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King Crimson - El Epílogo de la Saga (La Revisión)

King Crimson no es exactamente una banda de rock. Es una institución. Diríase también una escuela de pensamiento musical. A lo largo de sus años de existencia, el Rey Carmesí no ha sido tan solo una banda más del rock progresivo, sino que ha logrado crear y sostener un paradigma musical extraordinario y único, una filosofía íntegra y distintiva en el modo de utilizar los instrumentos y componer piezas que ningún otro grupo soñaría jamás con imitar. Podría decirse que King Crimson ha inventado un género propio, que si bien ha servido de influencia para incontables bandas modernas, jamás ha trascendido las fronteras de la banda, perdón, de la institución. El ideólogo principal de esta institución se llama Robert Fripp, sin lugar a dudas uno de los guitarristas más virtuosos y orginales que me ha tocado escuchar. Olviden los devaneos pseudofilosóficos que hay que tragarse cuando da entrevistas (quizá no sean devaneos pseudofilosóficos, pero hasta ahora no entendí ni jota de lo que trata de explicar); cuando este tipo tiene una guitarra en la mano sí que puede ser un verdadero filósofo. Un filósofo de la música, capaz de alcanzar con sus exploraciones aquellas regiones oscuras, aquellas zonas extremas, y hasta peligrosas, que el rock revela solo a ciertos iluminados. La música de King Crimson nunca fue particularmente “emocionante” (aunque escuchar Walking On Air o Fallen Angel de alguna manera me hacen dudar); es más bien una música científica y cesuda, con la ambición de explorar los vericuetos musicales más intrincados hasta las últimas consecuencias. El oyente se sentirá excitado cerebralmente, anonadado frente a la desafiante música del Rey.

Por Dr. Music Studio
ÍNDICE
- Introducción
1969 - In The Court Of The Crimson King
1970 - In The Wake Of Poseidon
1970 - Lizard
1971 - Islands
1965 - Earthbound (live)
1973 - Larks' Tongues In Aspic
1974 - Starless And Bible Black
1974 - Red
1975 - USA (live)
1981 - Discipline
1982 - Beat
1984 - Three Of A Perfect Pair
1995 - Thrak
1995 - B'Boom (live)
1996 - Thrakattack (live)
1998 - The Night Watch (live)
1998 - Absent Lovers (live)
1999 - Cirkus (live)
2000 - The ConstruKction Of Light
2001 - Vrooom Vrooom (live)
2002 - Ladies Of The Road (live)
2002 - Happy With What To Have To Be Happy With
2003 - The Power To Believe
 
 

Robert Fripp, por si no lo conocen, es el anti-rock por excelencia. Lo último que uno se imaginaría de un guitarrista de rock. Toca la guitarra sentado, lejos de las luces, con sus lentes y su barbita, sin traspirar, sin hacer morisquetas demagógicas ni acrobacias decorativas en escena. Todo lo que hace está en sus dedos. Allí sí que se saca y se saca mal. Mientras él es un bloque de hielo alejado de las luces sus dedos poseídos son puro fuego. Un personaje raro, atípico y extraordinario.

Fripp fue el único miembro estable de la banda. Alrededor de él y sus doctrinas musicales es que se gestó el proyecto, gracias a distintos músicos que iban ingresando y egresando del padrinazgo de Bobby. Voy anunciando que NI A PALOS haré una descripción detallada de la formación de King Crimson como suelo hacer la de otras bandas, ya que en total han pasado por Crimson DIECISIETE MUSICOS además de Fripp. Entre las menciones honoríficas cabe destacar a los miembros fundadores, el bajista Greg Lake, quien mas tarde formaría parte de ELP y el tecladista Ian McDonald. En la segunda o tercera encarnación (la historia es muy confusa) King Crimson tuvo en sus filas a uno de los mejores bateristas de todos los tiempos: Bill Bruford, quien provenía de Yes y que se convertiría en el miembro más estable del grupo después de Fripp, llegando a participar de siete álbumes de estudio. A partir de la década del 80 King Crimson contó con Adrian Belew, quien actualmente sigue en las filas, y el genial bajista Tony Levin.

En esencia, King Crimson forma parte de la corriente del rock progresivo. Diría casi sin dudar que se trata de mi banda favorita del rock progresivo, relegando a sus contendientes más obvios como Yes y Genesis. ¿Por qué? Por varias razones. Primera razón: King Crimson fue el absoluto pionero del género, cuando en 1969 publicó el primer gran álbum de rock sinfónico, mientras Yes y Genesis aún se debatían con cierto pop indefinido y sin identidad. Pero no solo eso, sino que el tratamiento de King Crimson de lo sínfonico me resulta un tanto más atractivo que el tratamiento de Genesis o Yes, con muchos elementos líricos pero también con mucha experimentación y, sobre todo, jazz. Me encanta el jazz bien mezclado con el rock. Segunda razón: mientras que Génesis y Yes fueron bandas muy originales con un estilo muy propio jamás llegaron a definir un género tan particular y tan arriesgado como el de King Crimson, llegando incluso a venderse al pop más comercial y vulgar cuando la década de los 80 los tomó cansados y vencidos. Ok, está claro que King Crimson jamás logró un álbum tan grandioso como Selling England By The Pound pero mientras que Genesis solo fue interesante hasta The Lamb Lies Down On Broadway o, en todo caso hasta A Trick Of The Tail, Fripp y compañía siempre se las ingenió para reinventarse constantemente y mantener la vena experimental sin caer en lo previsible y horrendamente comercial. Fripp se volaba los cesos antes que eso. Por más flaco y mediocre que pueda sonar un álbum de King Crimson, esté nunca será vulgar, aburrido o genérico; siempre habrá ese algo especial que lo levantará del común de la música.

Es que King Crimson fue un grupo sumamente creativo. Quizá no tan creativo como generalmente se lo pinta, pero la cantidad de innovaciones que esta sociedad de músicos tiene en su haber es ciertamente pasmosa. La mejor forma de definir la música de Fripp y compañía es como una especie de ensayo académico y científico sobre el arte musical; así como Bach en su época, King Crimson de alguna manera hace de la música una ciencia además de un arte. De entrada nomás, fueron los pioneros absolutos del rock sinfónico más tradicional con In The Court Of Crimson King, plagado de ampulosas masas de mellotron, guitarras acústicas y flautas pastorales. Genesis y Yes prácticamente nacieron y mamaron de ese álbum. Se dedicaron a todo tipo de extravancias de jazz avant-garde y música clásica en los siguientes tres LP’s. Para Lark’s Tongues In Aspic dieron vuelta como a una media el rock progresivo, con un estilo riffero, distorsionado, oscuro, de un cálculo casi matemático, que no se había oído nunca antes, llevando todo a la perfección en 1975 con Red, demostrando al mundo que también podía rockear como ningún grupo de hard-rock ha rockeado jamás, sin perder el aura "academicista" de su música y al mismo tiempo, dándose el lujo de conmover como los verdaderos poetas. Cuando parecía que todo estaba dicho reflotaron en los 80, convulsionando esa década signada por la mediocridad y la decadencia con una versión new-wave de su osado estilo, que agregaba novedades fenomenales como el duo de guitarras con polirritmia, en el cual dos guitarras (Fripp y Belew) tocan melodías complicadas que en determinado momento suenan desfasadas y al siguiente segundo empiezan a acoplarse hasta sonar al únisono por un tiempo (El efecto vuela los sesos) También está la percusión étnica de Bruford y un nuevo sonido “industrial”. Sí, a partir de ese paso fundamental que fue Discipline puede decirse que King Crimson agotó sus innovaciones y se dedicó a reformular los viejos conceptos una y otra vez.

Y es aquí donde se agota la idea de que King Crimson “siempre progresa”. Yo más bien tengo la idea de que en realidad la banda progresa en bloques: se encuentra un estilo nuevo, se lo explora durante tres o cuatro álbumes sin mayor variante y después se busca otro camino. En los 70 basicamente hicieron avant-garde y hard rock. En los 80 incorporaron con asombrosa efectividad elementos de pop (llegando a publicar hermosos temas dignos de la FM) y del ambient. En su última tríada de álbumes, (Thrak, The ConstruKction Of Light y The Power To Believe), han hecho un poco de trampa ya que el “nuevo estilo” es una mezcla de los paradigmas basales de Lark’s Tongues y Disicpline, lo cual ha determinado que si bien King Crimson sigue sonando abrasivo y desafiante, al mismo tiempo empieza a ser previsible y conservador. En los últimos diez años King Crimson se siente cómodo reformulando estos dos álbumes: en algunos casos el resultado es redundante y aburrido (The ConstruKction Of Light); en otros casos su innegable virtuosismo les basta para que las composiciones brillen por sí mismas aún dejando entrever influencia del pasado (The Power To Believe). Sea como sea, cualquier álbum de King Crimson que te compres, jamás va a sonar excesivamente barato, o excesivamente mediocre ya que los tipos tocan bien y son creativos en serio. Si te gustan las cosas creativas King Crimson es exactamente lo que estás buscando. Aunque muchas veces pareciera que los tipos navegan en esquemas muy limitados (siempre el riff disonante y veloz, siempre la polirritmia), al menos esos esquemas son completamente suyos y no se han oído jamás en ninguna otra parte. Es este el verdadero valor de King Crimson, la verdadera alma del rock progresivo, el viejo y el moderno. Espero que lo disfruten.

 



In The Court Of The Crimson King – 1969

9-/10

"Innocents raped with napalm fire"

1) 21st Century Schizoid Man; 2) I Talk To The Wind; 3) Epitaph; 4) Moonchild; 5) The Court Of The Crimson King.

He aquí un álbum verdaderamente revolucionario, ¿Por qué, se preguntará alguno? Simplemente porque siendo un álbum de 1969, In The Court Of The Crimson King es el génesis del rock progresivo y sinfónico. Así como suena; y no estamos hablando de algo a medio formar, de una cosa que se está gestando; no es esto un embrión, un feto, ni siquiera un bebé o un adolescente; esto es ROCK PROGRESIVO con mayúsculas, plenamente conceptualizado, desarrollado y llevado hasta su máxima expresión, con la ampulosidad, la grandiosidad, el virtuosismo ya presentes y en perfecta forma. Toda una manera de encarar el rock, distinta, novedosa, apareciendo de golpe y de la nada, como si del vientre de una madre saliera un adulto con barba y bigotes. Aunque en realidad no es tan así: siendo puntillosos, hubo algún que otro antecedente (siempre los hay), especialmente en la obra del grupos como The Moody Blues y Nice (con un tal Keith Emerson en los teclados), que había publicado su debut el año anterior, y no es del todo descabellado afirmar que el germen del rock progresivo está en los Beatles, quienes extendieron la idea de que no había límites y que el rock podía ser arte, a través de álbumes como Sgt. Pepper’s y Revolver, donde agregaron influencias clásicas, arreglos de cuerda, suites multiparte y demás elementos claves. Sin embargo es aquí en el debut de Crimson donde aquellas aún tímidas mezclas de lo clásico y lo moderno experimentan un salto enorme, manifiestándose en su absoluto esplendor y máximo alcance sin haber tenido prácticamente ningún desarrollo previo. ¡Es un ÁLBUM DEBUT de lo que estamos hablando! Cuatro tipos se juntaron por vez primera, se animaron a lo que poquísimos grupos se han animado en la historia y sacaron de la galera un estilo, qué va, ¡UN GÉNERO! grandioso y completamente rompemoldes que cambió el curso de la música rock: de éste álbum salieron Yes y Genesis, y de manera menos obvia, también algo de Pink Floyd y muchas otras bandas progresivas.

Suele ocurrir que muchas obras que resultan muy influyentes en su momento son superadas, ampliadas y extrapoladas con el correr de los años. No es este el caso; In The Court no solo marca el inicio de la era progresiva, sino que además es SU PICO, o en todo caso, SU QUINTAESENCIA. No quiero decir que sea el mejor álbum de rock progresivo de la historia (Selling England By The Pound, Animals, Fragile son igual de impresionantes) sino que no hubo una evolución posterior significativa en lo que a rock progresivo se refiere. Aquí están todos sus elementos constitutivos: virtuosismo, grandilocuencia, experimentación, canciones largas y de varios segmentos distintos, mellotrones a granel, letras pretenciosas, obsesión con lo medieval, influencias de la música clásica y el jazz, conciencia de estar haciendo “alto arte”... etcétera. El rock sinfónico clásico tal como se lo entiende nunca se apartó mucho de estas normativas, y todas ya están aquí, alcanzando su mayor expresividad y elocuencia. En definitiva: no hay rock progresivo mucho más avanzado o mucho mejor que éste; estamos hablando de uno de los álbumes verdaderamente revolucionarios de la historia del rock.

¿Quiénes tocan? Robert Fripp en guitarras, Ian McDonalds en melotrón y vientos, Greg Lake en bajo y Michael Giles en batería, lo cual visto en retrospectiva es una flor de formación. Como ya dije, esto es rock sinfónico clásico tal cual se lo tomaría en adelante, pero naturalmente tiene sus cosas muy particulares que ningún grupo pudo repetir y ciertamente ningún grupo hizo antes. Es decir: no solo marcó las pautas para el rock progresivo, sino que también delimitó el estilo particular con el cual King Crimson se movería dentro del género (uff, ya estoy sonando DEMSIADO científico ¿No?). Un elemento muy distintivo que no se repitió en muchos álbumes sinfónicos es la profusión de intrumentos de viento, cortesía de Ian McDonald. No solo flauta, sino también saxofones, trompetas y todo tipo de bronces estridentes hacen su aparición en algunas de las canciones (especialmente en los tres álbumes siguientes). Pero lo verdaderamente especial no son los intrumentos usados sino cómo los tocan ¡¡¡Y Cómo los tocan!!! No apunto a que los tipos eran unos genios en sus respectivos intrumentos (que lo eran) sino al estilo con el que los tocaban. Un estilo completamente único, novedoso, sin antecedente alguno, muy dificil de describir con palabras y que consituye la plantilla para el resto de la carrera de King Crimson. No estoy refiriéndome al 100% del álbum. Epitaph y la canción que da título al álbum se encuadran más o menos dentro del rock progresivo “normal”, pero 21st Century Schizoid Man y parte de la infausta Moonchild son composiciones como nunca se habían visto jamás: no solo influencias clásicas y melotrones: mucha disonancia avant-garde, mucho jazz, potencia rockera, riffs devastadores, velocidad frenética y jams descontrolados también hacen su aparición aquí y claro que estos NO son elementos tan comunes en el prog tradicional. Estos “elementos no tan comunes” son los que a la larga hace especial a este álbum y que es la única rubrica que no encontraremos ni por asomo en el resto de los grupos progresivos.

Woha! Un álbum que no solo marca un estándar a seguir, sino que además marca su propio estándar imposible de seguir. Y para rematar... ¡Las canciones son increíbles! Y no solo increíbles, sino VERDADERAMENTE IN-CRE-I-BLES. Porque claro, uno puede esperar que entre tanto avant-garde, locuras e innovaciones varias las canciones en sí mismas fueran poca cosa, meros vehículos para los delirios de los muchachos. Craso error; los temas son clásicos absolutos, piezas altamente emocionales, excelentemente compuestas. ¿Por qué no le ponés un diez entonces y te dejás de joder? me preguntará alguno. La respuesta es: Moonchild. Les explico, esta canción tiene una reputación mala, pésima y todo el mundo termina tirando el álbum abajo solo por su causa. Básicamente porque se trata de una larguísima improvisación avant-garde totalmente atonal sin estructura ni cohesión, lo cual contrasta de manera muy chocante con el resto del álbum. Entonces cuando la escuché por vez primera esperaba el horror total, lo inescuchable y vomitivo. Y en verdad no es tan así; los primeros dos minutos y medio de la canción son tan gloriosos como el resto del álbum (excelente melodía aquí) y recién después aparece la infausta improvisación... yo no la consideraría “inescuchable” ya que en realidad es una cosa muy suave y de demasiado baja como para aturdir e incomodar, pero sí la llamaría “aburrida e innecearia”. Simplemente porque no entrega nada: no es entretenida, no da miedo, no es una muestra de gran virtusismo, no es ajustada, no es nada: solo los cuatro miembros de la banda tocando cualquier cosa que se les viene a la mente sin importar nada más... como analogía de un poema surrealista. Más adelante, King Crimson volvería a caer en el mismo error con frecuencia, pero también lograría jams mucho más inquietantes, completos e interesantes que esta cosa. Una verdadera lástima que un álbum tan excelso tenga que se arruinado de esta forma tan poco sutil.

