Esta semana cumplió 54 años un disco clave en la historia del rock llevado a su máximo exponente como música, y LightbulbSun cayó en cuenta que no había sido presentado en el espacio cabezón, por lo que decidió subsanar ese error. El 6 de junio de 1970 se publicó una obra maestra del Canterbury, el aventurado tercer álbum de la legendaria banda inglesa, un trabajo que la acercó definitivamente al jazz, un álbum doble que pareciera competir con el "Bitches Brew" de Miles Davis, que había sido lanzado apenas dos meses antes, y marcó un antes y un después para Soft Machine, así también para su seguidores, ya que me imagino es su álbum más aclamado, o al menos más representativo, y nosotros que aún no lo teníamos en nuestra colección, un error garrafal que Lightbulbsun nos ayuda a reparar. Ideal para cerrar un viernes, un disco enorme que invita tanto a conocerlo, en el caso de los más nuevitos en esto de los sonidos más experimentales, o a escucharlo de nuevo, para el caso de aquellos que ya vienen con los oídos más curtidos, pero en todo caso indispensable para cualquier colección de buena música.
Artista: Soft Machine
Álbum: Third
Año: 1970
Género: Excena Canterbury
Duración: 75:43
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Inglaterra
Lejos del concepto actual del multipistas, del copy-paste, los Soft Machine se grababan en directo, y eso es lo que se nota en cada canción: ensamble, dirección, cierta improvisación una vez consumida la estructura original que da el puntapié al tema general, y el resultado fue irrepetible, tal cual un concierto. La libertad se huele, esto está lleno de quiebres, de subidas y bajadas y de cambios de colores, hasta lograr la simbiosis, porque al igual que cada uno de sus conciertos, el resultado siempre será diferente, y acá se dieron todos los factores para que el resultado sea excepcional.
Una de las bandas más ambiciosas e influyentes del rock, pese a no haber logrado éxito comercial, es Soft Machine, nombre tomado de la novela de Williams Burroughs del mismo nombre. Con su mezcla de jazz, psicodelia, rock progresivo y rasgos electrónicos, logró llamar la atención de los ingleses a mitad de 1966.
Aún activa, su accidentada trayectoria está dividida en cuatro etapas definidas según el estilo y las fuerzas dominantes de cada una.
Así, Soft Machine saboreó un poco de psicodelia entre 1966 y 1968 para gradualmente ir abrigando el jazz fusion, al tiempo que por ella pasaban notables músicos como Robert Wyatt, Kevin Ayers, Daevid Allen, Mike Ratledge, John Marshall, Karl Jenkins y Hugh Hopper, entre otros.
Una buena parte de la crema y nata del rock inglés, especialmente del movimiento al que hoy nos referimos como “Canterbury Sound”, había estado manteniendo el legado de Soft Machine, creando bandas alternas como Soft Heal, Soft Head, Soft Ware, Soft Mountain, Soft Bound y eventualmente Soft Machine Legacy, entre 1978 y 2015.
Para el momento del lanzamiento de Third, Soft Machine ya no contaba con los seminales Kevin Ayers (bajo) y Daevid Allen (guitarra). Ahora era un cuarteto formado por el debutante Elton Dean en el saxo, Mike Ratledge en las teclas, Hugh Hopper en el bajo y el genial, entonces baterista, Robert Wyatt.
Para la ocasión, el cuarteto se amplió con la adición de Lyn Dobson, Nick Evans y Jimmy Hastings en los vientos y Rab Spall en el violín.
En formato, nuestro celebrado disco guarda similitud con otra obra cumbre del rock progresivo, Tales From Topographic Oceans (1973) de YES. Es decir, un doble LP con un tema por lado cuya extensión promedio es de unos 18 minutos. Todos producidos y compuestos por miembros del cuarteto.
Los 4 lados de Third
“Facelift” se lleva los primeros 18’45”. Ya desde el inicio, nos enfrentamos a una pieza sonora orgánica, colmada de espontaneidad y en apariencia amorfa.
