Eduardo Cáceres es un nombre conocido en la escena musical de Rosario por su habilidad para ejecutar instrumentos del período renacentista y barroco, como el laúd y la viola da gamba, además de su destreza con la guitarra y el bajo. Sin embargo, su historia se extiende más allá de la interpretación, adentrándose en el arte de la luthería, la construcción artesanal de instrumentos musicales. Esta faceta de Cáceres, que nació de la experimentación y la necesidad, es el foco de un nuevo capítulo en el trabajo conjunto entre la Asociación Músicas y Músicos Independientes Buenos Aires (Amiba), el blog Cabezón y quien esto escribe.
Por Beto Nacarado
Los
inicios: de la necesidad a la creatividad
La historia de Cáceres como luthier
comenzó en su adolescencia, a principios de la década del ‘80, cuando junto a
un amigo formaba un dúo de rock acústico. Ante la falta de una guitarra acústica
para su compañero, decidieron intervenir una guitarra española que tenían a
mano. Inspirados en una fotografía de León Gieco o Pastoral en la revista Cantacock,
que mostraba una guitarra española modificada con un cordal (el cordal es una pieza
ubicada en la parte inferior que permite sujetar las cuerdas y disminuir la
tensión). Y así fue como instalaron una pieza similar. Esta modificación les
permitió usar cuerdas de acero, cuya tensión habría dañado el instrumento
original sin este refuerzo.
Poco después, la necesidad de restaurar un requinto propiedad de su padre. Estaba muy dañado en su lustre, pero tras consultar con un mueblero, lo lijó y pintó. El resultado fue tan satisfactorio que aún hoy lo utiliza.
El
salto a la luthería barroca
El camino de Cáceres continuó con su ingreso al Pro Música de Rosario, donde estudió laúd y viola da gamba. Pero un evento marcó un antes y un después en su carrera: un curso de música barroca en Bariloche en 2001, donde conoció la guitarra barroca.
La
colaboración que lo cambió todo
El destino le jugó una buena pasada a Cáceres cuando se reencontró con una amiga de la infancia, que se encontraba de visita en Rosario. Esta amiga, que vivía en Holanda, resultó ser la esposa de Sebastián Núñez. Tras ver a Cáceres tocar el cuatro venezolano, Núñez le ofreció su ayuda.
En un gesto de generosidad, Núñez le
envió los planos de la guitarra barroca, una placa de madera de pino abeto
alemán y las instrucciones por correo electrónico. Con la ayuda de su viejo
amigo del rock acústico, compraron una placa de cedro y se pusieron manos a la
obra. Así, construyeron su primer instrumento: una guitarra barroca semi-maciza.
El instrumento no solo le sirvió para tocar en sus conciertos, sino que también captó la atención de otros músicos, quienes comenzaron a encargarle sus propias creaciones.

Beto Nacarado

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