Pero el resto es simplemente maravilloso y basta para que perdonemos sin rencor la insipidez de Moonchild. Si el álbum contuviera solo la primera canción, 21st Century Shizoid Man (Including Mirrors) le alcanzaría para ser revolucionario y memorable. Es que nos referimos a uno de los temas más inesperados y revolucionarios de la historia; diría que más inaudito y revolucionario que cualquier cosa hecha por un grupo “GRANDE”, con salvedad quizá de I Am The Walrus de los Beatles. Es simplemente una inmensa bola de fuego y sangre rodando montaña abajo a toda velocidad, aplastando cualquier cosa en su camino. Tenemos un riff mastodóntico y apocalíptico que nos da la sensación de que la vida y el mundo entero se nos vienen abajo, unos versos como puñaladas, absolutamente oscuros y malévolos de Greg Lake, quien vocoder mediante suena como el mismísimo satanás, anunciando proféticamente las miserias del hombre del siglo 21 (siendo uno de ellos, puedo dar fe de que no se equivocaba), una sección media inconcebible (Mirrors) con guitarras que se vuelven completamente insanas, saxofones endemoniados, un ritmo que todo lo destroza y trallazos metálicos que nos sacan el alma del cuerpo. Es jazz, pero un jazz al que agarraron, lo molieron a patadadas y torturaron sexualmente hasta dejarlo convertido en un ser diábolico y malparido. Y para el final una vuelta devastadora al riff inicial que nos deja a todos achicharrados y llorando por mamá. ¡Qué experiencia! Las palabras son poca cosa al lado de esta bestialidad. ¡Que forma de iniciar un álbum! Me pregunto qué habrá pensado el público en su momento... más de uno se habrá cagado en las patas, seguro (con perdón del vulgarismo). I Talk To The Wind es la completa antítesis. Una canción relajante, con una sublime introducción de flautas, bella melodía y hermosa cadencia. Para relajarse, y de paso probar que King Crimson también era sumamente variado; pasar de una pesadilla musical a un remanso de ensueño y bondad requiere... ehem... eclecticismo. Y para cerrar la primera cara tenemos la grandiosidad absoluta de Epitaph (Including March For No Reason And Tomorrow And Tomorrow) que con sus inflados melotrones, sus apabullantes arpegios acústicos, la escalofriante interpretación de Greg Lake y su sinfonismo glorioso aporta otro monumento de gran intensidad. Es como una inmensa barrida, una imponente mole, una gigantesca y sublime columna de sonido atravesando todas las dimensiones y barreras. Y la frase “Confusion will be my epitaph” es algo con lo que todos nos identificamos, creería. ¿Qué no es sincera? ¿Qué es una emoción simulada? Me chupa una guinda, a mi me emociona y me gusta. Punto. Y luego de pasar por la frigidez de Moonchild volvemos a terreno de genio con In The Court Of The Crimson King en un cierre a todo trapo: Más melotrones, flautas y guitarras acústicas y un avance aún más ceremonioso, pomposo, más aterrador incluso que Epitaph. La canción transmite una densa atmósfera medieval y nos sitúa, o al menos a mí, de forma casi gráfica en una corte ancestral repleta de personajes de ensueño, bosques misteriosos, danzas paganas, palacios olvidados y días lejanos. Sencillamente como estar en otro mundo.

Y aquí tenemos una verdadera, genuina obra maestra. Así de sencillo y simple. Muy mal dañado por la insignificancia de Moonchild,  la grandeza del resto del material es simplemente aplastante, devoradora y nadie, nadie, nadie puede pasar desapercibido un álbum como este. Y menos si tenés un leve interés por el rock progresivo, esto es obligatorio, es el ABC, de primer grado. Aunque, pensándolo mejor, si se lo pasás a un chico de primer grado lo más probable es que se muera del susto con 21st Century Schizoid Man, así que mejor no.



In The Wake Of Poseidon – 1970

8+/10

"You look everywhere except inside you"

1) Peace - A Beginning; 2) Pictures Of A City; 3) Cadence And Cascade; 4) In The Wake Of Poseidon; 5) Peace - A Theme; 6) Cat Food; 7) The Devil's Triangle; 8) Peace - An End.

Este álbum fue grabado en un contexto de desbande general; Greg Lake y McDonald, los dos miembros más importantes junto con Fripp, se cortaron, no se por qué motivos (Bueno sí; Lake decidió formar otro grupito junto a Keith Emerson y Carl Palmer, pero no me acuerdo cómo se llama). Al menos Lake tuvo la delicadeza de quedarse hasta terminarlo y aportar su voz en casi todos los temas, lo cual da motivos para festejar, dado lo bien que canta en momentos de este álbum.

Si tenemos que hablar del contenido de In The Wake Of Poseidon, se trata más o menos de lo mismo que ya habíamos escuchado en In The Court Of Crimson King; sin embargo muchos consideran a este segundo disco de Crimson como una sombra pálida y marchita de su grandioso debut. A mí sin embargo no me parece; cualitativamente hablando este álbum está un poco más abajo, nada más y siempre puedo pensar que se trata de una dignísima segunda parte más que de un pobre imitador. Otras cosas que se suelen decir es que no solo Poseidon mantiene el estilo de Crimson King sino que además es un calco exacto de aquel opus. Siempre se traza un paralelismo entre las canciones de ambos álbumes diciendo cosas como que Pictures Of A City es una reescritura de Schizoid Man y que In The Wake Of Poseidon es una mera imitación de Epitaph y In The Court Of Crimson King y que Cadence And Cascade es igual a I Talk To The Wind bla, bla, bla... Puede que tengan razón; de hecho, yo seré el último en negar que dichos paralelismos existen y que probablemente fueron intencionales; pero mientras la mayoría de las veces repetir fórmulas sin ámbiciones evolutivas deriva en penosos desastres, aquí Fripp logra un disco casi tan magnífico como el anterior que puede considerarse la segunda parte de una misma unidad coherente y aún más grande que In The Court solo. Yo en todo caso creo que más allá de si son reescrituras o imitaciones del disco debut, las canciones de disco se disfrutan mucho por sí mismas y si se parecen a... o si me hace acordar a... realmente no me importa demasiado en este caso; después de todo es algo bastante, bastante común repetirse en el rock. (Si no pregúntenle a Mr. Angus Young, a Mr. Mark Knopfler, a Mr. Bob Dylan, a Mr. Roger Waters y muchos otros Misters. que andan dando vueltas por ahí)

Vayamos entonces a las nuevas canciones; Pictures Of A City es la joya del disco y si me preguntan, no me parece en absoluto un carbónico de Schizoid Man. El estilo jazzero, con esos sintetizadores de vientos patentados por Ian McDonalds, sí es el mismo y el esquema riff / versos / improvisación larga / vuelta a los versos también, pero mientras que Shizoid Man era un completo delirio terrorífico y trasnochado, Pictures Of A City es un groove de jazz bastante más terrenal y menos desaforado (Aunque tiene sus pasajes relativamente tortuosos en la sección media) donde todo es brillante: el riff que abre es tan bueno como el de Shizioid, la voz de Lake acompañada de distorisionadas masas metálicas suena incluso más potente que antes y las típicas improvisaciones de Fripp en el medio aportan sus elementos como para no confundirlas con su performance similar en el tema anterior... En pocas palabras; no es tan parecida a la infausta Schizoid, tiene entidad propia y lo mejor es que, con el correcto volumen, te vuela la cabeza tanto como 21st Century. Pero además de Pictures, hay otras cosas sumamente interesantes. Una de ellas es la brillante, única y totalmente descabellada Cat's Food. Si a algunas personas les molesta del el rock progresivo su ampulosidad y grandilocuencia tienen que escuchar esta verdadera gema; nada de ampulosidad ni grandielocuencia aquí. ¡ ¡ ¡ Esto es un rock&roll ! ! !, pero tocado de una forma completamente delirante; un piano demente (a cargo de Keith Tippet) que toca notas disonantes, una línea de bajo que se hamaca (Me encanta el bajo en esta canción!), guitarras acústicas y eléctricas y la poderosa voz de Greg rugiendo las letras más insanas que se hayan escrito. Demás está decir que esta es la canción que desmiente la teoría de que Wake es una copia calcada de Court. Le regalo una galletita (¡Dos!) al que me encuentre algo similar a Cat's Food en el álbum anterior ¡Para escuchar!

El resto lamentablemente no es tan bueno. In The Wake Of Poseidon no es ni la mitad de majestuosa y grandiosa que sus hermanas sinfónicas del álbum anterior y a pesar de la belleza innegable de su melodía (que es casi una copia de Epitaph), realmente no me impresionan todas esas capas de mellotrones, melódicos pero sin dirección, que aparecen en todo el tema. En Epitaph y In The Court Of Crimson King había mellotrones, pero estaban usados con gusto y efecto; acá simplemente son empalagosos y encima la batería parece sacada de un tema de Led Zeppelin. Por otro lado está Cadence And Cascade, quizá la única que podemos llamar "plagio evidente" en comparación a un tema del álbum anterior, en este caso Talk To The Wind. Son realmente parecidas, hasta el punto que a veces me las confundo. Eso no significa que no la disfute, en efecto diría que me gusta un poco más que I Talk To The Wind. Se trata de la única del álbum que no canta Greg Lake sino Gordon Haskell (Al cual nadie soporta pero que acá hace un trabajo más que bueno). Su voz susurrante, las delicadas guitarras acústicas, el piano jazzero y la mística flauta traversa conforman una combinaicón sumamente agradable, sumamente bella e ideal para tirarse en la alfombra y deleitarse un rato en ensoñaciones. El tema que realmente me da dolores de cabeza es la antítesis total de Cadence And Cascade; el infierno de Devil's Triangle, una versión de la apabullante pieza sinfónica Mars The Bringer Of War de Elgar Holst; demasiado, demasiado ruidoso y apocalíptico para mi gusto; es una marcha absolutamente oscura, siniestra, portentosa, y ciertamente una de sus virtudes es que puede provocar miedo (sobre todo si se la escucha una noche solitaria, con la casa vacía y a todo volumen), pero no hay melodía, no hay un solo ritmo coherente; solo toscas y desafinadas progresiones de mellotron, azarosos y dolorosos ruidos extremos que no me da placer escuchar. ¿Avant-garde? Sí, pero es una de esas cosas que son avant-garde por el hecho de serlo. Un más o menos para este tema.

Por último nos quedan unas pequeñas partes acústicas llamadas Peace que son bastante insignificantes y hasta irritantes en las partes cantadas. Sin embargo el tema acústico de Fripp en la mitad del disco, Peace A Theme resulta ser sumamente agradable.

Concluyendo: buen disco; ideal para escuchar en equipos de buena potencia y calidad de sonido. Muy infravalorado y definivamente casi tan inspirado como In The Court Of Crimson King con el cual mantiene una dualidad inseparable. No lo consideren una secuela imitadora sino otra cara de la misma cosa, y verán que lo disfrutarán sin prejuicios.



Lizard – 1970

7-/10

"Pouring my wine your eyes caged mine glowing"

1) Cirkus; 2) Indoor Games; 3) Happy Family; 4) Lady Of The Dancing Water; 5) Lizard.

Si hay un álbum impopular y maldito en el canon de King Crimson, ese es Lizard. La gente lo detesta. En cualquier fuente o sitio de internet que consultara terminaba leyendo las cosas más espantosas y degradantes acerca de él: que su pretensión pseudoclásica, que su ampulosidad fallida, que la mala calidad de los temas y así sucesivamente. Todos los sitios parecidos al mío, como el de George Starostin, el de Mark Prindle o la AMG Guide le otorgan calificaciones como un 3 y 4 y en las revisiones le dan no con uno, sino con noventa caños. Con semejante referencia, antes de escuchar Lizard  por primera vez me temía lo peor; una cosa insufrible, repulsiva, vomitiva o en todo caso, aburrida hasta las lágrimas... ¡Bah! Estaba virtualmente preparado para el suicido. Y así, este álbum terminó sorprendiéndome, simplemente porque no encontré nada de eso.

¿Qué encontré entonces? Un interesante y decentísimo álbum de rock sinfónico con algunos momentos de gran atractivo, ciertos pasajes pletóricos en belleza (no muchos, es cierto), la rúbrica estilística distintiva de King Crimson en cada tema y ningún momento que realmente, REALMENTE, me indujera a meterme los dedos en la garganta. Con esto no estoy diciendo que Lizard es una obra maestra o que no tenga sus problemas; los tiene y son bastante notoables, pero no se trata en absoluto de la porquería intragable que la mayoría de la gente descarta. Es otro buen álbum de rock sinfónico; y que aunque no sea In The Court Of Crimson King nadie que esté interesado en el género se va a arrepentir de tenerlo en su colección.

Hecha esta salvedad hay que admitir que Lizard no alcanza las alturas de los dos álbumes previos, especialmente si tenemos en cuenta las canciones que ofrece: no voy siquiera a pretender que hay aquí un nuevo 21st Century Schioid Man o un Epitaph o un Pictures Of A City, ni siquiera un Cat Food. Si esperás encontrar ese tipo de clásicos geniales e imperecederos, solo olvídalo; en tal sentido, Lizard es un evidente escalón hacia abajo. Para peor, el  “vocalista” Gordon Haskell, quien había hecho un debut bastante digno en la hermosa Cadence And Cascade, desenmascara aquí, no un mal cantante, sino un PESIMO cantante, un HORRENDO cantante, un EXCECRABLE cantante, no se si me hago entender... Canciones sumamente decentes y con enorme potencial fracasan estrepitosamente por sus incalificables berridos. No es que el tipo tenga mala voz o desafine, simplemente no sabe ¡¡QUÉ CARAJO ES CANTAR!! Tiene que cantar y no sabe qué hacer, por lo tanto se pone a farfullar cosas a las apuradas, desencajado, sin entonación, sin fluidez, sin expresión, casi como ahogándose y trabándose todo... en fin, un verdadero espanto. Si yo tuviera un cantante así en mi banda seguro que lo expulsaría a golpes a la primera toma.

¿Qué es lo que salva al álbum entonces? ¿Qué es lo que hace que no sea TAN horrible después de todo? El estilo man!, el estilo. Tenés que adentrarte en ese estilo, dejarte absorber por ese estilo. Guitarras raras, ritmos siniestros, saxofones paranoicos, y de pronto aparecen celestiales acordes acústicos y dulces melodías, después viene un poco de jazz y vuelven más tarde los ritmos pesadillescos y en el medio puede aparecer un riff de melotron tirando la casa abajo antes de que entren los oboes y las trompetas mezclados con un trallazo de heavy-metal y xilofones en el fondo. Es decir ¿Quién no se siente fascinado ante tanta diversidad y tanta locura? Yo sí. Estas canciones hubieran sido mortalmente aburridas si las hubiera tomado Genesis o Yes o Pink Floyd (No me malentiendan, me gustan esas bandas, pero al lado de King Crimson son mucho más normales), pero con este tratamiento tan trasnochado, hasta la canción más blanda y olvidable se transforma en algo interesante de escuchar. Y en Lizard esta dicotomía se da a la perfección: las canciones son poca cosa, pero los arreglos son tan retorcidos y lunáticos que el oyente se siente metido en un mundo, un mundo que lo va chupando y lo va exprimiendo. Muchos de los experimentos avant-garde de Fripp u cia. terminan siendo bastante aburridos (Moonchild) o repetitivos (The Devil’s Triangle) pero acá se presentan un poco más balanceados y suenan más bien como masas de sonido impredecibles y cambiantes que divagues inconsecuentes de ruiditos aleatorios. Y por suerte Lizard  ya no aspira a ser un segundo clon de In The Court Of Crimson King sino que se aparta un buen trecho de la fórmula previa, acentuando los aspectos jazzísticos y puramente avant-garde al tiempo que relega lo sinfónico y climático a un segundo plano. El resultado es una pieza de canciones flojas y horriblemente cantadas pero con un entretenido y variado cocktail de jazz, avant-garde y clásica enmascarándolas.

La primera canción, Cirkus presenta un buen panorama de lo que es el resto del álbum: comienza con una pista acústica placentera y una melodía vocal bastante buena, aunque arruinada por los espantosos divagues de Haskell (O al revés; unos espantosos divagues de Haskell salvados por una melodía vocal bastante buena, lo mismo da) De pronto, de la nada entra un melotrón malévolo a lo Devil’s Triangle y el viaje comienza... y continuará a través de excelentes solos de saxofón y pasajes pesadillescos dominados por el melotron y la guitarra acústica omnipresente de Fripp. Las siguientes dos canciones, Indoor Games y Happy Family son las dos más malditas y detestadas del grupo y en cierta forma alcanzo a ver el porqué; Gordon sigue ladrando a gusto y las melodías apestan con ganas. Aún así, ambas piezas me resultan de cierto interés, sobre todo Indoor Games, que se construye sobre un buen groove de jazz, con un riff a lo Pictures Of A City pero notablemente más relajado y perezoso. Pero lo que más me gusta de la canción viene al final, donde el grupo ensaya una improvisación donde se lucen algunos magníficos riffs acústicos de Fripp y un buen bajo de fondo y que deriva más tarde hacia un solo de saxo (Con un divertidísimo sonido de sintetizador en el medio, que parece sacado del peor jueguito de playstation del mercado). El que no está nada bien es Gordon Haskell, quien cierra la canción de la peor manera posible con el “yeah!” más patético jamás grabado y unas risas/llanto penosas. El efecto que crea es que el tipo se da cuenta de lo mal que canta y se echa a reir con un alarido de resignada impotencia. En Happy Family la cosa es aún peor ya que en un intento desesperado por hacer su voz más interesante, Fripp agrega distorsiones del estilo 21st Century Schizoid Man que suenan bastante bochornosas. Pero la intro de la canción con esa portentosa melodía de sintetizador funciona, al igual que los diversos breaks instrumentales donde la banda directamente se vuelve chiflada. Cuando Gordon no canta, todo parece estar bien. Lady Of The Dancing Water es uno de los efuerzos más coherentes, repitiendo la onda de I Talk To The Wind y Cadence And Cascade con relativo éxito. La aguda flauta que pone la nota inicial es soberbia, y Gordon aquí suena menos horrendo que de costumbre, lo cual me induce a pensar que quizá el muchacho servía al menos para este tipo de performances suaves y estrictamente melódicas.

