El título de la estupenda novela de Elsa Osorio –épica literaria de una persona que va descubriendo la verdad como paso necesario a su liberación– es pertinente porque hace veinte años Carlos Menem estaba en el apogeo de su furor neoliberal y a la ciudadanía le costó muchísimo dolor darse cuenta e iniciar la recuperación.
El riojano expresidente, en 1996, acababa de ganar las elecciones para un segundo período electoral con exactamente el 49.6 por ciento de los votos, y la soberbia era uno de los signos más notorios de su gobierno, signado por la venta vil del patrimonio nacional y el endeudamiento externo como negocio canalla de funcionarios y negociadores corruptos.
Las clases adineradas, el empresariado cipayo y la eterna ceguera de las clases medias porteñas se creían el cuento del Primer Mundo, cuya máxima expresión era que no se necesitaba visa para entrar a los Estados Unidos. La Antinación mantenía “relaciones carnales” con los gobiernos de Bush y Clinton, y encima éramos la parte más idiota del belicismo imperial previo a las actuales guerras narco y antimusulmana.
A partir de la aprobación de la Ley de Reforma del Estado, Menem y su banda se dedicaron a liquidar el rol del Estado. Disolverlo, diluirlo, hacerlo una nada idiota al servicio de los negocios. Para ello se desreguló la economía dejando que “el mercado” y los banqueros impusieran las reglas.
Así empieza la nota de Mempo Giardinelli que leo hoy y la copio, que si bien no dice nada nuevo a lo ya expuesto aquí, nunca está demás ejercer la memoria para que nos tomen (una y otra y otra vez hasta el infinito) de eternos boludos seguidores de toda regla de mercadotecnia y marketing político, mientras el neoliberalismo prepara su golpe contra los derechos del trabajador.
El riojano expresidente, en 1996, acababa de ganar las elecciones para un segundo período electoral con exactamente el 49.6 por ciento de los votos, y la soberbia era uno de los signos más notorios de su gobierno, signado por la venta vil del patrimonio nacional y el endeudamiento externo como negocio canalla de funcionarios y negociadores corruptos.
Las clases adineradas, el empresariado cipayo y la eterna ceguera de las clases medias porteñas se creían el cuento del Primer Mundo, cuya máxima expresión era que no se necesitaba visa para entrar a los Estados Unidos. La Antinación mantenía “relaciones carnales” con los gobiernos de Bush y Clinton, y encima éramos la parte más idiota del belicismo imperial previo a las actuales guerras narco y antimusulmana.
A partir de la aprobación de la Ley de Reforma del Estado, Menem y su banda se dedicaron a liquidar el rol del Estado. Disolverlo, diluirlo, hacerlo una nada idiota al servicio de los negocios. Para ello se desreguló la economía dejando que “el mercado” y los banqueros impusieran las reglas.
Así empieza la nota de Mempo Giardinelli que leo hoy y la copio, que si bien no dice nada nuevo a lo ya expuesto aquí, nunca está demás ejercer la memoria para que nos tomen (una y otra y otra vez hasta el infinito) de eternos boludos seguidores de toda regla de mercadotecnia y marketing político, mientras el neoliberalismo prepara su golpe contra los derechos del trabajador.
Continúo con la nota original del querido Mempo... Nunca es tarde para ejercer la memoria, sobretodo en un pueblo que lo toman por boludo justamente por su falta de memoria. A ver si aprendemos de una vez.
Se estableció libertad de precios, se aumentaron el IVA y Ganancias y en 1989 se desató una hiperinflación como la que aniquilara al gobierno de Raúl Alfonsín. Entonces el ministro de economía Antonio Erman González dispuso el primer “corralito” mediante el Plan Bonex, que confiscó todos los depósitos a plazo fijo y los cambió por bonos a largo plazo en dólares. Una década después, en 2001 y con Fernando de la Rúa mirando tele en la Rosada, el ministro multiservicios Domingo Cavallo lo repitió a lo grande, confiscando todas las cuentas bancarias mientras fugaban del país por lo menos 26.000 millones de dólares, muchos de los cuales han de estar ahora en Panamá y otras cuevas dinerarias.Mempo Giardinelli
La estabilidad económica sin inflación que el menemismo logró fue sólo aparente. Porque mientras la industria nacional era sepultada y las basuras de importación entraban por aduanas liberadas, se duplicaban el desempleo y el empobrecimiento de la población. Y la deuda externa aumentó de los 45.000 millones de dólares de 1989 a 145.000 millones en el año 2000.
Para todo eso, Menem también se inventó una Corte Suprema a medida. Con nueve miembros alcanzó lo que se llamó “mayoría automática”, y ahí empezó a perfeccionarse la mafia judicial, servilletas y acomodos mediantes.
