En tan solo quince meses de estar al frente del Estado argentino, la alianza Cambiemos ha agotado prácticamente su programa de gobierno neoliberal, donde la apertura de las importaciones, la eliminación de las retenciones, los tarifazos, la altísima tasa de interés en dólares, el endeudamiento y la fuga de capitales tienen como correlato el cierre de fábricas y el aumento del desempleo, la pobreza y la indigencia. Hubiese sido imposible llevar adelante semejante plan económico sin una supuesta verdad primera que sirva como excusa para enarbolar una verdad de Estado, una imagen que allane el camino (de ese modo la "pesada herencia" permitió el "sinceramiento").
Hay gente que todavía discute si estamos o no frente a una dictadura. El caso de Milagro Sala muestra que la constitución y las leyes de la república han sido dejadas de lado, el fallo contra Milagro se va a convertir en un documento importante para probar crímenes contra los derechos humanos. La verdad es que los milicos te iban a buscar de madrugada con el escuadrón de la muerte pero, si te hacían un juicio, tenías más garantías que las que tuvo Milagro.
Los procesamientos caprichosos, o lisa y llanamente absurdos que se extienden indefinidamente en el tiempo son dictadura.
El control del aparato judicial en casi todas las instancias son dictadura.
El control de los medios de comunicación en casi su totalidad, las represalias y el silenciamiento de opositores y la censura empresaria en general son dictadura.
Los despidos sin control son dictadura.
La destrucción de los salarios por hiperinflación y paritarias a la baja son dictadura.
Las paritarias con limitaciones y trampas son dictadura.
Las paritarias firmadas por dirigentes que no representan a los trabajadores son dictadura.
Los tipos electos por la oposición que terminan votando leyes que resignan soberanía nacional, conquistas legítimas y políticas de educación y ciencia, ampliamente plebiscitadas por la sociedad, son dictadura.
La cana sin control es dictadura.
Hay gente que todavía discute si estamos o no frente a una dictadura. El caso de Milagro Sala muestra que la constitución y las leyes de la república han sido dejadas de lado, el fallo contra Milagro se va a convertir en un documento importante para probar crímenes contra los derechos humanos. La verdad es que los milicos te iban a buscar de madrugada con el escuadrón de la muerte pero, si te hacían un juicio, tenías más garantías que las que tuvo Milagro.
Los procesamientos caprichosos, o lisa y llanamente absurdos que se extienden indefinidamente en el tiempo son dictadura.
El control del aparato judicial en casi todas las instancias son dictadura.
El control de los medios de comunicación en casi su totalidad, las represalias y el silenciamiento de opositores y la censura empresaria en general son dictadura.
Los despidos sin control son dictadura.
La destrucción de los salarios por hiperinflación y paritarias a la baja son dictadura.
Las paritarias con limitaciones y trampas son dictadura.
Las paritarias firmadas por dirigentes que no representan a los trabajadores son dictadura.
Los tipos electos por la oposición que terminan votando leyes que resignan soberanía nacional, conquistas legítimas y políticas de educación y ciencia, ampliamente plebiscitadas por la sociedad, son dictadura.
La cana sin control es dictadura.
En distintos momentos de nuestra historia reciente el poder intentó naturalizar la violencia institucional. Una parte de nuestra sociedad aceptó incluso la barbarie de la dictadura y cuando se recuperó la democracia, fuera del minúsculo grupo que la reivindicaba, hubo una porción importante de nuestra comunidad nacional que cerró los ojos para no ver cuando la barbarie emergió a la vista de todos. Todavía suele escucharse que con los militares en el poder no habría tanto delito, como si la masacre, la tortura, las detenciones ilegales, los secuestros políticos y extorsivos, la apropiación de empresas arbitrariamente, los negociados con dineros del estado, no fueron delitos atroces perpetrados por esos dictadores y genocidas.
Si bien no se puede rastrear el origen de esa mentalidad en una sola causa, sí podemos afirmar que una parte se debe a la naturalización del poder encima de todo y de la violencia que de ese poder se desprende para garantizar su orden. Naturalizada no se ve, solo se percibe la forma "ordinaria", "común", de quien tiene la obligación de actuar porque detenta el poder ordenador.
Para completar la dictadura, el único elemento que queda para balancear el poder son las elecciones, se está buscando resolver ese problema, a esta altura pensar que, todas esas maniobras, para instaurar el "voto electrónico", son para hacer fraude no tiene nada de descabellado, ni conspiranoico, la mejor demostración la hicieron los expertos que hackearon una elección, frente a los senadores, en vivo y en directo. Pero hay otro aspecto todavía más importante: a los candidatos peligrosos se los intenta proscribir. No solamente van contra la constitución también van contra el sentido común.