Para cerrar el álbum King Crimson incluye su primera (y única) suite de cara entera. Con sus 23 minutos de duración y sus diferentes segmentos, la pista titular es lo más cercano a un clásico que tenemos en este álbum. Arrancamos con Prince Rupert Awakes, una balada pop cantada por el hombre de Yes, Jon Anderson. No soy un gran fanático de Jon Anderson, pero después de tener que sufrir los balidos de Haskell, su voz aparece aquí clara y pura como cristal, inspirando alivio y alegría. La canción en sí es además muy buena, con un estribillo melódico más o menos memorable y un clímax inflado de melotrones y masas corales. Pero aún mejor es Bolero: The Peakock’s Tale, el momento más maravilloso de todo el álbum. Es una fantástica mezcla de bolero mexicano con música clásica y solo queda rendirse ante la mágica melodía de la trompeta, primero, y el oboe, después. Pero no solo eso; en determinado momento, el piano de Keith Tippet, que hasta en entonces venía haciendo un placentero trasfondo latino para el bolero, empieza a ponerse cada vez más jazzero y oscuro, convirtiendo todo en un rompecabezas de jazz y saxos disontantes antes de volver al lirismo y clasisismo del tema anterior. Al concluir al bolero vuelve a aparecer Haskel en toda su mediocridad antes de la llegada de The Battle Of Glass Tears, una formidable masa de melotrones y bronces malévolos a la Devil’s Triangle, que se exitiende infinitamente y nos transporta hacia la locura total. Luego de un falso final llega el breve collage sonor de Big Top y el álbum conlcuye. Lizard no es la épica sinfónica de una cara de duración que más me vuela la cabeza, conste, pero sí una de las más interesantes.

Entonces así redondeamos nuestro álbum. Un pasticho polifacético, inacequible, grandezas y miserias, sueños y pesadillas imposibles de amalgamar metidos todos en la misma bolsa y revueltos hasta el mareo. No tiene la calidad del dueto de álbumes empezados con “In The”, pero para quienes quieran creerme, no es ni mucho menos el desastre que todos andan diciendo. Y si querés terminar la lectura con una buena noticia más, te la doy: a Gordon Haskell lo echaron a patadas ni bien concluyó la grabación de este álbum.



Islands – 1971

8-/10

"Earth, stream and tree encircled by sea"

1) Formentera Lady; 2) Sailor's Tale; 3) The Letters; 4) Ladies Of The Road; 5) Prelude: Song Of The Gulls; 6) Islands.

Con Islands pasa más o menos lo mismo que con Lizard. No solo porque en esencia son bastante parecidos, sino porque la reacción del público es igual de fría para con ambas publicaciones. Hagan la prueba, busquen alguna que otra referencia en la web y verán que, salvo para los fans incondicionales, Islands está considerado el peor álbum de King Crimson, o a la par con su antecesor como uno de los peores.

Particularmente yo sigo aquí, sin entender por qué tanta mala prensa. No comprendo las razones de la AVERSIÓN generalizada que hay hacia Lizard y Islands. Repito: es verdad que nos son tan sólidos, tan impresionantes como los dos primeros. Son menos focalizados, más erráticos y se nota que hubo mucho menos esfuerzo involucrado en la construcción de melodías y sí una mayor inclinación hacia lo meramente improvisado y delirante, y eso es lo que segurmente irrita a los fanáticos de In The Court Of Crimson King: en aquel las canciones eran sumamente consisas, construidas y calculadas, tan solo había un jam aislado en Moonchild  y no casualmente es la parte que todos odian del álbum; en cambio en Lizard e Islands el costado “improvisador” de King Crimson se libera en toda su flema. Ahora bien: esto no quiere decir que estos pasajes avant garde sean igual de sosos y apagados que Moonchild; nada de eso: como dije en la revisión de Lizard, esta música no es inmediatamente cautivadora o memorable, pero mientras suena uno se siente intimidado y fascinado por la impredecible catarata de sonidos que lo rodean. Y es debido establecer la diferencia que hay entre una fallida suceción de soniditos apenas audibles como Moonchild con espeluznantes marcha de locura como lo son el final de Lizard o Sailor’s Tale y excelentes pasajes de jazz avant-garde como los que pueblan Ladies Of The Road e Indoor Games. Quiero ser claro: no soy un gran fanático de este tipo de improvisaciones (Ya establecí lo aburrida que me resulta The Devil’s Triangle) pero me es muy difícil odiarlas como parece odiarlas todo el mundo. Y hay que admitir que así como podía ser insoportablemente aburrido y dárselas de raro por el mero hecho de ser raro, también Fripp era capaz de poner a tono un pasaje improvisado realmente excitante e inpirador, sobre todo cuando sacaba a relucir las influencias jazzeras, que en Islands mantienene su vigencia.

Islands particularmente es mejor que Lizard. No solo porque mejora a nivel canciones sino también porque es mucho más variado. En efecto, es claramente el álbum más versátil e impredecible de toda la historia del grupo. A diferencia de otros álbumes de King Crimson, Islands no se ata a ningún paradigma en especial sino que va atravesando alternativamente retazos de las diferentes caras de la banda; de a ratos parece retomar el prog de mellotron y el sinfonismo inflado del primer álbum, a veces recuerda a In The Wake Of Poseidon cuando se involucra en jams de blues ácido a lo Cat Food, en otros momentos remite más a Lizard con sus desencajadas improvisaciones jazzeras y sus disonantes saxos y trompetas e incluso hay algunos pasajes de inéditos riffs abrasivos que predicen el futuro cercano de Larks’ Tongues In Aspic. De esta forma resulta una de las expriencias más impredecibles de King Crimson, saltando sin tregua de un estilo a otro; de una pesadilla de disonancias como Sailor’s Tale caemos en el remanso celestial de Islands, recalando en estribillos Beatle y blues en Ladies Of The Road y música clásica pura en Song Of The Gulls. Vendría a ser una acertada sumatoria de lo que fue el primer primer período del grupo (que se acaba justamente con este álbum) y se anima a dar algunos retazos de las tendencias a desarrollar en el futuro. Y ojo que no es una mera sumatoria; muchas de las canciones impactan por sí mismas.

En cuanto a calidad el álbum es dispar y en general las canciones repiten la insustancialidad compositiva que caracterizó a Lizard, pero en definitiva suelo disfrutar la mayor parte de él debido a que los sonidos son fantásticos y trascienden largamente el concepto de “canción bien compuesta”. Un hecho fundamental es que ya no está más el perro de Haskell y en su lugar está Boz Burrell, otro cantante de voz bastante indistintiva (apenas puedo distinguir su timbre del de Lake) pero que entona y modula muchísimo mejor que nuestro ex-amigo Gordon. Es curioso también observar cómo el álbum empieza por lo más flojo y va mejorando ostensiblemente a medida que avanza para terminar de la mejor manera. De hecho la primera canción Fomentera Lady es lo peor del álbum. Se trata de algo así como una balada avant-garde con una melodía vocal inexistente y poco interesantes líneas de violín y flauta. Sailor’s Tale por su parte es el momento más desafiante de Islands y de la carrera del grupo; un jam avant-garde de DOCE MINUTOS y MEDIO. Doce minutos y medio de erráticas guitarras distorsionadas, saxofones que parecen ánimas aterradas o alucinadas lamentándose en medio de la noche, violines sangrantes, guitarras acústicas aleatorias, disonancias al por mayor y un ritmo de bajo y platillos pesadillesco. A primera odía esto es una tortura insoportable, pero luego de unas escuchas uno se va aclimatando y empieza a entenderle la vuelta; no es algo hermoso, no es algo poderoso, no es muy aterrador. Pero es algo... ¿Inquietante podríamos llamarlo? ¿Distinto? No sé que es, pero no es una pérdida de tiempo como dicen todos. Y además para estos oídos entrega algunos antecedentes interesantes a Lark’s Tongues In Aspic. La primera sección donde se returcen los violines y saxofones es la base de The Talking Drum y los violentos riffs distorsionados que tira Fripp más o menos a partir de los siete minutos y medio son la plantilla para todos esos riffs enloquecidos que serían marca de fábrica para Crimson de aquí en adelante.

Después de esta primera parte puramente experimental el álbum entra en territorios más acequibles, con canciones más concisas y cortas que, a la larga, constituyen una escucha más placentera que los delirios de la primera mitad. The Letters mezcla efectivamente momentos muy calmos con riffs abrasivos de saxo y guitarra eléctrica que también atisban al futuro de la banda, sobre todo por el tono de la guitarra de Fripp. La melodía sin embargo no es gran cosa y esencialmente sigue siendo tan avant-garde como el principio del álbum. Lo que realza Islands verdaderamente sobre Lizard son las excelentes tres últimas canciones. Ladies Of The Road, particularmente, es una joya imperdible (¿Y qué tenían con las "ladies" eh? Lady Of The Dancing Water, Fomentera Lady, Ladies Of The Road... está para confundirse). Empieza como un blues oscuro experimental, con una letra sobre concupiscencias adolescentes tan sexual, misógina y obscena que pondría colorados a los mismos Rolling Stones y una muy buena performance vocal de Boz, acorde con la suciedad de la canción. La cosa se va poniendo más pesada y caliente a medida que se va agregando un humeante saxófon, ritmo de batería y un prominente bajo. Hasta aquí la canción parece como una muy lograda cruza entre Cat Food (de In The Wake) y Easy Money (del subsiguiente Lark’s Tongues In Aspic) Pero lo que le da inmortalidad a Ladies Of The Road es el maravilloso estribillo Beatle que nos transporta a un mundo totalmente nuevo que nunca hubieramos imaginado al empezar la canción. Es este tipo de trucos los que determinan el genio de un grupo y esta imitación está tan bien lograda que la primera vez que uno la escucha lo primero que piensa es que son los Beatles y no King Crimson los que están cantando. El oyente se enfrenta a nuevas sorpresas cuando llega Prelude: Song Of The Gulls que es lo último que uno esperaría después de algo como Ladies Of The Road: se trata de una impecable pieza de música clásica pura... obviamente derivativa, pero innegablemente bella con sus oboes y sus hermosos pizzicatos. Y pensar que el compositor de esta delicia es el mismo Fripp capaz de rompernos los tímpanos con sus guitarras eléctricas y devaneos avant-garde. Para el final tenemos otra maravilla en Islands, una balada muy suave y melódica que por momentos parece una reinterpretación de The Peakcock’s Tale, un remanso de ensoñación que inmediatamente nos sumerge en el más delicioso de los trances. Solo nos queda cerrar los ojos y contemplar las imágenes inasibles y delicadas que van surgiendo en nuestra mente. No hay ninguna melodía claramente definida, sino una atmósfera hermosa donde trompetas, pianos, oboes, melotrones y susurros lejanos pintan una idílica escena, una hipnótica canción de cuna.

Y pensar que TANTA gente ha descuartizado a este álbum. No lo entiendo. Es un producto sumamente variado y amplio, que ofrece por igual momentos de pesadillesca potencia y delicada ensoñación, que explora tantos recovecos que otras bandas de Prog jamás tocaron y tiene tantas hermosas y portentosas atmósferas. Al menos YO, no puedo malinterpretar un producto así. Islands no tendrá la majestuosidad ni la consistencia de In The Court, pero para estas alturas King Crimson estaba embarcado de lleno en un paradigma totalmente diferente donde ni la majestuosidad ampulosa ni la composición concisa son lo primordial. Es un error común; juzgar algo por lo que no es ni quiere ser. Si esperamos que Islands sea otro In The Court estaremos decepcionados. De otra forma veremos que un ocho es lo indicado para este álbum.



Larks' Tongues In Aspic – 1973

8+/10

"You could never tell a winner from a snake, but you always make money"

1) Larks' Tongues In Aspic (part 1); 2) Book Of Saturday; 3) Exiles; 4) Easy Money; 5) The Talking Drum; 6) Larks' Tongues In Aspic (part 2).

El álbum más importante de la carrera de King Crimson. Punto y aparte.

Si, seguramente In The Court Of The Crimson King haya representado mucho más para la música en general ya que se trata del álbum clave del rock progresivo que influyó a cada una de las bandas de ese movimiento, sin embargo Lark's Tongues In Aspic es el pilar único y absoluto, donde King Crimson encuentra SU estilo definitivo (un estilo que nada ni nadie ha podido replicar) y sobre el cual la banda se ha basado aún hasta hoy. Es por eso que en las revisiones a partir de ahora, este disco va a estar mencionado casi permanentemente como principal referencia. Qué cosa no? Pavada de álbum. 

Como si fuera raro, hay nueva versión de King Crimson con Fripp, (por supuesto), Wetton en bajo, Cross en violín y el incomparable Bruford en la batería (Más un tal Muir que toca diversos artefactos de percusión pero que dejó el grupo antes de que el disco se publicara). Bruford, Bill, llega al plantel Crimson nada menos que desde el Yes de Close To The Edge pero sin dudas alcanzaría su pico total con el Rey Carmesí a través de ritmos ultracomplejos y ultraveloces impensables hasta que efectivamente uno los escucha. Wetton es un muy buen bajista, muy innovador y potente, y un vocalista aceptable. No tiene una gran voz; pero tampoco desafina ni berrea como lo hacía Haskell, y aunque no tiene la expresividad dramática de Lake... pues se trata de un gran vocalista para la banda. En cuanto a la adición de Cross: mentiría si dijera que sus contribuciones me fascinan: está claro que la estrella del álbum es Robert Fripp y que el violín es solo un adorno incidental que otorga una cuota adecuada de dramatismo, oscuridad y experimentalismo. Dicho esto, admito que justamente el violín de Cross es uno de los sonidos más distintivos del álbum. Si el del violín te parecía un sonido "dulce y melódico" tendrás que escuchar a Cross para cambiar rápidamente de opinión. Este es el nuevo King Crimson señores.

¿Resultado? Completamente demoledor. Atrás han quedado la ampulosidad, la bombástica y las grandiosas épicas sinfónicas de la primera época. Enterrados están los grooves de jazz, los saxofones, los oboes y las trompetas. Difuntos los reyes carmesí, los circos y las damas de aguas danzantes. Ahora lo que tenemos es una superprofesional, extravagante y totalmente abrasiva colección de infernales jams avantgarde, con poderosos ataques heavy metal que dejarían a Deep Purple y Black Sabbath temblando de puro pavor, percusión extraña, violines malvados, ominosos pasajes de esquizofrenia pura y aplastantes delirios metálicos que devoran los oídos y queman las sinapsis, tocados con increíble precisión. Parece como si Robert Fripp hubiera desestimado todo el material crimsoniano del pasado a excepción de 21st Century Schizoid Man para concentrarse más en ESE tipo de composiciones, que desde un principio habían sido las más novedosas y particulares de King Crimson, solo que limpiando todo tipo de influencia de música jazz y concentrandose más en las posibilidades que da una buena guitarra distorsionada y con el volumen al mango en manos de un virtuoso con ansias de ir más allá. Considero que este nuevo estilo alcanzaría su pico absoluto en Red, pero aquí es donde se funda el verdadero King Crimson tal cual se lo conoció desde entonces. Este estilo de jam virtuoso, preciso, muy metálico y progresivo sería el que predomnaría por el resto de la carrera del grupo, aún bajo los matices pop y new wave de la era Discipline. Al igual que ocurría con el King Crimson del pasado, los distintos momentos de este álbum se pueden dividir en dos principales tratamientos de la música: cuando la banda toca ajustada y precisa un pasaje complejo, calculado y armado y cuando se dedica a improvisar sueltamente sin demasiada organización ni estructura. Cuando hace lo primero la banda es sencillamente devastadora: parece inhuamano como se pueden tocar con tanta justeza y profesionalidad cosas tan complicadas y que el resultado sea tan contundente y atractivo para el oído; en cambio cuando se dedican a divagar la cosa es considerablemente menos interesante y la atención se pierde. Pero, en Lark's ambas facetas aparecen más o menos balanceadas y consitutuye una experiencia de audición necesaria para los amantes del prog y la música experimental. 

¿Por dónde empezar? Pues por el principio. El LP abre con un crescendo de sonidos percusivos-melódicos con kalimbas (un instrumento africano que tiene como teclitas de metal para los pulgares) que se disuelven en una MALVADA pista de melotron. Se trata de Larks' Tongues In Aspic parte 1. Nada demasiado entretenido hasta aquí; pero algo raro se huele en el aire, la tensión es palpable y la atmósfera sofoca los pulmones... hasta que WAW!! Esa explosión terrible, maníaca de guitarras eléctricas superabrasivas en un riff monstruoso que podría reducir a polvo un edificio entero nos catapulta hasta el hiperespacio. ¿Metallica? Bah, Esto SÍ que es pesado. El resto del tema se basa en repeticiones del riff y pasajes oscurísimos con el violín de Cross. Después de este primer ataque la canción se disuelve en ese tratamiento descuidado y aleatorio que no parece muy interesante, sobre todo porque por momentos parece que los instrumentos dejan de sonar completamente, pero por suerte cierran con una maravillosa melodía de violín que va creciendo en intensidad y llevando la canción hasta su conclusión. Después vienen un par de decepciones que igualmente se pueden apreciar. Book Of Saturday es una balada minimalista relativamente agradable, con bellas líneas de guitarra a cargo de Fripp y solos invertidos que dan una atmósfera muy triste. Hay otra balada aquí, Exiles y es la única que más o menos rememora el viejo King Crimson con sus aires a lo Wake Of Poseidon. En principio parece ser más que Book Of Saturday, pero a decir verdad sus melotrones y guitarras acústicas no entregan ningún momento particularmente memorable y la voz de Wetton suena, por lo menos aquí, ofensiva. Muy mal cantada esta canción señores; cero plasticidad, cero recursos, cero expresividad, cero melodía. 

