Alejandro Dolina
Por mi parte, en “La riqueza musical de Nuestra América” escribo lo siguiente:
Un continente diverso cuyas músicas son uno de sus rasgos más distintivos
Para hablar de música en estos tiempos en los que el imperialismo, con la oligarquía tecnológica al frente, va a gobernar EE. UU. de manera más radical, se hace necesario reivindicar la ´Nuestra América` de Martí:
“el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que, si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república”.
“Te doy una canción / Como un disparo / Como un libro, una palabra / Una guerrilla / Como doy el amor”
Ese territorio que va desde el río Grande en la frontera norte mexicana hasta tierra del fuego en el extremo sur del continente y cuya cultura ha sido ´tocada` por influencias latinas, pero en la que están todas las raíces que ya existían en Abya Yala cuando los navegantes europeos se encontraron con ella y todas las que surgieron de la mezcla posterior con lo africano.
“Solo le pido a Dios / Que la guerra no me sea indiferente / Es un monstruo grande y pisa fuerte / Toda la pobre inocencia de la gente”
¿Cómo glosar la música de un continente en un artículo? Tarea imposible, como lo sería glosar su literatura. Además, establecer categorías o edades y nombrar representantes de ellas va a ser siempre una labor excluyente porque algo o alguien se quedaría por fuera.
Contra la dominación
En el caso de la música, como en otros ámbitos de la cultura, se tiende a simplificar y hablar desde la mirada colonialista que Europa tiene sobre esta tierra tan extensa, rica y diversa. Planteando que las raíces y los antecedentes musicales son un encuentro cultural sin más entre lo indígena, lo africano y lo europeo.
“Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado la risa y me ha dado el llanto”
Pero en realidad, como afirma Mercedes Liska, “el discurso musical pertenece tanto a los gestos de resistencia y procesos de negociación, como a mecanismos de control social y formas de construir hegemonía”.
Si a finales del siglo XIX y principios del XX la música se usó como herramienta para la cohesión social, “los sectores dominantes establecieron arbitrariamente que ciertas músicas populares eran parte del acervo cultural ´de todos`, buscando ordenar lo que Carpentier resaltaba como lo fundacional en la música latinoamericana: el ´caos`” (Liska, 2014); desde la segunda mitad del XX eclosiona una música, la Nueva Canción, comprometida con las causas políticas y sociales que le apostaba tanto a la lucha contra el invasor extranjero como contra el dictador interior.
“Quiero vivir en América / Quiero morir en América / Quiero ser libre en América / Me van a matar en América, ay”
Música para salir de la dominación que Rancière catalogó como “esa fuerza que se apodera de todo lo que pretende impugnarla” y que termina haciendo de “toda protesta un espectáculo y de todo espectáculo una mercancía”.
“Únanse al baile / De los que sobran / Nadie nos va a echar de más / Nadie nos quiso ayudar de verdad”

Montaje con algunas portadas de la música de Nuestra América (Iñaki Chaves)
Por la identidad
Un continente que, pese a las enormes brechas sociales y económicas, le canta a la vida, al amor, a la paz y la justicia social sin olvidar la demanda de su identidad diversa por la que hacen causa común para salir de la dominación, de Europa después de la conquista y de Estados Unidos con la invasión cultural tras la segunda guerra mundial.
“¿Cuál será el porvenir de nuestros hijos? Si de herencia les dejamos la pobreza”
Sin valorar los géneros musicales, los estilos o las tendencias, y sin juzgar las diferentes sonoridades históricas, tal vez lo más destacable, y más conocido al otro lado del charco, sea la etapa de compromiso musical de Nuestra América con las luchas por la independencia y la identidad.
“Apesar de você / Amanhã há de ser / Outro dia”
Hoy, parte de esa música ha caído en las fauces del mercado, pero otra sigue abriendo caminos y dejando huellas en las luchas sociales, haciendo parte de las juntanzas populares y siendo uno de los motores de las revueltas, pacíficas en su mayoría, que demandan paz y justicia social.
“Soy arte que protesta, un pueblo que resiste / Con palos y pititas de los que te reíste”
“Si el hábito no hace al monje, el tema, en música, no basta para validar una tarjeta de identidad”, decía Carpentier. O lo que es lo mismo, no podemos clasificar porque sí la música del continente, no podemos encasillar musicalmente sus países ni sus músicas porque en un momento de su historia se acercaran a tal o cual tradición o ritmo.
“Que vivan todos los chavalos de mi tierra / ejemplo vivo de pobreza y dignidad”
Musicalidades que, como dijo Sergio Ramírez de las canciones de Mejía Godoy, “lograron organizar un sentimiento colectivo del pueblo, extrayendo sus temas y sus acordes de lo más hondo de nuestras raíces y preparando ese sentimiento para la lucha”.
“El pueblo unido jamás será vencido”
A la pregunta de ¿qué es la música latinoamericana? Liska responde que “Lleva en su seno la marca de la tensión, la detección de lo emergente, aquello que se repone cada vez que la escuchamos y nos retumba en el cuerpo, desafiándonos, interpelándonos al movimiento, al desenfreno, a la revolución” y concluye que “si la dominación se ancla en los cuerpos, la música (que es ante todo cuerpo) contiene el viso de lo posible a lo que tanto se teme y por eso el interés de domesticarla”.
“Soy América Latina / Un pueblo sin piernas, pero que camina, ¡oye!”
En cualquier caso, la riqueza musical de Nuestra América está llena de polifonías, de armonías híbridas que comparten espacios con tradiciones y modernidades que siempre y en cualquier lugar enriquecen el panorama artístico del continente y le dan su propia y diversa identidad.
“Para el silencio, una palabra / Para la oreja, un caracol / Para la guerra nada”
Como dice el refranero popular “Ni son todos los que están ni están todos los que son”, pero acá les dejo el listado de las y los citados por estudiantes y amistades de este continente: Akriila, Alonso del Río, Ana Carla Maza, Atahualpa Yupanqui, Aterciopelados, Bad Bunny, Bajo Tierra, Caetano Veloso, Café Tacuba, Caifanes, Calle 13, Carlos Mejía Godoy, Carlos Puebla, Carlos Varela, Carolina Bessolo, Charly García, Chavela Vargas, Chico Buarque, Crudo Means Raw, Daniela Lalita, Doctor Krápula, Edison Velandia, Elis Regina, Fabulosos Cadillacs, Gaiteros de san Jacinto, El General, Gustavo Santaolalla, Inti Illimani, Los Jaivas, Jorge Drexler, Julieta Venegas, Karol G, Katie James, Los Kjarkas, Latín Mafia, Liniker, Luis Fonsi, María Becerra, Marina Portocarrero, Marta Gómez, Martina Portocarrero, Mercedes Sosa, Mon Laferte, Natalia Lafourcade, Pablo Milanés, Los Prisioneros, Quilapayún, Raquel Tamayo Gutiérrez, Rubén Blades, Shakira, Silvio Rodríguez, Soda Estéreo, Totó la Momposina, Víctor Jara, Violeta Parra y Zoé. Una muestra de ayer, hoy y siempre, de nuestra diversidad.
“Yo vengo de todas partes / Y hacia todas partes voy / Arte soy entre las artes / En los montes, monte soy”
J. Ignacio ´Iñaki` Chaves G.
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