Desde la recuperación de la democracia las formas de violencia institucional cambiaron radicalmente, pero aquel antecedente tan extremo sirve para comprender los conflictos que se viven hoy en día. La violencia policial fue y es una de las caras más visibles de ella, también la que ocurre en cárceles e institutos de menores sobre los internos y sus familias emergió públicamente de vez en cuando.
Un genocidio por goteo, clasista y discriminador, se extiende en toda el país.
A la vez, desde los organismos de Derechos Humanos, desde las fracciones más democráticas de los partidos políticos, desde ONG’s y agrupaciones, se libra una batalla contra las formas variadas de la violencia. Una lucha, una tensión, un debate que se debe ser ampliando para romper esta naturalización hoy impuesta por el Estado Neoliberal y respaldada por los medios y por la Justicia.
A pesar de que todo el mundo, literalmente, apoya las movilizaciones contra el femicidio y abusos varios, al mismo tiempo que se pedían hechos concretos desaparecieron organismos que se ocupaban de los abusos, desaparecieron campañas de prevención de embarazos y de educación sexual, y, ya que estamos, desaparecieron un montón de mujeres.
¿Qué mejor ejemplo que las palabras dichas por funcionarios Pro? Esto dice Maia Ferrua, abogada del Ministerio de Modernización de Mauricio Macri...
Esto no es casualidad, cuando aparecen militantes (sea del partido que sea), feministas, ecologistas, etc. que no quieren pedir la libertad de Milagro Sala, están aplastando a su propio movimiento (salvo que sean del Movimiento Patriótico que apoya a la dictadura).
Puede ser que campañas puntuales sean necesarias o, más bien, inevitables, puede ser que ese sea un paso anterior a las protestas más organizadas y más políticas.
Esas políticas de feminismo, ecología, libertad sexual, cambio climático y etcétera no están mal en principio, pero estamos viendo que al gobierno de los payasos esas luchas no le afectan en nada, es más, estamos viendo como la clase media se hace eco de eso para mimetizarse y seguir apoyando la política de barbarie semi, o no tan semi, dictatorial.
El triunfo de Macri abrió esta etapa donde la derecha social se sintió legitimada para reclamar mano dura contra las protestas sociales, contra los piquetes, contra los opositores al neoliberalismo, contra los jóvenes y niños empobrecidos, contra los que reciben planes, contra los que luchan por la libertad e igualdad. Los medios de comunicación amplifican esas posiciones de derecha que anidan en nuestra sociedad y manipulan a la opinión pública para apoyar la idea de que un país "normal" y "confiable" es el que hace cumplir la ley a todos. Por supuesto que ese "todos" se refiere a aquellos sobre los que reclama mano dura y no sobre los que benefician a sus empresas multinacionales desde los Ministerios macristas, o de quienes ahora funcionarios crean empresas off shore, como mínimo, para ocultar bienes y capitales y eludir impuestos o lavar dinero.
El "pecado" mayor ahora no está en quienes empujan a la miseria, a la desocupación, al cierre de fábricas, sino en las víctimas que reclaman como pueden. Es decir, con los piquetes, paros y movilizaciones. La derecha se apoya en el egoísmo y cansancio de capas importantes de la sociedad para impulsar la idea de volver al "orden". De nuevo el "orden", siempre el orden.
El método de naturalización de la violencia institucional es gradual (palabra de moda entre los neoliberales: no se preocupen haremos mierda el país, pero gradualmente). Carros de Asalto desplegados, la infantería con sus escudos, una fuerza de choque para volver al orden. Notas en los medios hegemónicos tanto en líneas editoriales o de los periodistas militantes del macrismo que sostienen la necesidad de estas medidas, fustigando una actitud permisiva del kirchnerismo durante sus gobiernos.
Y buscan que la gente se acostumbre.
Los juicios en cadena a Milagro Sala y su prisión, no es solo la élite jujeña castigando a quien se atrevió a desafiarlos, sino que apunta como chantaje y amenaza para todos los dirigentes sociales, sindicales y para los militantes barriales.
Si bien no se puede rastrear el origen de esa mentalidad en una sola causa, sí podemos afirmar que una parte se debe a la naturalización del poder encima de todo y de la violencia que de ese poder se desprende para garantizar su orden. Naturalizada no se ve, solo se percibe la forma "ordinaria", "común", de quien tiene la obligación de actuar porque detenta el poder ordenador.
Para completar la dictadura, el único elemento que queda para balancear el poder son las elecciones, se está buscando resolver ese problema, a esta altura pensar que, todas esas maniobras, para instaurar el "voto electrónico", son para hacer fraude no tiene nada de descabellado, ni conspiranoico, la mejor demostración la hicieron los expertos que hackearon una elección, frente a los senadores, en vivo y en directo. Pero hay otro aspecto todavía más importante: a los candidatos peligrosos se los intenta proscribir. No solamente van contra la constitución también van contra el sentido común.