Rica en sonidos, es tal vez la propuesta más radical de nuestro celebrado álbum. También apreciamos a un Elton Dean osado. Esta pieza, grabada en vivo en Fairfield Hall Croydon el 4 de enero de 1970 y en él Mothers Club, Birmingham, siete días después, se torna más accesible hacia el octavo minuto.
Los oídos más experimentados tal vez encuentren algunos rasgos de King Crimson, Jethro Tull y The Mothers of Invention. Sobre todo hacia el doceavo minuto. Es interesante escuchar como la pieza se va desarrollando sin obedecer a normas preestablecidas.
Hay también intervenciones al performance en vivo que han sido manipuladas para añadir un mayor atractivo a la pieza de Hopper. Unas frases más equilibradas signan el final de esta estridente experiencia.
El lado B del primer LP lleva por titulo “Slightly All The Time”, que incluye los fragmentos “Noisette”, “Backwards” y un reprise de “Noisette”.
Concebida por Ratledge y Hopper, oímos al bajo tomar el rol central en la primera parte, acompañado por el hi-hat al que se le incorpora Dean con una melodiosa línea auditivamente menos dejada al azar.
En torno a Dean escuchamos acordes percutidos sobre las teclas del órgano. Esta suerte de cálido post bop abre espacio a cada miembro del cuarteto con Elton Dean liderando el tema. Dobson es también apreciado acá.
La dinámica cambia hacia el minuto seis y la melodiosa flauta va ganando espacios. Dos minutos más tarde la banda cambia ligeramente la dirección. Ratledge resalta en el Hammond, mientras Elton y Mike impregnan la atmósfera de una calidez muy especial apoyados en la sección rítmica de Hopper-Wyatt que culmina con una buena descarga con órgano y viento al unísono.
El segundo disco abre con una pieza de Wyatt titulada “Moon in June”, la única que aún presenta reminiscencias de los dos primeros discos. “En un dilema entre lo que necesito y lo que quiero, siento una sensación entre tus muslos, cuánto tiempo puedo resistir la tentación…”
Nos canta Robert Wyatt en esa onda “canterburiana” acompañado por el órgano. Acá recordamos un poco a Caravan, otro de los bastiones del “sonido Canterbury”. La letra es todo un acto de seducción con una música ligeramente fantasmal.
Hopper hace un interesante solo y Wyatt es más nostálgico y familiar. Las teclas toman un rol central en los primeros cinco minutos. Robert nos recalca en uno de sus versos que “La distancia puede decir mentiras…”.
En los siguientes minutos a partir del noveno, el cuarteto desarrolla la parte instrumental con varios cambios interesantes. La voz de Wyatt es otro instrumento más en esta sección. El caos sónico encuentra un abrupto cambio hacia el minuto catorce con un Soft Machine más orgánico y en donde apreciamos a Rab Spall.
“Out-Bloody-Rageous” cierra el álbum. En esta extensa pieza, los sonidos emergen desde el fondo acariciando nuestros oídos. Ellos se asemejan mucho a un teclado en reversa en crescendo.
Poco a poco los sonidos se van ensamblando de un modo oscilatorio manteniendo esa invertida sensación y frustrando un poco nuestros instintos. Hacia el quinto minuto, un poco de jazz fusión reordena todo y poco a poco nos va atrayendo a predios más estructurados en las manos de Mike, quien luego abre camino a la sección de vientos. En el punto medio la pieza retorna al motivo inicial. Nuevamente las teclas toman el control junto a los vientos y Dean nos deja llevar con un llamativo solo.
En esta pieza la espontaneidad del grupo está más controlada. Otro atractivo es el doble saxo y el cambio que ocurre hacia el minuto catorce. Al igual que el segundo tema, son motivos claramente distintos y diferenciables que me recuerdan los “soundscapes” de Eno y Fripp.
Así, la pieza se va diluyendo en el silencio.
Third es una obra llena de elementos vanguardistas que demandan un criterio muy amplio. Su planteamiento estético rompe todas las reglas de armonía y melodía, sobre todo en los momentos más caóticos, una suerte de “British Free Jazz” aunque la base rítmica es más mesurada.
