Artista: Los Espiritus
Álbum: Agua Ardiente
Año: 2017
Género: Experimental / Psicodélico
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Argentina
Desde la aparición de su primer álbum en 2013, Los Espíritus se convirtieron en una de las bandas de la escena under porteña que más ha crecido. Mientras que su debut homónimo era una gran colección de canciones, Gratitud (2015), su segundo trabajo, era una obra más unificada que empezó a definir el concepto de la banda de forma más nítida. Y ya aquí se los nota más seguros y con más ganas de volar.
Y el título del disco muestra veladamente un poco el concepto: "Agua Ardiente"; por un lado, el agua, representada a través del mar que aparece como un lugar pacífico y deseado. Ahí es donde emerge la oda a la naturaleza y los mantras que se materializan en sonidos narcóticos. Por el otro, el micromundo urbano, lo ardiente, que se presenta como el lugar de lo real, funesto y distópico, un espacio de lucha cotidiana.
La mística del viejo sonido latinoamericano ha regresado con Los Espíritus.
Gran parte del mundo rocanrolero latinoamericano tembló de placer al escuchar el segundo álbum de Los Espíritus, Gratitud (2015), pero ahora que están de regreso Pipe Correa, Fernando Barreyro, Martin Fernandez, Batmalle, Santiago Moraes, Maxi Prietto y Miguel Mactas, ¿será que superaron la magia de su pasada entrega?.
“Como mares que quiebran las rocas, huracanes llevan las olas, así de
fuertes somos”, líneas tan poderosas como esas incendian nuestros
cuerpos para dejar bailar nuestras almas, nuestros espíritus, fuera del
cuerpo, hacer un desorden catártico y liberar nuestro poder oculto.
Las letras, la musicalidad, las voces, la producción, todo ha tenido
una merecida evolución para este disco. Aquí podemos escuchar un Prietto
menos rasposo, menos voces de perro viejo, para darle más versatilidad y
dinamismo; sinceramente no podía aguantar mucho tiempo escuchando a
esta banda argentina por sus voces, pero ahora es tremendamente
agradable al oído la conjunción de música y voz.
Así, con las voces jugando entre
matices, las letras te comunican paisajes más vividos, te transmiten
mensajes más claros y profundos, te conectan más directamente con el
discurso subversivo que traen estos gauchos y se te quedan más grabadas
en la mente. “Las armas las carga el diablo y las descarga algún
oficial”, es más fuerte y directo el contenido de este Agua Ardiente.
Nacho Perotti es el dueño del
ya mítico Sitio Plasma, sala de conciertos de la escena independiente
argentina, y es él quien se encargó de la increíble producción del
disco. Hay que agradecerle a este pedazo de carne y huesos por el
trabajo evolutivo, fino, pulido, que han alcanzado en la musicalidad
para esta tercera entrega.
El sonido es mucho más funky, las guitarras por momentos se vuelven tan hipnóticas que cuando llegan las capas y capas de efectos -porque llegarán- los wah, los delays, los chorus,
ecos tras ecos, nuestros sesos ya se fueron a dar un viaje místico
ancestral; de veras que esta increíble toda la orquestación del disco,
“El hombre mira al hombre y le aguanta la mirada” y las letras están más
allá del bien y el mal.
Es verdad, no mencioné canción alguna, y no lo haré, porque el disco
en su totalidad está lleno de sopapos de máxima satisfacción, así que
debe escucharse de principio a fin sin buscar o ir directamente a las
recomendaciones.
Pero eso sí, citar algunas de las mejores líneas es importante, “Hay milagros en cada instante y cada instante es la eternidad”.
Y por suerte tenemos varios comentarios de terceros, porque este
disco fue bastante difundido por los bajos fondos de la cultura...
Hora
de cambiarle a la música. Me dijeron: “Estos te van a gustar, los
escuché el otro día”, le dieron play a Los Espíritus y bastaron unos
segundos de canción para saber que este era el álbum que me traería de
regreso a escribir sobre música.
Los Espíritus es una banda
representante del movimiento indie argentino cuyo tercer disco se titula
Aguardiente. Si nunca los han escuchado, se trata del lovechild musical
de Devendra Banhart y The Doors.
Su blues psicodélico carente de
pretensiones te adormece en una atmósfera retro en la que desearías
estar viajando en una larga carretera mirando hacia el desierto. Un
momento, esa era yo; el momento fue perfecto.