Pero bueno, llega Easy Money, y con facilidad tenemos el mejor número vocal del disco. El comienzo es inolvidable, sencillamente inolvidable. Otro riff cool, groovy (digánme como es posible que no pueda traducir estas expresiones y que sin embargo sepa exactamente a qué me refiero!!!) y abrasivo con una percusión tribal de primera calidad. En seguida se suman unas voces sucias y ligeramente desafinadas para completar un cuadro siniestro, oscuro, único y por ende fascinante ante oídos primerizos. Los primeros versos nos recuerdan a Book Of Saturday (por su minimalismo) pero enseguida la canción se sumerge en un jam progresivo de primerísimo nivel, fantástico, potente, libre y creativo, no muy ruidoso sino más bien amenzante, sutilmente cruel. La parte donde Fripp lanza esos peligrosos acordes y se escucha una risa malévola... genial. No una gran canción, pero quién habla de canciones, hablamos de MUSICA. No me atrae demasiado The Talking Drum que para mí es solo un crescendo esquizofrénico y ruidoso por el mero hecho de hacer ruido. Nunca entretiene realmente, aunque me gusta la idea que leí por internet de imaginar que este es el tipo de música que uno escucharía en un desenso lento a los infiernos. El cierre sin embargo es mágnifico. Un reprise de Larks' Tongues In Aspic pero con un riff quizá más vicioso y agresivo y una percusión salvaje que me satura de adrenalina. ¡Dios! al lado de este riff 21st Century Schizoid Man suena como Somewhere Over The Rainbow!!! Increíblemente demoledor, la abrasividad encarnada. The Talking Drum es más abrasiva pero aquí hablamos de abrasividad entretenida, dentro de un pasaje musical coherente y perfectamente construído. La composición tiene una estructuración notable, imprsionante, con la batería de Bruford haciéndo de las suyas y con varios intermezzos más calmos pero nunca más luminosos, con susurros y alaridos SINIESTROS de criaturas malévolas saliendo por los parlantes (¿Las alondras del título quizá? Buhhhh la idea de un pájaro gritando de dolor sí que es aterradora...). Una canción más oscura y negra que la misma muerte para cierrar un disco brillante. La música avant-garde pocas veces llega a estas alturas de imaginación y, especialmente, entretenimiento genuino.

Bueno brillante solo por Easy Money y ambas partes de Larks' Tongues In Aspic y por ser el álbum verdaderamente revolucionario para el mundo de King Crimson. El resto no me interesa tanto pero igual, vale la pena. Vale la pena. 



Starless And Bible Black – 1974

6+/10

"Cigarettes, ice cream, figurines of the Virgin Mary"

1) The Great Deceiver; 2) Lament; 3) We'll Let You Know; 4) The Night Watch; 5) Trio; 6) The Mincer; 7) Starless And Bible Black; 8) Fracture.

En Starless And Blible Black, Fripp y compañía expanden su recientemente creado estilo de "jam de metal prog", para llamarlo de alguna manera, hacia horizontes más audaces todavía. El espíritu es más o menos el mismo que el de Lark's Tongues In Aspic; jams electrizantes y super-metálicos, riffs que lijan el cerebro, percusión poderosa y complicada etc. Lo que sea, ya lo habíamos escuchado en el álbum anterior. Pero entonces, si es más o menos lo mismo, ¿Por qué el 6 y no otro 8?

El principal problema con el álbum es que muchas veces "extrapolar la fómrula hacia terrenos más audaces" implica extrapolar la formula a terrenos más inciertos, más erráticos, más monótonos, menos focalizados y menos interesantes. Los sonidos son siempre innovadores, siempre inquietantes, eso sí, pero en cuanto a composición y estructuración está claro que estamos un paso atrás de Lark's Tongues In Aspic. En la revisión anterior decía que este nuevo King Crimson tenía dos facetas: cuando se lanzaban a un jam bien ajustado y estructurado a la Lark Tongues In Aspic 2 o cuando se dedicaban a divagar e improvisar sin demasiada cohesión interna a la Talking Drum. También había establecido cuál de las facetas resultaba la más copada. Pues aquí en Starless And Bible Black King Crimson elige justamente hacer a un lado lo conciso y lo focalizado para inclinarse ostensiblemente hacia la segunda faceta, la de los jams vagos e imprecisos. Jams vagos e impresisos que no parecen llegar a ninguna parte. Jams que seguramente conforman una excelente "música de fondo", "música de ambiente" o "música de atmósfera", pero que raramente consituyen algo interesante para escuchar activamente y con atención, como lo eran los mejores pasajes de Tongues como el fantástico jam de Easy Money o los riffs maníacos de Lark's Tongues In Aspic.

El álbum, salvo excepciones, está plagado de estos jams instrumentales avant-garde (casi todos grabados en vivo) donde los miembros de la banda parecen tocar cada uno a su propio antojo, y a ver qué sale. Casi no existe ese trabajo de estructurar todo cuidadosamente de la forma que más impacto genere en el oyente. Y no estoy en contra de los jams, todo lo contrario, pero prefiero cuando están enmarcados en una canción hecha y derecha. Si tomamos por ejemplo Easy Money está claro que no hubiera sido lo mismo dejando solo el jam del medio y quitando los versos y la intro ¿Se entiende? Aquí en muchas oportunidades solo tenemos las improvisaciones extrañas y nada más. Pero el problema fundamental del álbum no pasa porque los jams no estén estructurados o no sean parte de canciones concisas. Esos son solo caprichos míos, porque al fn y al cabo, si uno se atiene al género, se puede tener un excelente álbum de jams instumentales "no focalizados" y "no estructurados". El verdadero inconveniente es que todos son más o menos lo mismo. Uno puede tomar al azar Starless And Bible Black, Fracture, The Mincer, We'll Let You Know o Lament y tendrá esencialmente el mismo jam disparatado y errático sin mayores variaciones. Y ahí esta el asunto: cuando el álbum se vuelve tan monótono, tan vago y tan limitado en estilo no me queda otra que bajarle un punto. Lark's Tongues, aunque similar en estilo era muchísimo más rico en matices y estructuras excitantes.

Dicho esto tengo que aclarar que Starless And Bible Black no me impacta tan negativamente como a otros críticos. A pesar de las pálidas hay que admitir que algunas de las canciones son fantásticas y están a la altura de lo mejor del trabajo anterior, mientras que todos aquellos mencionados jams avant-garde, aunque erráticos, tediosos y similares entre sí, nunca llegan al nivel de "insoportable" y ocasionalmente se las arreglan para impactar con algún gran riff de Fripp o algún ritmo pesadillesco de Bruford. Hay que estar atento para captar estas pequeñas cosas interesantes que salen a flote cada tanto.

Pero sin lugar a dudas las canciones más satisfactorias son aquellas que hacen incapié en la estructura, en la melodía, en los riffs ajustados y que no dejan nada librado al azar. Son tan solo dos, dos benditas excepciones. En primer lugar está el highlight absoluto The Great Deciever, con un riff de violín (De VIOLIN señores) totalmente sacachispas que abre el álbum de la manera más inesperada y enérgica posible. Pero la canción no se queda solo en eso: se trata de una composición muy bien estructurada con una melodía extraña pero pegajosa y varios riffs avant-garde de fondo que sin embargo nunca entorpecen la fluidez de la canción. Al principio las líneas "Cigarrettes, ice creaaaams" puede taladrar un poco los nervios, pero después de un tiempo eso se pasa. La otra gran canción es The Night Watch, una hermosa balada oscura muy digna de Lark's Tongues In Aspic (De hecho, no hubiera venido mal reemplazando a Exiles o Book Of Saturday). La introducción de The Night Watch es engañosa: una serie de disonancias de violín y campanitas hacen pensar en un nuevo embole experimental de los que tantos hay en el álbum. Sin embargo de a poco va trasfigurándose en una balada deliciosa que alcanza su mejor momento cuando llega el estribillo acompañado de una MAG-NI-FICA melodía de la guitarra eléctrica de Fripp. Les cuento que durante mucho tiempo esta canción no me causó gran impresión, pero esas melodías atrapantes y oscuras de Robert me engancharon y me considero ahora mismo un enamorado de la canción.

Hablando de emboles experimentales. Eso es todo lo que nos queda más allá de estas dos pequeñas joyas. Algunos están bastante bien: Lament particularmente empieza pegada a The Great Deciever como una melodía tan preciosa como la de Night Watch, donde Wetton se revela de a poco como un sólido vocalista. Solo tras algunos minutos empiezan los infaustos riffs y los truquitos de percusión transformando todo en un jam-rock pesado, que tampoco está nada mal (aunque no parece pegar demasiado con la primera mitad de la canción). También me quedo con We'll Let You Know, simplemente porque es relativamente corta y a pesar de que empieza un tanto fuera de foco y que a fin de cuentas no es más que un relleno intrascendente, con las tradicionales guitarristas y violines erráticos, la cosa se va construyendo de a poco hasta que a los dos minutos y cincuenta segundos el ritmo de la batería entra en toda su decisión y todo se incendia con uno de esos grooves marca registrada de Crimson absolutamente inimitables. La última concesión de interés la otorga Fracture que puede acusarsele de ser demasiado extensa, compleja y de no otorgar nada que no hayamos escuchado antes, pero admitiré que la construcción de los riffs y climas está lo suficientemente lograda como para revivir por momentos la grandeza de los instrumentales de Lark's Tongues In Aspic.

Nos quedan entonces algunas cenicientas de poco valor que en definitiva no me permiten ponerle más de un seis a este álbum que en realidad no es nada malo. Trio es un ejercicio próximo a la música clásica que no está mal como música de fondo para un paseo nocturno por el campo misterioso con naves espaciales enterradas alrededor, pero que en definitiva no otorga ninguna melodía distintiva o impulso enérgico. The Mincer es... bue, otra cosa como We'll Let You Know, con algunos coros incrusados al final... nada memorable realmente, y la pista titular Starless And Bible Black (no confundir con la gran Starless del siguiente álbum) empieza reviviendo los fantasmas de Moonchild y ciertamente no se pone mejor. Es un jam experimental de mellotrones y guitarras atonales casi tan largo como Fracture y muy parecido salvo que cualquier pequeño intento de rockear y tocar ajustadamente ha sido postergado. Redundante. Aburrido. Bostezo.

Creo que Starless And Bible Black marca el punto donde King Crimson intenta sobrepasar innecesariamente ciertos límites sin llegar realmente a nada. Claro que vale la pena agregarlo a la colección ya que Night Watch y Great Deciever son grandes gemas del catálogo crimsoniano que hacen de este un sucesor valedero de Larks'. Pero no mucho más que eso; un sucesor valedero. Pronto Fripp, Wetton y Bruford se darían cuenta que la dirección a tomar era otra. La única forma de llevar sus aspiraciones de conmover y despertar la imaginación a su máximo potencial era tomar este estilo de jam avantgarde virtualmente creado por ellos y agregarle RITMO y MELODIA. Con la sumatoria de esos dos simples elementos que aquí prácticamente no se tuvieron en cuenta, King Crimson reescribirá su historia con un sucesor espectacular. Pero para eso falta aún un año.



Red – 1975

10-/10

"Sundown dazzling day, gold throught my eyes"

1) Red; 2) Fallen Angel; 3) One More Red Nightmare; 4) Providence; 5) Starless.

Señores, éste es el álbum. Esto es exactamente lo que el mundo esperaba de Fripp, Wetton y Bruford (Cross ya está en retirada) desde el gran Lark's Tongues In Aspic. Luego de los fallidos Lizard y Islands, aquel álbum fundamental había recuperado la fe de  los fans en el enorme potencial que King Crimson podía dar si se lo proponía. De esa manera dejaban la puerta abierta a más y mejores álbumes, más y mejores innovaciones, generando expectativas acerca de qué se podía llegar a hacer con este estilo tan particular y tan novedoso de rock llevado a sus extremos más perfectos y creativos. No es que Lark's Tongues no fuera lo suficientemente creativo o arriesgado, pero el pensamiento final que me produce es: "Hum, interesante... ¿Qué sigue?", como si aquello fuera solo una muestra de algo aún más grandioso que viene en camino.

En ese sentido, el sucesor Starless And Bible Black fue una desilusión debido a que mostraba a los miembros del cuarteto haciendo experimentos autocomplacientes y vacuos que poco tenían que ver con la justeza y la precisión del álbum anterior. En Red, en cambio, el grupo finalmente deja de lado sus vicios de improvisación errática y se decide a explotar a fondo todas las posibilidades que tenían en cuanto a técnica y capacidad compositiva y el resultado, gente, es, no solo el álbum de estudio definitivo de King Crimson sino uno de los más influyentes y definitorios discos de la década del 70. Tiene todo: hay grandes canciones, rockea más pesado y mejor que cualquier banda de heavy metal y sus atmósferas oscuras y ominosas pegan sin piedad. Hay incluso algunos que ven aquí el inicio de todo el movimiento grunge/rock alternativo (Nirvana, Alice In Chains) manifestado unos diez años antes de su aparición. Interesante.

Más interesante aún es que Red logra la milagrosa y perfecta combinación que Crimson necesitaba para finalmente despegarse del fantasma de In The Court Of Crimson King y convertirse definitivamente en una banda totalmente nueva y pionera en caminos inimaginados. El excelente combo de la guitarra abrasiva de Fripp, el bajo notable de Wetton y la percusión virtuosa de Bruford se encuentra acá con otros ingredientes un tanto ausentes en los dos trabajos anteriores como son la melodía y la estructura. En lugar de sentarse con los instrumentos y simplemente joder hasta que saliera algo más o menos publicable, se nota a leguas que en este caso los tipos se pusieron las pilas y se quemaron los sesos para efectivamente COMPONER grandes canciones, estructurando cuidadosamente cada sonido, inventando melodías vocales memorables y riffs demoledores y desarrollando paso a paso las ideas hasta alcanzar su punto justo. Y es sencillamente fantástico: un álbum que rockea con una furia intimidante (El más rockero de King Crimson) pero que además lo hace con muchísima libertad creativa, de una forma que el prog y el hard-rock jamás habían visto antes. Porque Red es básicamente eso: una felicísima fusión entre hard-rock, metal y prog que ningún otro grupo de entonces o de ahora soñaría con igualar.

Pero quizá lo más fascinante de Red es que no solo se trata de la expresión más acabada de la segunda encarnación de King Crimson, sino que además incorpora felizmente elementos de sus primeros álbumes, redondeando una suerte de sumatoria de todas las facetas que abarcó el grupo en su carrera hasta la fecha. Vuelven los saxofones enloquecidos y los melotrones sinfónicos, que junto a los típicos riffs virtuosos de Fripp resumen un sonido que te tiene que volar la cabeza sí o sí, alcanzando la mayor gloria en la fantástica Starless, seguramente una de las canciones definitivas del rock progresivo en general. Obviamente, ayuda el hecho crucial de que esta vez, milagrosamente, el aspecto cerebral, calculado y matemático de la música del Rey logra convivir con una poética resonte y emotiva nunca antes vista en la carrera del grupo.

El álbum tiene solo cinco canciones, todas más o menos similares en estilo y tono pero impecablemente compuestas e interpretadas con una potencia interminable que hace que cada una de ellas se te clave en la yugular como un hacha sedienta. La menos contundente de las cinco es Providence, otro de esos jams sin estructura y traídos de los pelos que no parecen ir a ningún lado más allá de su atmósfera maligna y sus riffs aleatorios. En Starless And Bible Black no hubiera desentonado, pero acá aparece un poco fuera de lugar entre las joyas que la rodean. No me disgusta, porque dentro de todo es uno de los mejores jams de este tipo que podemos escuchar de Crimson, pero domina en mí la plena certeza de que no tiene nada que hacer en este álbum. Es sencillamente una cosa REDUNDANTE. Para este tipo de cosas ya tuvimos suficiente en Starless And Bible Black y Providence no enseña nada que no hayamos visto en ese álbum.

Pero el resto de las canciones son espectaculares, empezando por Red, la que da nombre al álbum. Más que una canción se trata de una colección instrumental de riffs bien pesados y bien distorsionados construyendo la tensión. Para algunos el tema no desarrolla suficientes ideas como para extenderse durante seis minutos ya que, en definitiva, se basa en la repetición del mismo riff una y otra vez.  Pero ¡Qué riff! (temo no haber sido lo suficientemente enfático), ¡¡¡QUE RIFF!!! ¿No es cierto? Ojalá YO pudiera hacer una canción con un riff así repitiéndose todo el tiempo... Es una cosa monstruosa y pesadillesca que parece aumentar en vigor y tensión con cada minuto. Cada vez que reaparece el riff principal (luego de algún que otro intermezzo) da la sensación de que se lleva todo por delante elevando la melodía a proporciones cuasi-sinfónicas que nos aplastan como si fueramos moscas. De especial mención me parecen las líneas de bajo... sobre todo en el momento en que tira esas notitas agudas en la conclusión del tema principal. Aún más estimulante me resulta Fallen Angel una balada magnífica y oscura cuya combinación de melodía, poesía y riffs anormales se revela completamente devastadora. Comienza como una pieza de melotrones y guitarras acústicas bella y melódica, pero no demasiado sobresaliente. Hasta que de repente entra arrastrándose maléficamente otro ESPECTACULAR riff de Fripp para elevar todo a otra altura. Y ahí si empieza la cosa: trompetas, guitarras distorsionadas, saxofones y un desgarrador “Faaaaaaaallen Aaaaaaaangel” para completar un panorama escalofriante, apocalíptico y oscuro que no puedo comparar con nada. Después la guitarra de Fripp empieza a destilar las melodías más hermosas y conmovedoras una tras otra... ah no... ¿Para qué seguir? Escuchen el tema ustedes mismos.

Pero mi favorita de este trío inicial es sin dudas One More Red Nightmare, un rock viceral e inclasificable sobre el miedo a volar que lo tiene todo. Un riff asesino que pisa como docientos dinosaurios, un ritmo enloquecido donde Bruford humilla a casi todos los demás bateristas, una melodía vocal pegadiza y frenética acompañada de forma PEFERCTA por una contramelodía de la guitarra de Fripp y un jam intermedio donde saxofones y guitarras varias crean un clima maravillosamente opresivo, similar al de Red, pero distinto.