Me atrevo a añadir que unos meses antes, con la salida del paradigmático In The Court Of The Crimson King, este álbum no gozara de la misma atención. Si bien Third no es fácil de escuchar, nos presenta algunos momentos accesibles que nos mantienen atentos.
Y para este disco tenemos la presencia especial de nuestro eterno comentarista involuntario de siempre, que nos dice lo siguiente sobre esta joyita del rock con la que hoy cerramos otra semana en el blog cabeza...
El tercer disco de Soft Machine significo no solo un importante paso en la evolución artística de la banda, sino que marco uno de los hitos definitivos e inapelables del movimiento asi llamado Canterbury. De hecho, llamo particularmente la atención de la critica y entusiasmo a un numero cada vez mayor de conversos aficionados a la vanguardia rockera que intensamente se venia desarrollando por aquel entonces en los círculos underground de Gran Bretaña: recordemos que por aquel entonces, Pink Floyd estaba pavimentando su camino hacia el estrellato, King Crimson había tomado por asalto y sorpresa la escena rock, The Nice estaba gozando de sus últimos días de gloria comercial, y mientras tanto, Yes estaba haciendo sus pininos con su incipiente pero ya promisoria propuesta musical. Sin haber llegado a ser precisamente un superventas, ‘Third’ tiene bien ganado un sitial histórico muy importante dentro del parnaso de los discos mas influyentes e inventivos del genero progresivo. Mucho mas que en sus dos trabajos precedentes, Soft Machine logra plasmar en el acetato su agresividad sonora, asi como su eficacia instrumental a la hora de jugar y expandirse con ideas musicales ambiciosas: claro esta, la participación de varios colaboradores (incluyendo el ingreso del saxofonista Elton Dean como miembro oficial del combo) funciona como un complemento invalorable a la hora de crear un colorido adecuado a las exigencias de los cuatro mega-temas que se repartían cada uno un lado del doble vinilo.
Los temas primero y cuarto son los que mas decididamente muestran las aristas vanguardistas que ya inundaban el sonido de Soft Machine, con un despliegue de potente volumen, motivos musicales densas e inquietantes, y exploraciones intensas. “Facelift” fue editado a partir de la fusión de dos ejecuciones en vivo realizadas en sendos recitales de Enero de 1970. “Slightly All the Time” esta demarcado por una pauta mas obediente al tipico swing jazzero propio de la vanguardia de Miles Davies (et al.) en 6/4, con un alternado protagonismo del saxo soprano, el bajo y el piano eléctrico: me parece el menos destacado del repertorio de ‘Third’, pues se me hace un poco excesivo en su extensión, pero ciertamente el despliegue de virtuosismo de los músicos (incluyendo el paso inmensamente preciso de Wyatt en la batería) no tiene un segundo de pierde. Ahora que mencionamos a Wyatt, el único tema cantado del disco, “Moon in June”, es de su autoría. El susodicho numero consta de dos partes bien definidas: la primera, que es cantada, mantiene un aire coqueto y humorístico que no llega a ser tan notorio como en el disco anterior (‘Soft Machine, Vol. 2’), pero que esta ahí, funcionando con el mismo desparpajo; cuando pasamos a la parte exclusivamente instrumental, el sonido grupal se vuelve mas agresivo y explosivo, concluyendo con una densa y oscura cortina de órgano sobre la cual se explaya un alucinado solo de violín - un final ciertamente esplendido.
Que mas puedo decir que otros no hayan dicho ya en otros lugares, y mucho mejor que quien escribe... solo puedo dictaminar que ‘Third’ es un tesoro indiscutible dentro de la tradición progresiva de vertiente jazzera, un testimonio del SM tradicional en su mejor momento creativo como ensamble bien integrado. A fin de cuentas, un diamante especial que brilla con luz propia en cualquier buena discoteca de música popular contemporánea.
Y no puede faltar el video para presentar al disco como corresponde, y sacándonos el sombrero, por favor.
Y hay mucho escrito sobre este disco, así que vamos a usar el famoso copy - paste para traer algunos otros comentarios, de gente que seguramente valora este trabajo como lo que representa; una bisagra en medio del despegue de lo que sería la mejor época del rock:
Third, el primer coloso de los 70’s.