Las 10 canciones que
componen Aguardiente y me acompañaron en ese camino delicioso, ofrecen
guitarras rítmicas y letras honestas con mensajes sociales que
tristemente no caducan desde hace unos 70 años; para muestra basta
escuchar el rock and roll de La Rueda una canción que aborda temas como
la desigualdad entre clases sociales y el daño que esto le hace a
nuestro planeta, una canción para casi desear que exista un dueto de la
voz de Santi Moraes y uno que otro coro de Alex Lora.
El lado soft
mantiene el mensaje sincero y directo sobre el amor, las decisiones en
la vida y el infame sistema; Luna Llena es una balada que describe la
espera de algo que se encuentra presente pero no se ve, puedes casi
visualizar la neblina sobre el mar y los barcos cruzándose de lado a
lado del puerto. Letras que te hacen conversar y ritmos que te provocan
callar para mover la cabeza, ponerte las gafas de sol y mirar al
horizonte.
Aguardiente representa un acercamiento más directo a los
ritmos clásicos del rock respecto a sus dos producciones anteriores que
si bien conservan esa cualidad mística, atacan y a la vez consienten al
Jim Morrison que llevamos dentro. Definitivamente hace honor a su
nombre, por ser un trago intenso, cálido y suave al final.
El
paisaje, los riffs, la compañía, vaya forma de volver a la ciudad
después de un fin de semana de puente. Es un disco que se disfruta de
viaje, con el deseo de verlos en vivo en el mismo paisaje en el que los
escuché por primera vez.
Puedes escuchar el album completo en Spotify. O bien seguirlos en Facebook.
La primera parte del disco está embebida de ese lugar deseado. "Como mares que quiebran las rocas / o huracanes que llevan las olas / Así de fuerte somos", anuncia Prietto con un tono épico en "Huracanes", el tema que abre Agua ardiente, bajo el ritmo de un golpe fuerte de bombo y un punteo de guitarra que se repite. Precisamente, la reiteración es uno de los elementos constitutivos de Los Espíritus para crear ambientes de hipnosis envolvente. En la misma senda naturalista y acuática sigue "Jugo", uno de los grandes hallazgos del álbum a fuerza de un sonido de spaghetti western que podría acompañar a los créditos de la próxima película de Quentin Tarantino. La voz de Prietto llama la atención por su limpieza, y de hecho se trata de un disco más producido y pulcro que sus antecesores. "Perdida en el fuego" es un buen ejemplo: una balada dramática conducida por la voz de Moraes, que inaugura la parte más literalmente ardiente del disco, con una reverberación puesta en primer plano que deja el ambiente humeante.
Después del aire, el agua y el fuego, no queda otra que regresar a la tierra. Un rasgueo acústico en clave bluegrass abre “La rueda que mueve al mundo”, uno de los puntos más altos del disco. Como si Manu Chao hubiera reemplazado a Juanse en Fieras lunáticas, Prietto describe con sencillez el sistema capitalista mediante un irresistible blues rocanrolero con destino de clásico.
Al lado aparece “Esa luz”, pensada más como una pieza funcional para bajar vuelo hasta llegar al núcleo duro del álbum: el tridente “La mirada”-”Mapa vacío”-”Las armas las carga el diablo”, en el que emergen los paisajes urbanos, con una perspectiva observadora que recuerda a Manal. La primera se abre camino de forma lenta y siniestra, a pasos de ser un reggae oscuro, con una descripción aguda de los distintos regímenes de mirada en la ciudad (la desafiante, la lascivia, la vigilante). La segunda, hermana de “Perro viejo”, es una crónica ansiosa en primera persona de un hombre perdido, que observa a sus pares asustados por tetas y trenes que no frenan. La última de ellas es un psicoblues que va de la mano con “La rueda...”, marcando con claridad y paciencia a quiénes Los Espíritus consideran sus enemigos.
“Luna llena”, una preciosa balada cantada a dos voces por Prietto y Moraes, funciona como una vuelta a lo natural antes de la despedida. Un riff embarrado que recuerda a Billy Bond abre el rock n’ roll de salón de “El viento”, última canción del álbum, que presenta el encuentro de los dos espacios en tono profético con una serie de mandamientos (“No pondrás tu firma en cada fruto / No pondrás jamás un dólar en la frente de cada animal”) y una advertencia final (“Cada una de nuestras voces se apagará / una a una bajo el silencio de la luna”).