Pero el plato fuerte del álbum, la razón de su existencia, es indudablemente la última canción, Starless, un verdadero HIMNO épico del rock progresivo y seguramente la obra cúlmine de toda la historia de King Crimson. En sus doce minutos funciona como una síntesis perfecta de todos los aspectos musicales que la banda supo encarar en su historia y no conforme con eso entrega una melodía eterna y la mejor progresión instrumental jamás concebida en términos de música popular. Empieza como una balada gloriosa donde el grupo retoma el sinfonismo puro de sus primeros años y donde Fripp logra un tono similar al de Epitaph en una melodía hermosa, triste, desolada y noctura que me encoje el corazón y llena mis sesos de imágenes. Imagino una ciudad inmensa y sin fronteras (En mi caso Buenos Aires, pero lo mismo da) sumida en la oscura noche, edificios a lo lejos, algunas ventanas todavía iluminadas y las estrellas contemplando desde lo infinito; sitúo cada una de esas almas humanas recluidas en sus casas o en la soledad de las calles y evoco todas las miserias, todas las pesadillas, todos los miedos que se entretejen en secreto bajo esta monstruosa e ininteligible fachada. Es desolador, pero hermoso. Los lujosos y sensuales saxofones solo le agregan más tintes de tragedia al tema, que solo por esta parte introductoria merece una reverencia incondicional. Pero, contradiciendo a Buggs Bunny, ESO NO ES TODO AMIGOS.

Después de esta pintoresca y poderosa imagen, Fripp decide meternos de lleno en la pesadilla y para eso recurre a uno de los pasajes de música más demoledores, brutales y positivamente paranoicos que escuché en mi vida. Todo empieza con una guitarra como tildada en UNA nota, algo atípico para Fripp. A ese simple motivo se le van sumando pequeñas cosas como un bajo oscuro y efectos percusivos varios. La tensión va creciendo de a poco y nada la puede deterner: el sonido se va haciendo cada vez más monstruoso y tenebroso hasta que la canción explota en un solo de saxofón COMPLETAMENTE INSANO y un riff llevado al extremo de la distorisión y la abrasividad. Estamos viajando a una velocidad enloquecida en el corazón de la locura urbana: es el sonido perfecto de la perdición. Y para el final la canción retoma la hermosa melodía inicial, pero esta vez canalizando toda la energía crucial de la canción... y el efecto es una de las cosas mas catárquicas y emocionantes grabadas en disco; como una analogía del “finale” de la 9 sinfonía de Beethoven en el mundo del rock. Todo dicho.

Más allá de sus defectos (poca versatilidad, un tema poco recomendable) Red es uno de esos álbumes que expresan el fin último de un grupo de música, la epítome de un paradigma, todo aquello con lo que siempre soñó y persiguió. No es raro que después de este disco la banda se disolviera y no reapareciera sino hasta seis años después con una formación nueva, un estilo totalmente renovado y un paradigma sustancialmente distinto. Después de un disco como Red, cualquier cosa corría serios riesgos de sonar trivial.



Discipline – 1981

9+/10

"Heat in the jungle streets"

1) Elephant Talk; 2) Frame By Frame; 3) Matte Kudasai; 4) Indiscipline; 5) Thela Hun Ginjeet; 6) The Sheltering Sky; 7) Discipline.

Discipline significa dentro de la carrera de King Crimson una nueva bisagra estilística, no tan abrupta y significativa como lo fue Lark's Tongues, pero lo suficientemente ostensible como para tomar por sorpresa al mundo del rock. Luego de algunos años de silencio (seis para ser precisos), inspirado por sus trabajos como sesionista con los innovadores Talking Heads, Robert Fripp decide volver a la carga con SU banda y recluta un combo variopinto de músicos nuevos: Bill Bruford sigue en la batería; Tony Levin en bajo, quien había tocado con Peter Gabriel y Paul Simon y el psicótico guitarrista Adrian Belew, que venía de colaborar con Frank Zappa, David Bowie y Talking Heads. Tal mezcolanza de músicos reunidos casi artificialmente podría haber tenido un resultado dispar e incongruente pero... los cuatro talentos se fusionan de forma milagrosa y la cosa no solo funciona, sino aportan al mundo de la música un combo totalmente demoledor y perfecto. El resultado es uno de los discos más increíbles de la década, absolutamente inimitable.

No voy a decir que Discipline es algo completamente original o revolucionario como lo era, por ejemplo, Larks' Tongues In Aspic. El contenido es, como siempre, fuertemente experimental y anti-comercial, casi de laboratorio científico más que de estudio de grabación. Esta vez King Crimson pone gran énfasis en lo rítmico, incorporando influencias muy fuertes de la música étnica (world-music, como lo llaman) y, especialmente, de la new-wave, más todo un tratamiento de la guitarra eléctrica, a cargo de la dupla Fripp - Belew, totalmente vuela-cerebros y fuera de lo común, con melodías insólitas y rítmicas de gran velocidad que van disociándose y confluyendo cada determinado número de compases, escalas imposibles, tormentas eléctricas y virtuosismo en alto grado... En esencia, los trucos guitarrísticos no están alejados de lo que ya habíamos admirado en Lark's Tongues In Aspic y Red, solo que esta vez se hallan atravesados por los correspondientes matices new-wave a lo Talking Heads y The Police aportados por Adrian. En efecto, Discipline podría considerarse un álbum hecho y derecho de la new-wave, e incluso por momentos las influencias de los Talking Heads se hacen indisimulables (especialmente en temas como Elephant Talk y Thela Hun Ginjeet). Sin embargo, sería exagerado decir que se trata de una mera copia; después de todo el estilo guitarrístico de Fripp y el tono psicótico de Belew son únicos y la única forma de encontrarlos en un álbum de los Heads, es en las colaboraciones que los mismos Fripp y Belew hacen en las canciones de Byrne y compañía.

La labor de Bruford, previsiblemente, es admirable ya que su ritmo, también complejo, brilla y atrapa en todas las canciones, aún con percusión sintetizada, demostrando que los siete años de descanso no habían afectado en nada su enorme talento desde Red. Tony Levin también gana su notoriedad gracias al uso de una gran variedad de bajos, incluido un instrumento llamado "Stick" (vara) de diez cuerdas que le permiten elabrorar líneas de ilimitada complejidad. Pero uno de los highlights más atractivos está en la particular voz de Belew que no solo es espectacular y versátil sino que pega definitivamente con la música. Y por último, Discipline marca la primera vez que King Crimson hace pop, influencias traídas también por Belew. Pero a no confundirse; es una especie de pop experimental y muy atmosférico cuya calidad y profesionalidad sobrepasa absolutamente cualquier otra cosa "pop" en la que podamos pensar. Es pop de calidad y aparece en toda su forma solo en un par de canciones. Aunque esto hace que, en comparación con cosas como Lark's Tongues In Aspic, Discipline sea relativamente accesible, no se trata de una escucha muy sencilla; es un álbum que tiene sus temas abrasivos (Indiscipline) ácidos (Elephant Talk) y densos (The Sheltering Sky), mezclados con otros relativamente más livianos (Matte Kudasai). No importa si son raros o livianos, todos los temas se irán metiendo en tu cabeza a medida que lo vayas escuchando. Es el tipo de álbum novedoso e imaginativo que llena de emoción en cada nota; pocas veces se publica algo tan nuevo, tan innovador, tan original y que al mismo tiempo el contenido sea musical y no un mero rejunte de efectos extraños de sonido.

Y lo que más me seduce del álbum es que las siete, TODAS, las canciones no solo tienen su atractivo sino que son uniformemente excelentes, todas ellas, aún cuando se puede sentir claramente que un mismo estilo, un mismo patrón las corta por el mismo lado. Esto quizá no lo hace el álbum más variado, pero te aseguro que a pesar de eso cada canción tiene los suficientes elementos distintivos, trucos y matices, como para diferenciarse y entretener como si fuera un juego divertido. El groove psicótico Elephant Talk abre el disco de manera extravagante y genial, lo que se escucha en los primeros segundos augura la presencia de algo único y especial, hay que poner atención. El canto de Adrian (imitando a David Byrne) es maravillosamente maníaco, los sonidos nuevos se suceden uno tras otro y la excelente pista rítmica nunca decae. Frame By Frame es aún mejor, una verdadera joya que combina las típicas progresiones virtuosas de Fripp con las más increíbles vocales de Belew, elevando aún más el nivel del álbum. Lo que me seduce especialmente en Frame By Frame es la expresividad en la voz de Belew cantando una sublime melodía pop y cómo ésta se acopla perfectamente y sin estrecheces al IMPOSIBLE y complejísimo trasfondo musical. La siguiente Matte Kudasai es una imponente balada surrealista con una melodía intensa y exuberante sobre una pista musical nuevamente increíble. Es el único tema claramente pop del álbum, y me atrevería a decir también una de las baladas más espectaculares jamás compuestas; definitivamente no has escuchado nada como esto en tu vida. Llega Indiscipline nos encontramos con una canción tortuosa, la más heavy y la que más remite a Lark's Tongues In Aspic, repleta de violentos trallazos metálicos y un monólogo recitado de Belew directamente esquizofrénico y lunático. El disco no tiene intenciones de dar respiro y enseguida llega la brillante Thela Hun Ginjeet, un jam rítmico casi ritual, prodigioso; un groove a lo Talking Heads absolutamente demoledor (para mi gusto, muy inspirado en su tema Stay Hungry), vibrante, con un ritmo frenético que podría poner un muerto de pie. Es de esas canciones excelentes para pasar en un boliche y que la gente baile y que uno no comprende por qué no se pasan; es un ensayo que mezcla música ética tribal, increíbles efectos electrónicos, truquitos de guitarra por doquier y un poder rockero fenomenal; es como música electrónica pero tocada por hombres de carne y hueso con instrumentos de carne y hueso. 

Mi favorita del álbum (si es posible tener una favorita aquí) es The Sheltering Sky, que representa la faceta más reflexiva y atmosférica del álbum; un tranquilo ritmo pseudoafricano sirve de plataforma para un despliegue de sonidos y frases maravillosas y profundas que lo sumergen a uno en un viaje delirante y sublime. El ambiente que logra es tan fantasmagórico, tan de otro planeta y otra dimensión y los efectos musicales tan sublimes que no me queda otra que considerarla mi opción para mejor canción del disco: me encantan los sutiles rasgueos de guitarra que comienzan la canción y que reaparecen al final con gran efecto, el solo eléctrico levemente desafinado pero misterioso y la parte media donde nubes de suave sonido ascienden y descienden mágicamente dándonos la ilusión de flotar en espacios lejanos y desconocidos... Pensar que todo esto se hizo con guitarras. ¡Genial! Finalmente llega Discipline, un instrumental un tanto monótono pero con un ritmo impecable, presente en las guitarras y en la espectacular batería, que no declina jamás y que tras la aparente simplicidad y monotonía se esconde un mosaico supercomplicado de pequeñas variaciones, giros, espirales, estamentos de música que te harán girar el cerebro como un trompo. Realmente vale la pena. En algunas ediciones (la mía por ejemplo) se incluye una versión alternativa de Matte Kudasai casi idéntica a la titular. 

Las palabras sobran. Es un disco vanguardista, moderno, asombroso y parejo que hay que escuchar. Uno de los puntos más altos de una década pesadillesca para la música rock.



Beat – 1982

7-/10

"I need to feel your heartbeat so close it feels like mine"

1) Neal & Jack & Me; 2) Heartbeat; 3) Sartori In Tangier; 4) Waiting Man; 5) Neurotica; 6) Two Hands; 7) The Howler; 8) Requiem.

O Discipline Parte 2. Si todavía no tienes Beat en tu discografía, ¿Pues qué esperas? Solo necesitas copiarte Discipline (que seguramente ya lo tienes), reemplazar la cubierta bordó por la azul de Beat y chau, ya tienes tu álbum nuevo. No se sorprendan por la dureza de mi comentario amigos: es que para ser totalmente francos y directos, este álbum no es más que un calco de su predecesor. Ok, dejaré abierta el crédito a que sea un poco más que eso, pero la verdad inobjetable es que, estilísticamente hablando, Beat es una evidente continuación, una extensión de las ideas musicales ya presentadas en Discipline, esa fantástica mezcla de new-wave, avant garde y ritmos étnicos. Como diciendo “Eh muchachos, sigamos con lo mismo que vamos por el buen camino”.

La mayoría de las veces, estos intentos obvios de replicar exactamente álbumes exitosos suelen ser irritantes, lastimeros y fracasados. Pues bien, diría que no es este el caso; escuchar Beat no me produce ningún rechazo en ese sentido. Porque si bien es cierto que copia el estilo de Discipline casi al pie de la letra y que las canciones de Beat tienen una analogía clara con sus pares del álbum anterior, también hay que admitir que dicho estilo es tan sorprendente, tan original y se abre a tantas variantes que sería idiota suponer que un solo álbum de siete canciones lo agota y le saca todo el jugo a tantas ideas. Para nada, luego de Discipline yo me quedé con ganas de más carne y quién sino Beat para dármela. En definitiva: es una copia de Discipline, pero está todo bien; es así como tenía que ser.

Y de paso nos propone un interesante juego de “Las 7 diferencias”. En este caso no creo que lleguen a siete, pero sí alcanzo a discernir algunas características importantes que lo diferencian ostensiblemente de papá Discipline. La primera diferencia que noto, y esta vez también es un problema, es que a nivel compositivo Beat no está ni por las tapas a la altura de su antecesor. Mientras en Discipline cada una de las canciones era virtualmente una joya de la experimentación que nos sorprendía y excitaba a cada compás, aquí la cosa empieza a sonar un tanto hueca y redundante. Sí, es el mismo tipo de música, pero parece que en este caso las nuevas y buenas ideas aparecen más esparcidas, mientras que las vacantes aparecen rellenadas con reciclajes no muy convincentes de ideas anteriores. Esto repercute notablemente en la calidad general de las canciones que, salvo un par de excepciones, son pálidos reflejos de las siete gemas de Discipline. Era previsible en un álbum de tan pesada herencia, pero creo que se podrían haber esforzado un poco más.

Otra diferencia es que de a poco King Crimson va reentrando en su vieja dicotomía entre canciones “accesibles y pegadizas” y canciones “experimentales y abrasivas”, otro retroceso con respecto a Discipline donde los siete números se las ingeniaban para lograr un equilibrio fantástico entre ambas tendencias. Aquí tenemos números pop mezclados sin cohesión alguna con delirios apenas escuchables y les digo que la experiencia se disuelve en el estómago con mucha más dificultad. Los temas más accesibles son el aspecto más brillante de Beat, pues realmente son una bocanada de aire fresco, melodías deliciosas y arreglos increíbles que demuestran gran madurez en este King Crimson; ya no parecen un grupo de científicios del sonido sentados a ver qué cosa rara pueden inventar... ahora hay como un objetivo más claro y una intención de llegar a las fibras del oyente más allá de la virtuosidad de sus complejos arquetipos sónicos, es decir, ahora las cosas empiezan a tener SIGNIFICADO emocional y social más interesante. ¿Vendidos? No lo creo, no pueden eternamente cantar “Taaalk is only taaaalk” si quieren ser tomados en serio. Por su parte los números más avant-garde (tendencia que no se dio realmente en Discipline) me aburren, eso ya quedó atrás en Starless And Bible Black. Suficiente Fripp... eso sí que se agotó.

Pasemos a la canciones pues. Cualquier intento de diferenciar a Beat con Discipline se nos viene virtualmente abajo en las primeras notas de Neal, Jack And Me, pues se trata nada más y nada menos que el riff EXACTO de la canción Discipline. O sea, muy disimulados no son. El primer tema del disco empezando de la misma forma que había terminado el álbum anterior... es como decir a grito pelado “Escuchen todos, no tenemos NINGUNA intención de hacer algo distinto”. Más allá de esto, Neal, Jack And Me es un buen tema, incluso tomado como la versión con letra de Discipline (que lo es). Pero los puntos verdaderamente altos del álbum vienen después con Heartbeat, una balada new-wave EXQUISITA, con una melodía hermosa, un bajo espectacular y una guitarra de otro planeta... ¿Quién lo hubiera imaginado? ¡King Crimson haciendo la canción romática perfecta que le va a gustar hasta a tu novia! (Aún si no has tenido la suerte de encontrar una novia con criterio musical) JAJAJA. Más de un fan temblará de espanto, pues Heartbeat es lo más mainstream y comercial que ha llegado un grupo con Fripp a la cabeza, pero qué importa. Ellos se lo pierden. No menos excelente resulta el instrumental Sartori In Tangiers (con una intro que me recuerda a la sección media de Fools de Deep Purple) que mezcla el tono de guitarra de The Sheltering Sky con los juegos percusivos de Thela Hun Ginjeet para gran efecto, incluida una estupenda sección relajante en el medio. Waiting Man y Two Hands son dos baladas brillantes, y las últimas canciones más o menos normales que ofrece Beat. Waiting Man es una balada revuelta y caótica, llevada por un riff alucinante que jamás diría que fue hecho con guitarras eléctricas y manos humanas; Two Hands es aún mejor, gracias a una hermosa introducción poderosamente evocativa y a una fantástica performance vocal de Belew; es la Matte Kudasai del álbum y resulta casi tan buena como aquella.

Después quedan tres canciones medio chillonas que no me gustan mucho. Neurotica es, tal como su nombre bien indica, una cosa neurtótica y paranoica que aporta una buena pintura sonora sobre la locura en la ciudad, pero en definitiva se trata de una segunda Indiscipline y el resultado es poco satisfactorio; muy difusa y poco enfocada. The Howler y Requiem son aún peores, aportando una serie de devaneos atonales que pueden tener sus cosas más o menos interesantes cuando los estamos escuchando, pero que en definitiva cansan y aburren y se olvidan con suma rapidez. Estas tres canciones son el punto flojo del álbum, sin dudas.