No hay error en llamar a Soft Machine, no sólo como la Gran Escuela (o Universidad) de la Canterbury Scene, sino que de todo el Progressive Rock, al haber tenido entre sus filas a absolutos artífices del género (y yendo más lejos de él, incluso) y genios de la música, como Daevid Allen (Gong), Kevin Ayers, y Allan Holdsworth (UK, Bruford), uno de los guitarristas más formidables del Jazz Fusion, quien fuera dueño de una técnica y sonido únicos, cuya influencia llegó más allá de la estrechez del Jazz o el Rock (como es el caso de la banda sueca de Metal vanguardista: Meshuggah).
Realizando una labor de arqueología, en el año 1970 se ubican obras de inmenso valor que definieron el Progressive Rock, cuyas bases ya habían sido asentadas entre 1968 y 1969. Sin embargo, el mayor punto de madurez de esta corriente no reside en ellas: H to He Who Am the Only One de VDGG, In the Wake of Poseidon y Lizard de KC, Tresspass de Genesis, Atom Heart Mother de Pink Floyd, los trabajos homónimos de Magma, Gentle Giant, y de ELP son algunas muestras de esto. Sí: son obras de cuantiosa importancia, y poseedoras de momentos que resultan ser geniales musicalmente hablando, pero no se caracterizan necesariamente de una solidez y de una gran envergadura en cuanto su propuesta artística. Esto es lo que diferencia a THIRD, la obra capital de Soft Machine, de quien me atrevo decir, es la primera Magnum Opus con todas sus letras, que nutrió el fértil terreno de lo progresivo en aquel año; un puntapié inicial para una década que nos brindó, [com]probablemente (obvio, con el método científico), la mayor cantidad de obras de arte, no sólo en el género que hoy nos atañe hablar, sino que en la música popular en general (llámese Jazz, Rock, Metal, Funk, Soul, Dub, Electronic Music, Ambient, Industrial, Experimental, Punk, Post-Punk, Folk… en fin, nombra una corriente, y te deslumbraras por la cantidad de material alucinante aún por (re)descubrir).
Antes de revisar las cuatro piezas que componen THIRD, echemos un vistazo a modo de resumen, claro, a los trabajos anteriores de la banda: su disco The Soft Machine de 1968 y TWO de 1969. En el primero aún es notable la tremenda carga lisérgica y dadá, propio de la época en que se concibió, con una banda que no tiene del todo claro a dónde quiere ir; no es algo que les moleste, ni tampoco a sus oyentes. Su tono jovial y juguetón basta para que se hagan querer, exhibiendo el talento que poseen en piezas por lo general cortas. Aquí Soft Machine termina por dar una interpretación un tanto emparentada al Piper At the Gates of Dawn, por lo que la gira con Pink Floyd en esos años se hizo algo muy natural. En TWO, la historia sigue más o menos igual, salvo por la presencia del Jazz en sus breves sketches de comedia junkie que, aunque son incluso más cortos, hay mayor expresividad en ellos y madurez, ya que unidos forman dos largas piezas de más de 15 minutos cada una. Aquí su guía espiritual fue Frank Zappa junto a The Mothers’ (una cosa poca, ¿o no?). Líricamente ambos trabajos se encuentran profundamente marcados por la literatura posmodernista y la Beat Generation, siendo los ejemplos más claros los trabajos de Thomas Pynchon y William Burroughs (el mismo nombre de la banda fue tomada de una de sus novelas: The Soft Machine de 1961. Además, a él se le deben otras aportaciones en el mundo de la música, como son la técnica de cut-up, que es usada para dar libertad y dinamismo a la composición lírica, así como el término “Heavy Metal”, proveniente de su grandiosa novela Naked Lunch, de 1959). Resulta relevante el aspecto lírico de sus anteriores álbumes para referirnos a THIRD, dado que en él abandonan definitivamente este elemento de su fórmula, teniendo sólo una pieza cantada.