Desde la recuperación de la democracia las formas de violencia institucional cambiaron radicalmente, pero aquel antecedente tan extremo sirve para comprender los conflictos que se viven hoy en día. La violencia policial fue y es una de las caras más visibles de ella, también la que ocurre en cárceles e institutos de menores sobre los internos y sus familias emergió públicamente de vez en cuando.
Un genocidio por goteo, clasista y discriminador, se extiende en toda el país.
A la vez, desde los organismos de Derechos Humanos, desde las fracciones más democráticas de los partidos políticos, desde ONG’s y agrupaciones, se libra una batalla contra las formas variadas de la violencia. Una lucha, una tensión, un debate que se debe ser ampliando para romper esta naturalización hoy impuesta por el Estado Neoliberal y respaldada por los medios y por la Justicia.
Posverdad, la propaganda del siglo XXI
Recientemente se ha acuñado un nuevo término que caracteriza a la propaganda política y se refiere a la forma que la política adquiere: una dimensión etérea, donde los hechos u acontecimientos de la realidad poco importan. Lo que prima, en cambio, es la emocionalidad que se desprende de las opiniones del acontecimiento en cuestión y que será percibida como La Verdad. Nos estamos refiriendo a los discursos que se anclan en la posverdad.
Si la propaganda política tal cual se la conoció en el siglo XX era la tentativa de influenciar las opiniones y las conductas de la sociedad a fin de que ella misma haga carne esas opiniones y esas conductas, la posverdad es la forma que adquieren, en el siglo XXI, los intentos de dominación por parte de las clases dominantes, poseedoras y operadoras de verdaderos arsenales de producción discursiva, ideológica y simbólica. En ella el Gobierno funda hoy su gobernabilidad.
El cinismo es la fórmula sobre la cual se monta este dispositivo que apunta a generar efectos emocionales antes que una reflexión racional. Al igual que en la propaganda Nazi, la determinación de los sentidos se impone por sobre cualquier tipo de explicación.
Omar Zanarini
Del Estado de Sospecha al Estado de Excepción
Poco importa si el Gobierno nacional miente o quienes hoy gobiernan mintieron en campaña.. Ellos son, hoy, el Estado y fueron electos en las urnas. Sin embargo, ningún Gobierno que se jacte de democrático puede desoír la voz de un pueblo organizado.
La administración de Mauricio Macri ha ignorado los reclamos de la sociedad sobre la base de calificar a las movilizaciones (y paros) como “anti-democráticas”, “desestabilizadoras” o “ilegítimas”, persiguiendo, estigmatizando o encarcelando a todo aquel que sea considerado un potencial enemigo político del “cambio”.
Esta estrategia es una de las formas más efectivas a la hora de construir un relato que posibilite la gobernabilidad, de hecho se articula en torno a la imagen de la supuesta vocación antidemocrática de los movimientos nacionales y populares que se apoyan en las masas para avanzar contra los representantes de la libertad de empresa. Para ser más gráficos, y tomando las propias palabras de los funcionarios-victimas: “nos ponen palos en la rueda”
Estamos asistiendo, en éste segundo año de gobierno oligárquico, a la instauración de un Estado de Sospecha permanente donde los discursos por una supuesta defensa de la democracia buscan, una vez más, llevarnos a un Estado de Excepción para suspender las libertades y derechos a fin de que el programa de Gobierno se lleve a cabo sin ningún tipo de resistencia. Lo que no es nuevo en la historia argentina.
Milagro Sala: de la posverdad al Estado de Excepción
El caso Milagro Sala es paradigmático para entender de qué modo opera la estrategia del enemigo político articulado con el dispositivo de posverdad. La dirigente jujeña lleva más de 440 días detenida en el penal de Alto Comedero, San Salvador de Jujuy, de forma arbitraria por parte de la justicia provincial y a pedido del Gobernador radicial-macrista Gerardo Morales.
Los motivos por los cuales la parlamentaria del MERCOSUR está privada de su libertad poco importan, las mayorías de las causas fueron armadas a fin de que la referente de la Túpac Amaru continúe encarcelada. Al punto que hasta los organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (perteneciente a la OEA), han solicitado al Presidente Macri su inmediata liberación. Pero la propia Corte Suprema de Justicia de La Nación desconoce los fallos de la CIDH pese a que sus resoluciones tengan mayor rango que la propia Constitución Nacional.
Milagro Sala sigue tras las rejas y el propio Presidente hizo honor a la posverdad al afirmar en una conferencia de prensa que “a la mayoría de los argentinos nos ha parecido que había una cantidad de delitos importantes que se habían cometido por parte de Sala”.
Modificando levemente la famosa sentencia del filósofo irracionalista Friedrich Nietzsche, podríamos decir que en este caso “no existen los hechos, sólo las opiniones”.