Si te gustó Discipline, Beat te va a gustar y a decepcionar al mismo tiempo. Te va a gustar porque el estilo es el mismo y algunas de las canciones son realmente buenas, pero te va a decepcionar indefectiblemente porque esta vez la perfección y el equilibrio son solo buenos recuerdos.



Three Of A Perfect Pair – 1984

8-/10

"Take me as I am"

1) Three Of A Perfect Pair; 2) Model Man; 3) Sleepless; 4) Man With An Open Heart; 5) Nuages (That Which Passes, Passes Like Clouds); 6) Industry; 7) Dig Me; 8) No Warning; 9) Larks' Tongues In Aspic Part III.

Más new-wave, más pop, más guitarras extrañas, más improvisación atonal, más Beat, más Discipline. Una forma bastante sintética, pero acertada creo yo, de expresar el contenido de éste álbum. Three Of A Perfect Pair complementa la gran trilogía del King Crimson de los 80 y por eso el espítitu de Discipline se mantiene vivo, sin embargo esta vez ha pasado bastante tiempo, más de un año, desde la publicación de Beat y por eso hay suficientes ideas novedosas como para reprimir la sensación de que los tipos ya están repitiéndose demasiado. Similitudes con los dos trabajos anteriores aparte, Three Of A Perfect Pair se puede disfrutar por sí mismo y no suena redundante casi en ningún momento. Para decirlo bien y pronto: Three Of A Perfect Pair es un muy buen álbum.

Claro que no lastima el hecho de que las canciones sean generalmente mejores que en Beat, o al menos más consistentes en conjunto. Los talentos compositivos de Fripp y, especialmente, de Belew demuestran en Three Of A Perfect Pair que todavía quedaban unos cuantos galones de nafta en el tanque y que el modelo de Discipline no estaba para nada agotado. Pero, claro, también el álbum tiene sus problemas, o al menos sus vicisitudes. Como dije antes, en Beat ya había indicios de una dicotomía entre números pop modernos relativamente accesibles e improvisaciones atonales cuasi-indigeribles. Pues aquí en Pair esta división se profundiza aún más, al punto en que las canciones “pop” (representando las inquietudes musicales de Adrian Belew) se agrupan en la primera mitad del álbum, mientras que las piezas “avant-garde” (ideología de Fripp) están en la segunda parte, como si fueran dos álbumes totalmente distintos que no quieren mezclarse el uno con el otro. El desequilibrio resultante salta al oído de forma brusca; es un álbum de marcados e indisimulables contrastes, que nada tienen que ver con la perfecta armonía sin suturas que presenciábamos en Discipline. Está claro que Adrian y Robert, quienes tan bien se habían complementado años antes, se orientan ya por caminos musicales virtualmente opuestos, lo cual esclarece el hecho de que Three Of A Perfect Pair haya sido el último álbum de Crimson por más de diez años.

Y así, en la primera mitad tenemos el luminoso (en comparación a lo que vendrá más tarde, claro) y altamente creativo mundo de Adrian Belew, donde melodías de primerísimo nivel, maravillosas vocalizaciones, trucos de guitarra novedosos pero coherentes, ritmos sostenidos y marcados tintes new-wave se entrelazan en cuatro fantásticas canciones que igualan (e incluso superan) los más altos niveles alcanzados en Discipline. La pista que da su nombre al álbum, por ejemplo, podría ser la canción más perfecta de estos tres últimos álbumes y uno de los más maravillosos números pop de todos los tiempos. Es que la alquimia entre su evidente accesibilidad y creatividad, sumada a lo moderno y pulido de su sonido, se revela insuperable. La pista rítmica es más o menos lo que ya habíamos escuchado en Discipline y Neal, Jack And Me, solo que aquí es tan solo un esqueleto a partir del cual se despliega una magnífica melodía vocal en armonía (¡Qué bien canta el tipo este!) que se quedará en tu cabeza por siempre. Y para rematar, un solo de Fripp totalmente fuera de serie, radicalmente distinto a cualquier cosa que la banda intentara antes, con Robert haciendo que su guitarra suene casi como un timbre. La siguiente Model Man es ligeramente más débil, pero gana sus puntos con un arreglo rítmico imparable (no se puede creer lo que hacen estos tipos con las guitarras) y una magnífica transición entre los versos funky y el apasionado estribillo, donde Belew la rompe cantando. Mi parte favorita sin embargo llega a los dos minutos y medio con un ESPECTACULAR break instrumental que, lamentablemente, dura solo unos segundos.

Sleepless es otra cosa sencillamente única que no escucharás en ninguna otra parte. Empieza con una línea de bajo percusivo BIEN FUNKY a la cual se le van agregando los demás instrumentos creando un ambiente maravillosamente paranoico y opresivo que transmite muy bien la idea del insomnio sugerida en el título. Con su cadencia rítmica infernal, lo ominoso de las guitarras y lo paranoico de la interpretación vocal de Belew, Sleepless patea más culos que el mismísmo demonio, trasformándose así en otro de los highlights del álbum. Y para cerrar este perfecto cuadrangular inicial tenemos Man With An Open Heart, que no es más que un número pop moderno de excelente calidad, con curiosas líneas de guitarra aflorando por todas partes y un estribillo ultra-memorable más pegadizo que la Plasticola, el Poxipol y el chicle juntos.

A partir de aquí el álbum entra en su faceta “avant-garde” y lamento informar que, aunque tiene sus momentos interesantes, la cosa se desinfla bastante con respecto a cómo habíamos empezado. Es que, y sorry si soy recalcitrante, siempre me han impresionado más las innovaciones de King Crimson puestas al servicio de composiciones estructuradas, puntuales y significativas que endosadas en esos jams atonales que para este álbum definitivamente me cansaron. Nuages (That Which Passes Passes Like Clouds) está entre lo mejorcito de todo este lote y consiste en un relajante y pacífico paisaje sonoro que evoca las más idílicas escenas visuales, como por ejemplo la de las nubes arrastradas lentamente por el viento en un cielo despejado y brillante en el campo abierto e infinito. Claro que el mismo título está sugiriendo esta idea, por lo tanto no me estoy arriesgando mucho... la cuestión es que se trata de algo análogo a The Sheltering Sky, un momento de meditación melancólica y levemente deprimente. Industry es, ahora sí, puro avant-garde. Dicen que, al igual que Devil's Triangle, se trata de una readaptación de Mars The Bringer Of War, pero sinceramente yo no encuentro mayor similitud entre esto y Devil's Triangle o Los Planetas de Holst. Uno puede, con todo derecho, imaginar una cosa infumable, pero ¡Oh sorpresa! A pesar de sus múltiples disonancias, la cosa está estructurada de una forma vagamente inquietante, con un golpeteo insistente y notas aleatorias de bajo y guitarra que van saltando agresivamente como cuchillazos. No es de largo aliento, pasados los primeros minutos me cansa, pero no es la orgía de ruido insoportable que uno supondría. John McFerrin, en su página de rock, propone una imagen visual muy efectiva para esta canción, a su vez influenciada por el título: una fábrica vacía, inmensa y gris donde las máquinas autómatas crujen y chocan insistentemente fabricando quién sabe qué cosa monstruosa. ¡Wow!

Dig Me es una curiosa mezcla donde los versos disonantes y perdidos contrastan notoriamente con un genial estribillo pop. Lo más interesante de la canción es la temática: un automóvil abandonado en un desarmadero, con la inevitable muerte rugiendo a sus espaldas bajo la forma de una trituradora, ruega y suplica que alguien lo saque a las rutas. Es tan ridículo, pero a la vez tan conmovedor, que hasta me da pena por el auto, sobre todo cuando en el estribillo canta ingenuamente “I’m ready to leave / I wanna be outta here / I’m ready to run away / I don’t wanna die in here”. Como los versos están hablados y la percusión es constantemente cambiante, el número recuerda incómodamente a Indiscipline, pero ese estribillo que aflora inesperadamente como un enceguecedor rayo de luz le da un toque único de sutil genialidad que lo diferencia de cualquier canción. No Warning es puro relleno experimental, donde lo más interesante es una línea de sintetizador que parece un robot diciendo “A la uva, a la uva”. El resto: percusión irritantemente desencajada y notas aleatorias que no producen absolutamente ningún efecto. Salvo aburrimiento, claro. El jam de Lark’s Tongues In Aspic Part 3, si bien no evoca demasiado las dos fantásticas piezas de 1974, al menos logra cerrar el álbum con un instrumental aceptable que comienza con una serie de notas hiper-veloces y va adquiriendo un desarrollo implacable que llega a su mejor momento sobre la mitad, donde el ritmo logrado parece aplastar frenéticamente todo a su camino.

Nuevamente, si te gustó Discipline, Three Of A Perfect Pair no te va a defraudar y, indudablemente, constituye una leve mejoría sobre Beat. Después de este disco King Crimson no volvería a grabar en estudio hasta mediados de los 90. Pero esa es otra historia.



Absent Lovers – 1998

8-/10

"It wouldn't matter to a man with an open heart"

1) Entry Of The Crims; 2) Larks' Tongues In Aspic Part 3; 3) Thela Hun Ginjeet; 4) Red; 5) Matte Kudasai; 6) Industry; 7) Dig Me; 8) Three Of A Perfect Pair; 9) Indiscipline; 10) Sartori In Tangier; 11) Frame By Frame; 12) Man With An Open Heart; 13) Waiting Man; 14) Sleepless; 15) Larks' Tongues In Aspic Part 2; 16) Discipline; 17) Heartbeat; 18) Elephant Talk.

De la larga nómina de álbumes en vivo de Fripp y sus amigos, Absent Lovers es el que más entusiasmo cosecha entre los críticos amateurs de la web, al punto de ser considerado por algunos no solo el mejor álbum en directo de King Crimson, sino simplemente el mejor álbum de toda su historia. ¿El argumento principal? Muy sencillo: las versiones de estudio de los últimos tres discos eran muy interesantes, muy arriesgadas y muy pulidas... pero les faltaba algo: vida, garra, energía. En Absent Lovers, supuestamente, eso es lo que sobra: lo que antes eran experimentos intelectuales sin impacto emocional alguno se convierten aquí en verdaderos monstruos de sonido que barren con todo a su paso, y por lo tanto Absent Lovers  se convierte en uno de los más fantásticos conciertos jamás editados en CD.

Pues bien: no me cuenten a mí entre los más entusiastas. En definitiva, este concierto (celebrado en Montreal para cerrar del tour de 1984) es absolutamente fenomenal, pero no veo razón alguna para considerar a Absent Lovers la colección de canciones más lograda del grupo y tampoco siento que, como dicen casi todos, estas versiones aplasten categóricamente a las tomas originales grabadas en el estudio. Es cierto que King Crimson le pone bastante más polenta a sus performances en directo, y que las canciones suenan más intensas, voluminosas y demoledoras que nunca. Aún más impresinoante resulta el hecho de que, en pos de un nivel de energía casi insano, la banda no sacrifica precisión ni virtuosismo: la performance es implacable, súper profesional; no parece haber truco o arte de estudio que el grupo no pueda reproducir a la perfección sobre el escenario. Belew se canta todo, Bruford alcanza niveles sobrenaturales... la banda en ese sentido es una máquina imparable. Ver a estos tipos tocar y sincronizar todas estas cosas imposibles en vivo debe haber sido un flash inolvidable. Repito: es un concierto de la Santa Puta.

¿Cuál es el inconveniente entonces? Simplemente que, desde mi apreciación, estas canciones no necesitan ser llevadas al máximo de energía y ruido para alcanzar su mejor expresión. Sé que en este punto estoy en contra de la mayoría de los amantes de este álbum, pero no creo que subir los decibeles y la intensidad en la performance signifiquen automáticamente una mejoría en temas como Frame By Frame, Elephant Talk o Man With An Open Heart. Para mí, el punto de estas canciones de la era Belew-Levin-Bruford no pasa por el nivel de intensidad sino por la nitidez del sonido, la creatividad compositiva y la precisión matemática de los arreglos. Y como esas son cualidades omnipresentes en los últimos tres álbumes de estudio, no tengo razón para esperar algo mejor o que me vuele la cabeza de una forma distinta. Si, las versiones de estudio son más comedidas y asordinadas, pero yo no tengo problema con eso. A veces, como el caso notable de Sleepless, la energía extra de Absent Lovers sí agarra fuego y se enciende en una pira imparable que devora nuestros sesos, pero en conjunto el álbum suena como una frenética montaña rusa de ruidos metálicos y distorsión monótona que agota bastante, más tratándose de un álbum doble. La relativa suavidad de Discipline, Beat y Three Of A Perfect Pair en el estudio funciona mejor para este King Crimson. Esa es mi opinión.

La selección de canciones es irreprochable. Todas las canciones de Discipline a excepción de The Sheltering Sky (me hubiera gustado escuchar esa!); tres buenas selecciones de Beat (aunque resulta curioso que la canción con la lírica que da nombre al álbum, Neal Jack And Me no aparezca), seis de Three Of A Perfect Pair y de yapa un par de reflotes de las viejas épocas con Lark’s Tongues In Aspic 2 y Red. En estos dos temas aparece mejor representado mi argumento de que estas versiones no superan a las originales. Red no está mal para un concierto, pero decir que mejora la fantástica fiesta de riffs de Red no tiene mucho sentido, máxime cuando falta ese tono de guitarra amenazador y abrasivo y esas líneas de bajo características. Lo mismo puede de Lark’s Tongues In Aspic 2: es una versión excelente, mucho más rápida y sacada, pero me quedo con la más sinestra versión de 1975 toda la vida.

Los temas de Discipline aparecen pateando todo tipo de traseros, aunque mis impresiones son dispares. Lo más sobresaliente del lote reputna en Thela Hun Ginjeet, en una versión ANIMAL que desgarra todo con su energía demoníaca. No creo que, como todos claman, sea mucho más intensa que la versión original y no estoy de todo conforme debido al sonido excesivamente metálico de la batería de Bruford y el riff inicial... pero aún así ¡Qué tema glorioso! Aún no entiendo porqué no ponen esta canción para bailar en un boliche. Elephant Talk, ubicada en el encore como cierre del concierto, también tiene lo suyo, aunque suena bastante similar a su análoga del estudio. No hay nada demasiado sobresaliente en Matte Kudasai, Frame By Frame y Discipline que las destaque por sobre o las diferencie de las tomas originales. Eso sí: qué notable escuchar un ejercicio inexplicable como Discipline en vivo. Indiscipline es un capítulo aparte; la banda sí que se fue al carajo con ésta. No solo la convierten en la más larga de todo el álbum; la intro de percusión es mucho más extensa y la distorsión inhumana que usan en el riff supera absolutamente todo lo conocido por mis oídos. Claro, la versión original era ya BASTANTE abrasiva, pero creánmente que después de escuchar este pequeño monstruo ese riff de estudio les va a sonar positivamente sedoso y recatado. La idea no me gusta demasiado; la cosa termina sonando como una masa descontrolada de ruido atonal y furibundo que solo recupera la melodía de guitarra original en los últimos minutos, luego de que Belew grita “I wish you were here to see it”. Pero bue.

Beat aparece representado por una excelente versión de Heartbeat donde la guitarra new-wave suena ostensiblemente mejor que en la original, un buen Sartori In Tangier y una Waiting Man de más de seis minutos que suena realmente bien, sobre todo a partir de los tres minutos y medio donde aceleran en una excelente parte de lo Discipline. Es increíble que puedan tocar así en vivo.

Sin embargo, el plato fuerte del álbum aparece con los seis temas de Three Of A Perfect Pair. No, no me entusiasman mucho ni Industry ni Dig Me, debido a que no manifiestan mayor diferencia con respecto a sus antecesoras de estudio, pero la versión de Sleepless es, ahora sí, una verdadera bestia musical que amilana los sentidos con su pesadillesco ritmo y sus alucinantes riffs. La versión hallada en Three Of A Perfect Pair no estaba nada mal para empezar, pero esta cosa aquí realmente supera cualquier pronóstico. El clásico riff de Levin, que en su primera versión era una simpática y divertida cosita funky, aparece aquí catapultado de adrenalina y el ritmo disco de Bruford es una cosa que nadie puede parar. Sin embargo esto es solo el comienzo: todavía faltan los riffs demoníacos de Fripp y Belew, más la voz impecable de este último, para rematar esta pesadilla encarnada y reducir a escombros a cualquier audiencia. Ni hablar del solo de guitarra de Fripp al promediar la canción; la banda literalmente hace erupción y no es difícil imaginar un público descontrolado danzando tribalmente sin cansarse nunca. Una pieza obligatoria para los amantes de la música moderna. Después de esto no se puede decir mucho de Three Of A Perfect Pair o Industry o Man With An Open Heart (que tiene una nueva y fabulosa intro), decentes pero sin la mitad de intensidad que Sleepless. La versión de Lark’s Tongues In Aspic 3, sin embargo, es bárbara y constituye uno de los highlights del álbum.

En fin, Absent Lovers es probablemente el mejor King Crimson en vivo que tus billetes puedan pagar, pero, salvo excepciones, las canciones no son mucho mejor que en sus ediciones primitivas, a pesar de todos los mitos. Salvando eso, y que el álbum en general puede sonar bastante agotador y monótono para el recién iniciado, esta es una gran adición a tu colección. Si hay que tener un álbum en vivo de Crimson, es este.



Thrak – 1995

7+/10

"The secrets of the night come alive in your eyes"

1) Vrooom; 2) Coda: Marine 475; 3) Dinosaur; 4) Walking On Air; 5) B'Boom; 6) THRAK; 7) Inner Garden 1; 8) People; 9) Radio 1; 10) One Time; 11) Radio 2; 12) Inner Garden 2; 13) Sex Sleep Eat Drink Dream; 14) Vrooom Vrooom; 15) Vrooom Vrooom: Coda.