Tal como mencioné hace un rato, algo que caracteriza a este disco, es el salto que da respecto a sus anteriores entregas, así como a las entregas de sus coetáneos, en cuanto a propuesta artística, entendiendo al “álbum” no sólo por los clásicos “conceptos” que el Progressive Rock nos tiene acostumbrados, sino que me refiero a hacer del álbum toda una experiencia sonora, más que hilar piezas que funcionan sueltas o acopladas. No, esto es distinto. Puede que esta totalidad escape incluso a la intencionalidad. Tampoco es el hecho de que hayan sido creadas todas las piezas con un propósito como tal; que cada una forme un movimiento. Lo que le da grandeza al resultado del arduo trabajo de Soft Machine, fue el hecho de entregarse cada uno creativamente en su apuesta, en un disco doble integrado sólo por cuatro composiciones que rondan los 19-20 minutos, cada una explorando su propio espacio e inquietudes de sus creadores.
No son azarosas las comparativas que se hacen de este disco con el inmortal Bitches Brew, de Miles Davis, no sólo por el tiempo que lo separa de dicho álbum seminal (menos de dos meses) para todo lo que significa el Jazz Fusion, que está muy presente aquí, así como por sus complejos y largos desarrollos instrumentales. Hay otro elemento en la producción, y que caracteriza a la primera pieza que estamos por diseccionar, que tiene por título “Facelift”: la técnica de cortar y pegar. Suena simple, pero esta herramienta creativa proveniente de la música de académica de vanguardia: la Musique Concrète, enriqueció enormemente a la música llamada popular, ampliando su abanico de posibilidades. El antes mencionado disco de Davis, resulta un majestuoso collage, gracias al trabajo de su productor Teo Macero, y a los músicos que en él participan, ya que cada uno representa la cúspide de su estilo. Está bien, en THIRD no está la misma elegancia en su producción, es más, en Facelift todo suena bastante casero y lo-fi, ya sea por el tipo de grabación, como en el proceso de edición, pero… ¡MIERDA!, le entrega toda la atmosfera y alma a la pieza. “Facelift” con sus casi 19 minutos, comienza de la manera más inusual posible: con un in-crescendo sobre notas de piano eléctrico acuoso, entremezcladas con notas de órgano que de primeras no suena nada del otro mundo, sólo van meciéndose e interactuando, situados dentro de un vacío que poco a poco van rellenando con y atacando con tonos más siniestros, entre el Free Jazz más alucinado y el Noise más exacerbado, creando una introducción que en vez atraer al incauto, puede causar un fuerte rechazo… claro, hasta que le tomas el gusto y lo aprecias por lo que es: una performance de increíble valor, de mano del tecladista Mike Ratledge, que no será la última vez que nos tome por sorpresa con su gran habilidad y creatividad en sus instrumentos. Cabe aclarar que cuando hablamos de cortar y pegar, es porque lo que estamos escuchando es producto de varias sesiones grabadas en vivo, siendo las secciones editadas de forma algo abrupta y resultando en este sonido lo-fi, notándose muy bien las capas que se van sobreponiendo. Debajo de este fuerte flujo de distorsión, se encuentra escondido otro más ensoñador, que a ratos se funden, y entre esas capas fundidas va apareciendo el resto de la banda, partiendo por el bajo y los vientos, los cuales también terminan por fundirse en el estrepitoso noise del órgano. Toda esta escena confusa e incómoda cierra pasado los 5 minutos, pasando a la capa de otra sesión contrapuesta, siendo ésta una sección más ortodoxa dentro de lo que será el sonido del disco: jams guiadas de vientos y teclados, con una batería y bajo que suenan incansables en todo el recorrido, dando desarrollos muy bien balanceados. Dicha sección también dura unos 5 minutos, para luego seguir apostando (nuevamente) por algo mucho más experimental, de carácter cuasi-Industrial y por lo tanto inesperado. Aquí el baterista Robert Wyatt toca de un modo totalmente mecánico y marcial, simulando el funcionamiento de una fábrica con sus platillos y sus golpes profundos y secos a las cajas, acompañado por un motivo de teclado también de aire muy sintético, repetitivo que también es repetido por el bajo. Intenta volver la sección anterior, pero no lo consigue, ésta se impone y se desarrolla entre sonidos de flauta, que sopla con suavidad y crudeza cuando quiere, a la que se integra el resto de la banda, improvisando sobre la misma base, volviéndose un ambiente bastante intenso. Hacia el final los músicos se van calmando, para retomar la segunda sección de la pieza, o eso parece, pues la banda decide jugar con otra de sus cartas, alterando las cintas para crear un bucle de sonido que pareciera estar desintegrándola, hasta deshacerse en el vacío.