En esos años se produjeron los dos gravísimos ataques terroristas que sufrió la Argentina: en 1992 un bombazo destruyó la embajada de Israel (murieron 29 personas) y en julio de 1994 otra bomba voló el edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) donde hubo 85 muertos. Entonces empezó el trágico sainete que involucra incluso a la colectividad judía, desguazada por sus propios dirigentes y su afinidad con el macrismo y la ultraderecha israelí.
Alfonsín y Menem negociaron el Pacto de Olivos para la reforma constitucional de 1994, que permitió la reelección presidencial a cambio de un tercer senador por minoría y crear la Jefatura de Gabinete. Tras el triunfo electoral de 1995 Menem privatizó y/o liquidó la telefónica estatal Entel y Aerolíneas Argentinas, la red caminera nacional, los canales de televisión excepto ATC (hoy Canal 7), Gas del Estado, YPF y todos los ferrocarriles nacionales. También la electricidad, los puertos, los aeropuertos, la fábrica de aviones de Córdoba, los grandes astilleros y fábricas navales, el Banco Hipotecario Nacional y el Banco Nacional de Desarrollo, la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), los Altos Hornos Zapla, las fábricas militares estratégicas, la Hidroeléctrica Norpatagónica Hidronor, el Instituto Nacional de Reaseguros, la Junta Nacional de Carnes, la de Granos, las grandes petroquímicas estatales, Obras Sanitarias de la Nación (OSN), las minas de Hierro de Sierra Grande y tanto más que la sola enumeración duele.
Ningún país del mundo hizo semejante barbaridad. Ni lo hubiera soportado. Menem lo hizo. Y todo indica que Macri y su banda van por ese mismo camino.
De un saque redujeron notablemente el poder de compra del salario y dejaron sin trabajo a por lo menos 150 mil argentinos en ocho meses, terminaron con las retenciones agrícolas, eliminaron subsidios al boleo y dispusieron un tarifazo que asombra al mundo entero mientras la prometida “Pobreza Cero” jajá y jajá.
Al peligroso armamentismo pre-represivo ya lo ensayan con dureza, es decir con violencia y balas de goma, contra los trabajadores de Cresta Roja, niños murgueros de la Villa 1.11.14 de Flores y luego en Rosario y en Jujuy, y ponen vallas en las plazas públicas y habilitaron que la policía realice detenciones arbitrarias en la vía pública, criminalizando la pobreza. Y están dele liberar genocidas y asesinos presos por causas de lesa humanidad.
Podría decirse que 20 años no es nada, pero es mejor, sin dudas, encomiar la luz de la Memoria y la Verdad. Y algún día quizá no lejano, de la Justicia.
El gobierno actual ha impuesto un programa de gobierno neoliberal, restaurador, desregulador de las relaciones laborales y profundamente antidemocrático. Ahora, como antes, van contra nuestros derechos. En sus pocos meses de gobierno, mediante la apertura indiscriminada de las importaciones, la quita de las retenciones e impuestos, la inflación estructural, el aumento de tarifas, "el enfriamiento de la economía", la des incentivación de la negociación colectiva y la destrucción sistemática del empleo (público y privado) ha operado una profunda transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los sectores dominantes del mercado. Todo ello conlleva reducción de la mano de obra y del salario. Pero lo peor es que intentan justificar mediante operaciones mediáticas y aún hay mucha gente que lo repite: "es necesario, la fiesta (de llegar a fin de mes) se terminó".
A este Frankestein lo hemos alimentado entre todos y es hora de hacernos cargo de nuestra mala memoria...
El neoliberalismo contra el derecho laboral y la justicia del trabajo: tomándote de Boludo
En el diario La Nación, el domingo 24 de julio de 2016, el Presidente Marioneta Macri sostiene: "¿Qué necesita la inversión? Dos cosas. Primero, una justicia laboral más equitativa, no tan volcada a encontrarle siempre la razón a una parte..."
Se trata de una aseveración que parte de grandes metiras, tal como vincular "la inversión", un aspecto de la política económica, con la desregulación normativa y la justicia laboral. O no tener en cuenta que los juicios laborales siempre se ganan, que el problema es la alta litigiosidad y la industria del juicio. Se atacan las consecuencias y no las causas.
El llamado "estado social de derecho" (según el sistema capitalista) debe garantizar un piso mínimo de derechos sociales, un umbral de derechos que garantice un punto de partida para todas las personas, en el marco de un sistema que impone relaciones sociales profundamente desiguales.
La ausencia de regulación normativa en favor de los más vulnerables, solo ha demostrado en la historia que se impone la ley del más fuerte, cuyas consecuencias son la miseria, la violencia social y la destrucción de los lazos sociales. Asimismo, implica hacer incurrir al Estado Argentino en responsabilidad internacional.