Ajá, King Crimson resucita nuevamente, esta vez once años después de haber publicado su último álbum de estudio. Un largo rato si me preguntan a mí, y por ende, alguno quizá esperaba un salto estilísitico tan novedoso como aquel que había caracterizado a Discipline... ¿O a Lark’s Tongues quizá? Pues bien, nada de eso sucede. Thrak es, en esencia, una mera extensión de todas las ideas musicales que King Crimson ya había forjado forjado anteriormente, sin casi nada que nos sugiera que Fripp y Belew traen entre manos una tendencia completamente reveladora. Más precisamente, se trata de una interesante fusión entre el vértigo metalero de álbumes como Red y la afamada polirritmia new-wave de la tradición de Discipline y sus secuelas, en la que interactúan jams progresivos rebanadores de cesos y canciones más normales. Es innegablemente una nueva etapa de la banda, ya que semejante amalgama nunca antes se había intentado, pero en definitiva las ideas musicales que efectivamente se despliegan no son nada que el seguidor del Rey Carmesi no haya esuchado con anterioridad.

Y no tengo ningún problema particular con eso. Yo no soy de esos que con cada nuevo CD de Crimson espera una cosa completamente novedosa que haga saltar en pedazos la historia de la música. Verán: hay un saber tradicional que circula en el mundo del rock que dice que King Crimson evoluciona permanentemente, que trata de olvidar su pasado y proponer ideas copadas que desestabilicen el mundo de la música. Para quienes se aferran a esa teoría, cada álbum de KC debe, preferentemente, representar un abandono de las ideas musicales del anteriores. Exigencias viles e infundadas; In The Wake Of Poseidon era una réplica de In The Court, Starless And Bible Black nuncá presentó grandes diferencias con respeco a Lark’s Tongues In Aspic, y Discipline, Beat y Pair no son más parecidos porque sus tapas difieren radicalemente en el color. Y eso no los hace malos. O sea: King Crimson SI busca nuevas fórmulas, pero lo hace en bloques: cuando las halla no se conforma con un solo álbum sino que explota las posibilidades hasta el fondo, y eso le puede insumir a veces unos cuantos álbumes de estudio. En este caso, me parece que la idea de mezclar Red con Discipline no es nada desafortunada. Evidentemente no se les puede pedir que vuelvan al mercado con algo completamente rompe-esquemas como en su momento lo fueron Court, Lark’s o Discipline, así que no hay reproches en ese sentido. Se repiten, pero está bien.

Ahora hay que ver cómo se repiten. En el caso de Thrak, no podemos hablar de un álbum monótono. De hecho, el mezclar elementos de los 70 y los 80 garantiza que en ese aspecto, Thrak resulte estilísicamente más variado y amplio que cualquiera de los seis álbumes anteriores, lo cual en cierta forma es un punto valioso a favor. Además la combinación entre polirritmias hipercomplejas a la Discipline, riffs altisonantes a la Red, más la sensibilidad pop de Adrian Belew, funciona de maravillas en buena parte de las canciones. El límite de Thrak está en las canciones mismas: compositivamente hablando no son gran cosa. La combinación de viejos elementos está, pero uno supone que podrían haber hecho algo infinitamente más poderoso y atractivo con ella. De hecho, salvo alguna excepción, los jams instrumentales suenan bastante redundantes y monótonos... demasiado similares entre ellos y con pocas ideas concretas más allá de la evidente referencia a los viejos y gloriosos tiempos. El tema que da nombre al álbum, por ejemplo, es una seguidilla patética de acordes atonales y pesados que pretenden... no sé ni que pretenden ya con este tipo de cosas... ¿Asustar a alguien? ¿Hacerse los raros vanguardistas indigeribles? Es un pariente cercano de cosas como Starless And Bible Black, Requiem y No Warning y creánme que mi entusiasmo es limitado: hay algún riff hiperveloz, alguna cosa virtuosa como para que digamos “¡Oh cuánto talento!”, pero la verdad es que es aburrido y no hay muchos matices interesantes detrás de esos ruidos latosos. Algo similar ocurre con la nula B’Boom, que es esencialmente un jam de percusión con trasfondo de ruidos varios, diseñado para que los dos bateristas se luzcan un poco.

¿Dije DOS bateristas? Ahh, sí, me había olvidado de que para este álbum King Crimson cuenta con dos flamantes incorporaciones: Trey Gunn en bajo y Pat Mastelotto en batería. Si, ya sé que ya tenían a Levin y a Bruford; la idea pasa por crear una especie de Doble trio en la cual el sexteto se divide en dos tríos bien diferenciados que se enfrentan en hipotéticas “batallas musicales”. Mis torpes oídos beatlescos y rollingstonescos no alcanzan a discernir las dinámicas técnicas del “doble trío”, pero la verdad es que en estos dos instrumentales fracasan miserablemente, al menos en lo que a entretenimiento se difiere. Es obvio que el virtuosismo no se discute. Una excepción mayor la constituye Vrooom, el jam que abre el álbum (y esas cuerdas del principio... sí, son cuerdas... ¡DE GUITARRA!) pateando todo tipo de traseros. En este caso hay una serie de riffs sumamente interesantes; esta vez no suenan como una excusa para hacer ruido o tocar a la velocidad de la luz, sino como una cosa aplastante que te va a devorar el hígado. Pero Vrooom también se beneficia por una sección rítmica súper-ajustada, con una línea de bajo muy pegadiza y un ritmo imparable. Y como si eso fuera poco, las líneas de guitarra intermedias con melódicamente insuperables. ¿Ven? ASI es como se compone inteligentemente un jam instrumental a la usanza de Crimson. Es posible que Vrooom suene DEMASIADO deudor de Red, pero con una línea de bajo así no puedo andar reparando mucho en ese tipo de mariconadas intelectuales, aunque debo confesar que para su reprise final con Vrooom Vrooom (¿De dónde diablos sacan estos títulos baratos?), la cosa se empieza a poner un poco redundante.

La historia con las canciones “normales” mejora sensiblemente. En general no son tan geniales como para justificar la espera de diez años, pero al menos se pueden equiparar a las mejores de los Discipline, Beat y Three Of A Perfect Pair. De entre todas ellas, Walking On Air es evidentemente superior. Se trata de una balada romántica pop bastante Beatlesca (¿A nadie le hace acordar a Don’t Let Me Down?) que remite a la onda más accesible que Belew introdujo en el grupo (Matte Kudasai, Two Hands, Man With An Open Heart). Podría pasarla por alto como una simple viñeta comercial indigna de King Crimson, de no ser porque se trata de un inmaculado y perfecto número liviano que NINGUN grupo pop de los 90 soñaría con componer: melodía indeciblemente hermosa, líneas de guitarra caídas directamente de los cielos, performance vocal de otra galaxia. Mmm, creo que me gusta más que Matte Kudasai, con eso lo digo todo. Pero Dinosaur tampoco está mal, siendo otra fantástica melodía pop convenientemente endurecida con riffs metálicos a todo trapo y un estribillo rockero infalible (aunque se podría haber obviado el quiebre tonto del medio). El pop de FM continúa su vigencia a través de One Time, otra impecable balada de Belew, realzada por unas líneas de guitarra casi barrocas que le dan inmediato atractivo. ¿Ven gente? ¿Ven cómo el pop moderno puede llegar a ser una cosa estupenda si cae en buenas manos? Diganme, ¿Qué ganas les quedan de escuchar lo que pasan las radios hoy en día luego de Walking On Air y One Time? A mí ninguna, de eso tengan certeza.

Quedan dos canciones más en el estilo típico de King Crimson, y cuando digo típico me refiero a riffs metaleros y polirritmias new-wave. Aunque reconozco que no están mal, no soy un gran fanático ni de People, con una buena coda que imita a I Want You de los Beatles (¿Se dan cuenta porqué son la banda más importante de la historia?), ni de Sex Sleep Eat Drink Dream, que más allá de tener un ESTUPENDO riff moderno y rockero, termina sonando un poco repetitiva.

Otro problema de Thrak es que tiene demasiado relleno OBVIO, como por ejemplo los dos números “ambientales” Radio que no son ni más ni menos que dos minutos sobrantes en la duración total del álbum, o  los dos Inner Garden, que aunque melódicos son bastante intrascendenes. Las respectivas codas de Vrooom y Vrooom Vrooom tampoco me hacen sudar de emoción.

En síntesis, Thrak es un buen álbum, pero puede sonar un poco aburrido y el número de grandes clásicos es una decepción para lo que algunos esperaron diez años. Si le pongo un ocho lo estaría poniendo a la misma altura de Three Of A Perfect Pair, que es un tanto más consistente pero también un pelo más monótono. Qué va, le pongo un siete pues de quince pistas solo unas cinco o seis cumplen un papel sustancial y algunas solo hasta un punto. Al que no le guste que vaya y se tire debajo de un tren (que el tren esté en movimiento, naturalmente, cosa de no hacer el ridículo).



The ConstruKction Of Light – 2000

7-/10

"The thing about depression is, well you just can't let it get you down"

1) ProzaKc Blues; 2-3) The ConstruKction Of Light; 4) Into The Frying Pan; 5) FraKctured; 6) The World's My Oyster Soup Kitchen Floor Wax Museum; 7-9) Larks' Tongues In Aspic Part IV; 10) Coda: I Have A Dream; 11) Heaven And Earth.

Por algún motivo, Bill Bruford y Tony Levin se fueron del grupo y King Crimson volvió a ser un cuarteto (o doble dúo, o cuadruple solista o lo que sea), solo que con Pat Mastelotto como baterista definitivo y Trey Gunn como bajista definitivo. Que nadie vaya a preocuparse por los niveles de virtuosismo: ambos son supremos. Tenemos aquí al álbum que esta nueva encarnación de Crimson nos entrega: The ConstruKction of light y, como primera aproximación, diré que se trata de su trabajo más abrasivo, pesado e indigerible desde los días de Starless And Bible Black.

Antes de la factura de este álbum, el sexteto de King Crimson había empezado a subvividirse en diferentes “ProyeKctos” (si la “K” metida ahí es la nueva modita del grupo) compuestos por tres miembros aleatorios de la banda. De esta forma cada proyecto iba explorando aparte su propio camino musical y aportando sus propias ideas en los escenarios del mundo. Cuando se llegó a una cantidad de material suficiente, y a pesar del retiro definitivo de Levin y Bruford, se hizo una selección con lo mejor de los projeKcts y se editó este nuevo álbum bajo el mítico nombre.

¿Qué decirles sobre The ConstruKtion? Para empezar, no es un mal álbum. Sí, en general no fue recibido con grandes lauros, y peca de ciertas fallas bastante importantes. Pero King Crimson, en mi imaginación, es una banda que con lo desafiante, lo especial, lo imaginativo de su sonido le basta para atraer a cualquier oído entrenado, sin importar que el material a veces sea un tanto flojito o que se estén repitiendo demasiado. Si hay algo que The ConstruKction Of Light tiene a su favor es su impresionante profesionalidad, la descomunal potencia y la excelente calidad de sonido, que demuestra que los modernos valores de producción se llevan bastante bien con el sonido de King Crimson.

Pero ¿Qué pasa? Pasa que esta vez el álbum es monótono hasta más no poder. En general se puede argumentar que todos los álbumes de King Crimson, al menos desde Lark’s Tongues In Aspic se caracterizan por cierta uniformidad en el sonido y cierta repetición de esquemas. Pero acá en ConstruKction la cosa viene peor. Porque en Discipline, por ejemplo, si bien se podía hablar de ciertas constantes, como la polirritmia o la percusión electrónica, teníamos cosas ambient como The Sheltering Sky, baladas celestiales como Matte Kudasai y experimentos fumados como Elepahnt Talk. En comparación, este álbum parece una masa de cacofonías constantes, saturado de acordes pesados por doquier y de los típicos jams atonales a todo volumen sin solución de continuidad. Imaginen una sucesión interminable de Indisciplines. Como Thrak, se trata de una combinación entre guitarras new-wave, riffests crimsonianos y percusión salvaje, pero el hecho de que TODOS los números sean jams interminables de los mismos acordes metálicos y polirritmias ultraveloces, sin baladas o canciones más convencionales para cortar un poco, convierte a ConstruKction en una experiencia muy cansadora. Experiencia que empieza sonando tan excitante y atractiva como siempre pero que a medida que transcurren los temas deriva en una cosa redundante que tiene más que ver con un show-off de los talentos de los tipos que con música verdaderamente entretenida.

Verán, es uno de esos álbumes donde el oyente empieza a pensar que se los tipos se están repitiendo ya demasiado y abusando de las fórmulas. Me refiero a... ¿Otra versión de Lark’s Tongues In Aspic? ¿Hasta cuándo muchachos? En la revisión de Thrak había dicho que no me resultaba muy problemática la idea de repetir fórmulas en tanto y en cuanto las nuevas canciones lo justificaran. Vrooom, por ejemplo, deriva directamente de la canción Red, pero suena tan enfocada y ajustada que termina importando poco que no sea muy original. Pero acá en este álbum el típico jam crimsoniano comienza a mostrar síntomas de agotamiento, en cuanto a que ya son indistinguibles el uno del otro, que parecen fabricados en serie, que los riffs suenan siempre lo mismo, que las polirritmias han dejado de ser una cosa muy emocionante y que el grupo pareciera enfocarse en tocar “rápido y alto” minimizando la posibilidad de salirse del libreto y tomar desprevenido al oyente con algo ocurrente. El sonido de King Crimson es muy creativo, pero ¿Qué pasa cuando se repite y se repite y se repite sin variar? Digamos que nada bueno. Admito que HAY aquí algunas ideas novedosas aportadas con gotero, pero los conocedores de King Crimson tendrán que reconocer que, básciamente, The ConstruKction of light es una imitación, conciente y deliberada, de sí mismos.

Como suele ocurrir en estos casos, el álbum arranca bastante bien y empieza a declinar cuando el oyente advierte que no hay nada nuevo bajo el sol. De hecho, las primeras tres canciones son mis favoritas de todo el álbum porque a) Son las únicas que dan la impresión de aportar algo nuevo al legado de King Crimson b) Tienen melodías fuertes c) Son sustancialmente diferentes entre sí. Prozack Blues muestra a King Crimson explorando por primera vez con el blues, y creánme que el indefenso género queda patas para arriba luego de pasar por la manos de Fripp y amigos. El monumental riff es el mejor de todo el álbum y el efecto que produce al estar en un tiempo diferente al de la percusión es imponente. La violenta voz de Belew, personificando a un negro del delta, podría ser UN POCO menos irritante, pero en general la canción abre el álbum pateando culos masivamente y con toda la potencia. Después viene el tema que adquiere el nombre del álbum, la cual es mi elección para mejor canción aquí. Los primeros minutos se dedican al típico duelo New-wave entre Belew y Fripp. Esperen... ¿Dije TÍPICO? Noooooo muchachos, si prestan atención escucharán que cada uno va tocando UNA nota alternadamente y el resultado es una MALDITA MELODIA. Claro, ya no es que cada uno toca su propia melodía; acá la modalidad es “una nota vos, una nota yo y así sucesivamente”. Eso merece mi aplauso. Los fans de las cosas complicadas se quedarán con la mandíbula por el ombligo. Pero afortunadamente la canción tiene más que eso y sobre el final aparece cantando Belew en la melodía vocal más eximia del disco. Y después tenemos Into The Frying Pan, que efectivamente suena como algo bastante especial y atípico. En principio, el riff inicial está bueno (me gusta sobre todo como va arrancando la percusión entre el sonido de fritura) pero lo más sorprendente de la canción es la asombrosa melodía vocal, que canta Belew a dúo con él mismo (¿doblado o con ayuda de una computadora?) con el trasfondo de una guitarra que suena como una mantra hindú. Brillante.

Pero a partir de acá The ConstruKction Of Light empieza a entrar en territorios de abulia. FraKcture es un jam-monstruo de nueve minutos del cual no puedo recordar una sola nota: solo sé que incluye más de esa alternancia de notas (el nuevo chiche), más polirritmias típicas y toneladas de riffs hiperveloces que ya me hacen bostezar. Mi parte favorita está más o menos en el medio, donde hacen una copia de las partes melódicas de Vrooom por un ratito antes de lanzarse a OTRO ataque de riffs. Impresionante como tocan, pero la verdad es que ya podrían intentar alguna otra cosita. Lo mismo ocurre con la desgraciada The World’s My Oyster Soup Kitchen Floor Wax Museum, que más allá de un fabuloso riff inicial, termina perdiéndose en una serie de jams sin matices y una espantosa ¿melodía? vocal que trasciende cualquier calificativo de fealdad. El único momento más o menos interesante que tiene es el frenético solo de piano (piedra libre para las influencias de Cat Food), aunque con estos tipos ya no se sabe qué es un piano, una guitarra o una masa coral. Para cuando llega la enésima y bestial relectura de Lark’s Tongues In Aspic el oyente apenas aguanta. No está mal, y en cuanto a poder de sonido respecta deja a la parte 3 hecha un moquito tembloroso. Pero ¡Dios! que ya no necesitamos otra Lark’s Tongues nuestras vidas. Al menos yo no. La última parte de este faraónico jam adquiere el nombre de Coda: I Have A Dream y es la mejor porción de la cosa, gracias a un crescendo majestuoso, con cuerdas y todo, que arrolla todo a su paso como un apocalipsis furibundo. Para cerrar el álbum, King Crimson integró una canción de los “ProjeKcts” llamada Heaven And Earth. Es el número más atmosférico y moderno del álbum, y también parece adecuado para pasar en un boliche (un boliche oscuro y desquiciado, no estos boliches caretas que andan dando vueltas por ahí). No termina de separarse de la monotonía general del álbum, pero en ciertos aspectos sí suena como algo relativamente distinto, sobre todo en la segunda mitad, que constituye el ÚNICO momento de reposo y tranquilidad en todo el maldito álbum.