Sin perder el vuelo propio, Agua ardiente es un álbum más compacto que sus predecesores. Con predominio del mid tempo, las canciones son más directas, pero aún conservan el rasgo de abiertas, y nunca se sabe de antemano hacia dónde desembocarán, aún después de varias escuchas. Más allá de alguna sobreproducción (perceptible en los ecos innecesarios en la voz de Prietto, por ejemplo) y algo de reiteración de recursos, el tercer álbum de Los Espíritus es un trabajo sólido y se perfila como uno de los discos nacionales a destacar en los balances del año. Cumple con su objetivo: se siente tan refrescante como caliente, pero está muy lejos de ser tibio.
De todas las bebidas espirituosas, tal vez sea el aguardiente una de las que más unidas ha estado siempre a lo espiritual. Protagonista de los rituales gallegos en sus famosas queimadas, el aguardiante se quema para alejar a los malos espíritus, brujas y maleficios que acechan a quienes participan en la ceremonia. Al otro lado del océano las referencias culturales son otras, y allí Los Espíritus son capaces de encender las aguas mediante su chamánico sonido conjurado a base de blues, psicodelia y el poso de toda la tradición de la música latinoamericana.
Evocando la magia de los elementos, el misticismo embriaga los primeros compases de la inicial ‘Huracanes’, de ritmo reggae y groove imparable. Una línea que seguirá el bajo de ‘Jugo’, en la que se abren paso entre las llamas las guitarras más abrasivas. Y siguiendo con las metáforas flamígeras llegamos a ‘Perdida en el Fuego’, una letra cáustica como pocas en la que Santi Moraes critica de manera brillante la posición de la mujer en el mundo actual. Todo ello junto a una cadencia vaporosa que bebe de la mejor música latina de raíces al amparo de unas guitarras que dibujan los paisajes más áridos. Territorios que siguen describiendo con ese ramalazo blusero que en su día protagonizó algunos de los mejores momentos de The Doors y que ellos hacen suyo con las corrosivas frases de ‘La Rueda’. A cada cual más dura y cruda para retratar una sociedad podrida por dentro que inspira temas tan sórdidos como éste o su ya antológico ‘Negro Chico’. Un arreón de rabia que amansan con la luminosidad de ‘Esa Luz’ con la que termina una cara A que por sí sola ya es lo mejor que se ha publicado este año.
Pero aún hay mucho más que descubrir en esa otra cara que arranca en ‘La Mirada’, canción de espíritu western que respira blues y polvo por los cuatro costados y que bien podrían haber firmado los mejores Cream de haber nacido en Buenos Aires. Una cartografía que exploran con su ‘Mapa Vacío’ y la pausada ‘Luna Llena’. Mención aparte para los estridentes riffs de ‘Las Armas las Cargas el Diablo’, que afilan otra letra hiriente, de esas que solo Maxi Prietto es capaz de vislumbrar y con la que nos arroja de nuevo a la hoguera. Una pira que se aviva al ritmo de la Creedence con la llegada de otro de los elementos, ‘El Viento’ que sacude de nuevo con furia nuestra consciencia para conjurar una especie de profecía indígena con la que proteger La Tierra de la devastación.del hombre.
Muy atentos siempre a esa caldera en constante ebullición que es la música independiente argentina, hace ya algunos años poníamos el foco en el país americano para repasar una escena en la que ya entonces sobresalía como figura Maxi Prietto, quien tras su apoteósico disco doble al frente de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, sentaba las bases de Los Espíritus junto al magistral Santiago Moraes, con quien se alterna tanto las composiciones como las voces, además de las guitarras de una banda que completan otros cuatro músicos sobresalientes. Unos mimbres tan sólidos que aseguraban la continuidad del proyecto con la publicación hace dos años de su imprescindible «Gratitud», con el que se colaron en nuestra lista de los mejores discos internacionales de 2015. Una lista que volverán a copar este año con «Agua Ardiente», álbum que termina por consagrarles como la gran referencia de la música porteña y con el que han conseguido llegar más lejos que nunca girando por varios países, entre ellos España, donde hoy ofrecerán su último concierto en Madrid.
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