesa. Aseguraban que sus conciertos suponían un espectáculo. Se me había escapado en las pocas ocasiones que actuó en España. Pero pude estar cerca de su escenario en el recital que dio en la primavera de 1988 en el Rockódromo de Madrid, lugar que no se distinguía por su modélico sonido. No sé si aquello fue un espectáculo. Sí que era sublime, que pocas veces la música me había provocado tanta hipnosis. Era una catarata de hermosura. Zappa no se reconocía como un guitarrista competente, pero lo que salió de ese instrumento durante la parte final del recital era asombroso. Pocas veces una actuación en directo me ha provocado tantas sensaciones memorables. Miles Davis, en varias ocasiones. No sabría definir la música que hizo Zappa aquella noche. Solo que me impresionó, conmovió, dio miedo, me hizo feliz.
Se cuentan mil historias pintorescas sobre Zappa, ese tipo que se atrevió a cachondearse del intocable Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band con un disco titulado Estamos aquí por la pasta. Zappa supuso la encarnación terrenal del demonio más pervertido para gran parte de sus compatriotas, los republicanos, pero también para demócratas poderosos como Al Gore, los telepredicadores, los defensores del puritanismo aplicado al sexo, los cruzados, los fanáticos de cualquier religión, los jueces ortodoxos, la policía como Dios manda, Ronald Reagan, incluso muchos militantes del universo de las flores.
Para evitar malentendidos, rumores, mentiras y manipulaciones, él decidió en el año 1989 hablar en primera persona contándonos su vida, sus creencias, sus fobias, su relación con la música y con el mundo, su visión del estado de las cosas. El resultado de estas apasionantes y muy divertidas memorias es La verdadera historia de Frank Zappa. Cada palabra, reflexión, crítica, narración llevan su identificable sello, aunque Peter Occhiogrosso le ayudar a ordenar ese material. Y el resultado es un libro que devoras de un tirón, aunque también te haga pensar.
Zappa utiliza el sarcasmo y la causticidad como una las bellas artes. Todo en él destila inteligencia, necesaria mala leche, personalidad, humor, sinceridad, coraje. Es un radical con causa, incapaz de sumisión ante la estupidez, el abuso, los farsantes poderosos, los políticos, los sindicatos mafiosos, la ignorancia satisfecha, los jefes del negocio discográfico. Le enchironaron, le pusieron demandas, se enfrentó varias veces a procesos en los que le acusaban de pornógrafo, de antipatriota, de blasfemo. Sus únicas drogas eran el café y el tabaco. No tenía amigos. Amaba a su eterna mujer y a sus cuatro hijos. Nunca dijo sí, aunque le conviniera, si pensaba que era no. Jamás eludió el combate. Se enfrentó a todo tipo de convenciones. Veneraba a Stravinski, a Varèse, a Boulez. En Joe’s Garage escribió cosas como esta: “La información no es conocimiento. Conocimiento no es sabiduría. La sabiduría no es la verdad. La verdad no es la belleza: la belleza no es amor. El amor no es música. La música..., la música es lo mejor”. Pregunto: ¿hay quién dé más?
Carlos Boyero

En el texto del libro, Zappa comenta sobre el cuidado que puso en la educación de sus hijos para que pudieran ejercer su libertad individual con garantías alejadas de los medios materiales y ligadas a las capacidades personales.
En los tiempos que corren, que demuestran que la capacidad de corrupción del poder político sigue estando en plena forma, Frank Zappa, como estrella de rock, usó una herramienta a su alcance para exponer sus opiniones al respecto: la capacidad de convocatoria de la expresión artística, que es otra forma de poder. Hoy su mensaje sigue siendo vigente en la medida en que los apetitos humanos permanecen fieles a sus debilidades, las insanas y las artísticas.
Nunca faltó en las cubiertas de sus vinilos: "No olviden registrarse para votar", y esto significa poner de relieve la condición del ciudadano que ejerce su derecho a estar, a expresarse y a cambiar la sociedad. Un consejo recomendable en esta caótica, desorientada y decadente segunda década del siglo XXI.




Comentarios

  1. Muy lucido Frank Zappa, me encantaria leer ese libro....algun dia quizas lo pueda comprar o alguien lo suba a la red. un abrazo

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