En fin. Evidentemente King Crimson quiere coquetear con sus riffs y sus polirritmias por un buen rato más. Esperemos que en la próxima ocasión traten de hacerlo con un poco más de cuidado compositivo, buen gusto y verstatilidad. De veras que The ConstruKcion Of Light suena como una masa agotadora de ruido enloquecido. Compradores advertidos. Si no conoces King Crimson y estás ávido de cosas nuevas este álbum de seguro te sorprenderá con su osadía y su impecable modernidad. Si en cambio ya eres afín al grupo encontrarás que esto es como nuestros políticos: más de lo mismo.



Happy With What You Have To Be Happy With – 2002

5-/10

"I'm gonna have to write a chorus"

1) Bude; 2) Happy With What You Have To Be Happy With; 3) Mie Gakure; 4) She Shudders; 5) Eyes Wide Open; 6) Shoganai; 7) I Ran; 8) Potato Pie; 9) Larks' Tongues In Aspic (Part IV); 10) Clouds.

Este trabalenguas de álbum es en realidad un EP, siguiendo la costumbre de King Crimson de publicar pequeñas muestras que anticipen la gran cosa. En este caso la “gran cosa” es el siguiente álbum de estudio, The Power To Believe, y Happy With What You...bla bla bla no es más un calentamiento de motores que las compañías impacientes arrojaron al público hambriento. Si lo que buscamos son canciones hechas y derechas, este CD tiene nada más que cuatro, sin embargo dura más de treinta minutos. Ergo, está relleno de relleno (juego de palabras intencional). Para colmo una de ellas no es nueva, tratándose de una imponente versión en vivo de Lark’s Tongues In Aspic 4 del álbum ConstruKcion Of Light. O sea: tres canciones nuevas en media hora de música. A eso lo llamo engaño.

Pero (siempre hay un pero), si hay solo tres canciones ¿Qué hay en los minutos restantes? Cositas, minucias, migajas insustanciales. Por ejemplo: Bude, She Shudders y I ran son retazos de menos de un minuto de duración donde podemos escuchar a Belew jugando a cantar a través de una maquinita nueva, una especie de vocoder, que lo hace sonar fantasmagórico y misterioso. Ni siquiera resultan aburridas, porque duran tan poco... son como intermezzos. También están Mie Gakure y Shoganai. La primera es una pieza instrumental de dos minutos bastante atmosférica y relajante; la segunda es una pieza instrumental de tres minutos hecha exclusivamente con xilofones. Como podrán imaginar, nada de esto divierte mucho. No son cosas feas, pero gritan “HOLA, MI NOMBRE ES RELLENO INTRASCENDENTE” por todas partes.

Las canciones propiamiente dichas mejoran el panorama sustancialmente, aunque en definitiva no terminan de hacer más trascendente al EP. La versión en directo de Lark’s Tongues In Aspic 4 tiene toda la polenta, pero supongo que ya todo el mundo está hasta las bolas con las lenguas de alondra como para realmente necesitar OTRA versión de lo mismo. Al menos yo estoy en un punto en el cual ya no quiero ver ni lenguas, ni alondras ni aspic. ¡BASTA DE ALONDRAS FRIPP! Te lo pido!!!! Las canciones que quedan estan muy bien, realmente bien, y abrigan muchas esperanzas sobre lo que será The Power To Believe. El tema que da título al álbum (no creas que voy a escribir TODO eso de nuevo) es algo verdaderamente sorprendente, y qué bien no? Porque si había algo que a esta nueva generación del Rey le hacía falta era variar un poco de humor. Los primeros acordes lo dicen todo: esto NO SUENA como King Crimson. Es música más elemental, más ruidosa y más primitiva que la típica música de la banda. Es esa cosa tan de moda y tan espantosa llamada “metal alternativo” o “nu-metal” que grupejos como Linkin’ Park, Sistem Of A Down y Limp Bisquit nos han ido vomitando en los últimos años sin ningún tipo de piedad. Pues bien ¿Qué hace KING CRIMSON haciendo esa basura? Tranquilos, no se lo tomen en serio. Es una parodia, una increíble burla donde Fripp y compañía adquieren el papel de mocosos metaleros del nuevo siglo y se despachan a gusto con riffs al cual más primitivo y rotoso. Y la letra, en la tradición de Lope de Vega y su “Soneto de repente”, es sencillamente una cargada donde Belew se burla despiadadamente de las letras y ambiciones artísticas de los nuevos grupos “alternativos” a través de versos como “And when I have some words / This is the way I’ll sing / Through a distortion box / To make them menacing” (Y cuando tenga alguna letra cantaré de esta manera a través de una caja de distorsión para sonar amenazante”). Lo curioso de la canción es que los tipos se están mofando “nu-metal”, sin embargo la cosa termina sonando tan convincente que seguro le gustará a cualquier fan del género. A mí también, por supuesto, debido a tres cosas: a) Es una parodia b) Es King Crimson c) Suena mucho mejor que las canciones que imita, sobre todo por el fantástico y confuso estribillo donde se repite el título de la canción todo el tiempo.

El otro anticipo del álbum es la maravillosa balada Eyes Wide Open, donde Fripp toma la guitarra acústica por primera vez desde... ni me acuerdo, pero seguro que bastante tiempo. Es evidente la presencia de la fórmula de Matte Kudasai, Two Hands y Walking On Air, pero ¡Qué bien que la utilizan! La instrumentación sutil y moderna es un orgasmo para los oídos. La pista vocal de Adrian no es tan melódica, pero tiene una cadencia muy agradable y el estribillo es una obra maestra del pop. Como lo que escuchamos en las radios pero infinitamente superior. Por otro lado, Potatoe Pie es una nueva experimentación con el blues: un blues moderno y revuelto que no obstante suena más normal que Prozack Blues e incluye una sección media que suena como Led Zeppelin o algo así.

¡Ah, me olvidaba! El disco termina con Clouds / Einstein’s Relatives que no es más que un inocuo divertimento de estudio donde la banda improvisa informalmente, toca fragmentos de distintas canciones, charla un poco y pasa un buen rato. Llama la atención sobre el final la inclusión de un fragmento de In The Court Of The Crimson King cantada por un coro. ¡WAW! Debes comprarte el álbum solo por esta canción.

Un broma. Obviamente te sugiero que no te compres este robo a mano armada si puedes optar por tener The Power To Believe. No alimentes por favor la angurria de las discográficas. ¿Quieres Eyes Wide Open? Está en Power To Believe. ¿La pista titular? También. ¿Lark’s Tongues In Aspic? Está en The ConstruKction Of Light en una versión idéntica. Potato Pie es lo único potable y exclusivo que ofrece el CD y solo un completista enfermo compraría un álbum por UNA canción. Si eres un completista enfermo, avanti. Si no, buscate YA The Power To Believe.



The Power To Believe – 2003

8-/10

"Because you never know what you might see"

1) The Power To Believe I: A Cappella; 2) Level Five; 3) Eyes Wide Open; 4) Elektrik; 5) Facts Of Life; 6) The Power To Believe II; 7) Dangerous Curves; 8) Happy With What You Have To Be Happy With; 9) The Power To Believe III; 10) The Power To Believe IV: Coda.

Hola! Observen como estoy revisando un álbum que se publicó en febrero de ESTE AÑO (2003). Es el álbum más nuevo que incluyo en mi página y dudo que sea superado hasta que revise Hail To The Thief de Radiohead. De todos modos, me parece que esta nueva encarnación de King Crimson empieza a entender un poco cómo va la cosa. The Power To Believe redondea aceptablemente la última etapa de la banda, aquella que podríamos caracterizar como “Discipline y Red se dan la mano” y su existencia ha venido a cambiar un poco mi mente acerca del valor que tiene la última y más nueva encarnación del grupo. El par de Thrak y ConstruKction Of Light pateaba culos con clase, pero al mismo tiempo no aportaba casi ideas demasiado fascinantes, enquistados en metal-jams repetitivos y en muchos casos absurdos. Ahora, si a ese set le agregamos The Power To Believe la cosa para el King Crimson de los 90 termina de cerrar mucho mejor, ya que esta flamante pieza de música trae por fin la variedad que tanto necesitabamos.

Variedad. Diversidad. Versatilidad. Estas son las palabritas mágicas que hacen de Power To Believe un álbum mucho más valioso, entretenido y fascinante que los dos anteriores. Tan sencillo como eso. No se trata de que King Crimson esté haciendo una nueva revolución; de hecho, para estas alturas se puede decir que la banda se ha volcado a una suerte de “mainstream del avant-garde”. The Power To Believe demuestra que la cosa sigue siendo experimental, virtuosa, desafiante y moderna, pero al mismo tiempo queda claro que todo vuelve a construirse sobre las bases de siempre, condenadas quizá a reciclarse ad infinitum hasta la muerte del grupo. King Crimson hace mucho que ha dejado de marcar el camino y, perdonen la blasfemia, se ha vuelto hasta CONSERVADOR, según sus propios parámetros.

En materia de rock hay una disyuntiva difícil de resolver ¿Qué es mejor? ¿La banda que saca álbumes y álbumes y álbumes de lo que evidentemente sabe hacer mejor que nadie? ¿O la que toma riesgos e intenta cosas radicalmente diferentes con cada álbum? Dificil cuestión ¿No?. En el caso de King Crimson es más dificil todavía pues si bien nadie negaría que se trata de una banda experimental, también está claro que en Lark’s Tongues In Aspic encontraron EL estilo y desde entonces han venido ensayando sobre lo mismo. Sin embargo, todo se ha hecho con una autoridad y un virtuosismo tal que cada nuevo álbum, aún los más mediocres como Beat y ConstruKction Of Light, representa un viaje musical extraordinario. The Power To Believe, como el lector inteligente anticipará, es más polirritmia, más alternancia de notas, más metal-jams, más riffs rompecocos, más percusión esquizofrénica y más tempos extravagantes. Sinceramente, CON UNA MANO EN EL CORAZON, no mucho más que eso. Pero, por suerte, dispuesto todo con excepcional gusto y fantástica diversidad.

Y volvemos al tema de la variedad de este álbum. King Crimson continúa con las relecturas de su inagotable pasado, solo que esta vez remendan el error de ConstruKction y acaparan un campo muchísimo más amplio. El resultado es un CD sorprendentemente variado y ecléctico que tiene un pedazo reservado para cada tipo de oyente. Todos los costados del Crimson de los últimos años aparecen reflejados: el costado FM pop (Eyes Wide Open), el ambient (The Power To Believe), el avant-garde (Level Five), el techno-disco (Dangerous Curves), el new-wave (Elektrik), el de blues psicótico (Facts Of Life) y hasta el recientemente incorporado costado de “Nu-metal” (Happy With What You Have To Be... etc.). ¡Muy variado! Quizá el álbum más variado desde Islands. Realmente un gran esfuerzo: el pobre oyente no tiene que sentarse y tragarse un tour-de-force de jams esquizoides como en ConsturKction Of Light, sino que tendrá todos los matices para garantizar una escucha mucho menos extenuante. Claro que todo eso no sería suficiente si las canciones no fueran excelentes. Y como son excelentes de manera más o menos uniforme, pues... queda claro que se trata de un muy buen álbum y que supera ampliamente a los dos anteriores (Y no cuento ese robo que es Happy...). Es evidente que las distintas corrientes encarnadas por los distintos “projeKcts” fueron aprovechadas MUCHISIMO MEJOR aquí.

Dicho esto hay un par de temas que vuelven a dejarme insatisfecho y que me hacen bajarle dos puntos al álbum. Level Five y Elektrik son los únicos cortes del álbum que responden a una fórmula ya un tanto ajada y que por lo tanto me cansan bastante hasta el punto que ya ni presto atención cuando suenan. Ambos parecen pedazos de The ConstruKction Of Light pegados en medio de todo esto sin razón aparente. De hecho, se me hace complicado distinguir Elektrik de FraKctured; ambos están basados en las mismas polirritmias mezcladas con otros riffs más distorsionados y veloces. Level Five no es muy diferente de todo esto: una mutación de Red de más de siete minutos plagados riffs repetitivos y feos sonidos industriales que el oyente tiene que tragarse con la excusa de “Guarda que estamos jugando con tempos raros y supercomplicados". Pues para mí esa excusa ya no va más. Vamos a decirlo de una vez, todo esto ya ABURRE y CANSA, aunque sea la marca registrada de KC. Fue una cosa GENIAL en su momento pero, muchachos, no por eso hay que repetirlo y repetirlo y repetirlo como si fuera lo único que saben hacer. Es la más clara demostración de hasta qué punto pueden arruinarse las buenas cosas cuando se sobreusan, sobreactuan o sobreestiman. Robert Fripp TIENE que darse cuenta de que esa fórmula está agotada. No está mal que el costado “metálico” e “improvisador” de King Crimson aparezca representado, pero me hubiera gustado algo menos obvio y menos conservador.

Las demás canciones cambian completamente la historia. Evocan el pasado, pero de una manera mucho más sutil y fructuosa. Los ejemplos sobran. Eyes Wide Open es el mismo pop inmaculado que apareció en el EP Happy With What You Have To Be... ufff, solo que en una versión eléctrica que realza aún más sus encantos. En la segunda mitad de la balada hay un solo de guitarra muy floydiano que suena sencillamente como un manjar para los oídos. Facts Of Life es otra lectura del “blues psicótico y moderno” iniciado en el álbum anterior con Prozack Blues. En principio parece un griterio absurdo y modernoso que no llega a ningún lado, pero esta vez la cosa tiene algunas sorpresitas guardadas. Escuchen, por favor, lo que ocurre cuando se acaba el primer verso en el segundo veinticuatro: ese ritmo fantástico, esa guitarra silabeante de fondo y esas notas saltarinas. ESO es justamente lo que distingue los momentos creativos de King Crimson de las masas perimidas de Level Five y Electric. Y no hay que olvidarse del estribillo ultra pegadizo cantado por Belew o los venenosos versos contra ciertas creencias religiosas (“Nobody knows what happens when you die / Live what you want, it doesn’t mean it’s right”). Facts Of Live, gran canción, aún cuando la sección media recuerde un poco a los viejos vicios (incluso a 21st Century Schizoid Man, si me permiten). Ya había hablado de Happy With What You Have To Be Happy With, la parodia del metal alternativo aparecida en el EP del mismo nombre. Aquí aparece la misma versión editada para que dure un minuto menos o algo así.

Las cuatro piezas de Power To Believe representan el aspecto ambient del disco. La primera parte, A Cappella abre el álbum con una pequeña canción de amor cantada sin instrumentos, aunque para ser una canción de amor suena positivamente TENEBROSA... gracias a esa distorsión en la voz de Adrian que lo hace sonar como un ser alienígena cantando desde el más allá y diciendo las palabras más reveladoras y angustiosas que podamos escuchar. Escalofriante. La segunda parte es un highlight del álbum. Es un número muy ambiental que remite bastante a The Sheltering Sky con sus melodías caóticas pero tranquilas, y a Nuages con su percusión “acuosa”. La cosa se pone mucho mejor en la última parte (tras un breve intermezzo con marimbas y xilofones) donde entra una batería sorprendentemente potente y una masa de cuerdas completamente aterradora surge de la nada. Es un paraíso para los fanáticos del ambient. La tercera parte es más o menos parecida y la Coda es eso, la coda, nada especial para agregar.

Y reservé para el final el conejito de la galera, la joya de la abuela, la frutilla del postre. Dangerous Curves es la composición más original y fenomenal de todo el álbum. Al revés de lo que ocurre con las torturas de Level Five y Elektrik, esta pieza instrumental es relativamente simple y viene a probar como la seducción del oído y la mente no pasa por la complejidad o el virtuosismo sino por la creatividad demostrada en la arquitectura de los sonidos. Dangerous Curves se basa tan solo en unas cuerdas sintetizadas de fondo, un par de bajos tocando riffs de una sola nota, alguna guitarra decorativa aquí y allá y percusión. Nada más. Y sin embargo con eso se logra la pieza progresiva más increíble que escuché en los últimos tiempos. Algunos la relacionan con The Talking Drum, ya que repite el esquema del bajo que va aumentando el volumen, sin embargo ésta es menos caótica y más potente. La progresión del tema es espectacular hasta el último pelo. Esa línea de bajo es el esqueleto de toda la canción y la verdad es que logra sostener la cosa por más de cinco minutos en su hipnótica simplicidad. Las cuerdas en el fondo se van volviendo cada vez más ominosas, las guitarras distorsionadas de Fripp son positivamente tenebrosas y la percusión de Pat Mastelotto es la vedette absoluta. De hecho, a los cuatro minutos la progresión se detiene y empieza de nuevo. La batería aquí es una cosa tan infecciosa que NO HAY FORMA de no mover la cabeza y los pies ante el ritmo. En esencia es techno, pero tocado con una batería de verdad por un tipo sudoroso de carne y hueso. Deberían pasar esta cosa oscura y frenética en un boliche bailable a ver qué pasa. Todo fanático del techno de maquinitas debería escuchar esta canción y aprender qué es música en serio.

Bueno. Voy terminando porque se me hizo larguísima. Escuchando el álbum se me hace que no hay verdaderos clásicos de la banda aquí y que, en definitiva, la mayoría de las canciones son ejercicios rutinarios en clave Crimsoniana. Sin embargo la gran variedad de estilos y el evidente genio creativo que llamea en algunos temas bastan para hacerlo mejor que sus antecesores.

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