No son pocas las fuentes que hablan de una encuesta que habría realizado el Gobernador Morales, donde una mayoría de los consultados aprueban la detención de Sala, dando muestras claras de que este hecho tiene más peso, si hablamos de gobernabilidad, que del debido proceso judicial.
El éxito de los discursos anclados en la posverdad radica en lo verosímil del relato y opera sobre la base de prejuicios que, también, los medios de comunicación construyen y refuerzan permanentemente.
En el caso de Milagro, la estrategia de la posverdad coagula en las ideas preconcebidas y construidas desde la lógica de la “pesada herencia” y con el estigma de ser mujer, colla y peronista en una sociedad conservadora con los medios masivos de igual orientación.
No importa que haya cometido o no los delitos que se le imputan. Basta con que un número importante le crea a Macri de que debe estar presa y de esa forma el propio Estado ignore sus propias leyes que garantizan los derechos y las libertades de quienes lo conformamos. Se funde un régimen de excepción sobre la base de un Estado de Sospecha permanente anclado en la posverdad analizada.
Del mismo modo en que se avanzó sobre Milagro, están dispuestos a avanzar sobre cualquier enemigo político que se oponga al gobierno de la restauración oligárquica. El modelo sindical argentino y sus máximos representantes parecen ser el próximo objetivo del macrismo. Hacia ellos también parten los misiles de la posverdad. Habrá que estar dispuestos a dar la pelea necesaria para evitar que el bloque dominante avance. Y no lo haremos (sólo) en defensa de los dirigentes gremiales, sino también en la nuestra
A pesar de que todo el mundo, literalmente, apoya las movilizaciones contra el femicidio y abusos varios, al mismo tiempo que se pedían hechos concretos desaparecieron organismos que se ocupaban de los abusos, desaparecieron campañas de prevención de embarazos y de educación sexual, y, ya que estamos, desaparecieron un montón de mujeres.
¿Qué mejor ejemplo que las palabras dichas por funcionarios Pro? Esto dice Maia Ferrua, abogada del Ministerio de Modernización de Mauricio Macri...
Esto no es casualidad, cuando aparecen militantes (sea del partido que sea), feministas, ecologistas, etc. que no quieren pedir la libertad de Milagro Sala, están aplastando a su propio movimiento (salvo que sean del Movimiento Patriótico que apoya a la dictadura).
Puede ser que campañas puntuales sean necesarias o, más bien, inevitables, puede ser que ese sea un paso anterior a las protestas más organizadas y más políticas.
Esas políticas de feminismo, ecología, libertad sexual, cambio climático y etcétera no están mal en principio, pero estamos viendo que al gobierno de los payasos esas luchas no le afectan en nada, es más, estamos viendo como la clase media se hace eco de eso para mimetizarse y seguir apoyando la política de barbarie semi, o no tan semi, dictatorial.
El triunfo de Macri abrió esta etapa donde la derecha social se sintió legitimada para reclamar mano dura contra las protestas sociales, contra los piquetes, contra los opositores al neoliberalismo, contra los jóvenes y niños empobrecidos, contra los que reciben planes, contra los que luchan por la libertad e igualdad. Los medios de comunicación amplifican esas posiciones de derecha que anidan en nuestra sociedad y manipulan a la opinión pública para apoyar la idea de que un país "normal" y "confiable" es el que hace cumplir la ley a todos. Por supuesto que ese "todos" se refiere a aquellos sobre los que reclama mano dura y no sobre los que benefician a sus empresas multinacionales desde los Ministerios macristas, o de quienes ahora funcionarios crean empresas off shore, como mínimo, para ocultar bienes y capitales y eludir impuestos o lavar dinero.
El "pecado" mayor ahora no está en quienes empujan a la miseria, a la desocupación, al cierre de fábricas, sino en las víctimas que reclaman como pueden. Es decir, con los piquetes, paros y movilizaciones. La derecha se apoya en el egoísmo y cansancio de capas importantes de la sociedad para impulsar la idea de volver al "orden". De nuevo el "orden", siempre el orden.
El método de naturalización de la violencia institucional es gradual (palabra de moda entre los neoliberales: no se preocupen haremos mierda el país, pero gradualmente). Carros de Asalto desplegados, la infantería con sus escudos, una fuerza de choque para volver al orden. Notas en los medios hegemónicos tanto en líneas editoriales o de los periodistas militantes del macrismo que sostienen la necesidad de estas medidas, fustigando una actitud permisiva del kirchnerismo durante sus gobiernos.
Y buscan que la gente se acostumbre.
Los juicios en cadena a Milagro Sala y su prisión, no es solo la élite jujeña castigando a quien se atrevió a desafiarlos, sino que apunta como chantaje y amenaza para todos los dirigentes sociales, sindicales y para los militantes barriales.
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