“Slightly All The Time”, representa todo lo contrario de la composición anterior: equilibrio y cadencias que se van desenvolviendo de a poco, con motivos más melódicos, de tiempos más pausados, donde los músicos se toman sus 18 minutos para desarrollar las ideas que nos quieren exponer. Todos tienen su espacio, y más que explorar, se comunican con un lenguaje ya adquirido y que todos comparten. Es una larga conversación que, si no fuese por el reloj, no sabrías cuánto tiempo lleva dándose, porque todo fluye con mucha naturalidad. Da un respiro a la experimentación que vivimos antes, regalando una suite/jam de Jazz Fusion más convencional y guardando sabores más cercanos al trabajo de Sun Ra (uno de los arquitectos y Gran maestro de dicha corriente, quien por cierto también se caracteriza por contraponer la experimentación sonora con otras piezas de raíces más clásicas y melódicas del Jazz). Como toda suite se encuentra dividida en secciones, tituladas éstas “Noisette”, “Backwards” y “Noisette Reprise”, siendo la sección central la de mayores cambios de tempo y melodía, pero sin romper con el trabajo realizado hasta el momento, siendo la flauta la encargada de crear espacios de ensoñación que, si bien no se prolongan, resultan maravillosos, siendo una labor que se ha ido delegando entre instrumentos a lo largo de todo el minutaje, resultando tanto dinámico como agradable el paseo, siendo las teclas de Ratledge las encargadas de sostener entre nubes la interacción de los otros músicos, hasta llegar al reprise, que deshace todo a tiempos acelerados, para frenar en la última recta sin avisar.
“Moon In June”, la única pieza cantada del disco, nos engaña de inmediato con su aparentemente amable Psychedelic Pop, presentándose como una bella y extensa canción. Lo cierto es que trasfondo compositivo y de grabación que realizó Robert Wyatt transpiran soledad. No sólo es la única pieza cantada de THIRD, sino que es la última en la historia de Soft Machine, al estar el resto de los miembros de la banda sencillamente hartos de esos esbozos de Psychedelia que los caracterizó tanto en sus inicios. Les parecía algo estúpido y estaban decididos en interiorizarse más y más en el Jazz eléctrico que parió la banda de Miles Davis. La intectualización y la seriedad de su propuesta era el camino a seguir desde ahora, y las composiciones dreamies y surrealistas de Wyatt ya no les hacía sentido alguno. No sólo no estaban de acuerdo con registrar la canción, dejando al baterista y vocalista por su cuenta, con todos los instrumentos por grabar a cuestas, sino que tampoco querían que ésta formara más parte de su repertorio, recordándoles un pasado que detestaban (algo parecido a lo que haría Kraftwerk con sus primeros discos, quienes se negaron a seguir reeditando tal material, por considerarlos una mancha en su carrera musical). Pese a todo, el trabajo realizado por Robert Wyatt (casi) en solitario es genial, mostrando sus grandes cualidades como compositor, arreglador, músico y vocalista, que más tarde sería explotado en la banda-hermana de Soft Machine, Matching Mole, pero especialmente en su carrera en solitario, firmando algunos de los mejores discos que se hayan escuchado jamás; totalmente mágicos y conmovedores. Así mismo resulta esta canción, que logra elevarnos al espacio sin traje ni casco. Si bien gran parte de las labores fueron realizadas por él, se distinguen tres secciones bien diferenciadas, estando en la segunda, acompañado por el resto de sus compañeros de banda, al ser una jam instrumental más ad hoc a lo que venían obrando como conjunto, sumando como ingrediente especial los habituales scats de Wyatt, lo que ayuda a dar un enfoque mucho más onírico y personal del músico. Toda esta magia finalmente se ve perturbada por notas que oscurecen la pieza, llevándola a terrenos cercanos al drone, con una intervención de violín, cuya cinta de audio fue totalmente alterada, junto a otra de scats y efectos vocales, emulando así sonidos alienígenas, quizá de habitantes en la luna… nuevamente desvaneciéndose en la nada.