Diariamente los medios de comunicación hegemónicos (con la Nación a la cabeza) pretenden instalar la idea neoliberal de que la condición para la creación de empleo es la flexibilización laboral. Tal como lo afirma la Editorial del diario La Nación del martes 26 de julio, "Un cambio indispensable en las relaciones laborales", se asevera que para poder "absorber la mano de obra excedente del empleo público" como asimismo, "mejorar el nivel salarial" es condición necesaria una reforma del modelo vigente de relaciones laborales. Del mismo modo, insiste en que el aumento de los salarios debe estar vinculado con la productividad y no con la satisfacción de las necesidades fundamentales de los trabajadores. Vincula a las normas laborales con la inversión y el crecimiento de la economía. Promueve la "descentralización de la negociación colectiva" y fomenta la negociación en el nivel de empresa por el de actividad. Receta que siempre ha fracasado, cuya muestra más acabada es la situación existente en prácticamente todo el mundo, donde la imposición de las políticas neoliberales y la destrucción del estado social ha generado niveles de desocupación inéditos, miseria estructural, y nefastas consecuencias en materia social.
Esta gente afirma sin tapujos (y tomándonos bien pero bien de BOLUDOS) que la condición para la generación de empleo es la flexibilidad de la contratación, inclusive llegaN a atacar el derecho a la indemnización por despido.
El programa de flexibilización laboral devuelve la discusión política argentina a lo que se debatía en los 90 y se intentó instaurar en el gobierno de De La Rúa, con resultados conocidos: la flexibilización laboral. En este contexto, las alusiones del columnista de La Nación a que Marioneta Macri no es De La Rúa parecen encontrar su verdadero sentido. Morales Solá quiere decir que macri va a hacer lo que De La Rúa no pudo ¿Cuáles son las bases de ese proyecto que macri lanza a través del editorial de hoy de La Nación?
- "el avance de las tecnologías hace necesaria la multifuncionalidad, la polivalencia funcional y la jornada variable o flexible" (esto es: la empresa dispone a su arbitrio la posibilidad de alterar las condiciones de trabajo, la cantidad y duración de jornadas laborales, los días de descanso y las vacaciones).
- "se debería asignar preferencia a los acuerdos laborales de nivel menor (por empresa) por sobre las paritarias" (esto es: disolver el poder de negociación de los sindicatos dejando a los trabajadores librados a una lucha desigual con los patrones).
- "Debe eliminarse la obligatoriedad de la homologación de la autoridad administrativa" (esto significa que el estado no se compromete a proteger a los trabajadores en los acuerdos laborales alcanzados con los patrones; el estado se declara prescindente y deja los convenios y paritarias en un estado de precariedad absoluta; con esto se completa la embestida que el domingo hizo macri contra el fuero laboral, para que deje de dictar sentencias en favor de los trabajadores).
- "El período de prueba y el contrato de plazo fijo flexibe son instrumentos eficaces de reducción de los costos laborales" (esto quiere decir que ante el aumento del desempleo que se está registrando desde que el macrismo gobierna, ahora se pretende insitituir legalmente un sistema de empleos precarios en el que las empresas puedan contratar y despedir trabajadores sin ningún costo laboral).
- "que la negociación de salarios y condiciones de trabajo tenga en consideración la productividad y los límites y posibilidades de cada empresa" (esta proposición es clara: bajar los salarios subordinando el poder adquisitivo de los trabajadores a los intereses de los patrones).
- "La indemnización por despido debería sustituirse por un sistema contributivo que ampare al trabajador frente al desempleo. (...) Se debería crear un fondo con aportes del trabajador y contribuciones del empleador. Los administradores de estos fondos podrían ser entes autónomos creados al efecto. Este fondo sería individual y propiedad del trabajador" (esto es extrema derecha: el trabajador, desde el momento en que empieza a percibir su salario, cedería una parte del mismo para financiar su futuro despido; estos fondos serán administrados por empresas privadas, en un sistema similar al de las AFJP)
Si Marioneta Macri avanza con lo que La Nación hoy anuncia será con la complicidad de sectores del peronismo y del radicalismo. Hoy, como ayer, no hay nada nuevo bajo el sol.
Estas ideas que día a día se propagan mediante las usinas ideológicas de los sectores dominantes, tienen como único objetivo avanzar hacia la destrucción de los derechos económicos y sociales adquiridos hasta el momento, mientras se disciplina a la clase trabajadora a fin de imponer sus recetas neoliberales sin ningun tipo de resistencia. Nada nuevo, nada que no se haya intentado y ejercido en otro momento. Ahora el monstruo está nuevamente suelto, con una mano tiene espejitos de colores para tratar de convencerte, y con la otra apreta el garrote.
Pero siempre habrá esperanzas si como pueblo ejercemos la memoria y nos rebelamos ante el boludeo de los poderosos. Todo dependerá, como siempre, de nosotros.
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