El álbum cierra con “Out-Bloody-Rageous”, que tiene como especial base, nuevamente un trabajo realizado por el tecladista Mike Ratledge, elaborando numerosos loops con sus instrumentos, inspirado totalmente por la obra del también tecladista Terry Riley, que con su técnica de loopear y alterar el tiempo y sonoridades de las cintas, sumado a su tremenda habilidad como instrumentista revolucionó la forma de hacer música durante los 60’s y 70’s, partiendo desde el Minimalism, la Electronic Music, el Ambient y finalmente la música New Age. Es posible encontrar su sello en trabajos de otras bandas, como es el caso de The Velvet Underground. Con este momento dedicado a la aún joven Electronic Music, Soft Machine no sólo reafirma su posición en las vanguardias musicales, sino que crea todo un espectáculo para los oídos, con una introducción que se extiende casi por 5 minutos, antes que el resto de la banda haga su aparición, agitando ideas y conexiones neuronales conforme avanzan esos preciados minutos. Es la última jam que la banda hará, y se siente cómo lo entregan todo de sí, dando unas instrumentales exquisitas. De la nada, los demás músicos dejan de tocar a mitad del tramo, al advertir la presencia de esos loops interminables que van dejando eco en la memoria. Pero también era un eco, el cual es interrumpido por un piano que nos trae devuelta a la banda, sobre una cama de teclas largas y somnolientas. Finalmente, el disco va cerrando con un centenar de teclados fugaces, despidiéndose todos al unísono, sin que tengamos oportunidad de asimilarlo del todo. Sólo pasó.
Soft Machine reencarnaría muchas veces más. A raíz de él nacerían múltiples trabajos, siendo el más luminoso el del maestro Robert Wyatt en solitario, que, aunque no es protagonista en este disco, nos dejó momentos magníficos, así como el resto de la alineación, destacando como ya mencioné, Mike Ratledge, el más arriesgado al integrar ideas experimentales que son la base de esta obra. Hay cosas que con el tiempo se repiten cíclicamente, más no estos discos. Ellos desafían al tiempo, sea el suyo, el nuestro, o cualquier otro por venir.
Para cerrar el tema, y cerrar la semana, espero que agradezcan a LightbulbSun que seguramente los quiere mucho. Y con esta genialidad nos despedimos hasta la semana que viene que vendremos con más música, más sorpresas y más ganas de hinchar las pelotas para darle algo de sabor a esta vida que se empecinan en que sea una mierda, y nosotros de tozudos no vamos a dejárselas llevar tan fácil, así que daremos pelea hasta el último segundo, y mucho más también.
Lo podés escuchar en Spotify, ideal si nunca lo escuchaste y querés empezar a despabilar los oídos:
https://open.spotify.com/intl-es/album/7bJytEOVzTT0TIYfL18hU9
Lista de Temas:
1. Facelift (18:54)
2. Slightly All the Time (18:14) :
- Slightly All the Time
- Noisette
- Backwards
- Slightly All the Time (reprise)
3. Moon in June (19:18)
4. Out-Bloody-Rageous (19:17)
Alineación:
- Mike Ratledge / Lowrey organ, piano, Hohner pianet
- Elton Dean / alto saxophone, saxello
- Hugh Hopper / bass
- Robert Wyatt / drums, vocals & piano & Hammond & bass (3)
With:
- Lyn Dobson / flute & soprano saxophone (1)
- Nick Evans / trombone (2,4)
- Jimmy Hastings / flute & bass clarinet (2,4)
- Rab Spall / electric violin (3)
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